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Memoria histórica
Hoy es fiesta y vais a comer como los maquis, sardinas y patatas hervidas
Pequeño anecdotario sobre las aventuras y desventuras del resistente libertario Miguel Quintana "Perolero" desde sus tiempos bélicos hasta su paso por los platós cinematográficos.
Aquí estamos de nuevo, al igual que en la anterior entrada, hoy recuperamos una de las viejas secciones que llevaban ya un tiempo abandonadas, ni más ni menos que los relatos guerrilleros. Historias reales, no noveladas pero que son curiosas, o interesantes, o divertidas o surrealistas, eso si, les voy a añadir un poco más de base. Hoy el relato trata sobre el anarquista castellonense Miguel Quintana “Perolero” o “la Bruja”, y además de la anécdota voy a contar un poco de sus aventuras, pues merecen la pena...así que buena ruta a todas y todos y ¡¡¡ahí vamos!!!
Quintana nació en Castellón de la Plana un 29 de octubre de 1917, y como hijo de campesinos, acudía a la escuela cuando podía, o cuando llovía, o cuando no había muchas labores que hacer en los campos. Eso si, la escuela le enseñó a leer, cosa que conservaría toda la vida como un tesoro, pues eso eran los libros para él, oro en paño.
Los primeros años de la guerra civil los pasó en la colectividad agrícola, como buen levantino, en el sector de la naranja, aunque en el año 38 ya fue movilizado por el ejército republicano y enviado al frente de Teruel, para colmo de males, a Miguel, que era anarquista, lo alistaron en la 124 Brigada de la 27 División, la “Carlos Marx”, la de Lister, en fin, dentro de lo que fue una de las unidades preferidas por los comunistas. El mote de “la Bruja” le viene de esta época, por su manifiesta habilidad para desaparecer y aparecer de diversos lugares. También podemos añadir que no le vino mal "la brujería" para pasar desapercibido como libertario en semejante unidad. El desastroso devenir de la contienda civil, lo fue empujando hacia la frontera, que pasó con su brigada por Le Perthus, para posteriormente sufrir los inevitables campos de prisioneros que se destinaron a los republicanos españoles. Así que Miguel sufrió campos como San Cebrian o Argelers, hasta que finalmente escapó, “No podía estar allí yo” le comentaba a la historiadora Dolors marín.
Una vez en libertad, sus pasos lo encaminaron hacia la frontera, donde cumplió labor de enlace entre las dos vertientes, a lo que unió pronto la labor de pasador, colaborando entre otros grupos con la conocida Red ponzán. Posteriormente se integró en la resistencia francesa, en la zona de Lodeve, allí formó parte del grupo del también cenetista Manuel Serrano Aguilar, en el maquis Kouffra, en el que también estaban otros libertarios como Serafín Querol, Juanito Derius, Fabregat, Massols o Roca. Con este grupo, participaron entre otras acciones en la liberación de la ciudad de Montpellier.Además Quintana se dedicó a ir almacenando y recogiendo armas para su próxima utilización contra el franquismo. Finalizada la ocupación nazi en Francia, el enemigo siguió siendo el mismo, el fascismo, aunque este dolía más porqué estaba aposentado en casa. Así que se instaló en un pequeño "mas" de montaña, muy cerca de la frontera, en las cercanías de Prats de Molló, llamado La Soranguera, que a partir de entonces sería utilizado como arsenal además de como base de entrada y salida de grupos de acción libertarios con destino Cataluña, entre ellos el del Quico Sabaté.
Bueno, vamos allá por fin con el relato después de esta introducción. Contaba Quintana a Dolors Marín que un día se presentaron en la base de La Soranguera Bernardo Pou, delegado por aquel entonces, año 1945, de la Asociación Internacional de Trabajadores, un inglés y varios compañeros de la SAC, el sindicato anarquista sueco.
