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Trabajo sexual
La Ley de Extranjería llevó a la prostitución al 76% de las trabajadoras sexuales, según un informe de In Género
Mujer de 32 años, con estudios secundarios, con familiares a su cargo y en situación irregular. Este es el perfil mayoritario de las mujeres que ejercen la prostitución en la Comunidad de Madrid, según un informe realizado por la asociación In Género-Interculturalidad y Género presentado esta semana.
Para la elaboración de este informe, esta asociación, dedicada a la atención integral de personas en contextos de prostitución y de víctimas de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, ha recabado información de las 2.358 personas que atendió durante 2021. Un dato que, ya de por sí, dice mucho, ya que el año anterior, según recalcan desde esta asociación, el número de personas atendidas no llegó al millar.
Como primer dato, de esas cerca de 2.360 personas, 2.005 fueron mujeres cis, frente a 312 mujeres trans y 41 hombres. Como segundo dato, el lugar donde ejercen su trabajo: el 44% en pisos privados, el 31% en clubes de alterne y el 25% en la calle. El tercero, su edad: más de la mitad de ellas tienen entre 24 y 39 años, el segundo grupo de edad más habitual —30,5%— es el de 40 a 51 años, seguido del de 18 a 23 años, con un 12,1%, y, por último, las personas de entre 52 y 73 años suponen el 6,7% de las atendidas por esta asociación. La edad más repetida entre las personas atendidas es la de 32 años, y la media 36. En cuanto a formación educativa, según el informe de esta asociación, el 62,7% de las encuestadas tiene estudios de Secundaria o FP y hasta el 14,8% tiene estudios superiores, frente al 20,7% con estudios primarios y solo el 1,7% sin ningún tipo de estudios.
Aunque en 2021 había más personas de origen español ejerciendo la prostitución en la Comunidad de Madrid que el año anterior, la proporción frente a las que vienen de otros países sigue siendo baja, teniendo en cuenta las personas atendidas por In Género. Del 3,8% que se contabilizó en 2020 se ha pasado al 6,5% en 2021. En su gran mayoría, proceden de Colombia —18,6%—, República Dominicana —12,5%—, Rumanía —10,8%—, Ecuador —9,4%—, Paraguay —8,2%— y Venezuela —7,4%—. Y la cuarta parte de ellas —25,4%—se encontraban en 2021 en situación administrativa irregular y, aunque casi todas están empadronadas, el 28,2% de ellas no tienen tarjeta sanitaria.
Cabezas de familia
Si hay algo que todas las trabajadoras sexuales tienen en común, según este estudio, es que tienen familiares a su cargo, y en muchos casos dependen de ellas seis o incluso más de una decena de personas. En concreto, el 39,9% tienen a una o dos personas dependientes de ellas, un 48,9% se hacen cargo de entre tres y cinco familiares, el 9% de las encuestadas dan soporte a entre seis y nueve familiares y en 2,2% sostienen a entre diez y 20 personas.
La gran mayoría de ellas —80%— nunca había ejercido la prostitución antes de su llegada España, ni tampoco llegaron al país con ese propósito —76,4%—. “Venían con otras expectativas laborales y de vida, pero la dificultad de acceso al empleo, condicionada por una rígida y obsoleta Ley de Extranjería, las ha llevado al ejercicio de la prostitución”, explica el informe.
Prostitución en tiempos de covid: sin ingresos ni residencia
En paralelo al informe sobre la situación de las trabajadoras sexuales, la asociación In Género ha presentado otro estudio en el que analiza cómo la pandemia de covid y las medidas impuestas alrededor de esta han impactado en las trabajadoras sexuales. En este caso, la asociación ha realizado el estudio a partir de una encuesta realizada a 300 trabajadoras sexuales en la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha, Andalucía, Extremadura y Castilla y León. La asociación señala como principales consecuencias de la pandemia el aumento del trabajo en pisos, de la invisibilidad y vulnerabilidad de las trabajadoras sexuales, el empeoramiento de sus circunstancias económicas y el regreso a la prostitución de mujeres que habían decidido abandonarla y ya se habían integrado en el mercado laboral, y el aumento de las trabajadoras sexuales de origen español.
“El lugar de ejercicio de la prostitución elegido por las personas encuestadas cambia de forma importante durante la pandemia”, destaca el informe, que apunta que el porcentaje de las trabajadoras sexuales que ejercen en un club se redujo más de la mitad respecto a antes de la pandemia, situándose en el 18,4%. Y es que, durante el estado de alarma, varias comunidades autónomas, como Castilla-La Mancha, Andalucía, Castilla y León y Extremadura ordenaron la clausura de los clubes de alterne, explícita o implícitamente, lo que dejó sin ingresos —sin posibilidad de un erte, como en el caso de otros trabajadores—, y también sin casa a miles de trabajadoras sexuales.
