Pensamiento
Mireille Fanon: “Si votas por Macron o por Trump, luego no vengas llorando”

La descolonización, el racismo estructural, el extremismo o la liberación son los temas que preocupan a la activista francesa Mireille Fanon, impulsora de la Conferencia de Bandung du Nord.

Mireille Fanon
Mireille Fanon. Oriol Clavera

Hija de Frantz Fanon (Martinica 1925- Estados Unidos 1961), uno de los pensadores más influyentes del siglo XX en materia de descolonización y liberación nacional, Mireille Fanon (1947) ha decido recoger el testigo de su padre y continuar el legado que él dejó. Presidenta de la Fundación Frantz Fanon Internationale, Mireille Fanon participó en mayo de 2018 en la conferencia internacional de Bandung del Norte, organizada por la Decolonial International Network y que tenía como objetivo rescatar los ideales de la Conferencia de Bandung de 1955.

Esta vez, no obstante, la conferencia se centró en los problemas de la gente racializada que vive en el norte, a diferencia de la conferencia de 1955, en la que líderes de países africanos y asiáticos que habían estado bajo la colonización europea abordaron una serie de cuestiones a fin de evitar el necolonialismo y quitarse de manera definitiva el yugo de las potencias europeas.

Con un discurso potente y crítico, pero poco conciso, Mireille Fanon, invitada a Barcelona por Pol·len Edicions a la presentación de Els esclaus feliços, del ilustrador vasco Asisko Urmenetta, aborda en sus artículos y conferencias universitarias los temas que ya abordó su padre: descolonización, racismo estructural, extremismo o liberación, entre otros. Cambia el contexto, pero se mantiene el reto: descolonizar por completo todos los cuerpos y todas las culturas. Huir de los modelos y pedir responsabilidades.

En mayo de 2018 usted estuvo en la Conferencia de Bandung du Nord, que emuló la Conferencia de Bandung de 1955. ¿Cuáles son los objetivos de esta nueva Conferencia de Bandung du Nord?
En Europa, así como en el resto de mundo, aún hay personas colonizadas. Tal y como se pretendía con la Conferencia de Bandung de 1955, el objetivo es que la gente deje de estar bajo los barrotes de la colonización. Hay temas y puntos que ya se trataron en el 55 y que continúan siendo pertinentes porque no se han resuelto, como la erradicación de la pobreza y el racismo, la desigualdad en el mundo o el respeto por todas las culturas. La Conferencia de Bandung estaba dirigida a los ciudadanos de los países del sur que estaban colonizados por los países del norte y la de Bandung del Norte está dirigida aquellos ciudadanos del norte que viven colonizados y marginados. Hablo de las personas racializadas o personas que se quedan al margen por cuestiones de religión o de clase.

En marzo del pasado año, en España se organizaron grandes manifestaciones feministas, con motivo del día de la mujer, pero el colectivo Afroféminas, de mujeres racializadas, decidió no unirse a las marchas por no sentirse representadas.
Hay que descolonizar el espíritu de las mujeres blancas. 

¿Y cómo se hace eso?
No sé cómo se debe hacer, pero se debe hacer. De todas maneras, es vuestro problema, no el mío. Para mí, como mujer racializada, no me supone nada, es una cuestión de las mujeres blancas. Se tiene que salir de todas las formas de colonización, vengan de donde vengan.

¿Estamos asistiendo a una segunda colonización, en este caso económico, en África, por parte de China?
¿A quién te refieres cuando empleas esa primera persona del plural?

A la sociedad, a la comunidad internacional.
Te equivocas, porque estás criminalizando a los blancos. Ahora es momento de mirar hacia los gobiernos africanos, que están permitiendo el endeudamiento con China.

Este es el sistema capitalista que tenemos: mientras no te quejes, todo irá bien; a la mínima que te salgas del camino, ya sabes a lo que te expones. No soy demasiado optimista, lo sé

¿Y si saben que es perjudicial para sus países, seguramente en un futuro, por qué lo permiten?
Porque no saben hacerlo distinto, porque no tienen ningún otro modelo, porque siempre han vivido bajo el influjo del colonialismo y creen que ese es el mejor modelo. Y cuando ha habido personas que han intentado hacer las cosas distintas, han sido asesinadas, como pasó con Lumumba o Sankara. En este caso, con lo que está pasando ahora, hay que pedir responsabilidades a los presidentes y a los gobiernos africanos. China está haciendo algo parecido a lo que hizo Europa en su momento, pero de distinta manera y sin violencia.

