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Humor
Asaari Bibang: “Me hace feliz que otras mujeres negras se reconozcan en mí y vean que ningún espacio nos está prohibido”
Asaari Bibang (Malabo, 1985) salió del confinamiento con 12.000 seguidores más en Twitter, un nuevo monólogo, Humor negra, y un libro, Y a pesar de todo aquí estoy. Utilizó los momentos en casa para crear y hacer comunidad, y capitanea además una columna en Pikara Magazine y otra en El País. Llegó a España con seis años y lleva en el mundo del espectáculo desde los 15. En 2010 protagonizó su primera película, Área de Descanso, y en 2015 se dio cuenta de que su sitio estaba en el Stand Up Comedy. Atiende a El Salto poco después de la polémica desatada por la dirección de la sala La Chocita del Loro, desde donde se afirmó que hay menos mujeres en sus espectáculos porque hacen reír menos que los hombres. Y no tenemos más remedio que empezar nuestra charla por este punto.
Después de las polémicas palabras de la dirección de La Chocita del Loro es inevitable empezar preguntándote por ello. ¿Somos las mujeres menos graciosas que los hombres?
Depende del hombre y depende de la mujer.
¿Esto justifica que haya menos mujeres cómicas que hombres cómicos?
No, pero es lógico viendo cómo ha funcionado el sistema hasta ahora. Los hombres copan casi todo el mercado de casi todo, en general, salvo aquellos trabajos que se estipulan culturalmente para la mujer. En todo lo demás siempre nos cuesta muchísimo entrar porque está dominado por los hombres. Pero vamos que a esto le quedan dos días. Las dinámicas están cambiando.
Tú diste tus primeros pasos en el mundo de los monólogos en La Chocita del Loro. ¿Costó llegar?
Sí. La verdad es que me hacía muchísima ilusión actuar en La Chocita del Loro. Siempre ha sido como una meca, es un sitio emblemático de la comedia y del humor, y además en Madrid, que es la sede de todo lo artístico y a mí sí que me hizo mucha ilusión cuando me hicieron un hueco y empecé en La Chocita de Carabanchel a hacer algunos bolos de la mano de mi amiga Bianca Kovacs, y luego presentando en la Gran Vía de Madrid. Es verdad que no acabé de encontrar mi hueco, no me acababa de sentir cómoda en el formato y la verdad es que no funcionó, pero sí me hizo ilusión estar allí. Pero las metas son un poco eso, cuando llegas te das cuenta que delante te quedan mil cosas por hacer, mil metas más y mil sueños. Y que aquello que te parecía una meta, era un paso más del camino. Aquello lo fue, lo viví y a otra cosa.
Cuando les escuchas decir lo que acaban de decir, que el nivel de las mujeres es más bajo, ¿qué piensas?
Pues a mí me sabe mal porque realmente pienso que, siendo lo emblemática que es la sala, deberían cuidar más esas cosas, esos detalles. Porque duele.
En tu caso, además de ser mujer, se mezclan más factores para tenerlo aún más difícil como tu color de piel. ¿Eres consciente de que eres la primera mujer cómica negra reconocida en España?
Yo siempre huyo de la etiqueta de “la primera de” porque entiendo que hay muchísimas figuras en la historia que desconozco y simplemente por el miedo a que haya una sola mujer negra que haya hecho algo en este campo, que yo la olvide o por desconocimiento, me hace ir con pies de plomo.
Pero la verdad es que dentro del circuito en la actualidad yo no tengo presente a otra mujer negra. Y ha costado mucho, como le ha costado a todas mis compañeras, con el factor además de que soy una mujer negra. Pero a mí lo que más feliz me hace de ese reconocimiento es que otras niñas negras, otras mujeres negras, se reconozcan en mí y en la realidad de que ningún espacio nos está prohibido. Y que, a pesar de que la realidad es cruda y tienes que trabajar el triple para conseguir lo mismo, aun así hay que intentarlo, hay que abrir brechas y hay que ocupar espacios.
