We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Galicia
La incómoda libertad de pensamiento de Castelao
.jpg?v=63914633654)
En 1936 el Partido Galeguista se encontraba en el mejor momento de su historia. Sus candidatos habían obtenido 287.000 votos en las elecciones de febrero y marzo de ese año, dentro de las listas del Frente Popular del que formaban parte. El Estatuto de Autonomía de Galiza había sido aprobado el 28 de junio de 1936 por 991.476 votos a favor, 6.085 en contra y 1.378 en blanco.
Uno de los artífices de ese Estatuto había sido Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, a quien el golpe de estado fascista, que fracasa el 18 de julio y da comienzo a la Guerra Civil Española, lo encuentra en Madrid, trabajando en su condición de diputado de las Cortes de la Segunda República. Desde ese día nunca regresará vivo a Galicia.
Rodríguez Castelao falleció en 1950 en Buenos Aires, y en aquel momento el dictador Francisco Franco dio orden expresa de cómo tendría que ser anunciada la noticia de su muerte. Los diarios de la época sólo la podrían reflejar en páginas interiores, con una columna de extensión como máximo. En el caso de llevar insertada alguna fotografía, ésta no podría ser de ningún acto político, y únicamente se mencionarían sus facetas de caricaturista, humorista o literato. Sólo se podría hacer referencia a su personalidad política siempre que se destacara ésta como errada, y que, por lo tanto, se esperaba de la misericordia de Dios el perdón de sus pecados.
Hay quien aún le sigue negando a Castelao su condición de pensador a pesar de que, incluso su obra artística tiene una fuerte carga teórica y está llena de una ironía movilizadora
Los restos de Castelao llegaron a Santiago de Compostela en 1984, bajo una fuerte polémica y la oposición de un importante sector del nacionalismo gallego, en un momento en el que el también multifacético Gerardo Fernández Albor —además de reconocido médico y político, también había combatido como alférez provisional en el bando franquista, se había formado como aviador en la Luftwaffe de Adolf Hitler y había dado muestra de sus habilidades como negociador reuniéndose con los más destacados capos del narcotráfico gallego en Portugal— ocupaba la presidencia de la Xunta de Galicia.
La iniciativa había sido presentada por el diputado de Esquerda Galega Camilo Nogueira, y aprobada por unanimidad por el Parlamento de Galicia, teniendo en cuenta que, de esta cámara, habían sido expulsados en diciembre de 1982, como consecuencia de una modificación de dudosa constitucionalidad y aplicación retroactiva de su reglamento, los diputados de la coalición Bloque Nacional Popular Galego - Partido Socialista Galego, Bautista Álvarez, Claudio López Garrido y Lois Diéguez, por no haber jurado o prometido la Constitución Española.
Galicia
Xosé Manuel Beiras “La izquierda estatal a la izquierda del PSOE lleva año y medio dando un recital de apoyo al PP”
El “hombre de las cruces”, como había sido apodado por Ramón Otero Pedrayo, por su fijación con el estudio de los cruceiros, es un personaje tan excesivamente citado como ignorado, y hay quien incluso aún le sigue negando a Castelao su condición de pensador, a pesar de que incluso su obra artística tiene una fuerte carga teórica y está llena de una ironía movilizadora.
Para acercarnos a su figura, en el 75 aniversario de su muerte, el Salto ha conversado con Xoan Carlos Garrido, una de las personas que más ha profundizado en el pensamiento político de Castelao. Garrido es profesor de filosofía y director del IES Chano Piñeiro de Forcarei (Pontevedra) y, entre otros ensayos, en el año 2000, en el 50 aniversario de la muerte de Castelao publicó O pensamento de Castelao (A Nosa Terra), donde abrió nuevas líneas de reflexión sobre el ideario del político de Rianxo, sentando las bases para evitar el fraude en la difusión de su personalidad.
Ahora, en el 2025, ha escrito para la Fundación Galiza Sempre, 75 anos de legado de Castelao, publicada dentro de la colección de Grandes Efemérides de Galiza de esta institución.
El hecho de tratar de unidimensionalizar a Castelao imponiéndole un único calificativo, ¿crees que supone una infravaloración de su figura? ¿Hay alguna de sus facetas que se tienda a descalificar de una manera más acusada?