¿Es otro tipo de violencia?
Quizás, pero repito, hay que pedir explicaciones a los gobiernos africanos.

En el prólogo de Los condenados de la tierra, obra fundamental de su padre, Frantz Fanon, Sartre ya decía que Europa hacía agua por todas partes. ¿Cree que el auge de la extrema derecha, ya no solo en Europa sino en el resto del mundo es una fase?
No creo que la popularidad de la extrema derecha vaya a ser algo pasajero, creo que ha llegado para quedarse.

¿Y dónde está la izquierda?
Ha quedado destruida por la derecha. El sistema está enfermo. En primer lugar, porque continuamos viviendo dentro de un sistema racista y realmente ya no sé qué más hay que hacer para cambiarlo. A no ser que los movimientos alternativos impongamos una alternativa, nunca mejor dicho, al sistema capitalista, no hay salida. Pero, sinceramente, no sé qué se puede hacer para cambiar las cosas.

¿No le generó esperanza todo el movimiento que nació en 2011?
Si, pero ya vimos la reacción de los Estados: usaron la represión, que es la única manera que tienen para mantenerse en el poder. Por eso digo que todos continuamos estando bajo el yugo colonialista, porque el Estado continúa usando los mismos mecanismos y la misma violencia que usaba entonces. Este es el sistema capitalista que tenemos: mientras no te quejes, todo irá bien; a la mínima que te salgas del camino, ya sabes a lo que te expones. No soy demasiado optimista, lo sé.

¿Cómo vivió las primaveras árabes?
En su momento lo viví con esperanza, recuerdo, pero ahora la esperanza ha desaparecido. Pensar en las teorías de la conspiración [las que aseguran que las revueltas árabes fueron instigadas por los Estados de países occidentales con intereses estratégico y económicos en la región] sería una estupidez, pero es cierto que allí donde hubo las primaveras también hay dos o tres países con muchos intereses. Cuando estos países, ya ahora hablo en general, ven sus intereses en peligro, no dudan en poner en marcha mecanismos de coerción masiva para que las voces críticas queden silenciadas.

Usted vive en Francia, uno de los países donde más jóvenes se han “radicalizado”, y lo pongo ente comillas porque entiendo que la nomenclatura no resulta acertada. ¿En qué estamos fallando como sociedad?
El extremismo a mí no me gusta llamarlo radicalización, es la expresión más evidente y fruto del racismo religioso, del racismo hacia el otro, la xenofobia. Esto sucede porque vivimos en una sociedad enferma, que no intenta curarse, además. Los blancos católicos continúan pensando que las otras religiones son peligrosas, pero lo cierto es que son ellos mismos los que son peligrosos para ellos mismos.

Usted no se muestra demasiado optimista, pero ¿cree que podría haber algún tipo de inflexión en algún momento a medio plazo en que las cosas cambiaran?
Hay que repensar la manera en cómo la humanidad se relaciona, hay que cambiar los parámetros de la mundialización. Pero sí, ojalá hubiese un cambio. De todas maneras, ese cambio no pasa por intentar arreglar el sistema que tenemos, porque eso no va a suceder. Tiene que haber un cambio de sistema, no un cambio de algo del sistema. Necesitamos cambiar los paradigmas y conseguir no ver al otro como nuestro enemigo.

¿Desde abajo?
Sí, es la gente la que puede provocar el cambio, no la clase política. El sistema sabe qué cartas juega, y no está dispuesto a quedarse en desventaja. Hay que tener consciencia del tipo de mundo en el que vivimos y hacer elecciones: o se está del lado de la ética o del lado de la mafia. Hay que ser ciudadanos responsables: si votas por Macron o por Trump, luego no vengas llorando. Hay que pensar que todo tiene consecuencias, que lo hacemos y decidimos va a tener un efecto en el futuro, a todos los niveles, y eso es una realidad que los jóvenes no están dispuestos a aceptar, porque están alienados completamente por el sistema, lo cual me entristece mucho.

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