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Memoria popular
Mª Ángeles Fernández y Jairo Marcos: “La historia sentencia y las memorias cuestionan”
A través de Memorias ahogadas (Pepitas, 2024), de reciente aparición y que ya va por su segunda edición, los periodistas Jairo Marcos y María Ángeles Fernández hacen un recorrido denso y documentado por la geografía desolada de los pueblos sumergidos bajo las aguas de los grandes embalses. Encontramos en la obra las voces de los habitantes desalojados de su pasado, la reivindicación de la memoria popular como herramienta de futuro, la denuncia de responsabilidades políticas y complicidades, la reflexión acerca de un país construido sobre un imaginario donde el poder doma ríos y voluntades.
De su trabajo, del aprendizaje que ha supuesto, de historia con mayúsculas y también de historias íntimas, conversamos con los autores de un texto nacido desde la verdad y frente al olvido.
¿Dónde bucea Memorias Ahogadas? ¿Cómo está pensado y desarrollado?
[Jairo Marcos] Yo hablaría de dos patas, la de contenido y la de continente. En cuanto a la de contenido, digamos que es una inmersión en todas aquellas vidas de personas desplazadas por la construcción de grandes embalses en España. Se da la casualidad de que España es el país de Europa que más grandes embalses tiene y, por lo tanto, hablamos de una temática que es crucial en este país. ¿Hasta ahora qué es lo que había? Hasta ahora lo que nos hemos encontrado es que allí donde vas y hay un gran embalse en la zona claro que hay gente que ha escrito, hay coplas, hay memorias, pero te diría que en el 99% de los casos eran memorias muy localizadas. En Valdecañas se sabe lo que pasó en Valdecañas, pero no tienen ni idea de que en Jánovas hubo un intento de embalse. Y en Jánovas no tienen ni idea de lo que sucedió en el embalse del Ebro, mientras que ahí apenas saben de Riaño. Por lo tanto, nos encontrábamos con una serie de historias atomizadas, impidiendo de alguna manera crear el dato del país. Es lo que tiene el libro como contenido: un retrato de España como Estado hidráulico y un acercamiento a la memoria, no como una vuelta atrás pensando que cualquier pasado fue mejor ―no es una vuelta nostálgica― sino un recurrir a esa memoria para tejer presente en aras a construir identidad de futuro, construir pueblos, hilar las diferentes resistencias.
Y con respecto al continente, lo que tiene este libro es que, por primera vez, María Ángeles y yo nos salimos de los géneros periodísticos. Es literatura y no ficción, puede estar mejor o peor hilvanada, pero desde luego va más allá de los típicos géneros periodísticos porque el lenguaje está trabajado de una manera literaria. No hay nada ficcionado en el libro, pero sí que el lenguaje nos traslada un discurso literario.
Extremadura
Iberdrola: detrás de la fortuna, el crimen. 50 años de la tragedia en la presa de Cedillo
[María Ángeles Fernández] Y yo añadiría que, respecto al contenido que decía Jairo, la idea es hablar de estas gentes y estos valles que fueron inundados. Luego, creo que con el desarrollo del libro hemos visto que nos ha dado para mucho más, que se ha hablado de conceptos como memoria ―que es el título― pero también se ha hablado de identidad; se ha hablado de territorio, se ha hablado de ríos, de qué significa un río libre. Luego, el libro nos ha llevado a otros lugares que a lo mejor de inicio no habíamos planteado, pero que en el transcurso de la investigación y de la redacción hemos visto que resultaba imprescindible su abordaje.
Estamos frente a un libro que habla de que cuando se hace un pantano se ahogan muchas cosas y, también, la memoria... Atiende al dolor de la gente, también al del paisaje. ¿Qué desgarros concretos os habéis encontrado?
[MAF] Pues yo creo que los relacionados con el apego a un territorio. En muchos casos la identidad, tanto individual como colectiva, viene unida al lugar en el que naces o en el que vives, en el que has generado comunidad, y creo que ese es uno de los grandes dolores. Porque este caso no es como cuando a mucha gente le expulsan de su casa, con los desahucios que vemos en la actualidad, o en otros muchos momentos; es que aquí no te desahucian de una casa y puedes ir al lado, te puede acoger tu vecina, puedes buscar otra alternativa. Es que en este caso te desahucian a ti y a toda tu comunidad. No hay un lugar al que volver, ese espacio que es vital para ti se desarticula, se despeja, las familias se buscan cada una una solución como buenamente pueden y, entonces, todos esos vínculos humanos también se pierden. Y lo que aporta identidad es el tener un pueblo. Aquí no hay alternativa, no puedes volver y luego toda esa red de vecindad, de amistades, de familia, desaparece. Es una ruptura total con todo lo que haya sido hasta ahora. Uno de los dolores es ese concepto no de expulsión propiamente dicha, sino de una expulsión colectiva y que destruye.
