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Medio ambiente
Mano a pata para prevenir incendios
Un total de 33 explotaciones ganaderas y cuatro asociaciones de ganaderos participan en el plan de prevención de incendios de la Comunidad de Madrid, ayudando al mantenimiento de zonas de pasto. Parques de bomberos, puntos de vigilancia y unidades helitransportadas forman parte de este dispositivo.
Las cabras de José Antonio Pastor salen del redil, hacen una parada en un bebedero y se dirigen hacia una de las zonas se las que se van a ocupar hoy. “Se comen todo: matas altas, bajas, hierba, brotes… así el monte queda más limpio”, explica Pastor a El Salto. A sus 66 años, lleva toda la vida dedicado a sus cabras. Desde hace cinco años, además de la leche que vende en una cooperativa de Robledo de Chavela, el trabajo de sus 200 cabras es también contribuir al mantenimiento de algunas zonas del monte. “He visto rebaños quemarse enteros, esto nos viene bien a todos porque el fuego yo no quiero que venga”, explica.
Goyo Martínez llega con un plano en la mano. Su trabajo de hoy: certificar qué zonas de las asignadas han sido limpiadas. El trabajo de este ingeniero forestal se extiende a lo largo de todo el año: “Contacto con los ganaderos, proveemos material si lo necesitas, establezco las zonas, superviso”, enumera. Martínez cree que la recompensa económica es lo de menos: “Lo más inmediato es el beneficio económico, pero además el ganadero se siente amparado por la administración y se sienten recompensados y es muy gratificante para ellos”.
“No hemos inventado nada, el ganado siempre ha sido un medio de prevención”, dice el jefe de servicio de Incendios Forestales de Bomberos de la Comunidad de MadridOvejas, cabras y vacas forman parte del plan de prevención de incendios desde hace once años. Ángel Iglesias lleva a sus 45 vacas a pastar a las zonas establecidas por el ingeniero: “Es beneficioso para nosotros y para la naturaleza”, dice este vaquero, también de Robledo de Chavela, que explica que trabajan especialmente en la pista central para evitar que colillas o chispas procedentes de vehículos puedan convertirse en el origen de un incendio. “No hemos inventado nada, el ganado siempre ha sido un medio de prevención”, dice el jefe del servicio de Incendios Forestales de Bomberos de la Comunidad de Madrid, Pablo Cristóbal.
Los números de la prevención
En el 2017, 33 explotaciones ganaderas de personas individuales y cuatro asociaciones de ganaderos participan a este programa de limpieza de fajas auxiliares. Las cabras bomberas de Pastor, junto a cabras y vacas de los demás ganaderos, son una de las patas del Plan de Protección Civil de Emergencia por Incendios Forestales 2017 (INFOMA) que se despliega entre el 15 de junio y el 30 de septiembre.Los números: 35 millones de presupuesto, 456 vehículos, nueve helicópteros, 1318 profesionales del Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid, a los que se suman en la campaña de verano 223 efectivos en diferentes tareas de extinción y prevención, 9 helicópteros, 48 puntos de ataque y 37 de vigilancia.
En el puesto de vigilancia de La Almenara, en Monteagudillo, Enrique Pastor señala una zona pelada de un monte, víctima del incendio en 2012 de Robledo. “Mi trabajo es estar pendiente de cualquier humo y, en caso de detección, dar datos de localización y hacer una evaluación inicial”, explica.
En este puesto de vigilancia, dos ojos (a veces cuatro) miran al horizonte en horario de 11 a 21h. Vigilan el sector suroeste de la sierra de Madrid. Enrique cree que hay trabajo por hacer en asuntos de política forestal, gestión del territorio y coordinación con el sector agrario. Además, se queja de la desaparición de los vigilantes nocturnos y de la reducción de plantilla. “¿Quién te asegura que no puede producirse aquí un Doñana?”, le dice a su jefe, que responde a sus quejas y cree que el servicio que se presta es bueno.
Motores calientes en zonas secas, botellas de vidrio y colillas son algunos de los riesgos que traen consigo los humanos que cada fin de semana llenan el embalse de San JuanSiete personas ocupan sus puestos en el retén más cercano al embalse de San Juan. Los motores calientes aparcados sobre el pasto, botellas de vidrio y colillas son algunos de los riesgos que traen consigo los humanos que cada fin de semana llenan esta zona de recreo madrileña.
En invierno, este retén trabaja zonas de monte bajo. El verano el trabajo se concentra en las fajas de seguridad de 50 metros de ancho, explica el capataz después de dar instrucciones a dos personas de su equipo armadas con desbrozadoras. Aunque hacen tareas de prevención, “nuestra labor es estar preparados para acudir a una extinción si es necesario”, asegura.
Un capataz, un encargado, un conductor de autobomba pesada (vehículo con 3.500 litros de agua), un conductor de vehículo ligero, dos especialistas y dos peones. Esa es la composición de un retén de Infosa, una de las dos empresas privadas que colaboran en el dispositivo de extinción de incendios.
“De alguna manera, la prevención es la parte más importante de la extinción”, dice Carlos Bernabé, ingeniero de Infosa. “En esos meses nos centramos en crear zonas de baja combustibilidad, en las que el avance disminuye y los medios pueden actuar de forma segura”. El ingeniero tiene asignados los retenes de Robledo de Chavela, San Martín, Cadalso y Cenicientos, además de la brigada helitransportada de Navas del rey.
Mientras desbrozan la zona, Pablo Cristóbal advierte de los retos: “El cambio climático y el abandono del medio rural generan que cada año los incendios sean un poco más intensos a nivel mundial”, explica el jefe del servicio.