Y si yo, de alguna forma, he podido poner ese primer cimiento en el mundo de la comedia para que otras mujeres negras, niñas sobre todo, que son las que vienen detrás y nos miran como ejemplo, digan que esto también lo quieren hacer, ese es el mejor halago que me pueden decir.
Ser negra y hacer comedia es una forma de hacer antirracismo. Un antirracismo activo pero no activista
Siempre has dicho que no eres activista, que haces humor activo en el antirracismo. Explícanos un poco esto.
Bueno, porque yo sé lo que es ser activista de cerca. Tengo compañeras y compañeros que son activistas y sé lo que supone ser activista. Y sé que yo no he llegado a ese punto de activismo. Me refiero a que, por ejemplo, si yo una mañana me levanto y hay una concentración y yo por mis responsabilidades profesionales o personales no puedo ir, pues no voy. Yo tengo compañeros activistas que yo sé que eso no les sale, no les saldría nunca jamás no ir, porque les puede realmente su activismo.
Yo creo que mi responsabilidad es con mi trabajo. Tengo una responsabilidad de hacer activismo desde allí. Y creo que esto también contribuye al antirracismo. El decir “mira, soy una mujer negra y estoy aquí haciendo comedia”. Yo creo que eso también es hacer antirracismo, un antirracismo activo pero no activista.
¿Puede el humor cambiar o abrir mentes?
Se pueden cambiar mentes con todo y desde todos los espacios. La gente, cuando piensa en cambiar las cosas, piensa en cosas muy elocuentes, muy grandes. Pero yo creo que el antirracismo y cualquier lucha por una sociedad mucho más diversa empieza en los espacios más pequeños. Empieza en tus seres cercanos más queridos. Empieza con tus amigos. Empieza en no tolerar ciertos comentarios.
El humor es una herramienta de comunicación maravillosa porque hace que gente que niega su racismo muestre una pequeña predisposición a escuchar cosas que de otra forma esa persona no querría escuchar
Yo he tenido la suerte de tener la habilidad de decir las cosas con cierta gracia. El humor es una herramienta de comunicación maravillosa porque hace que, de repente, gente que niega su racismo, muestre una pequeña predisposición a escuchar cosas que de otra forma no querría escuchar. Hay muchísimo negacionismo. A las personas no nos gusta hacer autocrítica. No nos gusta, de repente, descubrir realidades que no vemos o creemos que no nos afectan. Tenemos que salir un poco de ese individualismo y ver que lo que les afecta a otras personas también nos afecta a nosotros porque somos seres sociales. Y cuanto mejor estén los otros, mejor está uno mismo.
¿Qué cuentas en tu último monólogo, Humor negra?
He metido más actualidad que en anteriores monólogos. Hay un bloque sobre todo lo que ocurre en Estados Unidos, con su problema racial. Y lo hago para hacer un paralelismo con lo que ocurre aquí, porque no me gusta nada esta tendencia de preocuparnos tanto de lo que ocurre en EE UU y que no nos preocupemos nada de lo que ocurre aquí en España. Entiendo que es una forma de sacudirnos un poco nuestros propios problemas y ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Freud diría que es un mecanismo de defensa de manual, el quitarnos las culpas, tender a la fase de la negación y además no sentirnos culpables en absoluto por ello.
Trato desde temas muy importantes hasta temas banales, esa es la gracia. La gente siempre me dice cuando sale del monólogo que es como un remolino de emociones. Te lleva arriba, de repente baja, luego te vuelve a emocionar… A mí me gusta esa sensación, poder obrar cambios en el estado emocional de las personas. Es poderoso y muy generoso por parte del público el ponerse en esa posición en la que no necesiten tener el control de su estado emocional durante una hora y que se dejen llevar y sentir.
