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La vida y ya
Dormir es resistir
En la plaza hay papeles azules con palabras escritas colocados sobre el suelo. Mare nostro. Generositá. Equitá. Immaginare.
Cuando sopla un poco de aire los papeles se vuelan.
Con tiza blanca, alguien escribió sobre el asfalto, “Dormire e resistere”.
Una niña corre por el medio de ese espacio como si lo único importante fuera conseguir alcanzar su pelota.
Otras niñas y niños juegan en la plaza. Sus madres están sentadas en unas escaleras de piedra. Charlan.
La acción tiene como objetivo reivindicar que se abra un lugar donde puedan estar las personas en tránsito. Muchas de ellas duermen en las plazas de la ciudad. También quieren reivindicar el uso de los espacios públicos. Reapropiarse de esos lugares para que los habite la gente.
Una chica que participa en la acción cuenta que, algunas personas, decidieron organizar una fiesta en uno de los lugares donde había un techo bajo el que se podían meter a dormir las personas migrantes que llegaban a la ciudad. Un lugar que muchas ratas encontraban como un sitio idóneo para vivir. La fiesta tenía como objetivo ofrecer un espacio de encuentro entre las personas migrantes y los habitantes de la ciudad.
Ella fue. La acogieron. Las personas que vivían bajo ese techo le ofrecieron charla, baile y risas. Y ella los miró. Los vio por primera vez aunque llevaba meses viéndolos en las plazas de su ciudad. Y entendió cómo funcionan las fronteras, qué pieles son las que rompen. Y comenzó a ir a ese lugar para ayudarles a continuar su viaje.
“Es difícil imaginar las condiciones en las que viven estas personas si no las ves con tus propios ojos”, dijo, “pero cuando aprendes a mirar ya no puedes girar la cabeza como si no supieras nada”.
Un chico recuerda una frase que le dijo una mujer que se había tenido que exiliar de su país, “del proceso migratorio no hay que contarlo todo, hay que contar sólo hasta donde las personas que no han tenido que migrar pueden considerar que es creíble. Si cuentas toda la verdad de lo que ocurre, nadie lo va a creer”.
En muchos lugares, reivindicar el derecho a dormir, aunque sea en una plaza, es un acto de resistencia.