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Renta básica
En busca del apoyo ciudadano a una renta básica universal en Europa
25 de septiembre de 2020, el mundo lleva en pandemia varios meses, una amenaza que ha hecho tomar a los gobiernos de todo el globo medidas inéditas: distintos grados de confinamiento que han conllevado un parón económico y un montón de puestos de trabajo suspendidos hasta una vuelta a la normalidad que no parece estar próxima. El inicio de la crisis sanitaria, con la súbita interrupción de la actividades, había espoleado el debate sobre la renta básica universal, particularmente en los primeros meses de la pandemia.
En este contexto, hace justo un año, se presentaba la Iniciativa Ciudadana Europea por la renta básica universal, que aspiraba a llevar el debate a las instituciones comunitarias y de ahí a las de los estados miembro. “Nuestro objetivo es la implantación de rentas básicas incondicionales en toda la UE que garanticen a cada persona su existencia material y la oportunidad de participar en la sociedad como parte de su política económica”, expone la propuesta en la web destinada a su firma. Para ello necesitan reunir un millón de rúbricas en toda Europa, teniendo que superar cada país un umbral mínimo. Un año después solo Eslovenia ha superado su mínimo, y algo más de un 15% de las firmas han sido conseguidas (151.046 firmas a 25 de septiembre), sin embargo, la UE ha otorgado un periodo extra para alcanzar el millón, concediendo una prórroga de durará hasta el 25 de junio de 2022.
Como actividad de la Semana Europea por la Renta Básica, y para mantener viva la demanda de que los estados miembros estudien cómo aplicar esta medida que implicaría establecer que cada ciudadana y ciudadano reciba una transferencia monetaria mensual, suficiente para cubrir sus necesidades básicas, que no esté sujeta a ninguna condición (una renta básica universal e incondicional), durante el día de hoy se ha convocado una acción de tintes internacionales.
— ICE por una #RentaBásicaEuropea (@ICEporRBUI) September 24, 2021
“Se trata de una marcha virtual que implicará gente de todo el planeta, desde lo más oriental hasta llegar a América. La gente participará o se conectará, depende del potencial activista, unos harán una marcha, otros un manifiesto, otros cantarán algo”, explica la activista Mayte Quintanilla. En Madrid, por ejemplo, se unirán para cantar en la plaza de Callao a las 19 de la tarde. Un tema inventado para la ocasión que integrantes de Eureka —Plataforma que promueve la ICE a nivel estatal— han preparado a lo largo de las últimas semanas.
Y es que a la iniciativa europea le hace falta un buen empellón, aunque ha obtenido un generoso tiempo extra para intentar alcanzar su objetivo. “Si llega a respetarse la fecha para el 25 de septiembre que es cuando empezamos, sería fatal”, admite Quintanilla. Y no será porque no lo están intentando. Asambleas virtuales quincenales para pensar estrategias y diseñar acciones, carteles y posters con el Qr que lleva a la página para firmar en muchos espacios de paso y reunión, manifiestos mensuales que toman como punto de partida uno de los días internacionales de la ONU y argumentan de qué manera la RBU contribuiría a garantizarlos: una intensa actividad que no acaba de recoger los frutos esperados. España ha alcanzado unas 24.000 firmas, menos de un tercio de su umbral mínimo.
Entre las personas activistas “comentamos las resistencias ideológicas y sobre todo culturales a una renta básica universal. El ‘ganarás el pan con el sudor de tu frente’, la idea de que las prestaciones económicas producen vagos porque la gente no quiere trabajar”
Aunque las firmas “anden flojas”, en palabras de Quintanilla, toda esta actividad ha servido para “mejorar la articulación del activismo en torno a la renta básica, hay un montón de colectivos que se han sumado, hemos creado la plataforma Eureka...”, se trata de una treintena de colectivos que abordan distintas temáticas y tienes distinto arraigo territorial. Activistas de la plataforma acuden allá donde algún grupo quiere organizar un acto de sensibilización o difusión de la ICE para apoyarles. “Eso sube mucho la moral del conjunto y fortalece también porque produce un intangible muy potente y es la sensación psicológica y física de que no están solos en la causa, de que hay gente de otros lugares que están trabajando por lo mismo”.
