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Energía solar
#LaEnergiaDelCole
Nunca agradeceré lo suficiente que aquellos operarios nos cortaran la luz en el pueblo. Fue hace cuanto... ¿ocho años? Me dijeron que aquel cuadro eléctrico tenía una configuración irregular, que estaba «enganchado a la luz» y cometiendo fraude. Era el mismo cuadro del que tomaban lecturas de consumo todos los meses desde hacía años, y en el que ese mismo día habían sustituido el contador de toda la vida por el digital. Esto ocurrió justo al día siguiente de que me cambiara de compañía eléctrica, pasándome de la mayoritaria en la comarca, a una cooperativa de renovables. Una casualidad, no penséis mal.
Parece que ha pasado una eternidad... Eran los días en que casi nadie sabía distinguir la compañía comercializadora (la que te vende la energía) de la distribuidora (la dueña de los cables que pasan por tu fachada y de tu contador), una diferencia que en mi comarca es prácticamente inexistente, porque ambas compañías pertenecen al mismo grupo empresarial. El empleado del mes se dedicó a intimidarnos en plan asustaviejas: «no os cambiéis de compañía, tendréis problemas». Y gracias a esta circunstancia que quedó en nada, empezamos un periplo personal y colectivo de empoderamiento, de curiosidad desatada sobre todo lo relacionado con el modelo energético y de entablar relación con el mundo cooperativo y de la economía social y solidaria en el sector de la energía.
A día de hoy somos cooperativistas, y no de una sino de dos cooperativas de renovables (SOM y Megara energía), y dedicamos muchos esfuerzos desde el voluntariado y también profesionalmente, a la transición energética democrática, justa y sostenible en el medio rural. Y más concretamente a las comunidades energéticas, una nueva figura en el modelo energético que pone a la ciudadanía como protagonista a la hora de producir, gestionar y consumir energías renovables no con interés financiero o especulativo, sino buscando beneficios sociales, económicos y ambientales para la comunidad local.
¿Qué energía necesitamos para vivir una vida buena, digna y sostenible, en Arroyomolinos de León (Huelva)?
La energía del medio rural
Con la Asociación MUTI, un colectivo de personas autóctonas y neorrurales de la Sierra de Huelva, nos pusimos a la tarea de responder a esa pregunta. Comenzamos en un local cedido por la familia, pero pronto nos embarcamos en un servicio de «Oficina Itinerante de la Energía» por los pueblos de la zona. Ahí nos dimos cuenta de que el grado de vulnerabilidad en el medio rural era mayor del que imaginábamos y de que el mercado de la energía estaba fuera de control. También descubrimos que había lugares donde se daban circunstancias favorables, como una cultura energética tradicional basada en la eficiencia y el ahorro, protagonizada mayormente por mujeres. Son ellas las que manejan la planificación y la gestión del consumo energético doméstico, aunque también las que sufren en mayor medida la vulnerabilidad, especialmente en aquellas viviendas con una mala calidad energética.
Arroyomolinos de León es uno de esos pueblos donde existe esa cultura energética tradicional. Aún se encuentran restos de más de 30 molinos de rodezno que funcionaban con energía hidráulica (100% renovable), en el pueblo muchas familias aún se calientan en invierno con estufas de cisco y la gente mayor atesora conocimiento sobre energía y eficiencia en lo que hoy llamamos economía circular. Hay huertas familiares y actividades de intercambio y apoyo mutuo.
El cole de Arroyomolinos de León es Ecoescuela, y por tanto un lugar privilegiado para emprender acciones de sensibilización y de formación práctica sobre comunidades energéticas. Es el centro neurálgico de las actividades en materia de sostenibilidad y educación ambiental, y tiene además un marcado carácter territorial: en el pueblo no hay familia que no tenga vinculación directa o indirecta con el cole.
Una comunidad energética que nace en la escuela y se extiende a todo la localidad.
