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Burkina Faso
La ofensiva yihadista en el Sahel propicia un golpe de Estado militar en Burkina Faso
El domingo pasado, desde primera hora de la mañana, militares encapuchados se amotinaron en diferentes cuarteles y ciudades de Burkina Faso, fue el caso de la capital Uagadugú, pero también en las ciudades de Kaya y Ouahigouya. Los soldados se rebelaron cansados de la ineficiente política de sus gobernantes ante el yihadismo. Con disparos al aire, exigieron más recursos y tropas para luchar contra el terrorismo, cambios en la cúpula militar, incrementos salariales y atención para los heridos y las familias de las víctimas. Una parte importante de la población vio con agrado los amotinamientos y decidió sumarse a las protestas en las calles.
El incremento del yihadismo en la región del Sahel, principalmente en el llamado G5 integrado por Mali, Níger, Chad, Mauritania y Burkina Faso, así como la incapacidad de los gobiernos de brindar protección a sus poblaciones ha generado malestar de los ciudadanos, al tiempo que el sentimiento anticolonial francés ha ido escalando. Burkina Faso es uno de los países más golpeados por el terrorismo yihadista con más de 7.000 muertos desde 2012. Sólo en 2021 fueron asesinadas 2.341 personas, además el número de desplazados asciende a más de un millón y medio de personas. Se trata de una de las crisis humanitarias más importantes del mundo.
El incremento del yihadismo en la región del Sahel, así como la incapacidad de los gobiernos de brindar protección a sus poblaciones ha generado malestar, al tiempo que el sentimiento anticolonial francés ha ido escalando
La ocupación yihadista comenzó en 2012 con el levantamiento de una rebelión tuareg en el norte de Mali a la que rápidamente se sumaron grupos radicales islamistas. En Burkina Faso operan Ansarul Islam, un grupo terrorista autóctono, así como el Grupo para el Apoyo del Islam y los Musulmanes (JNIM), una organización yihadista que aglutina a otras cuatro, entre ellas Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y Al Murabitún, y en menor medida Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS). Ante el avance de la insurgencia yihadista, el gobierno francés, a petición de una llamada desesperada del gobierno maliense, echó a andar la operación Serval en enero de 2013, la cual en una primera etapa logró detener el avance de los fundamentalistas radicales, expulsándolos de las principales ciudades del norte que habían ocupado, no obstante, con el paso de los años, los radicales lograron reorganizarse y extender su actividad al centro del país, Níger y Burkina Faso.
Desde 2015 el yihadismo ha provocado la muerte de unas 21.000 personas en estos tres estados africanos. En enero de 2020, la Asamblea Nacional de Burkina, ante la incapacidad de hacer frente al terrorismo yihadista, creó en 2020 los reclutamientos de Voluntarios para la Defensa de la Patria, con el objetivo de participar junto a las Fuerzas Armadas en operaciones antiterroristas. Una lamentable experiencia que ha comportado numerosas bajas civiles.
La decisión del gobierno francés de Emmanuel Macrón de retirar el 40% de las tropas de la operación Berkhane, continuación de la operación Serval, ha propiciado sentimientos encontrados en las sociedades del Sahel. Por un lado, la presencia de tropas francesas se percibe como un anacronismo del poder colonial y por otro, los malos resultados en la lucha antiterrorista en la región han contribuido a un sentimiento antifrancés creciente. No obstante, es una realidad que los gobiernos del Sahel se han visto incapacitados para luchar por sí solos contra la amenanza yihadista.
El golpe militar en Burkina Faso
El motín de los soldados encapuchados, con disparos al aire en varios cuarteles y ciudades, se convirtió en un levantamiento durante el domingo. Hubo disparos durante el día, la sede del antiguo partido en el poder fue quemada y saqueada, se interrumpió el Internet desde temprano y se realizaron negociaciones entre los sublevados y el gobierno, que no llegaron a acuerdos, además se decretó el toque de queda de las 20 a las 5 hrs. Finalmente, el presidente Roch Marc Christian Kaboré, fue detenido en la base de Uagadugú. Por la noche volvieron a escucharse disparos en los alrededores de la residencia presidencial y en cuarteles de la capital. Además, coches de uso presidencial amanecieron el lunes con muestras de disparos.
