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Actualidad africana
Protestas sociales, inundaciones y covid19
Las sociedades civiles se resisten a que los presidentes de sus países retuerzan las leyes a su favor y en contra de la democracia. Mientras, en varias ciudades del continente afrontan inundaciones agravadas por el cambio climático y la deficiencia de infraestructuras de saneamiento. Las cifras de afectados por la Covid19 siguen manteniéndose muy lejos del desastre que algunos auguraban.
En las últimas semanas, en el continente africano se ha mantenido un alto nivel de dinamismo por la movilización de las sociedades civiles de varios países en contra de maniobras electorales de sus presidentes, al mismo tiempo que las organizaciones de base activaban sus mecanismos de solidaridad para ofrecer ayuda a los afectados por las inundaciones en una amplia franja que prácticamente ha atravesado África de oeste a este. Sin triunfalismos y manteniendo el realismo y la serenidad, se extiende la sensación de que el covid19 está remitiendo en la mayor parte de los países africanos.
Mali
Mali ha abierto la puerta a un incierto proceso de transición hacia la democracia. El pasado 18 de agosto un grupo de militares vinculados a las unidades de élite del ejército capitalizaban el descontento popular y protagonizaban un golpe de estado que acababa con el presidente Ibrahim Boubacar Keïta prácticamente sin ninguna oposición.Después de largas semanas de conversaciones y negociaciones con algunos de los principales actores sociales y políticos del país y con instituciones internacionales, los golpistas constituidos en el Comité National pour le Salut du Peuple (CNSP) anunciaban el nombre de quién estaba llamado a pilotar el camino hacia la recuperación de la democracia. Se trataba de Bah N’Daw, militar retirado y ex ministro de Defensa, a pesar del intento de retirar estéticamente los uniformes de la primera línea, algunos de los líderes sociales han mostrado sus cautelas sobre la voluntad de que ese recorrido conduzca a la entrega del poder a las autoridades civiles lo antes posible.
Sudán
La firma de un nuevo acuerdo de paz, el pasado 3 de octubre, entre el gobierno de Sudán y los principales grupos armados del país, agrupados en el Frente Revolucionario de Sudán (FRS), muestra la consolidación de un camino decidido hacia la paz en una región sacudida por la inestabilidad y por un conflicto enquistado desde al menos 17 años. Esta última rúbrica tiene un valor especial porque es la continuación de un acuerdo formalizado el 31 de agosto, de manera que muestra una cierta consolidación de la dinámica de resolución.La firma de un nuevo acuerdo de paz, el pasado 3 de octubre, entre el gobierno de Sudán y los principales grupos armados del país, muestra la consolidación de un camino decidido hacia la paz
En este caso, el texto concreta y detalla algunos de los aspectos de la construcción de la paz en el país fundamentalmente en términos de reparaciones y compensaciones o justicia transicional, también sobre reparto de la riqueza, reparto del poder y retorno de desplazados, pero también sobre propiedad de la tierra y desarrollo del sector nómada. Esta previsto que esta firma se complemente con otras en las que participen otros grupos armados que todavía no se han sumado.
Inundaciones y solidaridad
Cada año, el principio de la estación de lluvias llega con noticias de inundaciones en una amplia franja de continente, al sur del desierto del Sahara, que se extiende prácticamente de costa a costa. Sin embargo, lejos de encontrarse las soluciones, parece también que cada año, las consecuencias de esas avenidas de agua son mayores.
El cambio climático, que hace que los fenómenos sean cada vez más explosivos, el retroceso de la sabana húmeda, pero también las deficiencias de las infraestructuras, sobre todo, en las zonas urbanas, se encuentran entre los factores que influyen en la oleada de inundaciones del último mes. Senegal, Chad, Camerún o Nigeria, hasta once países de África Occidental y Central han sufrido las consecuencias de estas lluvias torrenciales especialmente destructivas en Níger y Sudán. Según los datos de OCHA, 1,7 millones de personas se han visto afectadas solo en África Occidental y Central y los informes advierten que el número de damnificados puede seguir aumentando.
