Pamela Palenciano: "La violencia no es solo un golpe o un grito, parte de un aprendizaje erróneo de la sociedad"

"No solo duelen los golpes" es una parada obligada para todos y todas las que queremos repensarnos y abandonar esta enfermedad secular del machismo. Hablamos con su creadora, Pamela Palenciano.

28 ene 2018 06:26

Me encontré con Pamela en ese maratón de estaciones de autobuses, trenes, bolos, prisas, profundidad, compromiso y sonrisas en el que vive. Al final, conseguí entender por qué su monólogo, "No solo duelen los golpes", es una parada obligada para todos y todas las que queremos repensarnos y abandonar esta enfermedad secular del machismo, que se impregna en la piel y parece no querer salir nunca. La charla que tuvimos fue algo así...

El capitalismo deglute todo lo que le ataca y lo convierte en suyo. ¿Corre ese peligro la cuarta ola del feminismo?
Vaya, empiezas fuerte la entrevista... Sí que hay una oleada de feminismo de moda, yo no lo veo mal, prefiero que las chavalas se pongan camisetas de Frida Kahlo o símbolos en favor de la mujer, que a las Spice Girls de mi generación. Hay una estrecha línea entre la moda y el feminismo neoliberal. Pero el de base, el de la lucha de calle, no se puede absorber tan fácilmente. Debemos estar en guardia para que no se adueñen de nuestras ideas, de nuestro discurso, y seguir luchando.

De Emma Goldman, Beauvoir, Butler, Preciado, Angela Davis, Federici, ¿hacia dónde va y qué aporta el feminismo del siglo XXI? ¿el nuevo feminismo conoce la lucha anterior o pretende comenzar de cero?
Tenemos grandes teóricas a las que debemos reinterpretar constantemente. Gracias a ellas estamos aquí. Es importante ver de dónde nacieron las ideas, dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Pero también hay muchas chavalas jóvenes que están haciendo una magnífica labor de base y no debemos esperar a que sean académicas para reconocer su trabajo. Apoyar la lucha del aquí y el ahora. A veces corremos el peligro de acomodarnos en el sillón del poder –o del saber– y olvidarnos de dónde venimos. Los movimientos deben moverse, cambiar, modificarse y adaptarse a las nuevas formas. Por ejemplo, desde hace un tiempo estoy dándole vueltas a cosas, como si el feminismo debe seguir siendo una lucha pacífica...

Tu proyecto ''No sólo duelen los golpes'' no para de girar y remover conciencias; ¿cómo planteas tu futuro como actriz? ¿se puede vivir del teatro en este país?
Llevo 14 años con este monólogo. Empezó como una exposición de fotos, después un taller de prevención de violencias machistas y más tarde desembocó en este monólogo que denuncia violencias heteropatriarcales. Ahora se ha convertido en un diálogo y por eso está más vivo que nunca. La temperatura me la da el público, el intercambio mutuo que hacemos. Quizá que se trate de una autobiografía hace que el espectáculo sea más vivo, más real. El teatro es la mejor vía que yo he encontrado para remover conciencias, tiene la capacidad de colocar a la sociedad en frente de un espejo. Es una herramienta política y social muy potente.

Dicen que el público de teatro es endogámico y burgués. Queremos que el teatro sea un arma emocional que cambie las conciencias ¿por eso lo lleváis fuera, a los institutos, a las cárceles, a la calle…?
El arte, el teatro, debe dejar de ser elitista, debemos sacarlo a la calle, a cualquier espacio. Tendría que ser una herramienta para cambiar el mundo y que pudiera llegar a todas las personas. A veces, lo hemos hecho en comunidades que están superjodidas, en espacios imposibles. Nos hemos propuesto llegar a cuanta más gente mejor para intentar que las cosas mejoren.

