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Fútbol
Mundiales de fútbol y cine (III): Menudos dioses en entredicho
Argentina, ya sea con Maradona o con Messi, tiene un idilio con la Copa Mundial de la FIFA que está al alcance de poquísimas selecciones.
Marcador tras 90 minutos: Si Ken Loach es futbolero, todos debemos serlo.
Empieza la prórroga.
La agónica clasificación de Argentina para octavos de final en este Mundial de fútbol ha salvaguardado para el torneo su fervor singular, unos colores albicelestes con identidad propia y que siempre levantan pasión desmedida en propios y extraños. Porque los argentinos son así, desmedidos. Más por lo largo que por lo corto, más por lo grande que por lo chico, más por lo histriónico que por lo introvertido. Pero desmedidos, sí, siempre.
La ‘Albiceleste’ representa al mismo tiempo a un país y a una manera de pensar, de afrontar la vida yendo de catarsis en catarsis. Sus vecinos rioplatenses no andan a la zaga, pero Uruguay habitualmente ha tenido peor marketing fuera de la región sudamericana. Una zona del mundo, por cierto, donde se paran los relojes cada vez que el seleccionado nacional entra en acción, así que la Copa Mundial de la FIFA representa un huso horario en sí mismo.
Bastante de eso plasmó Álex de la Iglesia en su documental Messi (2014), pues el cineasta vasco encargó el guion a Jorge Valdano Sáenz de Ugarte y a su padre, el mítico exmadridista Jorge Valdano Castellano. Valdano sénior, que también fue coguionista de una serie de Canal+ titulada El partido del siglo (1999-2000), estará siempre en el recuerdo argentino por liderar junto a Diego Armando Maradona al equipo que se proclamó campeón en México’86.
En Messi, para charlar sobre el inaudito delantero del FC Barcelona, Valdano almuerza con otro referente mundialista y eterno ídolo culé: Johan Cruyff. A poca distancia del holandés, aunque en mesas separadas, otros comensales ilustres son César Luis ‘El Flaco’ Menotti y Alejandro Sabella; el primero fue el entrenador de la ‘Albiceleste’ campeona del mundo en 1978, mientras que el segundo dirigió a Argentina hacia el subcampeonato hace cuatro años.
En aquel torneo de 2014, Sabella confió su suerte en ataque a ‘La Pulga’ Messi y en defensa a Javier ‘El Jefecito’ Mascherano, quien en la película de De la Iglesia nutre su estómago y su memoria junto a dos pilares de la selección española que ganó el título en 2010. El central Gerard Piqué y el mediapunta Andrés Iniesta, autor del gol en la final ante Países Bajos, ejercen de no-actores para desgranar la personalidad de ‘La Pulga’ dentro y fuera del campo.
Sus compañeros de vestuario en el Barça, inmersos en la rutina de alta competición, lo describen como una figura en singular; sin embargo, en ese restaurante hay familiares y allegados de Messi, además de exjugadores y periodistas, que alimentan su plural comparación con Maradona. Parece ya claro, en la pantalla y en la vil realidad, que el debate terminaría si el actual ‘10’ de Argentina conquistase la Copa del Mundo antes de retirarse.
Macri detrás de las cámaras
Ese escenario alegraría a raudales a Mauricio Macri, presidente de la Nación y declarado hincha futbolístico. El inquilino de la Casa Rosada afrontó el pasado 25 de junio una huelga general contra su ideario económico, tercera de estas características en 15 meses (después de las convocadas el 6 de abril de 2017 y el pasado 18 de diciembre). La estrategia retrógrada de Macri tiene símil con el corralito más feo, ése donde se juega con ahorros y no con balones.
Así que un Mundial ganado por Leo Messi, Sergio Agüero y sus compinches maquillaría la desazón de todo un país. Otra cortina de humo, menos densa que la de 1978 pero quizá igual de efectiva para adaptar al celuloide. Y para más inri, la dirección podría correr a cargo de Agustina Macri, primogénita del presidente y cineasta en ciernes. A ella nunca le interesó la política, sino que destacó por jugar muy bien en la cancha durante su adolescencia.
En el Northlands School de Olivos, Buenos Aires, se convirtió involuntariamente en pionera del fútbol femenino. Al terminar la secundaria, y en paralelo con sus estudios de Sociología en la UBA, fue alumna teatral varios años en los talleres del actor Julio Chávez... hasta que descubrió su lugar detrás de las cámaras. Dejó entonces Sociología y viajó a Barcelona para cursar Creación de Documentales y disfrutar de su estancia en el ‘Viejo Continente’.
Cuando regresó a la Argentina, en 2008, su padre había pasado de ser presidente en Boca Juniors a ser jefe de Gobierno de CABA. Y ambos acordaron filmar la remodelación del Teatro Colón con motivo de su centenario. Dicha obra marcó un hito en la gestión de Mauricio al frente del ayuntamiento bonaerense, al tiempo que su hija agarró impulsó en el panorama audiovisual del país. Así, al abrigo de la productora Cinema 7 Films, estrenará su primer largometraje a finales de este verano.
Se llamará Soledad y no Amor y anarquía, como se había especulado en 2016. Ese año dio el salto hollywoodiense junto a Oliver Stone como asistente de producción en Snowden, 'biopic' del consultor informático estadounidense que reveló secretos de la CIA. También estrenó Carnacalipsis, documental de una hora sobre la pasión argentina por la carne. Porque, sí, la idiosincrasia argentina se banca con bifes y goles messiánicos. ¡Maradona ya fue!
Descanso de la prórroga.