Nosotros formamos parte de esta sociedad y el hecho de que no se nos considere en ciertos ámbitos es terrible porque incide en la forma en la que tenemos de vivir nuestras vidas
En tus monólogos dices, con sorna, que no tienes mánager, sino madame. Afirmas que durante tu primera época como actriz solo te ofrecían papeles de prostituta. ¿Te ríes ahora de eso?
Sí. En Humor negra he escrito la segunda parte de esto. Por suerte los últimos tres castings que he recibido no tenían nada que ver con la prostitución. Me quedé tan sorprendida de que así fuera que cuando recibí el último guion le dije a mi representante: “Yo creo que me faltan páginas”. Y ya toca.
Me gusta reconocerlo, por un lado, porque creo que cuando eres y has sido tan crítica con algo también está bien reconocer los avances que se hacen. Pero no nos podemos dormir en los laureles porque, en cualquier caso, esos cambios están llegando tarde, porque a estas alturas ya no tendríamos que estar tratando estos temas.
Más tópicos a los que te has enfrentado en castings. Cuentas que no te dieron un papel de administrativa porque no parecería real. Y, tras el casting, agarraste tu bolso y te fuiste a trabajar de administrativa que es lo que hacías en la realidad. ¿La ausencia de referentes en el cine, en el teatro o en los medios de personas racializadas va en contra de la lucha antirracista?
Sí, así es. Chimamanda Ngozi siempre habla del peligro de la historia única. Ella dice que si siempre muestras a las mismas personas haciendo lo mismo llegará un momento en que el grupo hegemónico pensará que esas personas solo son capaces de hacer eso todo el rato y, por tanto, no se las tendrá en cuenta para hacer todo lo demás.
Nosotros formamos parte de esta sociedad y el hecho de que no se nos considere en ciertos ámbitos es terrible porque incide en la forma en la que tenemos de vivir nuestras vidas. Y no solamente eso, sino que afecta a la psique, a los sueños, a las aspiraciones de nuestros niños y nuestras niñas racializadas. Si tú ves una serie de médicos y no hay ningún médico racializado, ves una serie de abogados y no hay ningún abogado racializado, ves una serie de policías y no hay ningún policía racializado, dices: “Ostras, es que nosotros no somos ni médicos, ni abogados, ni policías, ni vecinos, ni nada. Solo somos personas que nos prostituimos y bajamos de pateras”.
Cosa que, además, es aún más flagrante porque no es cierto: no solamente estás evadiendo tu responsabilidad sino que, además, estás ocultando una realidad que existe. La segunda parte es la peor, porque lo primero se puede hacer por omisión, pero lo segundo es consciente y no debería ser en absoluto porque nuestros niños y niñas racializadas, nuestros niños y niñas y niñes LGTBIQ+, nuestros niñas y niños gitanos… Todos, al menos en esas edades, deberían sentir que pueden hacer todo lo que les dé la gana. Deberían sentir que tienen toda la vida y todos los sueños por delante y arrebatarle eso a un niño o una niña me parece lo peor que se puede hacer.
A mí no me gusta mucho el discurso de que lo que no te mata te hace más fuerte, porque necesitas que te estén matando todo el rato para hacerte más fuerte. No, no tenemos que ser fuertes, no pasa nada si no eres fuerte. Puedes ser tú, simplemente, sin ser fuerte
Y ahora acabas de estrenar un libro, Y a pesar de todo aquí estoy. ¿A pesar de qué?
Pues mira, te voy a ser sincera: lo que yo he hecho realmente en ese libro es desahogarme de las cosas malas y de las cosas duras que me han pasado en la vida y al final plantarles una reflexión y una visión positiva de todo lo malo que me ha pasado. Porque es verdad que a mí no me gusta mucho el discurso de que lo que no te mata te hace más fuerte, porque necesitas que te estén matando todo el rato para hacerte más fuerte. No, no tenemos que ser fuertes, no pasa nada si no eres fuerte. Puedes ser tú, simplemente, sin ser fuerte.