El libro cuenta también qué es el dolor al entender que tu tierra no importa. Que tu valle, tu río, tu monte no importan porque se priorizan y se ponen al servicio de otro lugar mayor, otra entidad mayor, otra ciudad, otra producción. Es decir: lo que para ti es todo, para alguien no tiene sentido
[JM] Es como la violación de ese derecho a permanecer, del que hablamos en alguna ocasión, que se rompe. Y, curiosamente, se rompió durante la dictadura, pero también se ha roto en época democrática. Riaño es de hace nada y hay discursos que siguen rescatando esta opción de la construcción de grandes embalses. Ahí está claro que hay un dolor que es transversal.
[MAF] Y el libro cuenta también qué es el dolor al entender que tu tierra no importa. Que tu valle, tu río, tu monte no importan porque se priorizan y se ponen al servicio de otro lugar mayor, otra entidad mayor, otra ciudad, otra producción. Es decir: lo que para ti es todo, para alguien no tiene sentido.
Entonces, ¿exactamente qué buscabais con memorias ahogadas? ¿Recuperar testimonio? ¿Responder? ¿Dar voz?
[JM] Empezaría quizá por el interés más egoísta, que también lo tiene el libro, que es aprender. Nosotros hemos aprendido un montón con este libro. Son más de cuatro años de trabajo en los que, como decía María Ángeles, empezamos escribiendo sobre embalses y nos vimos en la necesidad de escribir también sobre ríos... Lo que es un río, cómo es un río libre, lo que era un río libre y lo que hoy ya no es un río. Y también hemos escrito sobre paisajes, cuando yo creo que al inicio ni de lejos pensamos que íbamos a hacer un libro sobre paisajes. Pero también es un libro sobre paisajes. Entonces, esa es digamos la parte egoísta, pero esa parte egoísta también se proyecta hacia afuera porque creo que a las personas que se acercan a este libro, sepan o no sobre grandes embalses, primero les muestra, les enseña diferentes formas de mirar el agua, como dice el libro de Llamazares.
O sea, que ya no solamente se vea una lámina azul, que por lo menos primero se sepa que debajo hay pueblos, algo que muchas personas ni saben a causa de ese olvido fabricado, de esos relatos que se han perdido de forma intencionada.
Y segundo, también, que una vez que se sabe que debajo hay pueblos se mire de otra forma los embalses. Puede que para algunas personas o algunas empresas los grandes embalses sean desarrollo, progreso, crecimiento, pero habría que preguntarse de quién en concreto y a costa de quiénes... Porque el libro también retrata muy bien eso de las tierras de sacrificio, tierras sacrificadas, personas de sacrificio y personas beneficiadas. Muchos de nuestros artículos periodísticos sí que tienen detrás una clara intencionalidad política. En este caso, con ese discurso más literario que te decía antes puede pasar algo más desapercibida, pero la línea transversal está ahí. Me parece evidente que es un libro que no es contra embalses, pero que es un libro posicionado porque se posiciona. Lo que cuenta lo hace desde aquellas historias, aquellas vidas que han sido por lo general silenciadas en el gran relato que ha venido vinculado, casi siempre, a los grandes embalses
[MAF] Sí, esto es lo que tú decías, Jairo, que frente a la historia mayúscula que se nos ha contado, este libro lo que busca es contar esas historias minúsculas que se han silenciado, que se han querido ocultar. Nosotros contrarrestamos o matizamos esa gran historia porque consideramos que hay impactos y matices que no estaban contados, estaban infracontados o se habían querido ocultar.
Ríos de Extremadura
Extremadura no es país para ríos
Habéis hablado de que una parte interesante del proceso del libro ha sido el aprendizaje, y de que en ese aprendizaje habéis tenido que hablar también de ríos. ¿Os habéis encontrado algún río libre?
[MAF] En el Pirineo el único río libre que queda es el Ara, y durante muchos años hubo el intento de embalsarlo en Jánovas ―al que dedicamos unos capítulos del libro― y al final no se consiguió. Yo diría que en el Pirineo ese es el único río libre que queda, y que es gracias a la lucha, a la resistencia de dos familias y, también, de otra gente empujando para que eso no saliera adelante. Hay tramos interesantes en Aragón, en el río Gállego, y hay que mencionar la lucha que hubo en Biscarrúes durante treinta años, hasta hace dos, contra un embalse que iba a anegar un pueblo e iba a frenar el río ahí... Pues el río Gállego, en ese tramo de la Galliguera, es un río libre. Y en Extremadura, si no me equivoco, el Almonte no sé si sigue siendo el río libre.
[JM] No te sé decir ahora la cifra, pero España es uno de los países también con mayor número de represas, azudes, pequeñas represas... Tenemos tendencia también a taponar los ríos. Una de las personas que pasa por el libro, Ramón J. Soria Breña, un amante de los ríos, nos decía precisamente cómo, hablando de siluros, se tiende a pensar que son una especie exógena, y sí, que eso está muy bien, pero lo realmente exógeno a los ríos son los embalses. Porque allí donde hay un embalse el río no fluye, y si un río no fluye no suena, y si no suena es que no es río, es otra cosa. Entonces, en ese embalse, aparece ese muro de hormigón como especie exógena a lo que es un río.
El Tajo [...] en su paso extremeño, por Cáceres, es un río embalsado. O sea, no es un río, es una sopa y es una sucesión de pantanos
¿Y qué papel le ha tocado a Extremadura en toda esta historia de los embalses?
