La ley contra “los beneficios caídos del cielo” de las eléctricas queda enterrada por la nueva factura de la luz

El Gobierno hace coincidir la introducción de la nueva factura eléctrica, que aumentará el precio de la luz si no se cambian los hábitos, con la presentación del anteproyecto de ley que acabará con una sobrerretribución de las nucleares y las hidroeléctricas calculada en 1.000 millones de euros.
Cañada 5 meses Bruno TheVenin - 8
Bruno Thevenin Tres jóvenes caminan por la carretera principal del Sector VI de la Cañada Real durante el primer día de nevadas. No CC.
@MartinCuneo78
@martincuneo.bsky.social
1 jun 2021 13:45

Hasta las conquistas suenan como derrotas para el Gobierno de coalición. El mismo día, este 1 de junio, que el Consejo de Ministros aprobaba un anteproyecto de ley contra los llamados “beneficios caídos del cielo” de las eléctricas —una medida que rebajará la parte fija de la factura de la luz—, ha entrado en vigor una reforma de la tarifa eléctrica que ha levantado un rechazo generalizado, hasta en los tradicionales apoyos del Gobierno de Pedro Sánchez.

La primera medida, que reducirá la sobrerretribución de las nucleares y las hidroeléctricas —a pesar de ser un reclamo histórico de las organizaciones de consumidores y de los partidos de izquierda— es compleja de explicar y de entender, y tardará meses en aplicarse. La segunda ha calado con un mensaje sencillo y su aplicación es inmediata: a menos que pongas la lavadora de madrugada o en fin de semana pagarás más por la electricidad desde el 1 junio. Más allá de esta simplificación, la derecha mediática y parlamentaria, pero también las mayores organizaciones de consumidores, Facua y OCU, han denunciado el cambio de tarifa y han dejado en un segundo plano lo que podría haberse leído como una victoria frente a los intereses de las grandes eléctricas.

“Es denigrante para los consumidores vulnerables” pedir que se desplace el consumo eléctrico a las horas de la madrugada, cuando la nueva tarifa ofrece los precios más bajos, denuncian desde la organización de consumidores Facua

El cambio de tarifa no podía llegar en peor momento. Desde el temporal Filomena de enero, la factura de la luz no ha dejado de encarecerse por el aumento del precio del gas y de los derechos de emisión de gases de efecto invernadero. Este mayo, recuerda Facua, ha finalizado con una subida interanual del 45,4% en el recibo de la luz, la cuarta factura más cara de la historia. Esta organización, que agrupa a más de 200.000 consumidores, considera “denigrante para los consumidores vulnerables” pedir que se desplace el consumo eléctrico a las horas de la madrugada, cuando la nueva tarifa ofrece los precios más bajos. “No se puede hacer responsable al consumidor de que su factura de la luz es cara porque no ha planchado o puesto las lavadoras, lavajillas y secadoras en los horarios más económicos —denuncia Facua—, ya que estos periodos precisamente coinciden con los momentos que deberían dedicarse al descanso”.

Facua echa en cara al Gobierno de coalición un nuevo incumplimiento de su pacto de investidura: en diciembre de 2019, PSOE y Unidas Podemos se comprometieron a que los primeros kilovatios consumidos tendrían un precio inferior, un método para no perjudicar a los hogares más vulnerables. La discriminación horaria que ha fijado el Gobierno y se aplica a partir de este 1 de junio “causará importantes perjuicios a un elevado porcentaje de familias”.

Las críticas también provienen de los socios del Gobierno. El diputado de Más País, Íñigo Errejón, denunciaba en redes sociales que el Gobierno se está olvidando de los problemas cotidianos de la ciudadanía. “Los bancos empiezan a cobrar comisiones ‘por mantenimiento’ al mismo tiempo que la luz sube en los horarios de consumo habitual. La vida cotidiana se hace más difícil. Y eso es lo que de verdad importa y la que debería ser la primera preocupación del Gobierno”.