Todos somos machistas, todos somos capitalistas, todos somos racistas, todos somos clasistas… ¿por dónde empezamos a curarnos?
Yo estoy empezando a deconstruirme con todo a la vez. Reconociendo en qué momento ejerzo mis privilegios. Cuando viví en El Salvador fui por primera vez consciente de que era blanca y tuve que reconocer mi clasismo y mi racismo. Luego con la maternidad me descubrí como adultocéntrica. No creo que haya un varita mágica para reconocer tus privilegios, la violencia que ejerces. Todos somos víctimas y victimarias, el primer paso es asumirlo. Por eso la sociedad no cambia, porque creemos que saberlo ya es suficiente, pero aquí hace falta mucho curro, interno y externo.

¿Cómo harías entender a Trump que el mundo ha cambiado?
Yo no hablo ni papa de inglés (risas). Pero le diría que tiene que revisar sus privilegios, que no tiene capacidad para gobernar un país e integrar su sociedad. Aquí, en Europa, tenemos muchos Trumps. Miramos a Latinoamérica, o a los países árabes, pensando siempre que su mundo está peor... y no es así. Solo le diría a las personitas con esa mentalidad que su montón de prejuicios y miedos son solo falta de autorreflexión.

Desde 34.000 puedes comprar un bebé subrogado en una oficina de Gran Vía, es un ''ofertón'', ¿no?
A veces nos preocupamos desde el feminismo de si el cuerpo de las mujeres es un objeto o no, y no nos paramos a pensar en esas criaturas. Hay un extraño sentimiento de propiedad, de objeto de primera mano, de que sea de mi sangre. Pagar para obtener el derecho a que esa vida me pertenezca. A mí no me ha hecho falta que mis hijas sean hijas de sangre para amarlas, las amo igual que a mi hijo biológico. En el capitalismo todo se compra, todo se vende y se nos olvidan ciertos valores humanos, como la empatía. ¿Se les va a explicar a esas criaturas todo el proceso de su nacimiento? ¿ellos qué sienten? ¿Por qué no la adopción? Este tema no es nuevo. Por supuesto estoy en contra de que se usen nuestros cuerpos con un fin mercantil, pero también he conocido mujeres en unas condiciones de pobreza extremas que no tienen demasiada elección... yo no soy quién para juzgar a nadie. No tengo una posición clara, pero sí estoy en contra de la maternidad subrogada desde el punto de vista de las criaturas.

Realmente tu monólogo molesta a todos los hombres, incluso a los que se quieren sentir libres de machismo, se sienten incómodos. Al mismo tiempo, sin querer hacer spoiler, introduces un mensaje cargado de autocrítica para las propias mujeres... ¿es el humor la mejor vía para repensarse?
Claro. El monólogo es incómodo para todo el mundo, pero remueve más a quien más privilegios tiene, hombres y mujeres, sobre todo a la clase media cis y heteronormativa. Verte en lugares incómodos, nos debería hacer más libres, despojarnos de lo conocido. Yo os propongo, a los hombres, que la masculinidad se convierta en un compañero que acuerpe a la vanguardia del cambio. A las que estamos en primera línea dando la cara.

Decir es hacer, decía Austin. ¿Hay que cambiar el lenguaje para cambiar el pensamiento, o al revés?
Yo creo que el lenguaje no se cambia si no se cambia el pensamiento y al revés. A veces utilizamos un lenguaje superpolítico, supercorrecto: todas, todos, todes... pero el pensamiento sigue instalado en lo que hemos aprendido cuando éramos niños o niñas, y eso es lo difícil de modificar. Mejorar lo más cercano es simbólico y político, no esperar a que sean las grandes esferas las que hagan los cambios. Rompamos con los privilegios y la violencia desde abajo para reinventar la forma de amarnos.

No solo duelen los golpes, ¿qué más duele?
La violencia no es solo un golpe o un grito, sino que parte de un aprendizaje erróneo de la sociedad: la ley del más fuerte no es natural. Duelen los silencios, las indiferencias, que no te crean, que te roben la palabra, que te llamen exagerada. Duelen ciertos tonos de voz en los que, con todo el cariño, te dicen que eres una mierda y que fracases. Duele que te juzguen o que no te dejen tener tus propias opiniones.

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