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Entrada de gala, propia de las grandes ocasiones. Nicaragua no es cualquier cosa, ideay. La Bonnemaison llena hasta la bandera por todas y todos los que nos llevamos nuestro rasguño de aquel país, tan lejano y siempre tan cercano. Seguramente no nos dedicaríamos a resolver el mundo con esta obstinación enfermiza si no fuera porque echamos los dientes, políticamente hablando, por aquellos lados. Así que dejemos, como siempre, la objetividad a un lado.
El whatsapp no deja repiquetear fotos y videos espantosos después de dos meses de insurrección. 'Créase todo lo que le cuentan, nosotros ya sacamos a los niños del país', me cuenta un amigo. La situación es dura, no se llega a los doscientos muertos porque sí. Al caer la noche, la gente evita salir de sus casas, pero incluso en ellas nadie está a salvo. 'Mirá esa foto, chele, ayer mataron a ese tipo en la puerta del Rincón Cubano, en Bello Horizonte. No es jugando la cuestión.' Otro compañero, a quien la cárcel de Somoza hizo sandinista en los setenta, y que a las semanas de levantarse las primeras barricadas renunció a su puesto de funcionario público, seguro de su lugar en estos momentos.
En Nicaragua las revoluciones son de verdad, ni sonrisas ni vergas, loco, con todo lo que eso implica, all in, a como seya. Recuerdo que en 2012 hablamos frente a ese mismo Rincón Cubano de la complicidad silenciosa de la población con el gobierno de Ortega. Mientras llegaba el dinero del petróleo venezolano, todo el mundo miró para otro lado. ¿A quién le importaba que la red clientelar creciera como una hiedra y que todos y cada uno de los resortes del poder fueran cayendo en manos del partido-Estado, si la gente podía aspirar a tener casa y carro? El movimiento feminista, opuesto a la prohibición del derecho al aborto, en el cambalache para que el sandinismo volviera al poder, fue durante una década la única voz que denunció que el antiguo camarada y hoy emperador iba desnudo. Automáticamente sus miembros se convirtieron en agentes encubiertas de la CIA.
No es casualidad que ayer en Barcelona, como durante los últimos días en otras ciudades del Estado, fueran tres mujeres del movimiento estudiantil las que hablaran alto y claro, con la fuerza que sólo tienen quienes han atravesado el destierro o la traición. 'Venid a la presentación, hay que visibilizar claramente el apoyo. Hay mucho sandinista trasnochado todavía, que no se cree nada de lo que está pasando.' La consigna entre las ONG era esa, mucha gente que creyó en la revolución centroamericana prefiere creer ahora que son los tentáculos de alguna inteligencia extranjera los que mueven el tablero nicaragüense. 'El silencio de la izquierda europea no nos hace ningún favor', señala una de las tres activistas, 'refuerza la idea de que respalda al orteguismo y a la represión'. 'No tenemos un plan de gobierno y una solución maravillosa, después de sesenta días en las barricadas, para entregársela a la población. Se trata de experimentar otras formas de organizarse, de profundizar en la democracia, barrio a barrio, persona a persona. Si no, en treinta años volveremos a tener a otro Ortega'.
Es doloroso cambiar de bandera y cuesta ver que los tiempos, sí, como siempre cambiaron. 'Claro que volveremos a vencer', dice mi camarada de Bello Horizonte, que no teme a esas turbas reclutadas por unos pesos en los barrios marginales, a las que la policía da patente de corso para golpear cualquier protesta. Esta vez, camarada, la victoria debe ser diferente o no será victoria. No vale un 'ya veremos por el camino', o es antipatriarcal y desmenuza el credo caudillista, o solo estaremos sembrando la revuelta de la próxima generación. Eso lo primero. Y a la par, hay que recoser Nicaragua, cuanto antes mejor. '¿Con quiénes van a negociar para conseguir la paz si echan a Ortega?', pregunta alguien entre los abucheos que parecen merecer quien disiente de los disidentes. Una voz decidida, dulce como la mielita de tamagás, sale entonces del escenario, y apacigua la algarabía. 'Escucharemos todas las voces, compañero'.
Más allá de la confusa situación, del papel de la iglesia y los empresarios, Nicaragua parece el último eslabón de una época agridulce, en la que se demostró todo lo mediocre que podía llegar a ser la ola de gobiernos de izquierda en el continente latinoamericano o la poca capacidad de transformar realmente las cosas. Sólo nos queda la gente, capaz de resistir y esperar que llegue un día de abril, en el que la luz tan intensa haga imposible seguir durmiendo. Que se rinda tu madre.
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NICARAGUA: ¿QUIEN ESTA REALMENTE DETRAS DE LA VIOLENCIA?
http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/06/22/nicaragua-opinion-quien-esta-realmente-detras-de-la-violencia/
Me encanta ver cómo ellas disfrutan en Barcelona de la libertad de expresión e ideológica, protegidos por la Declaración Universal de Derechos Humanos. Derechos que hoy en Nicaragua son inexistentes pues si se manifiestan, reprimen el derecho de manifestación y violan el derecho a la vida. ¡Bravo por esas valientes! ¡Qué llegué a todo el mundo la verdad sobre el tirano nicaragüense!
Entiendo que inventen eso de la CIA, pues no están acostumbrados a escuchar y leer a mujeres inteligentes y brillantes, que no recogen ni dejan crecer las semillas de odio que intentan sembrar en ellas.
Como La Tintori, que gritaba “denuncien” y llevara maleteros llenos de billetes.
Mala cosa dar voz a ONGs financiadas por USAID y NED. Flaco favor al pueblo nicaragüense. Mismo guión que Venezuela. Y sigue colando por lo visto.
es un insulto para nosotros los nicaraguenses decir que nos financian las ong y etc etc. esta lucha la financia el pueblo, ¿o me van a decir que la resistencia de Monimbó, barrio indigena, es financiado por la CIA?