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Independencia de Catalunya
¿Ha dicho usted independencia? ¡20 años!
Lo que diferencia una dictadura de un Estado de derecho es la arbitrariedad. El no saber cómo se te puede aplicar una ley u otra. Y eso es precisamente lo que pasa hoy. Cuando se llama rebelión a una protesta sin incidentes y a una acción no violenta se la etiqueta de terrorismo mientras parece imposible descifrar quién demonios debe ser el dichoso Emepunto.
Hay palabras que ensordecen, pero que, además, de tanto usarlas pierden todo el sentido.
Operaciones policiales en diversas casas. Detenciones. Seis personas son liberadas a las pocas horas. Se las acusa de los ‘incidentes’ ante el Parlament de Catalunya el día en que se suspendió la investidura a Puigdemont. Por burlar un cordón policial. Dos registros más, en este caso por las acciones en distintos peajes de la AP7 en plena operación retorno de Semana Santa. Básicamente la tremebunda acción de abrir las barreras y dejar que todo el mundo pase.
A un chico no lo encuentran en Esplugues pero hay una detenida. Tamara. Decenas de picoletos con pasamontañas y armillas antibalas para llevársela de su casa en Viladecans. Es tildada de coordinadora de los CDR. Sic. No la liberan. La mandan a Madrid, donde este miércoles comparecerá ante la Audiencia Nacional.
Como una terrorista más. Como si fuera Iosu Ternera o la prima hermana de Bin Laden, vaya.
¿Su delito? Haber hecho un audio por WhatsApp donde explicaba a los suyos cómo iban a ir las acciones previstas. Y planteaba otras nuevas. Cortes de infraestructuras, vaya. Peligro puro. Auténtico pánico colectivo. Rebelión y terrorismo es la acusación de tamaña tremebunda y horripilante acción nauseabunda.
El CDR en el punto de mira. Crónica de una acusación anunciada.
Es de manual. Viejo. Con olor a naftalina.
La prensa apunta. Los jueces disparan. De Espejo Público a El Mundo o Libertad Digital, la Brunete lleva semanas afinando a la Fiscalía. Y era cosa de tiempo.
Imágenes de fachas en Valencia para señalar los CDR en Barcelona, Susana Griso sacando documentos en castellano de hace casi 20 años diciendo que son manuales del blackblock del grupo catalán. Hace unos días un alto cargo del PSOE salía al paso avalando que levantar las barreras y permitir el paso era una coacción a la libertad de movimiento. Ver para creer.
Y es que esto del Estado y ETA es como lo del Barça y el Madrid. Hay muchos que creen que si el otro no existiera, habría que inventarlo
Y como prueba pericial de tremendo arrebato, un dossier de la Guardia Civil en la que se citan talleres de resistencia pasiva y acción no violenta como ejemplos de la violencia y terrorismo de los susodichos CDR.
Hoy en día Ghandi estaría entre rejas.
No es broma. Es así de triste. Dramáticamente así.
Hoy las barras de los peajes han pasado a engrosar la lista de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Mañana las tendremos con las puntas en blanco gritando “basta ya”.
Creíamos que banalizar el terrorismo estaba penado. Pero es que ahora son los jueces quienes activamente apuestan por ello. Esto ya lo habíamos vivido. Era esto o algo muy parecido.
Tras la disolución de ETA, España parecía huérfana. Y es que esto del Estado y ETA es como lo del Barça y el Madrid. Hay muchos que creen que si el otro no existiera, habría que inventarlo. Pues en esto andamos metidos de hace tiempo.
El todo es ETA. Es que todo lo que esté a la izquierda del PSOE es susceptible de serlo
Si ETA no existe, pues habrá que inventarla. ¿Anarquistas que hacen libros? Terroristas. ¿Quincemeros que se quejan por los recortes? Terroristas. ¿Reyertas de bar con civiles que resultan ser picoletos? Terroristas.
Y ya no hablo del infame 18/98, que ya nos alertó de que la resistencia civil no violenta también era terrorismo a los ojos del Estado. El todo es ETA. Es que todo lo que esté a la izquierda del PSOE es susceptible de serlo. Como si fuera poco. Ya lo dejaron atado y bien atado.
