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El retorno de Vainica Doble en los años 80 fue silencioso para las masas pero especialmente intenso para su comunidad de feligreses. La culpa la tuvieron tres clásicos de inusual dureza: El tigre del Guadarrama (1980), El eslabón perdido (1981) y Taquicardia (1984), donde su vertiente mágica quedó absolutamente cercenada.
Más que nunca, la desesperanza y la tragedia chapoteaban del costumbrismo en primerísimo primer plano a la rama naturalista de Carmen Santonja, cuya dedicación a la pintura de trazo ecológico se trasladó a cortes como “El eslabón perdido” y “El tigre del Guadarrama”. En este último también aflora su devoción por Chopin, de quien hace uso del Preludio Op. 28 nº4 con el fin de armar una estructura mínima, aunque borracha de arreglos inesperados.
Ciencias naturales, pintura, música clásica son los ejes a través de los que Carmen materializa “El tigre del Guadarrama”: síntesis modélica de sus grandes pasiones, maridadas en la voz mercurial de Gloria Van Aerssen, fiel aliada en sus repetidos atentados contra la mediocridad. Porque si de algo están sobrados estos seis minutos de ensoñador equilibrismo emocional es de ansias por escapar de los renglones de lo habitual.
Las palabras que abren el telón preludian el viaje: “Rodé haciendo la croqueta por una larga pendiente alegremente, consciente de que mi meta era al fin hallar la muerte”.
Tras dicha presentación, asistimos a un viaje por los relieves de un entorno sembrado de amanitas faloides y granito jaspeado. La voz mercurial de Gloria reposa sobre la tensión de unas cuerdas mortuorias, engañadas por cantos tiroleses y la inocencia de un paisaje que disfraza los cantos violentos del cuarzo, la mica y el feldespato.
La inmediatez del destino fatal es enfocada desde la escotilla del surrealismo mágico. Dulzura de una muerte terriblemente violenta donde han cosido absurdo buñueliano y épica cervantina. Magia de un sueño robado de las mismas entrañas de la muerte.
Música
40 años en 40 canciones
Los cuarenta años de canciones en España bajo el marco constitucional instaurado en 1978 han dado para mucho. O para poco, dirán las voces más críticas. Como la propia Constitución, se apuntará desde la bancada escéptica. Unos y otros pueden elegir su canción favorita de este periodo, votando en la encuesta que se encuentra al final del artículo.
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Me interesa todo lo que tenga que ver con las Vainica pero no me gusta cómo está escrito este artículo. Se puede decir lo mismo con mucha más sencillez y hondura, sin tanto adjetivo ni falsete.