La ley que reformará los “beneficios caídos del cielo” de las eléctricas es un avance y se notará en la factura de la luz, pero no es más que “un parche” en un sistema de fijación de precios que no funciona, dice Mario Sánchez-Herrero, de Ecooo

El argumento del Gobierno de que el recibo de la luz se abaratará si se cambian los hábitos y las necesidades de mejorar la eficiencia y distribuir la demanda de energía en los distintos momentos del día y de la semana no parecen haber convencido a amplios sectores. Mientras, las reformas de calado, que ataquen a las causas de unas facturas infladas y del gran negocio de las eléctricas, no terminan de llegar. Para Mario Sánchez-Herrero, investigador de Nuevo Modelo Energético e integrante de la cooperativa Ecooo, la ley que reformará los “beneficios caídos del cielo” de las eléctricas es un avance y se notará en la factura de la luz, pero no es más que “un parche” en un sistema de fijación de precios que no funciona.

El maná de las eléctricas

El 31 de mayo, la bolsa castigaba a las principales eléctricas ante el temor de que sus ingresos se vean afectados por el anteproyecto de ley aprobada hoy en el Consejo de Ministros. Endesa e Iberdrola lideraban las caídas con unas pérdidas de 3.400 millones de euros en apenas unas horas. La más castigada fue Endesa, que perdió un 5,7% de su valor bursátil. En 2020 había tenido beneficios de 1.394 millones de euros. La reforma que presenta el Gobierno podría suponer unas pérdidas de más de 1.000 millones de euros para las eléctricas y un ahorro para los consumidores de hasta un 15%, según el Ministerio de Transición Ecológica. Pero ¿qué son exactamente los “beneficios caídos del cielo”?

El origen de todo, cuenta Sánchez-Herrero a El Salto, es la forma en la que se fija en España el precio de la electricidad, un sistema de subastas que no distingue entre tecnologías y aplica a todas ellas el precio más caro de todas las ofertas. En una compleja coreografía para cubrir la demanda de electricidad siempre entran primero las renovables y las nucleares, que ofertan a precio cero. Son energías que o bien ya han amortizado la inversión hace años —como es el caso de las nucleares o las hidroeléctricas— o que “no incurren en gastos adicionales por producir o no producir” como ocurre con buena parte de las renovables. Pero como esto no es suficiente para cubrir toda la demanda de electricidad, entran en escena para completar la oferta las centrales de ciclo combinado, que utilizan gas para generar electricidad. Y el funcionamiento de esta tecnología es radicalmente distinto a las anteriores, cuenta este integrante de Ecooo. Por un lado, las eléctricas tienen que pagar por el gas, sujeto a las variaciones de los mercados internacionales, y también por los derechos de emisión de co2, una herramienta de mercado para luchar contra el calentamiento global. 

El aumento de los precios del gas y de los derechos de emisión han encarecido la producción de electricidad en las plantas de ciclo combinado y esto se ha trasladado a toda la factura eléctrica a pesar de que el gas y los otros combustibles fósiles están detrás de apenas el 9% de toda la generación eléctrica en España

El aumento de los precios del gas y de los derechos de emisión desde principios de año han encarecido la producción de electricidad en las plantas de ciclo combinado y esto se ha trasladado a toda la factura eléctrica a pesar de que el gas y los otros combustibles fósiles están detrás de apenas el 9% de toda la generación eléctrica en España. ¿Qué tiene que ver los gastos de una central de gas con un kilovatio generado en un huerto solar o en una planta nuclear? Pues que el sistema que se utiliza en España paga a todos los generadores de electricidad el precio del último proveedor en entrar en la oferta, es decir el más caro de todos. Sánchez-Herrero lo explica con manzanas: “El precio al que se venden todas las manzanas es el del último proveedor que entra para cubrir el 100% de la demanda”.

Los “beneficios caídos del cielo”, explica este investigador, es la “sobrerretribución que reciben fundamentalmente la nuclear y la hidroeléctrica porque están cobrando más de lo que cobrarían si solamente se cubrieran sus costes más un margen de beneficio razonable”. Estos gastos añadidos se trasladan a los consumidores y son uno de los motivos que explican los altos ingresos de las eléctricas y las altas tarifas del mercado español.