En este caso, PP y PSOE, quienes aprovecharon lo de Charlie Hebdo en 2015 para modificar el articulo 573 del Código Penal y convertir la definición de lo que es terrorismo en un chicle Boomer alargable a placer. Que hoy, una vez más, se adapta perfectamente al molde de un Estado decidido a acabar por los tribunales lo que no sabe solucionar políticamente. Lo de la independencia en Catalunya ha sido el ansiado bufet libre con el que soñaban algunos dinosaurios en Interior desde hace años. Y solo ha hecho falta que alguien les abriera la puerta. Y al ruedo.
Y en Catalunya, una vez más, gente a la calle. “De mani en mani” se saludan dos amigos entre sonrisas al encontrarse en plaza Sant Jaume. Sí. Catalunya vive un periodo en el que la represión no le hace salir de la lógica del echarse a la calle a protestar. La alegría del tremendo zasca de la justicia alemana a Rajoy y Llarena parece que ha durado poco. No debe ser porque sí. Nada lo es.
Una amalgama extraña de aeneceros y cederreros se encuentran esta tarde en la plaza. La gente sostiene carteles. “Yo soy CDR”, rezan la mayoría. Rodeados por las cámaras, los frikis de siempre se dedican a cantar La estaca y otros himnos en un lado de la plaza. Una gente se encara al Palau de la Generalitat, hoy gobernado por el 155, al grito de “fuera fascistas del Palau”. Otros hacen una versión B cambiando lo de fascistas por okupas. No parece gritarlo ante el mejor público y lo dejan estar. Algunos gritan “el Llarena, a Estremera”, otros increpan a los Mossos diciendo “esto con Trapero no pasaba”. No sabemos a qué se refieren exactamente, pero desde luego montajes policiales como este sí que pasaban, sí. Que se lo digan a la gente de la operación Pandora, por ejemplo.
Hay una cierta sensación que quizás todo esto solo busca provocar la chispa que haga estallar a los CDR. Y que todo, efectivamente, acabe ardiendo. Y se apunten la profecía autocumplida. Pero eso no pasa. Por lo menos hoy. Hay una rabia contenida.
Hay una cierta sensación que quizás todo esto solo busca provocar la chispa que haga estallar a los CDR. Y que todo, efectivamente, acabe ardiendo. Y se apunten la profecía autocumplidaLo que diferencia una dictadura de un Estado de derecho es la arbitrariedad. El no saber cómo se te puede aplicar una ley u otra. Y eso es precisamente lo que pasa hoy. Cuando se llama rebelión a una protesta sin incidentes y a una acción no violenta se la etiqueta de terrorismo mientras parece imposible descifrar quién demonios debe ser el dichoso Emepunto. O cuando convertimos la extradiciones en intercambios de cromos. Espera que Falciani, tengui, te lo cambio por Rovira, falti.
Pero el problema es que, si antes se metían con grupillos más o menos parias de la sociedad ahora están topando con un movimiento realmente de masas apoyado por, si no es la mitad, una parte muy significativa de la sociedad catalana. Y a base de empeño represivo están haciendo menores, muy menores, los errores del sector indepe, que no son pocos.
Y si antes hablarle de Estado represivo o dictadura a mucha gente era hablarles en chino, cada vez lo es menos. Ahora ya hasta la cajera del súper, el conductor del autobús o la dentista hablan abiertamente de ello. Se ha caído la venda.
Y ya lo tenemos. Hoy levantar la barrera de un peaje y dejar que los coches pasen sin pagar es un acto de terrorismo. Poco importa que se renueven las concesiones a Abertis pese a que las inversiones hayan sido hasta cinco veces pagadas o que se rescate al resto con el dinero de todas.
¿Ha dicho usted independencia? ¡20 años!
Cuando se convierte una manifestación en sedición o una acción no violenta en terrorismo, parece que ya todo vale. No es que el sobado poema del “como yo no era comunista” se esté cumpliendo. Es que ya estamos llegando a su final.
El Estado, borracho de represión y todavía sin entender de qué va todo esto, sigue insistiendo en ahondar esa herida abierta que tiene con la mitad de la sociedad catalana desde el pasado otoño.
Antes esto era un juego muy abstracto. Cada vez lo es menos.
Y por las redes se lee. Es verdad que el caso vasco y el caso catalán son muy diferentes; pero el caso español sigue siendo el mismo.