Todas estas cosas que nos pasan a las personas racializadas, el bullying, los insultos… parece que también me han formado y me han hecho la persona que soy, pero también podría ser la persona que soy si no me hubieran hecho sufrir. Podría haber aprendido de otro modo.
Pero, al final, te forman tus vivencias y todo lo que nos pasa, como tenemos que seguir, siempre es mejor reflexionar y sacar algo que te pueda servir en positivo para avanzar y para llegar a un punto en el que te des la vuelta y mires a todos esos prejuicios en el camino y digas “aquí estoy”. En el fondo es un grito al ave fénix, da igual lo abajo que te encuentres, puedes subir. Vente arriba, porque da igual que pienses que no puedes más, tú puedes; pero no porque hayas encontrado cabrones, puedes porque lo tienes en ti, no necesitas a gente que te haga sufrir para eso.
Te leo un fragmento: “Entonces me sentía un poco apátrida; demasiado españolata para ser guineana, demasiado negra para ser de aquí. Cuando surge la masoca que hay en ti y le explicas a algún blanco ese sentimiento, casi siempre te acaban aconsejando que digas que eres ciudadana del mundo. Nunca, jamás en mi vida, le he oído decir esa sobrada a un negro. No soy ciudadana del mundo, ya tengo suficientes contradicciones siendo de dos sitios y de ninguno como para apropiarme del mundo entero”. Haciendo una analogía con el mansplaining en el feminismo (cuando los hombres nos explican cosas con condescendencia y paternalismo), esto sería un whitesplaining ¿no?
Absolutamente. Esto sería un whitesplaining y muy desde el privilegio porque a ver si me vas a decir tú que la gente que muere en el mar simplemente porque quiere llegar a España a buscarse una vida mejor te va a decir alguna vez que son ciudadanos del mundo. Porque el mundo no es para todos, el mundo es solamente para algunos que no necesitan visado para ir a otros países a expoliar. Porque cuando una persona no quiere ir a expoliar, que simplemente quiere ir a vivir su vida, a alimentar a su familia en su país, a los que han dejado secos sin su sustento porque han ido allí a matar a sus peces y a terminar con su pesca, esa gente no es ciudadana del mundo, ni siquiera se les considera ciudadanos, ni siquiera se les considera personas humanas porque luego sus cadáveres aparecen como si no fueran nada. ¿Me vas a decir que esa gente puede decir que es ciudadana del mundo?
Los microrracismos son los que más duelen porque muchas veces llegan de gente a la que quieres y de gente que te quiere. Y si gente que te quiere también es capaz de hacer y de decir cosas que te hieren tantísimo entonces es que el problema realmente es muy de base
Otro: “No sabes que eres negra hasta que una persona blanca te lo espeta a la cara con desprecio. ¡Siempre te pilla por sorpresa!”. ¿Qué más impertinencias has tenido que oír? ¿Cuántas veces has oído el yo no soy racista pero…?
Los microrracismos son continuos y están en todos los ámbitos. Los microrracismos son los que más duelen porque muchas veces llegan de gente a la que quieres y de gente que te quiere. Y si gente que te quiere también es capaz de hacer y de decir cosas que te hieren tantísimo entonces es que el problema realmente es muy de base.
Entonces es que está muy arraigado y es importante decirlo porque da la sensación de que cuando hablamos de racismo estamos hablando de gente malvada, de malos de la película. Y ese es el problema, que nadie se reconoce como el malo de la película. Y hasta que no entendamos esto, nunca vamos a pensar que nosotros y nosotras somos aquellos que nos tenemos que revisar.
En el libro también hablas sobre la hipersexualización de los cuerpos racializados. Adviertes de que la sociedad no mira igual el cuerpo de una mujer blanca que el de una mujer negra. ¿Por qué?