[MAF] Bueno, como nos hemos centrado en la historia de pueblos inundados, es verdad que en Extremadura no hay muchos pueblos inundados, aunque sí que lo tratamos perfectamente en el caso de Talaverilla, la antigua Augustóbriga, que tiene un capítulo entero, y luego los vecinos y vecinas que son del Rosalejo tienen otro capítulo. O sea, no ha tenido mucho pueblo inundado, pero sí que Extremadura es la comunidad con mayor volumen de agua embalsada. Todos los grandes embalses de Badajoz, que nosotros no tratamos en el libro, son enormes, y todo el Tajo, ―hablamos mucho del Tajo― en su paso extremeño, por Cáceres, es un río embalsado. O sea, no es un río, es una sopa y es una sucesión de pantanos. Los grandes embalses que han expulsado son sobre todo hidroeléctricos, porque los de Badajoz son sobre todo de regadío.
Sí, porque hay una diferencia de propósitos que en Extremadura se ve muy bien: en Cáceres es el hidroeléctrico y en Badajoz el de regadío.
[MAF] El libro se centra, sobre todo, en los embalses hidroeléctricos porque, insisto, son los que han generado más expulsiones; pero Extremadura, su producción energética, ya sabemos cuál es: un 500% más de lo que necesita. Y es que el Tajo son cuatro grandes embalses consecutivos: Valdecañas, Torrejón, Alcántara y Cedillo. O sea, todo es un río. Y eso, aparte de la gente que perdió su pueblo, yo creo que lo que genera es una separación de la ciudadanía del control de su territorio, porque en ese tramo tan grande de río, 300 kilómetros, la gente no puede participar en su uso, en su disfrute, en su día a día, porque es un río que está en manos de Iberdrola.
Lo que hace es separar a la gente del territorio, de esa capacidad que yo no quiero decir democrática, que puede ser un concepto a lo mejor muy limitado, sino de participación política, de decisión sobre su territorio, de gestión, de disfrute, porque todo ese tramo de río está arrebatado para dejarlo en la decisión de una gran eléctrica durante los años de concesión.
[JM] Y si hablamos de tierras sacrificadas y de sacrificio, Extremadura es el ejemplo por antonomasia. Lo es por esa producción del 500% de su consumo a la que aludía María Ángeles antes, por dónde están los grandes embalses, la mayor cantidad de agua embalsada, por dónde se va la electricidad. Está pasando con el neodesarrollo, con la moda de las placas solares, con dónde se están instalando, con la minería... La historia se vuelve a repetir con, nuevamente, Extremadura como tierra de sacrificio.
[MAF] Vuelvo al caso del Tajo y me quedo en la comarca de Campo Arañuelo, donde está Valdecañas, que es una gran hidroeléctrica controlada por Iberdrola, donde hay un montón de nuevas placas solares, de plantas fotovoltaicas, y hay una central nuclear que el Tajo refrigera. Es decir, que el Tajo es un río energético más en el sentido de que también es un río nuclear en Extremadura, lo que me parece muy significativo.
El papel de Extremadura en el contexto del Estado español lo acabamos de ver. ¿Y el papel de España en el marco europeo? España está entre los países que más aguas represadas tienen...
[JM] Sí, a ver, ahí se da primero una razón, que es la propia geografía del país, del Estado, pues se presta mucho a hacer grandes embalses entre territorios de montaña, es un territorio propicio para ello, y luego está también la ordenación del territorio y ordenación de las personas, que viene de 1902, del Plan Gasset, que lo hereda la República, pasa al franquismo y de ahí a la democracia. El ejemplo paradigmático es Franco, que ordenaba personas, las distribuía y ordenaba territorio, lo distribuía para el uso, para esa autarquía, para ese beneficio de unos pocos que, no es casual, al final no deja de ser un ordenamiento del territorio, una dominación de la naturaleza también, porque no es cuestión de que no tenga que haber grandes embalses, o simples embalses, sino que es cuestión de cómo se gestiona el agua, dónde se ponen los grandes embalses, dónde se construyen, a costa de quiénes, cómo se gestiona todo eso. Son preguntas que muchas veces no se han respondido.
Las hidroeléctricas y las constructoras han sido uno de los grandes ejes de poder del Estado. Los embalses hidroeléctricos, que son los que expulsan, han beneficiado a las empresas constructoras que han tenido que construirlos
[MAF] También hay una cuestión de poder, y yo creo que las hidroeléctricas y las constructoras han sido uno de los grandes ejes de poder del Estado. Los embalses hidroeléctricos, que son los que expulsan, han beneficiado a las empresas constructoras que han tenido que construirlos. Hay una relación muy clara con el poder, con el poder económico.
[JM] Llama también la atención que, precisamente, todavía hay partes del sector ecologista o de la izquierda que consideran a la hidroeléctrica como una energía renovable. No sé si es que los pueblos que hay debajo se pueden renovar, o si es que el río se puede renovar. Nosotros eso siempre lo hemos tenido claro, pero sí que es cierto que en determinados sectores que no se pensaría la defensa de la hidroeléctrica es abrumadora, y creo que eso también tiene que ver mucho con lo que decía María Ángeles de los poderes.