Castelao se va a tratar de diseccionar desde el poder para que no se tenga una visión de conjunto de él. Siempre se dijo que se ponía el acento en la parte artística porque era menos conflictiva para la clase dirigente, pero realmente la parte artística de la que él está más orgulloso son creaciones muy eficientes de cara a la movilización emocional del pensamiento crítico. Desde un relato como A Marquesiña hasta cualquiera de los dibujos del álbum Nós representan denuncias de las injusticias, en un intento de que los que tienen menos recursos se sientan más visibles y con fuerza para cuestionar a los que los dominan.
Si aún así hubiera que elegir una entre todas, ¿cuál podría ser la más legítima?
Realmente, como decía, la faceta artística de Castelao estaba muy politizada. Pero esto no quiere decir, que los que reivindicamos un Castelao completo lo tengamos que ver sólo a través de su faceta como militante de una organización política. Él entendía la militancia política como un instrumento para la defensa de unas ideas, esas mismas ideas que reflejó a través de las artes. Lo fundamental fueron sus ideas, y eso es lo que no se quiere entender, por eso se toman en ocasiones alguno de sus dibujos o párrafos aislado para tratar de traicionarlas, porque su manera de pensar era totalmente inasimilable por las clases dominantes.
Su pensamiento puso el foco en los excluidos, en los invisibles, pero a partir de las injusticias reales para tratar de superarlas y liberarse de esas opresiones
En tu libro O Pensamento de Castelao recuerdas que nuestro protagonista recoge sólo los elementos que le son útiles de diversas corrientes teóricas llegando a la misma conclusión que otros pensadores nacionales y universales, ¿podemos ver esto como oportunismo teórico o más bien como una conciliación entre teoría y praxis a través de estos elementos antagónicos?
En términos ideológicos, Castelao fue fundamentalmente un antifascista, que analizó el fascismo de una manera muy profunda, como la existencia dentro de la humanidad de personas oportunistas utilizando los recursos que tienen a su alcance y las teorías producidas por otros para conseguir sus fines. Su pensamiento puso el foco en los excluidos, en los invisibles, pero a partir de las injusticias reales para tratar de superarlas y liberarse de esas opresiones, desde personas de carne y hueso, no de conceptos abstractos. Castelao mantuvo la coherencia durante su vida, cuando le fue mal al país, también le fue mal a él; a diferencia de otros a los que siempre le fue bien porque supieron situarse cuando les convenía como el faro de la República, y cuando no, eran los legitimadores o los avales del franquismo.
A pesar de que Castelao no cayó en la obsesión de renunciar al diálogo con las grandes corrientes ideológicas mundiales, ¿el hecho de que no se había adherido expresamente a ninguna de ellas, crees que lastró su reconocimiento como pensador?
Claro, porque aquí se descalificaba como pensador al que no había estado adscrito a una corriente. Castelao no le valía a las corrientes de pensamiento que había en su momento, por ejemplo a la corriente de tipo racionalista kantiana que respondía al proyecto progresista de la Ilustración que defendía la uniformidad de la humanidad con la desaparición de las distintas fronteras, culturas, lenguas o de la pluralidad que ponía por delante la razón a los sentimientos. Tampoco le resultaba útil a la corriente irracionalista que partía de los sentimientos o de las emociones, pero de una manera individualista e incapaz de salirse del yo de cada quien, que no permitía construir comunidad o sociedad, todo aquello que él pretendía a nivel de igualdad y justicia. Corrientes de pensamiento que, por cierto, acabaron legitimando precisamente al nazismo.
Castelao señaló que el internacionalismo fue usado para encubrir los intereses de los dominantes en ejercer su tutela. ¿Cómo afrontaba el conflicto entre clases sociales teniendo en cuenta la realidad gallega, donde se producía la excepcionalidad de que la mayoría de los explotados son también propietarios?
Castelao defiende que tenemos que tener un pensamiento propio, y partir de nuestra realidad para construir un discurso emancipador, no de conceptos o ideas abstractas. Ideas que, por cierto, no se puede decir que los que se habían adscrito a ellas las asumieron. Castelao trató en Sempre en Galiza poner en evidencia a un republicanismo que, cuando llegó al poder, abandonaba su defensa de un modelo de Estado federal. Pero esto no sólo sucedió con el republicanismo, sino también con el resto de fuerzas progresistas, desde la socialdemocracia, a los anarquistas y comunistas. Él detectó en su diálogo con todos ellos que no eran coherentes ni con su propia ideología.
