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Explotación laboral
Un parón de repartidores en Zaragoza deja a Glovo sin servicio
Repartidores de la empresa Glovo en Zaragoza realizaron un parón en las definidas como horas de “alta demanda”. Se enfrentan a la amenaza de eliminación de los bonus por trabajar en fin de semana. La protesta logró que la plataforma no funcionara correctamente anoche y anuncian que continuarán con las movilizaciones.
La noche del domingo es el momento en que las plataformas de envío de comida a domicilio concentran su carga de trabajo. La ciudad se convierte en un ir y venir de bicicletas y motos con grandes mochilas de colores, y empresas como Glovo, Deliveroo o Uber Eats concentran sus beneficios en esas horas.
Los repartidores, llamados por estas empresas glovers o riders, también aumentan sus ingresos la noche del viernes, sábado y domingo. El volumen de pedidos crece y el importe de los pedidos también. Lo hace mediante una serie de bonificaciones por franja horaria u objetivos. Este domingo 9 de septiembre, sin embargo, en Zaragoza los glovers dijeron basta y la plataforma colapsó. Quienes trataban de encargar una pizza o una hamburguesa se encontraban con una pantalla en la que un simpático duendecillo se disculpaba porque “debido a una alta demanda” no se podían procesar nuevos pedidos. Era falso, no había alta demanda y sí decenas de trabajadores protestando con sus mochilas amarillas en la Plaza de España de la ciudad. Bicicletas aparcadas.
El motivo son las bonificaciones, aunque también subyace el tipo de relación que mantienen trabajadores y empresa en estas nuevas compañías. Dice Pedro —nombre ficticio— que lo que más frustraciones le provoca es ver cómo las condiciones con las que entró a trabajar en Glovo, a mediados de febrero, van desapareciendo y los canales de comunicación son inexistentes. Cuenta que la concentración de ayer —en la que pararon desde las 20h hasta las 23h— se fue fraguando en un grupo de WhatsApp ya existente cuando distintos compañeros pedían información a la compañía por correo electrónico y esta no respondía o su respuesta era incompleta.
Cuando Pedro entró a trabajar en Glovo, en la entrevista de trabajo le indicaron que existían tres tipos de bonificaciones extra. Los glovers cobraban un precio base de 3 euros aproximados a los que se suman 40 céntimos por kilómetro recibido y 5 céntimos por minuto de espera (a partir del quinto minuto) y tenían una serie de extras: unas horas llamadas “garantizadas” en las que, tuvieran o no pedido, ingresaban 6 euros, unas primas por objetivo de entre 15 y 50 euros al alcanzar un número fijado de pedidos, en la franja horaria entre las 20 y las 23h de viernes, sábado y domingo, y unos porcentajes en estas horas que multiplicaban el total por 0,20, 0,40, 0,50, etc. Las dos primeras han desaparecido y ahora peligran también los porcentajes.
En Barcelona y Madrid la empresa ya está comenzando a eliminar estos porcentajes y en Zaragoza los trabajadores han decidido adelantarse a esta medida. “Durante el verano los bonus de alta demanda han sido bastante altos. Porcentajes del 0,6% o 0,8%, superiores a los que venían siendo habituales. Sabemos que era porque a la empresa le interesaba, porque había menos glovers y tenían que cubrir las horas. Ahora ya hemos empezado a ver que los han bajado muchísimo y eso nos cabrea porque sabemos que ellos siguen generando ingresos. Ellos siempre generan ingresos y esos euros que nos quitan a nosotros para ellos son miles y miles de euros de beneficio”, dice Pedro.
Los repartidores de Glovo, pese a ser autónomos, en la práctica están obligados a trabajar los fines de semana en las horas de mayor demanda y también ante eventos como una final de Champions League o un partido de la Selección Española de fútbol. Otro glover me cuenta que, tras el parón de anoche, la aplicación le ha quitado seis diamantes. En esos diamantes se disuelve la ficción de la autonomía de los glovers. Con el tiempo estos diamantes, que contabilizan los pedidos realizados en alta demanda, afectan a la excelencia —la puntuación que la app da a cada colaborador—, que determina las horas que podrá seleccionar para trabajar. Con bajas calificaciones, solo podrá seleccionar para trabajar las horas de alta demanda. Un círculo que se cierra, obligándoles a trabajar siempre las noches de fin de semana. Pedro, padre de dos niños, se lamenta por ello: “En Glovo hay muchos padres de familia a los que les encantaría pasar las noches del fin de semana con sus hijos. Entendemos que son horas importantes para la empresa, pero también lo son para nosotros y por ello pedimos un pago justo y no que cada vez nos paguen menos, quitándonos lo que en un principio hizo que aceptáramos trabajar con ellos”.
Edy, que lleva trabajando en Glovo más de un año, me cuenta que para ellos ayer fue un “éxito” cuando, a las 20.30h, vieron que la app de Glovo colapsó y “eso demostraba que en parte la concentración había triunfado”. También provocó que disminuyera el enfado con los compañeros que seguían trabajando y pasaban frente a ellos en sus bicicletas. “Yo protesto por mí pero también por ellos, yo arriesgo y ellos no”, lamenta. La mayoría, dice, eran “novatos desbordados” porque tenían que hacer los pedidos de dos en dos.
Al final fueron unos 40 los glovers que aparcaron las mochilas, aunque confía en que serán más la próxima vez. Él, que estuvo desde el inicio en la organización de esta huelga, vio como lo que empezó siendo una reunión de tres —desconectando su app de Glovo pese al impacto en su puntuación de excelencia— en una plaza céntrica hace una semana ha terminado en un parón que ha causado que ya se empiece a hablar de una organización de trabajadores de la empresa en todo el Estado. También, casualmente, un directivo de la empresa se ha desplazado esta mañana a Zaragoza y les ha citado mañana para hablar. Si no logran alcanzar un acuerdo, los repartidores de Glovo repetirán cada fin de semana, desconectando sus aplicaciones pese a la amenaza de las calificaciones, hasta que la empresa rectifique su política de recortes y los glovers recuperen sus tarifas. Las que pactaron cuando firmaron su contrato de “colaboración”.