Sequía
Sequía Que las fumigaciones no nos impidan ver el pantano
Hay distintos tipos de embalses, hay distintos tipos de entorno donde estos se construyen, pero yo tengo la sensación de que, por lo menos en el Estado español, discurre invisible un hilo conductor de todos y de todas sus consecuencias. ¿Cuál sería ese hilo conductor? ¿Los propietarios? ¿Los métodos de desalojo? ¿Los mecanismos de “convencimiento” de la opinión pública? ¿La propia metáfora que hay detrás del agua embalsada como un bien social?
[JM] Pues yo creo que lo has definido muy bien, y yo te diría que por encima de todo eso, como forma transversal de esos hilos que has ido trazando, está el silenciamiento. Porque no nos han dicho para quiénes se hacían, no nos han dicho a costa de quiénes. Vendían que era un sacrificio para el bien común y que lo tenían que hacer y callar la boca. De hecho, es curioso como el libro contendrá aproximadamente unas 70 conversaciones largas con personas y una nota dominante era que, cuando nos acercábamos, lo primero que nos decían es: ¿Estáis interesados en mi historia? ¿Creéis que os he aportado algo? Por eso digo que el silenciamiento es transversal tanto a las personas sacrificadas como a las personas a las que se ha beneficiado. De hecho, ese silenciamiento llega también ―es muy simbólico pero material al mismo tiempo― desde otro lado: ¿Por qué la mayoría de las construcciones de los pueblos inundados se dinamitaban? Pues también es una cuestión de que cuando bajen los embalses no se destapen las vergüenzas. Ni a la dictadura, ni después al Estado, le apetece que esas vergüenzas, que esa torre emerja sobre las aguas. Porque al final, si tú ves ahí una torre.... ¡Uy! ¿Qué hay ahí abajo? ¿Qué habrá pasado? ¿Qué no habrá pasado? Es el silenciamiento el que atraviesa toda esta problemática.
El silencio como nota común...
[JM] Yo te diría que sí. Un silencio provocado, fabricado.
[MAF] Sí, creemos que es un libro al final, también, de silencios.
Que los pantanos son un asunto del franquismo es un mito, utilizado a veces para alabar las virtudes de ese régimen y otras para culparlo. Pero los pantanos no son hijos exclusivos de la Dictadura. Biscarrués no es hijo del franquismo, como no lo son Jánovas o Riaño. Entonces... ¿A qué obedece esta voluntad de embalsar? ¿Es una voluntad económica? ¿Es política? ¿La sintaxis del desarrollo en España ha pasado históricamente por tener pantanos?
[MAF] Es lo que te comentaba un poco antes, que tiene que ver con la orografía del territorio pero también con una tradición política, intelectual, no sé cómo llamarla, de finales del siglo XIX, de Joaquín Costa, ¿no? Esa idea de una España seca donde tenemos que redistribuir el agua para beneficiar a todos y, así, entender la orografía, el territorio, el agua, como algo que podemos controlar y usar a nuestro antojo para el beneficio humano, creo que es algo que se ha instalado desde finales del siglo XIX y que sigue muy presente todavía. Creo que es una cultura de país que está muy presente y que, todavía, a pesar de todas las fuentes críticas y todas las escuelas de pensamiento que están tratando de desmontar este argumentario sigue muy presente. Lo estamos viendo estos días con la dana. Que si se han destruido presas, que si tiene que haber más presas, que hay que hacer más obras públicas, que hay que meter más cemento... Ese ha sido un discurso que ha estado muy presente en la dana.
Regular se ve cómo la solución a todo. Cuando hay lluvias torrenciales como ahora, como en la dana, la solución a todo son más embalses, pero cuando había sequías y cuando faltaba agua también; hace medio año, un año, la solución también era más embalses... No puede ser que esa solución sirva para sequía y para inundación al mismo tiempo. Yo creo que es un poco contradictorio.
[JM] Los grandes embalses vienen ya de antes. Franco los potencia y con Franco se generan una serie de familias que son las principales beneficiadas, tanto constructoras como otro tipo de industrias. En esas, revisando apellidos, en la actualidad ves que realmente hay estructuras que no han cambiado tanto, que prácticamente no han cambiado.
Toda esa imponencia, todo lo que impone un muro de hormigón de tantos metros de altura, se corresponde mucho con un estado central fuerte, ese poder que decía María Ángeles, es como la representación física del poder.
Tiene mucho de metafórico, ¿verdad?
[JM] Total, total. Jugamos mucho en el libro con la simbología del muro. La palabra muro se repite mucho, lo repiten muchas personas y quienes viven desde dentro del muro y quienes viven desde fuera no lo ven igual. La pared de hormigón está ahí, ese muro está ahí, pero no es lo mismo sufrirlo desde dentro que vivirlo o aprovecharse desde fuera. Es que es muy diferente.
En España son alrededor de 500 los núcleos de población inundados, imagínate. Y si estamos hablando de que en España hay sobre 8.000 municipios...
¿Cuántos pueblos hay inundados? ¿Cuántas poblaciones hay bajo las aguas en el Estado español?
