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Memoria histórica
La operación Frankton y la participación de los libertarios españoles
Durante la 2ª Guerra Mundial, una operación de comandos británicos consiguió un gran exito en Francia. Hoy vamos ha hablaros de como se desarrolló, y de como fueron recogidos y puestos a buen recaudo los supervivientes de la citada operación.
Saludos cuadrilla que seguís este blog, a medias entre la memoria histórica y la memoria histérica que se les pone a los fachas, cuando recuperamos cosas y personas del olvido.
Hoy vamos con unos hechos ocurridos durante la 2ª Guerra Mundial, en el estuario de la Gironda, al norte de Burdeos. Unos hechos que incluso provocaron la escritura de un libro y la filmación de una película por parte de la industria de Hollywood rememorando el hecho.
Como siempre nos preguntamos ¿a que viene esto en este blog?, ¿que tiene que ver con el mundillo libertario, o con la guerrilla? Pues tiene que ver, y con gente que no es ni la primera vez ni la última que aparece por las lineas de Ni cautivos ni desarmadas...vamos al lío.
El inicio de esta historia, no es otro que el intento por parte de los ejércitos aliados de cortar el flujo de suministros que recibían los alemanes en el puerto de Burdeos, situado en el estuario de la Gironda. Pese al bloqueo marítimo, los barcos del eje seguían con su tránsito. Además, un ataque directo suponía muchos riesgos, pues había que adentrarse decenas de kilómetros por una desembocadura fluvial plagada de islotes.
El 7 de diciembre de 1942, tras una semana de travesía, un grupo de comandos británicos al mando del mayor Hasler, provenientes del submarino HMS Tuna, desembarcaron en la desembocadura del estuario del Gironda.
A bordo de cinco canoas (la sexta, llamada “Cachalot” se partió al salir de la embarcación), se dirigieron hacia los muelles de Burdeos y Bassens. Dos quedaron fuera de combate debido a las fuertes corrientes marinas(la “Conger” y la “Coalfish”), una tercera (la “Cuttlefish”) no consiguió llegar al objetivo, siendo sus ocupantes detenidos y posteriormente fusilados. Así que a los buques destinados, solo llegaron dos de ellas (la “Crayfish” y la “Catfish”), colocando sus ocupantes varias minas en diversos barcos varados en ambos puertos bajo control alemán. El ataque en Bassens se saldó con el hundimiento de los buques Tannenfels y Portland, mientras que el ataque de Burdeos destruyó el petrolero Cap Harid y los cargueros Dresde y Usaramo. El Sperrbrecher 5 resultó a su vez averiado, pero no llegó a hundirse; la operación constituyó un completo éxito aunque se hubieran perdido las tripulaciones de cuatro de las canoas participantes, entre detenidos y muertos. Los tripulantes de la Crayfish consiguieron desembarcar tras el sabotaje, marcharon durante un par de jornadas tierra adentro, pero al no conseguir trajes de paisano fueron finalmente descubiertos y detenidos. Solo quedaron, abandonados a su suerte el mayor Hasler y el soldado Sparks, que se prepararon para la gran cacería preparada por parte del contraespionaje alemán en tierras francesas, unidas las fuerzas de la Abwher y la temida Gestapo para la ocasión. Hasta el seis de enero, los evadidos no consiguieron ponerse en contacto con la resistencia, quien los puso en manos de la red de evasión “Marie Claire”, que los trasladó hasta la ciudad de Lyon. Problemas con sus lugares de paso de fronteras hicieron que los dos ingleses acabasen en Marsella, donde se hizo cargo de ellos la red Pat O´Leary.
Y aquí entran en esta historia nuestros conocidos. Para quien no esté puesta o puesto en el asunto de las redes de evasión, el eslabón más importante de esta cadena, lo constituían el maestro libertario Francisco Ponzán “Vidal” y un nutrido grupo de confederales con los que actuaba desde que pasaron a Francia.