Aun así, Castelao sabía que los más oprimidos eran los que menos lo conocían y menos estaban en contacto con su arte, de hecho Castelao trató de emplear el arte de la manera que fuera más eficaz para llegar a ellos, un arte que iba dirigida a cuestionar y señalar a la “inteligencia” del país, que vivía de espaldas a los problemas de la sociedad.

Castelao entró en marzo de 1946 como Ministro de Galicia en el gobierno republicano en el exilio de José Giral, probablemente muy a pesar de compañeros del Partido Galeguista como Ramón Piñeiro o Xoan Xosé Plá. En otro de tus libros, Castelao contra Piñeiro. Piñeiro contra Castelao (A Nosa Terra), revelas que Piñeiro llegó a decir de él que carecía de sentido político y que tenía un genio violento y arbitrario; y Plá que no era a persona indicada para ocupar ese cargo. Aunque después el propio Piñeiro intentó maquiavélicamente anotarse el tanto de que había sido él quien había propuesto al propio Castelao. ¿Qué destacarías de esta relación entre estos “galeguistas del interior” o “los jóvenes intransigentes del 36” —como se autodenominaban— y Castelao?
Yo creo que dentro de los partidos políticos existe normalmente una vanguardia, unas personas que están más formadas ideológicamente, y otras personas que están menos formadas y que no tienen una ideología tan firme. Normalmente en las direcciones están las personas más formadas. El 36 significó una ruptura de eso. Los cuadros más significativos del nacionalismo gallego fueron apartados, bien porque fueron asesinados por el fascismo como Alexandre Bóveda, o bien porque se tuvieron que exiliar como Castelao. Entonces, algunos que quedaron en el Partido Galeguista no tenían esa firmeza ideológica, ni esa formación política.
Castelao se vio en una posición difícil, él tenía una manera de pensar que quiso transmitir a las siguientes generaciones con Sempre en Galiza, pero se encontró con que aquí, por razones logísticas —al no estar “quemado” dentro del franquismo y poder así hacer trabajo clandestino—, quedó como referente Ramón Piñeiro, quien tenía una manera de pensar bastante diferente a Castelao. Piñeiro no era nacionalista, era una persona fundamentalmente anticomunista y, sobre todo, incoherente; ya que en un momento dado defendía unas posiciones, y en otro rato otras, llegando a acabar en las filas del PSOE. La relación con estos “galeguistas del interior” fue bastante traumática para Castelao, que aún así trató de no romper con esta nueva dirección del partido, porque había cosas que tenían en común, como la defensa de la cultura o de la lengua. Después, a nivel más concreto, por ejemplo Castelao nunca aceptó la monarquía, a diferencia de muchas otras fuerzas políticas antifranquistas.
En ese contexto no se deberían haber traído los restos de Castelao, con posterioridad seguramente sí
28 de junio de 1984, llegada a Santiago de Compostela del féretro con los restos de Castelao. Aunque en aquel momento eras muy joven, tu compromiso político tiene un largo recorrido. ¿Tienes algún recuerdo de aquel día?
Recuerdos sí que tengo, claro. De hecho, en aquel momento yo no estuve muy de acuerdo con las posiciones que mantuvo el nacionalismo porque pensaba que la sociedad del momento no iba a entender su posición de no jurar la Constitución [se refiere a los diputados de la coalición del Bloque Nacional Popular Gallego (BNPG) y Partido Socialista Gallego (PSG)], pero me parecía una postura totalmente coherente. ¿Cómo vas a jurar una Constitución monárquica y confesional? ¿Eso que clase de democracia es? Pero yo pensaba que esa posición iba a ser utilizada por el sistema para tratar de “liquidar” esas opciones más contestatarias con él. La barbaridad que se cometió con la expulsión, de madera retroactiva, porque ya estaban ejerciendo, de los diputados del BNPG-PSG del Parlamento no tuvo comparación con otras situaciones que se dieron en otros lugares del Estado español.
También el promotor de la iniciativa, Camilo Nogueira (Esquerda Galega) fue blanco de las protestas. ¿Se daban las condiciones que el mismo Castelao exigiría para volver o piensas que en ese contexto debería seguir en Argentina?
