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Festivales aún modestos como el de Sant Joan d'Alacant, ya consagrados como el de Sitges o hipergrandiosos como el de Cannes han decidido para este 2018 homenajear a 2001: Una odisea del espacio en el 50º aniversario de su estreno. Pero es que además el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) organizará desde el próximo 24 de octubre una exposición de cinco meses centrada en la figura de su director, el celebérrimo Stanley Kubrick.
La herencia kubrickiana es perenne y está de festejos, en gran parte desde la réplica muy poco disimulada que hizo Christopher Nolan con Interstellar (2014). De ahí que haya sido Nolan el padrino de la copia en 70 mm que se ha presentado este fin de semana en Cannes, incluyendo previamente una 'masterclass' en lo que ha sido su primera visita al prestigioso Bulevar de la Croisette. Ha saldado así esta deuda, al mismo tiempo que ha repasado las obras clave de su carrera junto a su profunda admiración por Kubrick.
Tras cumplir medio siglo de existencia, desde España y en medio mundo se rinde pleitesía a una película que sentó cátedra sobre la ciencia ficción. Y el canal TCM ha abordado este fenómeno con un documental de producción propia, dirigido por Pedro González Bermúdez y titulado 2001 destellos en la oscuridad, que en sus 20 minutos recrea una entrevista con el propio Kubrick que se publicó en la revista Playboy para su número de septiembre de 1968.
El cineasta auguró la acogida que tendría su proyecto, con un relato que sigue siendo imprescindible para comprender las teorías que plasmó durante la filmación. De eso fue testigo Keir Dullea, protagonista de la odisea interespacial en el papel del Dr. Dave Bowman. “Yo estaba abrumado en este tipo de películas, en las que gran parte de los efectos especiales se hacían después de que terminase mi rodaje”, admitió el actor de Ohio en la reciente gira promocional de 2001 destellos en la oscuridad.
“Cuando vi la película por primera vez, estaba impresionado por todo lo que me rodeaba. Y lo cierto es que no sé por qué me sorprendió ya que era consciente de que estábamos trabajando con un auténtico genio, tanto como director de cine como en lo que respecta a su filosofía. En toda mi carrera, jamás encontré otro director con la brillantez tanto cinematográfica como filosófica que tenía Kubrick”, insistió Dullea.
“Él era un 'enfant terrible' y, sin duda, un perfeccionista; pero a los actores nos daba muchísima libertad y siempre estaba abierto a nuevas ideas. Te dejaba hablar y no te hacía sentir tonto por sugerir algo, nunca levantaba la voz y me encantaba trabajar con él; era una experiencia extraordinaria”, recordó sobre un Kubrick con fama de frío en la industria.
En lo que sí coinciden todos los testimonios es en la meticulosidad que desprendía a cada paso. Tan pormenorizado fue el guion de Una odisea del espacio que Kubrick logró que la novela homónima de Arthur C. Clarke, elaborada simultáneamente, se publicase después del estreno de la peli. En palabras de Dullea: “Los dos estuvieron trabajando juntos intensamente y en ocasiones no se ponían de acuerdo, pero había un profundo respeto mutuo”.
Clarke no nos daba ninguna instrucción
Kubrick solo había tenido para inspirarse el cuento de El Centinela (1951), de Clarke; así que quería igualdad de condiciones, que nadie usara un manual para entender su filme si se adelantaba la publicación de la novela. “Me enviaron el guion antes de llegar a Londres para rodar y vi algo que me resultaba familiar y que me impresionó, porque me di cuenta de que yo mismo había leído El Centinela con 13 años. Pero Clarke no nos daba ninguna instrucción, eso se lo dejaba a Stanley”, afirmó Dullea acerca de la competitividad en ese proyecto.
Y es que incluso “había una carrera entre la NASA y Kubrick en el sentido de asegurarse de que la película estuviera terminada antes de que nadie llegase a la Luna”, según indicó el alter ego del Dr. Bowman. “Si la NASA llegaba antes y se descubría que algo de la peli luego estaba mal, a Kubrick le habría hecho sentir muy mal. Así que, en cierto modo, él ganó la carrera”, bromeó el actor de Ohio en referencia al aterrizaje de Neil Armstrong el 20 de julio de 1969.
Ese hito de la aeronáutica corroboró que la humanidad puede trascender fuera de su planeta, mientras que la epopeya kubrickiana corroboró que la humanidad puede trascender dentro de su planeta. Su legado, además, ha cobrado fuerza en la generación 'millennial' con títulos como Apolo 13 (1995), Contact (1997), Gattaca (1997), Armageddon (1998), Horizonte Final (1997), Planeta Rojo (2000), Misión a Marte (2000), Solaris (2002), Sunshine (2007), Moon (2009), Gravity (2013), The Martian (2015), Passengers (2016) o Life (2017).
A la espera de First Man, dirigida por Damien Chazelle y con Ryan Gosling interpretando a Neil Armstrong, la abstinencia galáctica se aliviará con la copia en 70 mm de 2001: Una odisea del espacio y con documentales como 2001 destellos en la oscuridad o Filmworker. Un género al alza que desde hace medio siglo tiene en Kubrick a uno de sus dioses y desde hace un lustro tiene en Nolan a uno de sus mesías. Pero se ponga quien se ponga la escafandra, los pálidos ojos azules de Keir Dullea serán siempre la primera reminiscencia.
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