[JM] En España son alrededor de 500 los núcleos de población inundados, imagínate. Y si estamos hablando de que en España hay sobre 8.000 municipios... Esta es una cifra bastante significativa, aun siendo de, digamos, mínimos, porque son de 500 para arriba.
Claro, y eso incluye también a decenas de miles de personas sin hogar, desplazadas.
[JM] Las cifras de Ecologistas en Acción hablan, creo, de 50.000 personas, como mínimo, desplazadas de forma directa, pero esa cifra de 50.000 se puede multiplicar por tres, hasta 150.000, si tenemos en cuenta los años anteriores en los que, evidentemente, si tú sabes que tu pueblo va a quedar inundado por las aguas, lo que haces es irte antes. No inviertes, no abres un negocio, no reconstruyes la casa, no piensas en tu pueblo para tus hijos, te acabas yendo.
¿Cuáles son las zonas más afectadas en el Estado español?
[MAF] Pues yo te diría que la montaña leonesa y la montaña aragonesa.
[JM] El Prepirineo...
Extremadura
La tragedia de Torrejón, un crimen sin castigo
El 22 de octubre de 2018 se cumplen 53 años de la catástrofe de los Saltos de Torrejón (Monfragüe), el accidente laboral más grave de la historia de España. Este hecho conecta la etapa más negra del franquismo con los consejos de administración de las grandes corporaciones del actual IBEX-35.
Después de todo lo que habéis visto, después de todo lo mucho que habéis aprendido...¿Cómo creéis que debería ser la mirada sobre esas inmensas láminas de agua por parte de la gente?
[MAF] Pues, por lo menos, una mirada crítica, con ojos curiosos. Estas inmensas láminas de agua yo entiendo que pueden ser bonitas cuando tú haces un viaje y te paras en un puente, entiendo que puedan ser fotos muy para Instagram, ¿no?, que es como en lo que estamos ahora, pensando imágenes todo el rato para Instagram en lugar de hacerlas con otros ojos curiosos...
Creo que hay que desmontar esa imagen de postal y preguntarte. Porque los embalses no son naturales, son construcciones humanas que han alterado y yo creo que preguntarte por qué está eso ahí es lo interesante. Y no consumirlos. Lo denunciamos un poco en el capítulo de Riaño, cuestionamos que mucha gente va ahora a Riaño, al que están vendiendo en las administraciones como los fiordos noruegos. Pero es que los fiordos son un espacio natural y Riaño es un espacio alterado, destruido. Creo que es una comparación terrible hablar de Riaño como de los fiordos. Entonces, si tú vas a ir a ese territorio a pasar un fin de semana, el objetivo sería no caer en la compra de esos conceptos de marketing de turismo. Yo no te digo que no vayas, cada quien que vaya a donde sea y decida, pero no consumas de una manera acrítica. Extremadura es la comunidad con mayor costa de agua dulce, sí, pero también a saber por qué, ¿no? Porque nos han quitado los ríos.
[JM] Y esa mirada crítica que dice María Ángeles yo creo que tiene que ir necesariamente acompañada de un reconocimiento tanto a los pueblos que hay sumergidos, ahogados, como a muchas veces la mano de obra que se ha utilizado para la construcción de los grandes embalses.
Sí, porque se ignora la tragedia de Torrejón, por ejemplo, o la de Cedillo, o se ignora que, aquí al lado, la presa de Montijo ha sido hecha por mano de obra esclava, prisioneros del franquismo.
[JM] A eso iba. Creo que son al menos quince embalses, que se sepa, los realizados con manos de obra esclava. En el libro tratamos el caso, claro, del embalse del Ebro. En el caso de Torrejón, no se sabe, nadie ha podido certificarlo, pero es bastante probable que hubiera mano de obra esclava. ¿Qué pasa? Que si el del Ebro es de los años 40, Torrejón es de los 60 y algo la dictadura va aprendiendo, va aprendiendo lo que da buena prensa y lo que no.
Una primera idea sería entender la memoria como una cuestión colectiva, no puede haber una memoria individual de nada. Entonces, en la medida en que se colectivice la problemática va a poder hacerse memoria
¿Qué pasos se tendrían que dar para recuperar la memoria de lo que los pantanos han significado para los pueblos que los han tenido que sufrir, que construir?
[JM] Yo te iba a decir que una primera idea sería entender la memoria como una cuestión colectiva, no puede haber una memoria individual de nada. Entonces, en la medida en que se colectivice la problemática va a poder hacerse memoria. Creo que el libro suma su granito de arena hacia esa visibilización de lo que es una cuestión colectiva, porque no es posible que España sea el país con mayor número de presas en toda Europa y no se sepa, que solamente haya memoria atomizada, y eso no es memoria. Al final, creo que el libro aporta esos hilos en común que te permiten tejer memoria, y solamente en función de tejer memoria es que puedes crear resistencias.
[MAF] Yo te diría que esa respuesta la tiene que decir la gente afectada, ¿no? ¿Qué necesitan? ¿Qué les gustaría? Pero yo creo que, al menos, tenía que haber una placa en los embalses que diga “aquí debajo están estos pueblos”. Y es que no lo hay. Es que tú vas y no te enteras, no sabes. Tú pasas por el embalse de Valdecañas, ves los mármoles y la gente que se para (muchísima gente se para ahí porque son espectaculares) y no tienen ni idea de que están trasladados de un pueblo romano que está bajo las aguas.