El anteproyecto de ley aprobado este 1 de junio elimina una parte importante de estos “beneficios caídos del cielo”, pero no todos, explica Sánchez-Herrero, ya que el sistema que define los precios sigue intacto. A la espera de que se publique el texto definitivo en el BOE, la medida presentada obliga a las centrales construidas antes de 2005 que no emiten co2 —es decir, nucleares e hidroeléctricas— a devolver los “beneficios caído del cielo” que corresponden a los derechos de emisión. Dicho de otra forma, las nucleares y las hidroeléctricas, todas en manos de las grandes eléctricas españolas, dejarán de cobrar y de trasladar a los consumidores unas emisiones que no realizan. 

El anteproyecto de ley aprobado este 1 de junio elimina una parte importante de estos “beneficios caídos del cielo”, pero no todos, explica Sánchez-Herrero, ya que el sistema que define los precios sigue intacto

Sin embargo, la medida no deja de ser un “parche”, ya que no se acaban con todos los “beneficios caídos del cielo”, apunta este investigador. La otra parte del precio de la electricidad en las centrales de ciclo combinado es el propio precio del gas: “Si el gas está muy caro en el mercado internacional, una central de ciclo combinado tiene que cubrir esos costes y eso eleva el precio de toda la electricidad”. Esta medida, dice Sánchez-Herrero, es una “victoria parcial”, que conseguirá “reducir la parte de la factura que se refiere a cargos y peajes”, pero no servirá más que para tapar un agujero hasta que se aborde la reforma integral del sistema de fijación de precios. “La solución final sería descomponer el mercado eléctrico por tecnologías. No tiene sentido que la hidráulica reciba el precio que marca el gas, porque no son manzanas, no son tecnologías idénticas, son cosas distintas. Meter en el mismo mercado tecnologías tan dispares que acaban por generar este fenómeno de los beneficios caídos del cielo”, continúa Sánchez-Herrero.

Hacia la misma dirección, hacia una “reforma integral” del sistema tarifario, apunta Javier Andaluz, responsable de Energía de Ecologistas en Acción. “Tendremos que ver cuál es el texto final, pero en principio nos parece que esto no es asumir el verdadero problema del sistema eléctrico, que es el sistema tarifario que tenemos. Aquí lo hace falta es una reforma integral del mercado eléctrico y no parches como los que estamos viendo”, dice a El Salto. El actual sistema de fijación de precios, señala, “no es sostenible y no está bien orientado para acoger a las renovables”. Para Andaluz, la solución pasa por realizar una auditoría de los costes de cada tecnología generadora de electricidad para que cada una de ellas entre en el pull “de forma justa y equilibrada” teniendo en cuenta sus costes reales y no los de la tecnología más cara. Para este portavoz de Ecologistas en Acción, la reforma intenta minimizar el impacto de los bonos de carbono en la factura, pero no tiene en cuenta el contexto de emergencia climática. “Hay una fina y delgada línea entre reducir el coste de la luz a nivel doméstico, que puede haber muchas personas que lo necesiten, y subvencionar de forma encubierta a los combustibles fósiles”, dice.

Lo que tiene sentido “desde el punto de vista ecológico”, apunta Sánchez-Herrero, que se penalice la producción de electricidad que genera emisiones contaminantes, “se les fue de las manos” en un sistema eléctrico como el español. Con esta medida, el Gobierno intenta corregir el efecto no deseado de los mecanismos de mercado para la lucha climática. Para este integrante del colectivo Nuevo Modelo Energético, la reforma que presenta el Gobierno puede tener otros efectos. Entre ellos, una mayor rentabilidad de las grandes instalaciones fotovoltaicas, también en manos de las grandes eléctricas, que no estarán obligadas a devolver los complementos económicos, un auge que puede ir en detrimento del autoconsumo, el modelo por el que apuestan desde Ecooo y las organizaciones ecologistas.

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