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La Colmena
¿Quién juzga a los jueces?
La palabra justicia tiene dos acepciones muy distintas, según se escriba con minúscula o con mayúscula inicial. En el primer caso justicia se define como el principio moral que lleva a determinar que todos debemos vivir honestamente; en el segundo Justicia es lo que se reconoce como Poder judicial. Uno y otro concepto se enfrentan en la historia.
El primero no depende de ningún poder institucional, sino de la integridad de la persona que la practica, tiene que ver con lo que está bien y lo que está mal, y no precisa de jueces que la definan; el segundo acompaña al vaivén de quienes tienen la sartén por el mango, convierte a sus representantes en infalibles protectores del dogma y consiente la impunidad de sus actos.
Así sucedió en Azuaga, provincia de Badajoz, entre los meses de febrero de 1986 y 1987. En ese año dos jóvenes extremeños -hombre y mujer- sufrieron su particular calvario judicial por el hecho de besarse en un bar, un acto de amor honesto. Al Poder judicial no le gustó y fueron denunciados, encarcelados, juzgados y sentenciados por quienes vieron en su honestidad un delito de escándalo público. Como resultado Diego Sánchez Molina, joven arsense de 21 años, puso fin a su vida colgándose de una viga en el corral de su casa, antes de entrar en prisión. El juez que denunció aquellos besos y puso en marcha la maquinaria del Poder judicial, Antonio Navarro Castillo, jamás reconoció este hecho como un crimen.
Poco después, como consecuencia de una vida tan joven arrancada antes de tiempo, desapareció el delito de “escándalo público”. El juez fue recompensado con nuevos destinos, donde siguió ejerciendo su particular Justicia, con total impunidad.
Los seis de Zaragoza, las seis de la Suiza y otras personas, honestas, siguen siendo pasto de esa Justicia con mayúsculas, por el hecho de practicar la honestidad. La libertad de expresión o del sindicalismo a secas choca con un Poder judicial que ha olvidado el significado de la palabra justicia, con minúsculas, que es el primero que señala el diccionario. Avergüenza el silencio de quienes callan y honra la voz que quienes claman ante tanta injusticia, porque si algo nos enseña la historia es que los delitos de hoy serán las libertades de mañana.
Amech Zeravla.