Entonces, ¿qué menos que poner una placa? Puede parecer tan poco importante, tan absurdo... ¿A quién le importa una placa? Pero es tan importante y tiene tanta trascendencia que, como narramos en el libro, en el embalse del Ebro para conseguir que se pusiera una placa donde se recogiera que fueron presos republicanos los que hicieron el embalse se tardaron años. En el caso del Parque Nacional de Monfragüe, para que haya un monolito con el nombre de las personas que perdieron la vida en ese accidente-tragedia-negligencia... No se puede visitar ese monolito. Han tardado años en lograrlo y ahora lo han conseguido y lo han puesto en un sitio al que no se puede ir.
Es que parece que debajo del agua quedaran hasta las identidades más íntimas, más personales, ¿verdad?
[JM] Es el caso de los nombres, el propio nombre de los pueblos en el DNI, donde pone el lugar de origen de las personas. Que no suceda que llegues a renovarlo y te digan “oye, no, no es posible ponerte que eres de Vegamián porque ya no existe”, que no es posible que pongas Talaverilla porque Talaverilla ya no existe. Bueno, ya, no existe, pero es que yo vengo de ahí y quiero que pongas mi pueblo, no quiero que pongas uno inventado...
[MAF] Es que yo creo eso, que no es que solamente se quedaran pueblos, es que se quedó patrimonio, se quedó cultura, formas de hacer, de relacionarse, comunidades, hilos.
Hablas...
[JM] Hablas, prácticas agrícolas, prácticas ganaderas. Es que se quedó mucho.
En el año 2021-2022, cuando ha habido tanta sequía, sequía en muchos casos generada por la generación de energía, han aflorado en un solo verano mil y pico yacimientos arqueológicos nuevos
Sí, porque podríamos hablar de que podemos dimensionar los pantanos no solo en relación a su tamaño o volumen, sino también en el tipo de afecciones que generan. Las hay patrimoniales, humanas, ecosistémicas, culturales... Todo eso queda bajo las aguas. Y, cuando estas bajan, por ejemplo en relación al patrimonio, ¿qué aflora?
[MAF] En el embalse donde nos centramos, Valdecañas, aflora un patrimonio que, como cuando se construyeron estos embalses no había este interés arqueológico, esta sensibilidad por estos temas de documentación arqueológica histórica, se ha quedado un gran patrimonio sin documentar y sin saber. En este caso, por ejemplo, más allá de que se salvaran los mármoles (que junto con una ermita en San Pedro de la Nave, en Zamora, es el único patrimonio grande que se ha movilizado, que se ha trasladado de un lugar a otro para salvarlo de las aguas) quedaron un montón de vestigios romanos, neolíticos, de pueblos visigodos, de pueblos árabes, de milenios de época prehistórica, un montón de patrimonio que no... Que lo que hay documentado lo ha hecho principalmente un señor que se llama Antonio González Cordero, que en sus veranos se ha dedicado a documentar todo el patrimonio que hay bajo las aguas del embalse de Valdecañas por cuenta propia y por interés personal. Y hay un gran desconocimiento. Nombramos ahí un dato, que no me lo sé ahora mismo de memoria, pero que en el año 2021-2022, cuando ha habido tanta sequía, sequía en muchos casos generada por la generación de energía, han aflorado en un solo verano mil y pico yacimientos arqueológicos nuevos. Lo dice el Ministerio de Cultura, un Ministerio de Cultura que no ha querido decir dónde estaban estos sitios para evitar el expolio [...]
[JM] La solución a esto todavía no está clara, porque, con ese patrimonio, ¿qué se hace? ¿Se saca afuera? ¿A dónde? ¿Qué se hace con ese patrimonio? Se puede dejar dentro, que es una de las opciones, ¿por qué no? Pero al final, el agua acaba erosionando también todo ese patrimonio que hay debajo. Entonces, no está claro porque, también, si lo sacas arriba, ¿para qué? ¿Para un turismo masivo que lo iguale todo? Pues a lo mejor no es la solución, pero ¿lo es dejarlo abajo? Son cuestiones muy actuales que tocan con el turismo, con la conservación del patrimonio, con la política. Estamos tratando temas actuales, no solamente del pasado.
Medio ambiente
¿Qué pasa con la presa de Valdecaballeros?
Es que igual el debate de los pantanos está inserto en la columna vertebral del debate sobre el territorio, sobre la propiedad y sobre el poder...
[MAF] Por eso te decíamos que queríamos hablar de una cosa, pero al final nos hemos dado cuenta de que se abren muchos temas, y al final todo eso sale en el libro.
Sí, sí. Porque tampoco nos podemos quedar en dinámicas de memoria particular, como comentabais antes, o personal, ni en la expresión de eso que podríamos llamar “lo sensible”.
[MAF] De lo nostálgico.
Efectivamente, de lo nostálgico. E igual hay que entrar también de lleno en lo político, en nombres y en apellidos, porque aquí habrá que empezar a poner también nombres de culpables de cosas muy graves. ¿Cuáles serían esos nombres?