Si los padres del hombre blanco al que tú amas han visto las películas y series de España durante los últimos treinta años y la única referencia que tienen de la mujer negra es que son prostitutas, ¿tú querrías que tu hijo apareciera en tu casa con una mujer negra de la mano?
Y hablo de los prejuicios. He tratado con bastante frecuencia el tema este de que nos dan papeles de prostitutas en el cine y cómo ello al final repercute en nuestra vida diaria, en la cosificación de nuestros cuerpos. A todas nos han preguntado en algún momento si las mujeres negras somos muy calientes en la cama.
Vamos a algo más alegre. Explícanos la importancia que tiene la tradición oral en África y, en particular, en Guinea. ¿Por qué es tan importante el humor allí?
No quiero que suene a cliché ni a generalización, pero como me he reído con los guineanos y con las guineanas no me he reído con nadie. Consiguen hacer humor de cualquier cosa, de cualquier situación. Son muy sarcásticos, tienen mucho sentido del sarcasmo. Y en ciertos sectores se conserva esto de las reuniones en familia y la oralidad de la cultura guineana está muy presente en todo lo que hago. Mucha gente me comenta que el libro tiene una cosita como de cuento. Pese a que el contenido en algunas partes sea muy duro, todo el mundo me dice que se lee muy fácil como un cuento. Y yo creo que eso tiene que ver con la oralidad de la cultura guineana y con esa forma de contar las cosas, casi como de fábula.
Aunque yo llegué de pequeña a España me alegra muchísimo mantener estos matices. El idioma, por ejemplo, no tengo con quien practicarlo, pero sigo hablando el fang con mucha fluidez.
Y ya, por último, no queda otra que acabar esta entrevista hablando del contexto en el que nos encontramos actualmente, que tú defines como altamente preocupante para las personas negras. ¿Verán nuestros hijos un mundo antirracista?
Antes te hubiera contestado, sin pensarlo, que sí, pero ahora la verdad es que te contesto que no. El mundo no será antirracista nunca. Lo único que podemos hacer es que cuando veamos los porcentajes de la gente que levanta la voz y de los que gritan en contra de la inmigración, los que levantemos la voz seamos más. Esto es lo máximo a lo que podemos aspirar. Pero antirracista el mundo no será nunca. Porque no se trata de una batalla contra tu vecina del sexto, no es un enfrentamiento de tú a tú, estamos hablando de un sistema que abarca lo social, lo cultural y lo económico. Y hay muchas personas que no van a permitir nunca que toquemos su bolsillo. Pero también confío en que cada vez va a haber más voces que se levanten contra ese sistema y consigamos que nuestros contextos más cercanos, nuestros entornos, sean seguros, respetuosos y antirracistas, aunque el mundo no lo sea.
El contexto es terrible, pero precisamente por esto, ese contexto ha hecho conscientes a muchas personas que no lo eran de que no pueden hacer un antirracismo desde el sofá de su casa, de que no basta con decir “yo no soy racista”, que hay que ser antirracista
Aquí en España en concreto afirmas que se ha perdido la vergüenza a ser racista.
Yo siempre pienso en mi hijo, porque mi deber es protegerle. Y sentir que llegará un momento en el que habrá cosas de las que no le pueda proteger me parte el alma. Pero también siento que eso me da las fuerzas y la determinación de criar a un niño racializado con herramientas, con la fuerza y los conocimientos para defenderse y para defender aquello que cree justo. Y yo creo que vamos por buen camino.
El contexto es terrible, pero precisamente por esto, ese contexto ha hecho conscientes a muchas personas que no lo eran de que no pueden hacer un antirracismo desde el sofá de su casa, de que no basta con decir “yo no soy racista”, que hay que ser antirracista. Ha hecho que muchas personas empiecen a levantar la voz, y eso es positivo y creo que va a más porque cada vez hay más aliadas. Ahí es donde está mi esperanza.
¿Qué monólogo le harías a Abascal?
Ninguno. No veo en qué mundo paralelo se puede dar esa situación.