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Teatro
El debate de la prostitución sube al escenario del Teatro Jovellanos de Gijón
La pieza teatral Prostitución alterna momentos de intensidad, dramatismo y enorme mal rollo, con otros de comedia negra o simplemente comedia. Por encima de su irregularidad, destaca un gran mérito: la invitación a dialogar y escuchar.
“Lo bueno de la prostitución es la ecuación tiempo-dinero” dice uno de los personajes de Prostitución. Esa quizá sea una de las pocas afirmaciones que compartan la mayoría de los muchos personajes que desfilan por Prostitución, la polifónica obra de teatro de Andrés Lima protagonizada por Carmen Machi, Nathalie Poza y Carolina Yuste. Y es que si algo nos deja claro este espectáculo de algo más de dos horas de duración es que las experiencias de prostitución son tan múltiples y diversas, como difícilmente encasillables y reducibles a un solo patrón. A las tablas del teatro suben, entre otras muchas, la puta víctima de una red de trata, la que alterna temporadas trabajando en la hostelería con otras buscando clientes en el polígono, la cajera de supermercado que descubre una inesperada sensación de empoderamiento en el oficio de prostituta después de dejar su aburrido y mal pagado trabajo, y el chapero que vive con sus padres, y se saca así algo de dinero para sus gastos mientras estudia en la Universidad.
El equipo de Prostitución pone en pie algo que han llamado con acierto “cabaret documental”, ya que utiliza tanto los recursos del cabaret, las canciones populares, la música en directo de Laia Vallés o el juego y el vacile con el espectador, como otros tomados del teatro documento: la dramaturgia de Albert Boronat y Andrés Lima se ha nutrido de horas de investigación hablando y escuchando a prostitutas. Con todo ese material han armado un texto que pretende dar voz a todas ellas y que abiertamente abre el debate en escena sobre el estatus legal de la prostitución con dos monólogos contrapuestos: la puta que estudia derecho, aspira a ser inspectora de trabajo, y defiende el reconocimiento de sus derechos laborales como trabajadora sexual, y la víctima de múltiples violaciones, obligada a prostituirse en un burdel, que pone a parir a las feministas pro-derechos y llama a una “revuelta de las putas” para cerrar todos los prostíbulo de España.
El espectáculo alterna momentos de intensidad, dramatismo y enorme mal rollo, con otros de comedia negra o simplemente comedia. No está entre lo mejor que se le ha visto a un gran nombre de la escena contemporánea española como es Andrés Lima, pero dentro de su irregularidad brillan con luz propia momentos tan inspirados como el monólogo de la violación, tomado de un pasaje especialmente perturbardor de “Teoria King Kong” de Virgine Despentes. Ahí por ejemplo, el texto, la luz, la música en directo y sobre todo la poderosísima interpretación de Carolina Yuste, funcionan a la perfección. No se puede decir lo mismo de otras partes de un espectáculo al que hay que reconocer por encima de su irregularidad un gran mérito: la invitación a dialogar y escuchar. Una invitación al debate más que necesaria en este momento de crispación en los feminismos, y que un teatro público, como el Jovellanos de Gijón, donde vimos la función, ha tenido la valentía de aceptar y programar.
Dirección: Andrés Lima dramaturgia y autoría de Albert Boronat y Andrés Lima sobre textos y testimonios de Amelia Tiganus, Juan Cavestany, Ana María, Isabela, Lucía, Alexia, Alicia y la Sra. Rius.
Reparto: Carmen Machi, Nathalie Poza, Carolina Yuste y Laia Vallés al piano.