Lo que no se puede hacer es esto —refiriéndose a la expulsión de los diputados del BNPG-PSG— y al mismo tiempo traer a Castelao, porque el Parlamento expulsó a aquellos representantes que compartían su pensamiento y sus ideas. Si el traslado de los restos se hubiera hecho más adelante, no habría sido tan chocante. ¿Cómo se puede hacer una disociación tan brutal de expulsar la unos diputados que defienden un modelo de Estado federal y laico y al mismo tiempo traer de vuelta a un referente de esas ideas? Esta maniobra del poder, que estaba en una posición de fuerza incomparable, me pareció intolerable.
Por lo tanto, en ese contexto no se deberían haber traído los restos de Castelao, con posterioridad seguramente sí; aunque no lo tengo muy claro, porque se sigue criminalizando a los republicanos y vivimos en un Estado que no rompió con las razones por las que produjo el golpe militar.
Lo que sucede es que si hubiera que esperar a que esto fuera una república federal, Castelao no vendría en no sé cuánto tiempo. Yo no digo que el país tenga que estar liberado para que vengan los restos de Castelao, pero lo que no puede ser es utilizar el regreso de los restos de Castelao como sucedió en aquel contexto donde había quien estaba dando la batalla por sus ideas.
****
Castelao defendió un modelo económico exento de dominación y en el cual los ciudadanos no tuvieran que degradarse hasta convertirse en herramientas de otros. Su lucha política estuvo también orientada, además de al reconocimiento de la personalidad nacional de Galiza, a la defensa de los intereses de las clases populares, sobre todo de los marineros y labradores.
Resulta obvio pensar que la gestión y responsabilidad en el uso de los recursos naturales de un territorio es un elemento esencial en este aspecto. Así, haciendo uso de su habitual ironía, desarrolló durante su obra una crítica de la mistificación del progreso —pudiendo incluso encontrar, ya de aquella, elementos coincidentes con una perspectiva ecologista—, un azote continuo a la figura de los caciques y una realista aproximación al fenómeno de la emigración, presentándola como una huida ante la falta de expectativas.
75 años después de la muerte de Castelao, con buena parte de las aldeas gallegas casi vacías, jóvenes emigrando de manera continua en búsqueda de un futuro mejor, y proyectos como la macrocelulosa de Altri o la mina de litio de Doade llamando a las puertas, la realidad nos hace ver que la obra y la acción política de Castelao están más viva que nunca. Sus ácidos análisis pueden ayudar a entender las maniobras de un gobierno gallego que no es quien de disimular su incomodidad a la hora de tratar la figura del pensador rianxeiro.
Nacionalismo galego
A incómoda liberdade de pensamento de Castelao
.jpg?v=63914633654)
No ano 1936 o Partido Galeguista atopábase no mellor momento da súa historia. Os seus candidatos obtiveran 287.000 votos nas eleccións de febreiro e marzo dese ano, dentro das listaxes da Fronte Popular da que formaban parte; e o Estatuto de Autonomía de Galiza fora aprobado o 28 de xuño de 1936 con 991.476 votos a favor, 6.085 en contra e 1.378 en branco.
Un dos artífices dese Estatuto fora Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, a quen o golpe de estado fascista, que fracasa o 18 de xullo de 1936 e da comezo á Guerra Civil Española, o colle en Madrid, traballando na súa condición de deputado das Cortes da Segunda República, e xa non voltará nunca vivo a Galiza.
Rodríguez Castelao faleceu no 1950 en Bos Aires, e naquel momento o ditador Francisco Franco dou orde expresa de como tería que ser anunciada a nova da súa morte. Os xornais da época só a poderían reflectir en páxinas interiores, cunha columna de extensión como máximo. No caso de levar insertada algunha fotografía, esta non podería ser de ningún acto político, e únicamente se mencionarían as súas facetas de caricaturista, humorista ou literario. Só se podería facer referencia á súa personalidade política sempre que se destacara ista como errada, e que, polo tanto, se agardaba da misericordia de Deus o perdón dos seus pecados.
Hai quen aínda lle segue negar a Castelao a súa condición de pensador a pesar de que, incluso a súa obra artística ten unha forte carga teórica e está chea dunha ironía mobilizadora
Os restos de Castelao chegaron a Compostela en 1984, baixo unha forte polémica e oposición dun importante sector do nacionalismo galego, nun momento no que o tamén multifácetico Xerardo Fernández Albor- ademais de recoñecido médico e político, tamén combatira como alférez provisional no bando franquista, se formara como aviador na Luftwaffe de Adolf Hitler ou fixera mostra das súas habilidades como negociador reuníndose cos máis destacados capos do narcotráfico galego- ocupaba a presidencia da Xunta. A iniciativa fora presentada polo deputado de Esquerda Galega Camilo Nogueira, e aprobada por unanimidade polo Parlamento de Galicia, tendo en conta que da cámara foran expulsados en decembro de 1982, a través dunha modificación de dubidosa constitucionalidade e aplicación retroactiva do seu regulamento, os deputados da coalición Bloque Nacional Popular Galego - Partido Socialista Galego Bautista Álvarez, Claudio López Garrido y Lois Diéguez, por non ter xurado ou prometido a Constitución Española.