Hecho este inciso, hay que aclarar que eso de que se hicieron cargo de ellos, hay que explicarlo un poco mejor. Para empezar hay que comentar que en la caza de los dos comandos británicos, se pusieron de acuerdo sin que sirva de precedente en tierras francesas, los dos servicios del contraespionaje alemán, que acabaron también con la detención de varios contactos de la “Marie Claire”. Esto, unido a los problemas de los pasos fronterizos, dieron como resultado que un grupo de la Pat o´Leary acabara yendo a buscarlos a la zona portuaria marsellesa. ¿El grupo en cuestión? Pues ni más ni menos que Lucía Rueda “Patro”, Segunda Montero “Conxita” y Manolo Huet “el Murciano”, miembros los tres de la antena marítima de la red Ponzán.
Pasamos la palabra a Manolo Huet: “No fue nada fácil, pues tuvimos que recorrer los hotelillos malfamados –y baratos- del puerto de Marsella. Algunos de aquellos establecimientos los conocía yo desde la guerra de España. En ellos podías encontrar vendedores de armamento ligero, que era el que nos interesaba a nosotros. Luego nos dedicamos a relacionarnos con agentes de aduanas, que anteriormente habíamos sobornado para que nos dejasen vía libre y poder embarcar fugitivos en motonaves fruteras valencianas, que regresaban a Valencia vacías. Entonces, uno de ellos, nos puso en contacto con uno de sus compañeros que andaba metido en la resistencia francesa. Por éste supimos que los dos supervivientes estaban bajo su custodia y que incluso habían intentado ponerse en contacto, por radio, con Londres, para hacerse repatriar por mar, a bordo de un submarino aliado. Pero que dicha gestión había fracasado”.
Así que poco tiempo después, mediante el contacto de la resistencia, los dos miembros de los comandos británicos fueron, primero encontrados y recogidos, y posteriormente acompañados a lugar seguro por Lucía y Segunda. Para tratar de pasar desapercibidos, fueron llevados hasta Sete, uno de los puntos principales de la antena marítima. Aquí damos paso al testimonio de Lucía Rueda, una de las encargadas de acompañarles en su viaje y al parecer, de aguantarlos: “Si, es verdad, de los que guardamos, tanto “Conxita” como yo, un recuerdo bastante desagradable, fue de los dos supervivientes de la famosa “operación cáscara de nuez” (el verdadero nombre de la operación era Frankton, el de cáscara de nuez se lo dio Lucas Phillips, quien tituló de esta manera el libro que narraba los hechos). Sobre todo de uno de ellos, creo que era capitán (se refiere al mayor Hasler), un sujeto orgulloso y antipático. Los fuimos a recoger a Marsella, arriesgándonos más que de costumbre, pues iban mal vestidos y peor documentados. Se podía ver a la legua que no eran hijos del mediodía de Francia. Al ver aquél panorama, yo tuve miedo, la verdad. Temí que nos diesen el alto, en pleno Marsella, y que aquél fuese nuestro último viaje. “Conxita”, ante la insolencia del capitán, llegó a proponerme que nos largásemos y que los acompañara su madre…Bueno, hicimos el viaje con ellos sin el menor tropiezo. Tuvimos suerte. Sí, porque aquél día, en el tren, hubo más controles que nunca, por lo que nos vimos obligados a cambiar de vagón varias veces. En Sète se les facilitó ropa y nueva documentación, y luego los acompañamos hasta Toulouse”.
Posteriormente fueron llevados hasta Perpiñán, lugar en el que fueron recogidos por los guías de la red, que les hicieron cruzar la frontera para llegar finalmente hasta Barcelona. Parece ser que el carácter del mayor Hasler, siguió provocando problemas también con los pasadores de Ponzán, que a punto estuvieron de dejarlos abandonados en los Pirineos. Además del carácter del oficial, ambos hombres llevaban tanto tiempo escondidos y sin realizar ejercicio que la travesía fue bastante penosa por el estado físico en el que se encontraban.
Finalmente, en abril de 1943, el desagradecido Hasler y el soldado Sparks, consiguieron el ansiado objetivo de pisar suelo británico, aunque fuera en el peñón de Gibraltar. Con los años, Hasler escribió un libro relatando los hechos, en los que no aparece agradecimiento alguno hacia aquellas mujeres y aquellos guías, que básicamente le habían salvado la vida a él y a su compañero Sparks.
Fuentes: Los montañeros de la libertad. 1936-1944. Inédito (Pons Prades), Los senderos de la libertad. (Pons Prades), archivo del autor, lasegundaguerra.com y historiassegundaguerramundial.com