Mientras, las dificultades de la epidemia de covid19 pone a la respuesta a las emergencias, ha hecho que las propias comunidades y las sociedades civiles se hayan organizado para dar respuestas de urgencia a sus vecinas y vecinos afectados, desde recogidas de víveres organizadas a través de las redes sociales en Níger, hasta las cuadrillas ciudadanas de limpieza movilizadas en Senegal, entre otras muestras de solidaridad.
Protestas y elecciones
En la República de Guinea el 29 de septiembre se abrió un nuevo ciclo de protestas populares, precisamente a las puertas del inicio de la campaña electoral. Está previsto que la votación para elegir al presidente del país se desarrolle el próximo 18 de octubre. El actual presidente, Alpha Condé, concurre a los comicios después de haber modificado el artículo de la Constitución que establecía el límite de mandatos y que le impedía volver a aspirar al cargo.Una amplia coalición de movimientos ciudadanos, organizaciones sociales y partidos de oposición, agrupados bajo el Front National pour la Défense de la Constitution (FNDC) impulsan desde hace alrededor de un año y medio diferentes demostraciones de rechazo a lo que consideran una manipulación de las leyes y un deseo ilegítimo de aferrarse al poder por parte de Condé.
En Tanzania las organizaciones de defensa de derechos denuncian que el gobierno de John Magufuli, apodado “el bulldozer”, ha intensificado la represión contra los partidos de la oposición
Pero es que el 31 de octubre, la ciudadanía marfileña también está llamada a votar a su presidente y también se han producido episodios de contestación en las calles de las principales ciudades del país, frente a la posibilidad de un tercer mandato del actual presidente, Alassane Ouattara. La carrera electoral también está siendo tensa en Tanzania, aunque en este caso, son las organizaciones de defensa de derechos las que denuncian que el gobierno de John Magufuli, apodado “el bulldozer”, ha intensificado la represión contra los partidos de la oposición.
Covid19
Hace unas semanas la analista keniana Nanjala Nyabola comentaba en Twitter: “Estamos buscando explicaciones a ‘por qué no mueren más africanos’, pero quizás la mejor pregunta es: ¿por qué mueren tantas personas en Estados Unidos y en Europa (y en Brasil)?”. De ese comentario se desprendía un debate en cuanto al sistemas y los hábitos de cuidado, pero también otro en torno a la interpretación sobre cómo está golpeando al continente africano la epidemia de Covid19.“Estamos buscando explicaciones a ‘por qué no mueren más africanos’, pero quizás la mejor pregunta es: ¿por qué mueren tantas personas en Estados Unidos y en Europa (y en Brasil)?”
Desde que el 14 de febrero se detectó el primer caso del virus en Egipto, el primero en suelo africano, algunos comentaristas están anunciando la llegada del desastre. Con el paso del tiempo, la predicción que no se cumplía se ha convertido en una especie de sorpresa y de incredulidad, como si algo no estuviese funcionando correctamente. Ese “¿por qué no mueren más africanos?” proyecta la percepción extendida en muchos círculos del Norte global que deberían estar muriendo, que lo natural sería que el continente fuese el centro del desastre. Pero superado recientemente el millón y medio de casos detectados (algo menos de la mitad de ellos solo en Sudáfrica), todo el continente suma menos casos que España, Franca e Italia.
Y sigue sin haber una explicación para la baja incidencia. Mientras los agoreros la atribuyen a la falta de pruebas, de control de las autoridades o de transparencia de los datos; quienes buscan soluciones descubren, por ejemplo, que el 80% de los infectados son asintomáticos, y piensan en la juventud de la población, quizá; o en la experiencia en gestión de epidemias, tal vez; o puede ser que en las medidas de contención expeditivas que en muchos casos han sobrepasado los límites de los derechos fundamentales.
El hecho es que ante la incredulidad de los datos, la OMS los ratifica e, incluso, aventura que quizá se haya pasado el pico máximo. Pero el recién premiado, director de CDC África, John Nkengasong huye del triunfalismo y, a pesar de los elogios, recuerda a los gobiernos que no se puede bajar la guardia. “No creo que hayamos superado la primera ola todavía, aún no hemos tocado fondo”, advierte.