O “home das cruces”, como fora alcumado por Ramón Otero Pedrayo pola súa teima co estudo dos cruceiros, é un personaxe tan excesivamente citado como ignorado, e hai quen aínda lle segue negar a Castelao a súa condición de pensador a pesar de que, incluso a súa obra artística ten unha forte carga teórica e está chea dunha ironía mobilizadora.
Para achegarnos á súa figura, no 75 cabodano da súa morte, o Salto conversou con Xoán Carlos Garrido, unha das persoas que máis ten profundizado no pensamento político de Castelao. Garrido é profesor de filosofía e director no IES Chano Piñeiro de Forcarei (Pontevedra) e, entre outros ensaios, no ano 2000, no 50 cabodano da morte de Castelao publicou O pensamento de Castelao (A Nosa Terra), onde abriu novas liñas de reflexión sobre o ideario do político rianxeiro, sentando as bases para evitar a fraude na difusión da súa personalidade.
Agora, no 2025, ven de escribir para a Fundación Galiza Sempre, 75 anos de legado de Castelao, publicada dentro da colección de Grandes Efemérides de Galiza desta institución.
O feito de tratar de unidimensionalizar a Castelao impoñéndolle un único calificativo, ¿cres que supón unha infravaloración da súa figura? ¿Hai algunha das súas facetas que se tenda a descualificar dunha maneira máis acusada?
Castelao vaise a tratar de diseccionar dende o poder para que non se teña unha visión de conxunto del. Sempre se dixo que se poñía o acento na parte artística porque era menos conflitiva para a clase dirixente, pero realmente a parte artística da que él está máis orgulloso son creacións moi eficientes de cara á mobilización das emocións da maneira de pensar crítica ao respecto do poder. Desde un relato como A Marquesiña ata calquera dos debuxos do álbum Nós son denuncias das inxustizas, é un intento de que os que teñen menos recursos se sintan máis visibles e con forza para cuestionar aos que os dominan.
Se aínda así houbera que elixir unha entre todas, ¿cal podería ser a que lle correspondería máis lexitimamente?
Realmente, como dicía, a faceta artística de Castelao estaba moi politizada. Máis isto non quere dicir, que os que reivindicamos un Castelao completo o teñamos que ver só a través da súa faceta como o militante dunha organización política. El entendía a militancia política como un instrumento para a defensa dunhas ideas, esas mesmas ideas que reflectiu a través das artes. O fundamental foron as súas ideas, e iso é o que non se quere entender, por iso se collen en ocasión algún debuxo ou parágrafo illado para tratar de traizoalas, porque a súa maneira de pensar era totalmente inasimilable polas clases dominantes.
“O seu pensamento puxo o foco nos excluídos, nos invisibles, máis a partir das inxustizas reais para tratar de superalas e liberarse desas opresións”
No teu libro O Pensamento de Castelao lembras que o noso protagonista recolle só os elementos que lle son útiles de diversas correntes teóricas chegando á mesma conclusión que outros pensadores nacionais e universais, podemos ver isto como unha especie de oportunismo teórico ou máis ben como unha conciliación entre teoría e praxe a través destes elementos antagónicos?
En termos ideolóxicos, Castelao foi fundamentalmente un antifascista, que analizou o fascismo dunha maneira moi profunda, como a existencia dentro da humanidade de persoas oportunistas utilizando os recursos que teñen ao seu alcance e as teorías producidas por outros para conseguir os seus fins.
O seu pensamento puxo o foco nos excluídos, nos invisibles, máis a de partir das inxustizas reais para tratar de superalas e liberarse desas opresións, dende persoas de carne e óso, non de conceptos abstractos.
Castelao mantivo a coherencia durante a súa vida, cando lle foi mal ao país, tamén lle foi mal a el, a diferencia de outros aos que sempre lle foi ben porque souberon situarse cando lle conviña como o faro da República, e cando non eran os lexitimadores ou os avais do franquismo.