[JM] Claro. Pues mira, es paradigmático como el caso de Torrejón se cerró sin culpables. Jurídicamente, Torrejón no tiene culpables y, sin embargo, hubo una primera partida de ataúdes de 70 que se quedó corta. Las cifras oficiales hablan, creo, de 54 muertos, pero una primera partida de 70 ataúdes se quedó corta. Es decir, quienes saben de esto hablan de en torno al centenar de fallecidos. Bueno, pues ese centenar de fallecidos parece que fallecieron de manera natural, porque como no hay culpables jurídicamente...
Las confederaciones hidrográficas [...] son uno de los grandes ejes de poder más difíciles de penetrar, donde la ciudadanía tiene muy poca capacidad de influencia, de decisión
Como si fueran catástrofes naturales, sí... Pero es que estas tienen nombres detrás, ¿no? Del oligopolio eléctrico, que entiendo es quién más tiene que ver en este tipo de obras, ¿qué nombres habría que destacar?
[JM] En el caso de Extremadura yo creo que es claro, y más en relación al Tajo, que es Iberdrola. El río Tajo es de Iberdrola en la parte extremeña.
[MAF] Es que luego muchas empresas van cambiando. En muchos embalses se han ido vendiendo las concesiones, como en el caso de Jánovas. Empezó siendo una empresa con sede en Zaragoza, pero ahora está en manos de Enel, que era Endesa, una empresa pública que luego se privatizó, que ahora ha comprado Enel, una transnacional con sede en Italia y por la que también ha habido intereses chinos de compra. Es decir, que son las grandes empresas, básicamente las que todos tenemos en mente. Luego, hay otro tipo de casos como el de Porma, donde está a cargo una pequeña hidroeléctrica, no es una gran empresa, porque a las grandes empresas no les interesó por algún motivo, no era rentable...
[JM] Y todo esto bajo la connivencia, también, de los poderes del Estado. La parte estatal también tiene su importancia, porque, bueno, al final son concesiones a manos privadas, pero también el Estado tiene un papel. Hablábamos antes de la representación del muro como forma de poder estatal y, bueno, pues está ahí.
[MAF] De hecho, sobre las confederaciones hidrográficas —que también hablamos de ellas—, unas entidades públicas que ya son centenarias (la primera creo que es del año 1926, que es la del Ebro), la gente que está en el día a día de las temáticas del agua dicen de ellas que son uno de los ejes de poder más opacos que existen. Las confederaciones hidrográficas tendrán gestiones diferentes dependiendo de quién sea la persona que la presida en ese momento, que puede haber matices, pero en general, por lo que nosotros conocemos son uno de los grandes ejes de poder más difíciles de penetrar, donde la ciudadanía tiene muy poca capacidad de influencia, de decisión.
[JM] Porque son organismos que dependen del MITECO, del Ministerio de Medio Ambiente, pero al final su funcionamiento interno es que en las asambleas mandan los regantes, las hidroeléctricas, y la voz ciudadana es una parte mínima. Entonces, claro, ahí también hay mucho que decir, ¿no?
Especulación urbanística
Valdecañas: corrupción estructural
Sí. También es curioso, cambiando un poquito de tema, la paradójica capacidad de vaciar que tienen los embalses. De vaciar pueblos para llenar pantanos y luego, también, de vaciar esos mismos pueblos que pretendidamente se iban a beneficiar de los recursos de los embalses. ¿Qué se hizo mal? ¿Cuál fue el error? ¿Dónde se echó mal la cuenta?
[JM] Mira, yo ahí te pondría el ejemplo claro de lo que llaman el Mar de Castilla, en la provincia de Guadalajara, cuando unen dos embalses, el de Buendía y el de Entrepeñas, y a todo eso lo llaman el Mar de Castilla. Se pensaba que iba a haber una riqueza en torno a esa nueva costa, deportes náuticos, hoteles y demás. Tú vas por allí y, ahora mismo, de todo lo prometido es que no ha llegado ni la mitad de la mitad. Es un desarrollo que prometieron y que no ha llegado ni siquiera a quienes supuestamente iban a ser beneficiados por los embalses.
[MAF] Muchas veces se ha usado el argumento de los regadíos como una de las principales razones para hacer los embalses, como un argumento además muy aceptado socialmente, muy entendible, de que hay que hacer agricultura y hay que regar, pues, ¿qué vamos a hacer? Pero es que en muchos casos esos regadíos prometidos no han sido reales. Y es que en el caso de Riaño, que ha sido uno de los últimos casos, tal vez de los más sangrantes, en los que más violencia ha habido en el desalojo y más resistencia, yo creo que no se ha llegado ni a la mitad del regadío que iba a haber aguas abajo. Entonces, es que no era para eso. Sí que es verdad que en León hay pueblos, hay zonas que se han beneficiado mucho de Riaño, pero que no es ni la mitad de lo que prometían. Entonces, bueno, muchas promesas de esas han caído en saco roto, No se han ejecutado, no se han llevado a cabo.