Trabajo sexual
El cierre de los clubs reaviva el debate sobre prostitución
Tras la carta de la Ministra de Igualdad instando a las comunidades autónomas a cerrar los clubs de alterne, un agrio debate volvió a tomar las redes. ¿Es aún posible establecer diálogos y tender puentes desde distintas visiones sobre la prostitución, dentro de los feminismos?
“En este marco, la policía ha realizado vigilancia e incluso ha ejercido abusos contra las personas que siguieron ejerciendo la prostitución en casas y clubes, situación ante la cuál muchas de ellas optaron por buscar un piso de prostitución para seguir ejerciéndola de forma más clandestina”, explica el informe. “Si bien esta situación de relativa invisibilidad permite a las personas ejercer la prostitución sin ser criminalizadas por ello, también eleva su vulnerabilidad y su desprotección de cara a los clientes y a la actividad de posibles redes mafiosas”, añade.
También disminuyó la prostitución en las calles, “por las prohibiciones y vigilancia de la policía”, pasando de un 11,1% a un 7,4%. El cierre de los clubs es la razón que explica, según apunta esta asociación, que en 2021 un 31,8% de las trabajadoras sexuales consultadas se vieran obligadas a cambiar de domicilio. “Nuestra experiencia nos dice que, especialmente durante el confinamiento, muchas de ellas tuvieron que abandonar de forma precipitada los clubes de alterne y tuvieron que alojarse con personal de los mismos locales o con otras compañeras; incluso, algunas se fueron a vivir con sus clientes, y otras tuvieron que optar por albergues improvisados para pasar las semanas de mayores restricciones”, continúa el informe.
“Muchas de ellas tuvieron que abandonar de forma precipitada los clubes de alterne y tuvieron que alojarse con personal de los mismos locales o con otras compañeras; incluso, algunas se fueron a vivir con sus clientes, y otras tuvieron que optar por albergues improvisados”
El 54,8% de las personas encuestadas para este informe también aseguró que no pudo hacer frente a gastos básicos, como la hipoteca o alquiler de su vivienda o el pago de los suministros. “Muchas personas que acababan de enviar dinero a su país de origen se quedaron prácticamente con lo puesto y sin poder hacer frente al confinamiento y a las necesidades derivadas de las restricciones”, señala el informe. Y es que, durante el funcionamiento, hasta un 83,9% de las trabajadoras sexuales preguntadas afirma que dejó de ejercer la prostitución por miedo al contagio o a la represión policial —el 17,5% afirma haber sufrido algún tipo de represión por parte de agentes de policía desde que comenzó la pandemia—. El 14,3% siguió trabajando de forma clandestina, tanto en clubes —a puerta cerrada— como en pisos.
La pandemia de coronavirus ha cambiado incluso la forma de practicar sexo con los clientes, según expone este informe, para el 77% de las trabajadoras sexuales preguntadas, ya sea obligando a los clientes a ducharse antes de tener relaciones sexuales, portando mascarilla durante estas —53,9%— y exigiendo al cliente a usarla también, o incluso modificando las posturas para evitar las secreciones respiratorias —34,7%— o reduciendo el tiempo con el cliente —26,9%—. “Todas son estrategias que no evitaban el contacto físico que conlleva una relación sexual, pero que trataban de minimizar en lo posible el contagio”, explica el informe, que también señala el aumento de los servicios sexuales mediante videollamada.
Durante la pandemia el porcentaje de trabajadoras con ingresos por debajo de los mil euros mensuales pasó al 85,3%; si la vara se pone en los 500 euros, el porcentaje alcanza el 51,2% de las entrevistadas. “La mayoría de estas personas han transitado de una situación desahogada a una situación de extrema vulnerabilidad social y económica”, destaca el informe, que recuerda que la mayoría de las personas que ejercen la prostitución en España son de origen extranjero y una de las principales motivaciones es mandar dinero a sus familias en sus países de origen, un objetivo que, durante la pandemia, solo pudo cumplir al mismo nivel que podían hacer antes el 6% de las encuestadas. Un 36,4% no pudo mandar nada a sus países de origen. Y hasta un 64,1% de ellas se vieron en la necesidad de recurrir a familiares, amistades, ONG o incluso a antiguos clientes para poder pagar su alojamiento y manutención.
“La mayoría de estas personas han transitado de una situación desahogada a una situación de extrema vulnerabilidad social y económica”, destaca el informe
“Los niveles de necesidad que han tenido las personas en contexto de prostitución y que se ven reflejados con estos porcentajes de solicitud de ayuda superan ampliamente el porcentaje de personas en situación de pobreza severa que, según el segundo informe de la Red de Lucha contra la Pobreza de este año, tuvieron que solicitar estos distintos tipos de ayuda en nuestro país. Esto es especialmente llamativo si tomamos en cuenta que las personas que ejercen la prostitución no son un colectivo que recurra habitualmente a la demanda de ayudas sociales, ya que, antes del impacto social de la pandemia, era frecuente que tuvieran suficientes recursos para vivir y enviar a sus familias”, concluye el informe.