El pasado martes 26 una docena de militares, que representan al Movimiento Patriótico por la Salvaguarda y la Restauración realizó un comunicado en la televisión pública burkinesa en el que anunciaron el control total del país
Durante el lunes la situación transcurrió con una tensa calma, mientras la sociedad burkinesa esperaba un comunicado definitivo de los golpistas. Finalmente, el pasado martes 26 una docena de militares, que representan al Movimiento Patriótico por la Salvaguarda y la Restauración (MPSR) realizó un comunicado en la televisión pública burkinesa por medio de su portavoz el capitán Sidsoré Kader Ouédraogo en el que anunciaron el control total del país y el derrocamiento del expresidente Roch Kaboré.
Las primeras medidas señaladas por los rebeldes fueron la disolución del Ejecutivo y de la Asamblea Nacional, así como la suspensión de la Constitución de Burkina Faso. Se cerraron las fronteras, que para el miércoles se volvieron a abrir, además de que se reivindicó la detención del presidente Kaboré “sin violencia”. De esta manera el teniente coronel Paul Henri Sandaogo Damiba se conviertió en el nuevo líder del país.
Harun Zerbo, activista de la diáspora burkinesa en Barcelona señala que su país “está ahogado por los ataques yihadistas desde 2015, que han ganado terreno”. Zerbo explica que debido a la violencia terrorista “han perdido alrededor del 60% de su territorio, creando zonas que no son seguras”. El golpe de Estado se veía venir “porque había una tensión social, una situación insostenible” de hecho explica que favoreció mucho “el efecto dominó del golpe militar de Mali y el sentimiento antifrancés”, ya que hay acuerdos militares según el activista “que no permiten que el África Occidental pueda comprar material militar a otros países”, finalmente Zerbo remató “se esperaba más determinación del depuesto Kaboré, ya que se ha desconectado de la realidad”.
Por su parte, Sidick Abdallah Konate, activista de la Asociación de Burkina Faso en València, opina sobre la presencia de tropas extranjeras que “Francia siempre que va a ayudar a un país, nunca sale bien, lo han hecho en Libia, en Siria, en Liberia”. El burkinés señala que en redes sociales parece que fueran los franceses “los que dan el soporte a los yihadistas”. Por otro lado, opina que el golpe de Estado en su país “era necesario” ya que en África hacen falta “gobiernos con mano dura, al estilo de Thomas Sankara, que estén en contra de la corrupción”.
Finalmente, Llanos Rodríguez, presidenta de la Asociación CIM Burkina en València que trabaja con proyectos de cooperación, ha publicado en redes sociales un comunicado en el que señala que los proyectos seguirán adelante y que “continuarán trabajando con la misma fuerza y compromiso”. Respecto al golpe de Estado lamentan que “el poder se imponga por la fuerza” y esperan que “la vuelta democrática se produzca más pronto que tarde.
Las condenas al golpe de Estado por parte de organismos supranacionales no se hicieron esperar. Naciones Unidas, por medio de su secretario general Antonio Guterres reiteró “el compromiso total de la ONU con la preservación del orden constitucional” y el apoyo al pueblo en sus esfuerzos “para encontrar soluciones a los desafíos multifacéticos que enfrenta el país”. Por su parte, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) y la Unión Africana (UA) lamentaron el golpe de Estado y mostraron su “gran preocupación” por el futuro del país. Se espera en breve una reunión de una delegación de la CEDEAO con la junta golpista militar en el poder para llegar a acuerdos respecto a unas esperadas prontas elecciones. El medio LSI África tuiteó que la familia del exmandatario, Roch Kaboré abonadonó el país y que él se encuentra bajo protección en Gendarmería.
El golpe de Estado militar en Burkina Faso sigue un patrón que preocupantemente se ha establecido en la región del Sahel. Se trata del tercer golpe de Estado militar que vive la región de África occidental en el último año. Además del golpe de Estado de Mali en agosto de 2020, también Guinea-Conakry sufrió una sublevación el pasado 1 de octubre.