A pesares de que Castelao non caeu na teima de renunciar ao diálogo coas grandes correntes ideolóxicas mundiais, o feito de que non se adherira expresamente a ningunha delas, cres que lastrou o seu recoñecemento coma pensador?
Claro, porque aquí descalificábase coma pensador ao que non estivera adscrito a unha corrente. Castelao non lle valía ás correntes de pensamento que había no seu momento, nin a unha corrente de tipo racionalista kantiana que respondía ao proxecto progresista da Ilustración que defendía a uniformidade da humanidade coa desaparición das distintas fronteiras, culturas, linguas ou da pluralidade que poñía por diante a razón aos sentimentos, nin tampouco á corrente irracionalista que partía dos sentimentos ou das emocións pero dunha maneira individualista e incapaz de saírse do eu de cada quen, que non permitía construír comunidade ou sociedade, todo aquelo que el pretendía a nivel de igualdade e xustiza. Correntes de pensamento que, por certo, acabaron precisamente lexitimando precisamente ao nazismo.
Castelao sinalou que o internacionalismo se ten usado para encubrir os intereses dos dominantes en exercer súa tutela. Como afrontaba el o conflito entre clases sociais tendo en conta a realidade galega, onde se daba a excepcionalidade de que a maioría dos explotados son tamén propietarios?
Castelao defende que temos que ter un pensamento propio, e partir da nosa realidade para construír un discurso emancipador, non de conceptos ou ideas abstractas. Ideas que, por certo, non se pode dicir que os que se adscribiron a elas as asumiran. Castelao tratou no Sempre en Galiza poñer en evidencia a un republicanismo que, cando chegou ao poder, abandonaba a súa defensa dun modelo de Estado federal. Máis non só o republicanismo, senón tamén co resto de forzas progresistas, dende a socialdemocracia, aos anarquistas e comunistas. El detectou no seu diálogo con todos eles que non eran coherentes nin coa súa propia ideoloxía.
Aínda así, Castelao sabía que os máis oprimidos eran os que menos o coñecían e menos estaban en contacto coa súa arte, mesmo se Castelao tratou de empregar a arte da maneira que fora máis eficaz para chegar a eles, unha arte que ía dirixida a cuestionar e sinalar á “intelixencia” do país, que vivía de costas aos problemas da sociedade.
Castelao entrou en marzo do 1946 como Ministro de Galicia no goberno republicano no exilio de José Giral, probablemente moi ao pesar de compañeiros do Partido Galeguista coma Ramón Piñeiro ou Xoan Xosé Plá. Noutro dos teus libros, Castelao contra Piñeiro. Piñeiro contra Castelao (A Nosa Terra), revelas que Piñeiro chegou a dicir del que carecía de sentido político e que tiña un xenio violento e arbitrario; e Plá que non era a persoa indicada para ocupar dito cargo, aínda que despois o propio Piñeiro tentou maquiavélicamente de anotarse o tanto de que fora el quen propuxera ao propio Castelao. Que destacarías desta relación entre estes “galeguistas do interior” ou “os mozos intransixentes do 36” -como se autodenominaban- e Castelao?
Eu creo que dentro dos partidos políticos existe normalmente unha vangarda, unhas persoas que están máis formadas ideoloxicamente, e outras persoas que están menos formadas e que non teñen unha ideoloxía tan firme. Normalmente nas direccións están as persoas máis formadas. O 36 significou unha ruptura diso. Os cadros máis significativos do nacionalismo galego foron apartados, ben porque foron asasinados polo fascismo como Alexandre Bóveda, ou ben porque se tiveron que exiliar coma Castelao. Entón, algúns que quedaron no Partido Galeguista non tiñan esa firmeza ideolóxica, nin esa formación política.
Castelao veuse nunha posición difícil, el tiña unha maneira de pensar que quixo transmitir ás seguintes xeracións co Sempre en Galiza, pero atopouse con que aquí, por razóns loxísticas- ao non estar “queimado” dentro do franquismo e poder así facer traballo clandestino-, quedou como referente Ramón Piñeiro que tiña unha maneira de pensar bastante diferente da de Castelao. Piñeiro non era nacionalista, era unha persoa fundamentalmente anticomunista e, sobre todo, incoherente, xa que nun momento dado defendía unhas posicións, e noutro intre outras, chegando a acabar nas filas do PSOE. A relación con estes “galeguistas do interior” foi bastante traumática para Castelao, que aínda así non tratou de romper con esta nova dirección do partido, porque había cousas que tiñan en común, como a defensa da cultura ou da lingua. Despois a nivel máis concreto, por exemplo Castelao nunca aceptou a monarquía, a diferencia de moitas das outras das forzas políticas antifranquistas.
