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Migración
Busturialdeko Harrera Mugimendua reivindica un sistema efectivo de acogida
Una moción presentada en 20 ayuntamientos pretende poner en marcha un protocolo integral después de las acogidas populares de este verano en diferentes ciudades y pueblos
Decenas de personas y varios colectivos en Gernika reivindicaron un sistema efectivo de acogida por parte de las instituciones vascas y denunciaron la situación en la que se encuentran las personas migrantes que llegan a Euskadi. Con un desayuno solidario con personas que participan en un proyecto de acogida por la mañana y una kalejira por la tarde quisieron visibilizar el trabajo realizado desde la sociedad civil por diferentes colectivos y exigir a la administración que se haga cargo de su responsabilidad en la acogida de las personas que están en tránsito o que deciden quedarse.
Desde Busturialdeko Harrera Mugimendua se ha presentado una moción en 20 ayuntamientos de la comarca de Busturialdea con el fin de iniciar unas negociaciones que se concreten en acciones. La moción contempla la creación de un protocolo integral de acogida que permita a las personas que llegan empadronarse desde el primer día, acceder a servicios de salud y en definitiva que cubran sus necesidades básicas. Además, insta a los ayuntamientos a poner en marcha redes socio-afectivas que faciliten la inclusión y a unirse a la red Zurrumurrurik ez!, de la que ya forman parte muchos ayuntamientos en la CAV, para prevenir la xenofobia.
“Nuestra intención ha sido contar con las instituciones porque entendemos que tienen que entrar en este ciclo porque tienen una responsabilidad”, afirma Ederra Zabala, que forma parte de Busturialdea Harrera Mugimendua. Desde el 14 de octubre se lleva a cabo un proyecto de acogida de doce jóvenes de origen africano en un edificio que fue okupado por el colectivo Eztena después de años sin utilizar. Estas personas cuentan con el espacio Astra durante el día para las cuestiones cotidianas como desayunar, comer o lavarse. Los jóvenes llegaron a Gernika después de haber sido acogidos en Bilbao por diferentes colectivos junto con la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak.
“Desde hace años venimos viendo esta realidad en la Frontera Sur pero ahora mismo la estamos viviendo aquí, nos hemos convertido en uno de los lugares de tránsito mas grandes de todo el estado”, explica Ederra refiriéndose al aumento de llegadas a Euskal Herria este verano. También pone en valor la implicación de la sociedad en general con la situación de las personas que van llegando. “En un contexto como Gernika que ha sufrido una situación de extrema violencia, creo que la sociedad está sensibilizada con ello”, apunta.
En busca del compromiso institucional
El 28 de junio llegó el primer autobús de la Cruz Roja a Bilbao con personas que habían entrado al estado a través de la Frontera Sur, y una semana antes otro autobús similar había llegado a Donosti. Enseguida diferentes organizaciones y colectivos pusieron en marcha una red de acogida para atender las necesidades de los migrantes, que estuvo funcionando hasta finales de septiembre en diferentes barrios de la ciudad: Bilbao La Vieja, Atxuri y Zorrozaure.La respuesta institucional fue “muy lenta e insuficiente” en palabras de Txus Blanco, activista de OEE que participó en esta red. En este proceso se exigió a las administraciones que pusiesen los medios necesarios para atender a las personas dignamente. Blanco valora algunos avances que se dieron aunque también apunta algunas carencias como la atención a los demandante de asilo (pueden tardar hasta un año en conseguir cita con la policía), la breve estancia permitida en los albergues o la falta de un centro de día.
“Durante el día no hay ningún recurso donde puedan acudir, andan por la calle”, denuncia la activista. “Bilbao es un centro de paso de las redes de trata a Europa, si todas estas personas están por la calle las estamos exponiendo altamente a ese peligro”, critica con dureza y añade que esta situación afecta especialmente a mujeres y jóvenes.
En septiembre la situación se volvió insostenible, se llegó a atender a hasta 150 personas. En ese momento, la red de acogida decidió contactar con colectivos en otros pueblos y descentralizar la acogida ciudadana. Una verdadera acogida supone esfuerzos de doble dirección, las personas que llegan pero también la sociedad a la que llegan. “Nos parecía que lo mejor para ello eran los grupos pequeños, que facilitan la integración y más participación y autonomía de las personas que llegan”, cuenta Blanco.
Tanto ella como Ederra reconocen que la sociedad civil tiene una responsabilidad en la inclusión de las migrantes, en especial en el ámbito social o afectivo. “Seguir siempre esa doble vía. Por una parte exigir a las instituciones que pongan los recursos pero también que las personas que vivimos en esa sociedad a la que llegan les ayudemos en la inclusión, participemos de ella”, señala Blanco.
“Cuando denunciamos la situación que padecen las personas migrantes intentamos desvelar que son factores inherentes a la propia economía capitalista los que están expulsando a la gente de sus países”, argumenta Andoni Louzao, miembro de Ongi Etorri Errefuxiatuak. “Tenemos que insistir en que el fenómeno de las migraciones va a ir a más porque nos parece un síntoma de la crisis civilizatoria que estamos viviendo, estamos insistiéndole al Gobierno Vasco en que tiene que hacer planes de largo alcance”, concluye el activista.
Blanco pone en valor el trabajo de muchas organizaciones vecinales o vinculadas a la iglesia, y asociaciones del sector terciario, algunas incluso con convenio con las instituciones, que llevan ya años trabajando por la inclusión y los derechos de las personas migrantes. Ederra coincide con ella en este sentido y añade: “Sin solaparnos, sí que tiene que haber un trabajo en red, en el que constantemente nos estemos compatibilizando, por un lado en un trabajo humanitario y por otro en la denuncia política y la de detectar aquellos elementos que podrían ser reforzados”.
Louzao insiste también en la necesidad de explicar con claridad las migraciones. “El fenómeno migratorio, tiene unos orígenes y se enmarca en una crisis muchísimo más amplia”, señala. El objetivo debe ser, en sus palabras, “tratar de crear una vacuna contra la xenofobia creciente y que todos los partidos de derecha y extrema derecha van a agitar en las próximas elecciones”.