La comunidad escolar recibe desde hace dos años el apoyo de la Asociación MUTI, con actividades de sensibilización y formación en ahorro energético. Este trabajo se viene realizando con la «patrulla energética» del cole, y también con el Ayuntamiento de Arroyomolinos, que ha cambiado sus contratos de suministro a Megara Energía, una cooperativa de Unión Renovables con notable presencia en la comarca. Pero llegó la pandemia y todo quedó en standby… o casi.
Greenpeace convocó en noviembre de 2020 el Renovathon, un maratón de inteligencia colectiva para innovar y encontrar soluciones ciudadanas que aceleren una transición energética justa e inclusiva en manos de las personas. Y tuvimos la suerte de participar en el equipo que se llevó el primer premio del jurado, junto a miembros de la cooperativa Aeioluz y activistas a título individual.
Después de casi un año de puesta a punto de la idea, de debatir y confrontar con personas expertas en el ámbito de la pobreza energética y las comunidades energéticas, el proyecto #LaEnergiaDelCole se define hoy como «Una comunidad energética para el autoconsumo colectivo entre el centro escolar y las familias con menores escolarizados de manera eficiente, sostenible y justa, en un proceso de empoderamiento energético que nace en la escuela y se extiende a todo la localidad».
Y el cole elegido para desarrollar el prototipo y una experiencia piloto replicable en toda España es la Ecoescuela Virgen de Los Remedios de Arroyomolinos de León.
Para que se entienda mejor en el pueblo, hemos usado la metáfora de la huerta: vamos a aprender a cultivar kilovatios, como si fueran tomates del sembrado familiar, y repartirlos de manera justa en la comunidad.
Oligopolio y soberanía energética
Tenemos que acelerar la transición energética ciudadana en el ámbito local, especialmente en pequeños municipios. El oligopolio energético, en su versión tradicional (esos cinco grupos empresariales que controlan la mayor parte de la producción y comercialización de la energía) como en sus nuevas versiones (fondos de inversión, nuevas comercializadoras «verdes»), han virado ciento ochenta grados y pasado de boicotear la transición energética en España con el «impuesto al Sol», a querer protagonizarla y colonizar nuestros campos, tejados y azoteas, en una nueva versión distribuida del modelo centralizado de toda la vida. Y sí, también están poniendo en marcha modelos de negocio que se inspiran en el concepto de comunidad energética.
Para obstaculizar y frenar este proceso de colonización de nuestro propósito y nuestros campos, tejados y cubiertas (a base de músculo oligo-financiero e influencia), hay que acelerar la transición energética local. Y eso pasa por impulsar la financiación colectiva de comunidades energéticas de impulso ciudadano, de tal modo que su desarrollo no se vea condicionado por niveles de renta, conocimiento experto, o vulnerabilidad, y todas las personas tengan al alcance los beneficios de las energías renovables de proximidad.
Las comunidades energéticas van a ser residuales, o en el mejor de los casos agrupaciones de autoconsumidores con estabilidad financiera, si no disponemos de una red de apoyo, confianza y solidaridad que impulse la financiación colectiva de las iniciativas, especialmente en un estadio inicial. Solo así vamos a poder incorporar desde el primer momento a la población en general, en municipios de la periferia, alcanzando mayores cotas de soberanía energética en la localidad, incidiendo contra la vulnerabilidad energética en un sentido amplio e incluyendo a las mujeres en los espacios colectivos de toma de decisiones.
#LaEnergiaDelCole es uno de esos proyectos de financiación colectiva que busca la alianza y la complicidad de las personas, organizaciones y empresas donantes con las que compartimos propósito para hacerles partícipes de nuestro proyecto, prototipando y transfiriendo lo aprendido a cuantas iniciativas hay o habrá en marcha en los próximos meses. Nuestro compromiso es responder a las donaciones con conocimiento y apoyo experto a todas las nuevas experiencias que se vieran inspiradas por nuestra comunidad energética escolar.
Sabemos que una campaña de crowdfunding no es tarea fácil, significa abordar el reto de si la comunidad quiere financiar, si tirará adelante con tu iniciativa. En estos tiempos de cambio e incertidumbre, de tomar decisiones que van a afectar al futuro de las próximas generaciones, es hora de demostrar el poder de la comunidad, de la multitud organizada cívicamente frente al oligopolio.