Entre la caminata, las conversaciones y las clandestinidades, parece ser que a los visitantes se les abrió el apetito, y viendo las escasas viandas con que contaban en la base guerrillera, con toda su buena intención, propusieron acercarse al pueblo para comprar carne y pan. Quintana los miró de arriba a abajo y tranquilamente respondió “Los maquis comemos sardinas y patatas de estas que se dan a los cerdos, que son más baratas; el dinero es para España. Así que hoy es fiesta y vais a comer como los maquis: Sardinas y patatas hervidas”. Y efectivamente, aquel día la delegación extranjera comió como los maquis, no sabemos si se fueron muy contentos con aquel ágape, lo que si sabemos es que se acabaron a partir de entonces las visitas de aquellos observadores.
De esta época le viene su otro mote, el de “Perolero”, pues mientras vivía en la Soranguera, y a lomos de un burro que le servía tanto de transporte como de compañía, se movía por pueblos y masías de los alrededores ejerciendo su ocupación de lampista, arreglando entre otras cosas peroles, cañerías, luces o lo que hiciese falta, y así iba él, flaco, como mandaba la economía de guerra y moreno como un gitano según sus palabras, que si las digo yo sonarían racistas y no sé cuantos “istas” más, de andar Pirineo arriba y abajo acompañado de su insigne rocín.
Para acabar el relato, otra anécdota del tiempo, como hemos comentado anteriormente, otro de los que acostumbraba a pasar ratos por la Soranguera era “el Quico”, siempre rodeado de sus clandestinidades, ante lo que Quintana comentaba: “Leonor, la mujer de Sabaté, no me podía ni ver. Sabía que hacíamos planes, ella siempre estaba sin un duro, él lo daba todo a los presos en España y claro, ¡ella tenía que llevar una casa!
Deciros que Miguel Quintana debido a sus actividades clandestinas fue desterrado por una buena temporada a Grenoble, bien lejos de la frontera española. Cuando se le retiro la orden, volvió a Lodeva, donde se hizo cargo de unos cuantos olivos y se le nombró secretario de la CNT local.
Y como ese hombre no sabía estar quieto y además se hacía querer, pues nos lo encontramos de repente en un lugar que no esperábamos...¿queréis saber donde?, ni más ni menos que haciendo un cameo en una película que posiblemente a la mayoría lectora de este blog le suene, ni más ni menos que en la peli “Tierra y libertad” del británico Ken Loach. Para quien le pueda interesar, en aquella asamblea del pueblecito aragonés en la que se debate sobre la colectivización de las tierras del mismo, seguro que os viene a la mente, aquel viejito que que con vehemencia defendía la puesta en común y los parabienes de la colectivización...pues sí, ese era Miguel Quintana, quien además, en desacuerdo con parte del guión que consideraba como trotskista en la parte que afectaba a las colectividades, se plantó e hizo tres días de huelga.
Miguel Quintana falleció el 1 de enero de 2009 en su tierra de acogida, en Lodeva, Languedoc, y como otros y otras tantas de su época, lejos del lugar donde había nacido y al que durante muchos años no había podido volver, ¡¡¡genio y figura hasta la sepultura!!!
Fuentes: Clandestinos (Dolors Marín), http://losdelasierra.info/spip.php?article3361, http://nordestllibertari.blogspot.com/2015/10/memoria-proletaria-del-nord-est-el-29.html y http://puertoreal.cnt.es/component/content/6002.html?task=view
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Aquí una m-l que se ha emocionado conociendo brevemente a este compañero. Me habría encantado conversar con alguien así
La generación de la Guerra Civil es un semillero de historias dónde, lejos de los rotulos luminosos de los grandes nombres y los absurdos cultos a la personalidad que los acompañan, permanecen aún historias con frecuencia demasiado olvidadas, de personas encomiables esperando a que alguien las explique. Mi enhorabuena por explicar ésta.
Muchas gracias por tu comentario y por leer la entrada. Efectívamente, aquellos años dieron para muchas historias y para muchos personajes más que interesantes, seguiré tratando de que vean la luz las que poco a poco me vayan llegando...salud!!!