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Banco Central Europeo (BCE)
De Guindos, no te echaremos de menos
De Guindos pasará sus próximos ocho años en Frankfurt como segundo de Mario Draghi con un sueldo que multiplica por cinco al que tiene actualmente como ministro de Economía.
Tras fracasar en su intento de colocar al exministro de Industria José Manuel Soria en el Banco Mundial, Rajoy ya puede ponerse una medalla: España recupera peso en los grandes organismos europeos con De Guindos como vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE). Tras la imprevista retirada de su otro competidor, el actual gobernador del Banco Central irlandés Philip Lane, el BCE premia así al ministro español del rescate bancario que no iba a costar “ni un euro a los españoles” y cuya factura supera ya los 60.000 millones de euros…
De Guindos pasará sus próximos ocho años en Frankfurt como segundo de Mario Draghi con un sueldo que multiplica por cinco al que tiene actualmente como ministro de Economía. En el BCE, participará en los debates sobre la futura retirada de los estímulos monetarios con tipos de interés actualmente en mínimos históricos. Una subida de tipos en hipotecas y créditos tendrá por supuesto un enorme impacto en la ciudadanía.
Su nombramiento ha generado polémica con un claro cuestionamiento sobre sus méritos para ocupar el puesto, y no solo por ser la cara de la caída de Lehman Brothers en España que terminó desencadenando la crisis financiera global. Haber formado parte de bancos de inversiones con implicación directa en la gestación de la crisis, parece ser un plus para ocupar un puesto en el BCE (su actual presidente Mario Draghi también ocupó la vicepresidencia de Goldman Sachs). Entre los méritos del futuro vicepresidente del BCE también figura su contribución al vaciado de nuestra hucha de pensiones -en 2011 contaba con casi 67.000 millones de euros y ahora solo quedan poco más de 8.000 millones- y una deuda pública desbocada de 1,144 billones de euros.
Al gran ‘salvador’ de nuestra economía como él mismo se autorretrata en su libro de memorias, España amenazada, le gusta presumir de sus políticas de austeridad y recortes. De Guindos siempre ha defendido la necesidad de sus tijeretazos para sanear las finanzas de nuestra endeudada economía que hoy crece por encima del 3%. Una realidad totalmente distorsionada: el 28% de la población española se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión, cuatro puntos y medio más que la media europea. Nuestro país se ha convertido en un paraíso de la desigualdad, donde el 10% de la población española más rica concentra más de la mitad de la riqueza total frente al 90% restante, más de 41 millones de personas.
Leer: Ocho “méritos” de Luis de Guindos para el BCE
El protagonista de esta falsa recuperación económica se jactaba además en 2012 ante sus colegas del Eurogrupo de la reforma draconiana que iba a imponer a nuestro mercado laboral: “Va a ser extremadamente agresiva, con mucha flexibilidad en la negociación colectiva y reduciendo la indemnización por despido”, captaron los micrófonos abiertos que le jugaron una mala pasada. Aunque De Guindos matizó después esas palabras y quiso minimizar estos impactos, la realidad es tozuda: lejos de solucionar el problema estructural del empleo, la precariedad se ha instalado en nuestro mercado de trabajo y la reforma ha normalizado la pérdida de nuestros derechos laborales.
España crea trabajadores pobres; jóvenes, mujeres, mayores de 45 años y autónomos sufren especialmente esta precariedad laboral que impide a las personas obtener las tradicionales funciones del trabajo: salud, dignidad, bienestar, seguridad… El trabajo temporal alcanza cifras históricas con una tasa del 26,1%, la más alta desde 2008, donde un 90% de los nuevos contratos firmados son temporales. Este es el estilo de vida al que De Guindos y Rajoy quieren acostumbrarnos y además ahorremos para un plan de pensiones.
Un nuevo paradigma con un discurso bien articulado para que nos sintamos unos privilegiados por vivir en un minipiso (tiny houses) y saborear el placer del ‘nesting’ porque no tenemos ni un euro para salir de casa… Una pena que no terminen de calar tanto otros mensajes como la necesidad de luchar de manera contundente contra el fraude y la evasión fiscal. Si fuera un tema prioritario para el Gobierno, podríamos recuperar sin duda un dinero esencial para seguir financiando nuestro maltrecho Estado del Bienestar. Perdemos 8.250 millones de euros anuales por la elusión fiscal de las multinacionales. El Gobierno ya ha demostrado no tener interés alguno en acabar con las guaridas fiscales donde empresas y grandes fortunas se refugian para no pagar impuestos e incumplir con sus obligaciones. Sin compromisos políticos que permitan crear sistemas fiscales justos, donde los que más tienen contribuyan en mayor medida al sistema, no habrá manera de reducir las crecientes desigualdades.