“Nese contexto non se deberían ter traído os restos de Castelao, con posterioridade seguramente si”
28 de xuño de 1984, chegada a Compostela do cadaleito cos restos de Castelao. Aínda que daquela eras un rapaz, o teu compromiso político vén de moi novo. Tes algunha lembranza daquel día?
Recordos si que teño, claro. De feito, naquel momento eu non estiven moi de acordo coas posicións que mantivo o nacionalismo porque pensaba que a sociedade do momento non ía entender a súa posición de non xurar a Constitución -referíndose aos deputados da coalición do Bloque Nacional Popular Galego (BNPG) e Partido Socialista Galego (PSG)-, pero parecíame unha postura totalmente coherente. ¿Como vas xurar unha Constitución monárquica e confesional? ¿Iso que clase de democracia é? Mais eu pensaba que esa posición ía ser utilizada polo sistema para tratar de “liquidar” esas opcións máis contestarias con el.
A barbaridade que se cometeu coa expulsión, de madeira retroactiva, porque xa estaban exercendo, dos deputados do BNPG-PSG do Parlamento non tivo comparación con outras situacións que se deron noutros lugares do Estado español.
Mais tamén, o promotor da iniciativa, Camilo Nogueira (Esquerda Galega) foi branco das protestas. Dábanse as condicións que o mesmo Castelao esixiría para voltar ou pensas que dado o contexto debería seguir na Arxentina?
O que non se pode facer e isto -expulsión dos deputados do BNPG-PSG- e ao mesmo tempo traer a Castelao, porque o Parlamento expulsou a aqueles representantes que compartían o seu pensamento e as súas ideas. Se o traslado dos restos se fixera máis adiante, non tería sido tan chocante. Como se pode facer unha disociación tan brutal de expulsar a uns deputados que defenden un modelo de Estado federal e laico e ao mesmo tempo traer de volta a un referente deses ideais? Esta manobra do poder, que estaba nunha posición de forza incomparable, pareceume intolerable.
Polo tanto, nese contexto non se deberían ter traído os restos de Castelao, con posterioridade seguramente sí; aínda que non o teño moi claro, porque se sigue criminalizando aos republicanos e vivimos nun Estado que non rachou cos razóns polas que produciu o golpe militar.
O que sucede é que se houbera que agardar a que isto fora unha república federal, Castelao non viría en non sei canto tempo. Eu non digo que o país non teña que estar liberado para que veñan os restos de Castelao, máis o que non debería ter sido é utilizar o regreso dos restos de Castelao nun momento como sucedeu naquel contexto onde había quen estaba dando a batalla polas súas ideas.
****
Castelao defendeu un modelo económico no que non houbera dominación e os cidadáns non tiveran que degradarse ata convertese en ferramentas doutros. A súa loita política estivo tamén orientada, ademais de ao recoñecemento da personalidade nacional de Galiza, á defensa dos intereses das clases populares, sobre todos dos mariñeiros e labregos.
Resulta obvio pensar que a xestión e responsabilidade no uso dos recursos naturais dun territorio é un elemento esencial neste aspecto. Así, facendo uso da súa habitual ironía, desenrolou durante a súa obra unha crítica da mistificación do progreso -podendo incluso atopar, xa daquela, elementos coincidentes cunha perspectiva ecoloxista-, un azote continuo á figura dos caciques e unha realista aproximación ao fenómeno da emigración, presentándoa coma unha fuxida ante a falla de expectativas.
75 anos despois da morte de Castelao, con boa parte das aldeas galegas case baleiras, mozas e mozos emigrando de maneira continua na procura dun futuro mellor, e proxectos coma a macrocelulosa de Altri ou a mina de litio de Doade chamando ás portas, a realidade fainos ver que a obra e a acción política de Castelao están máis vivas ca nunca. As súas ácidas análises poden axudar a entender as manobras dun goberno galego que non é quen de disimular a súa incomodidade á hora de tratar a figura do pensador de Rianxo.