La demanda
Uno de los colectivos que integran Eureka es el Observatorio de la Renta Básica Universal de Attac Madrid. Su coordinadora, Berta Lago Bornstein, también socia de la Red Renta Básica, explica que el debate de por qué a la iniciativa le está costando alcanzar sus objetivos forma parte de las conversaciones de los activistas. “Ayer mismo en uno de los grupos alguien comentaba las resistencias ideológicas y sobre todo culturales. El ‘ganarás el pan con el sudor de tu frente’, la idea de que las prestaciones económicas producen vagos porque la gente no quiere trabajar”, una premisa que para esta veterana activista no se sostiene, primero porque en este largo proceso de contracción del mercado de trabajo acelerado por la crisis conseguir un empleo no depende del individuo, pero también porque las rentas condicionadas generan la trampa de la pobreza cuando las personas temen perder su prestación al aceptar trabajos mal pagos e inciertos, explica Lago Bornstein.
El bajo número de firmas en España sorprende, existiendo un importante tejido ‘rentabasiquista’ en el país que mantienen activo el debate —aunque, como señalas las activistas, los medios no siempre acompañen. En Mayo de 2020, una encuesta de la Red Renta Básica sobre aceptación de la medida en el Estada apuntaba a que un 56% de la población sería favorable a su implementación. Con la llegada del debate sobre el Ingreso Mínimo Vital la atención se fue desplazando hacia la aprobación de esta medida y su conflictiva y limitada ejecución.
Lago Bornstein contempla las cifras desde Alemania, donde reside temporalmente, lugar en el que, celebra, en plena campaña electoral se pueden ver los carteles del Partido Pirata reclamando la renta básica como una de sus propuestas. “Alemania va muy por delante, está por encima del 70% aún cuando en este país hay más y mejor protección”. A la activista le cuesta entender por qué en España cuesta tanto apuntar a esta demanda y recuerda cómo en 2013 una ICE de las mismas características no llegó al mínimo necesario. “Pero el escenario era otro, ahora mismo mucha gente de más o menos clase media está en situaciones de empobrecimiento muy fuerte, parecería lógico una mayor demanda de esta medida”. La cultura trabajista junto al “pensamiento neoliberal de quien quiere puede”, apuntando a la voluntad individual e invisibilizando las causas estructurales de la pobreza, estarían, para la activista, en el origen de esas resistencias.
Convencer
A las razones culturales que señala la coordinadora del observatorio de Attac, Quintanilla añade el desconocimiento sobre la medida, un obstáculo que tratan de contrarrestar innovando en su labor de convencer: “Lo que estamos intentando es seguir pertrechándonos de argumentos rápidos para que cuando paramos a la gente en la calle les den que pensar. Nos hemos dado cuenta que el nivel atencional del común de los mortales ha bajado a microsegundos, entonces si en el primer microsegundo no has conseguido shockear a tu interlocutor, sale corriendo”.
“Vemos que a todas las capas de la sociedad les interesa la RBU. Vamos aprendiendo y vamos comentando qué argumentos están empezando a funcionar para que la gente al menos escuche”
Salir a la calle, observar a las personas, imaginar qué argumentos específicos pueden resonar en ellas, está siendo un ejercicio fértil. “Vemos que a todas las capas de la sociedad les interesa la RBU. Vamos aprendiendo y vamos comentando qué argumentos están empezando a funcionar para que la gente al menos escuche”, explica Quintanilla que aunque no se atreve a aventurar que para junio hayan llegado al objetivo, no se rinde: “Estamos intentando tocar todas las teclas posibles del piano a ver si alguna suena y se multiplica y se disparan las firmas”. Por otro lado, desde Eureka ven una actitud abierta por parte de la Unión Europea a esta y otras ICE, pues les han ido ampliando los plazos sin que tan siquiera lo hubiesen solicitado, obteniendo nueve meses extra.
Para quienes se baten por que la renta básica universal llegue a las instituciones europeas, esta se trataría de una conquista enorme, una transformación sustantiva de la justicia social. “Daría sentido a las leyes: no me sirve la declaración universal de derechos humanos mientras no exista renta básica. No estamos haciendo posible que se cumplan los derechos que establece no solo la ONU, sino también la Unión Europea o la propia Constitución española”, concluye Lago Bornstein.