La cuestión sigue siendo tan opaca que, ahora mismo, simplemente sacar un inventario de grandes embalses y su función no es simple. Hay que estar buceando uno por uno en un listado, hacer preguntas... Cuesta mucho
[JM] Al final, a la mayoría de los grandes embalses los han vendido como regadío porque esa es la cara más amable. No es lo mismo políticamente vender que un gran embalse es para generar hidroelectricidad —que en el imaginario lo tenemos atado a empresas privadas— que para regadío que, al final, es para agricultura y, claro, todos tenemos que comer. Pero detrás de esa primera intención o de esa intención que se vendía, había otras cosas. Hay muchos embalses que se vendieron para una cuestión de regadío y que realmente son hidroeléctricos. Y la cuestión sigue siendo tan opaca que, ahora mismo, simplemente sacar un inventario de grandes embalses y su función no es simple. Hay que estar buceando uno por uno en un listado, hacer preguntas... Cuesta mucho. Ni siquiera una pregunta tan sencilla como esa tiene respuesta clara y eso es por algo.
Los pantanos, como hemos hablado antes, se prestan mucho a esta imaginario que señala que la acumulación de agua nos va a beneficiar y, así, parece fácil instalar un discurso demagógico entre la opinión pública. El caso del embalse de Valdecaballeros es un ejemplo típico, donde hay gente que se ha puesto nada menos que en huelga de hambre para que no derribaran un pantano que no daba nada, un pantano abierto, inútil.
[MAF] Como te decíamos, es que el relato de los espacios está tan bien construido... Es una narrativa que atraviesa, además, a gente de diferentes aspectos, de diferentes territorios, y que atraviesa también un siglo y medio de la historia del Estado. Contrarrestar o matizar ese relato todavía cuesta, porque sigue muy presente.
[JM] Y luego hay bulos que funcionan muy bien, como eso de que el Gobierno ha derribado más de 200 grandes represas... ¡Pero si el 90% de todo eso derribado, o más de ese porcentaje, son azudes pequeños que no tenían ninguna utilidad! Pero ese bulo ha corrido mucho y resulta que, para mucha gente, nos encontramos ante el Gobierno destructor de las grandes represas. Pues no sé cuáles, porque que me digan una gran presa que se ha derruido de momento.
Os he oído en algún sitio, al hilo de todo esto que estamos hablando, que la historia sentencia y que las memorias cuestionan.
[JM] Sí, la historia sentencia y las memorias cuestionan. Es una frase que, de hecho, incluimos en el libro y creo que nos sirve para reflexionar eso que hablábamos antes de cómo los grandes embalses van vinculados a un gran relato. Ese gran relato de los embalses significa crecimiento, desarrollo, progreso, beneficios. Sin apellido, sin decir de quién, para quién y por qué.
Sin embargo, frente a ese gran relato, estas memorias, ese escuchar de forma colectiva o individual a tantas personas sacrificadas por los grandes embalses, cuestionan esa historia con mayúscula y lo que aportan son narrativas que, de algún modo, visibilizan las posibles luchas y dan un sentido a todo lo que se ha creado y a cómo se ha generado este desarrollo. Visibilizan de una forma muy palpable cómo el desarrollo actual y el desarrollo prometido caminan muchas veces sobre cadáveres y sobre víctimas.
En cada sitio al que nosotros hemos ido existía esa memoria popular, había gente que ha escrito la historia de su pueblo [...], gente que tiene todos los papeles guardados en una carpeta de la que no se separa, hay gente que ha escrito poemas, hay gente que tiene un montón de fotografías archivadas
¿Cuál creéis que es el papel de la memoria popular en el rescate de todo lo ahogado?
[MAF] Es fundamental. En cada sitio al que nosotros hemos ido existía esa memoria popular, había gente que ha escrito la historia de su pueblo, que la tiene documentada, gente que tiene todos los papeles guardados en una carpeta de la que no se separa, hay gente que ha escrito poemas, hay gente que tiene un montón de fotografías archivadas, hay gente, como Isidoro de la Fuente, que se ha dedicado durante años a reconstruir el árbol genealógico de todo el valle de los seis pueblos inundados bajo el pantano del Porma hasta el siglo XVI, padres, hijos... Hay un montón de memorias populares que nos han servido a nosotros para construir esto. Hay obras de teatro, por ejemplo, como Nos echan de casa, una obra de teatro que ha hecho gente del pueblo —quienes la han guionizado y los actores y actrices son gente del pueblo— para contar la historia de expulsión del embalse del Ebro.
[JM] O el otro día, cuando estuvimos en Rosalejo, donde una mujer —que aparece reflejada en el libro porque fue una de las primeras expulsadas de Talaverilla —se animó en el debate que se generó a acercarse, coger el micro y recitar una copla que se inventó ella y que tiene memorizada; una copla que refleja claramente lo que para ella era y es Talaverilla. Entonces, es que esa memoria popular... Sin esa memoria popular creo que no existirían esos 500 núcleos de población inundados, pero gracias precisamente a esa memoria popular es que siguen, estarán bajo las aguas y serán memorias ahogadas pero creo que siguen vivas en la memoria de muchas personas.
[MAF] En la casa de mucha gente, en esas libretas, en esos cuadernos, en esas carpetas.