Crisis climática
End Fossil Occupy: reapropiación de la universidad frente a la crisis ecosocial

El movimiento internacional End Fossil: Occupy! ha aterrizado en España para exigir a las universidades implicación en la defensa del medio ambiente. En Barcelona, activistas climáticas ocuparon y acamparon a las puertas de la UB, una acción que sigue en marcha. En Madrid no ha tenido la misma suerte.

Tras varios meses reuniéndose, esta semana ha echado a andar la campaña End Fossil: Occupy!. Este movimiento internacional, que empieza a partir de la crítica a las inversiones fósiles en educación y estudios formales, aterriza en España, donde en toda universidad pública hay presencia del banco Santander. En Barcelona, activistas climáticas ocuparon y acamparon a las puertas de la UB, una acción que sigue en marcha. Sin embargo, Madrid no ha tenido la misma suerte. 

En un contexto condicionado por la fuerte desarticulación de los movimientos sociales, en Madrid esta iniciativa se propone como un espacio de confluencia, un punto de unión entre reivindicaciones. De aquí la idea que presentan de los encierros: un espacio para comunicarse, formarse y generar red. 

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“Tomamos la decisión de comunicar la intención de hacer noche en los espacios universitarios como acto simbólico de la reivindicación, evitando así posibles situaciones de tensión o confrontación”, cuenta Gabriel Oropesa, miembro de End Fossil. Sin embargo, a pesar de que en un primer momento tanto la facultad de Ciencias de la Información como la de Ciencias Políticas habían cedido un espacio para las actividades formativas, la noche previa, el decano de Ciencias de la Información prohibió el acceso al recinto a cualquier activista, por mucho que fueran estudiantes de la Complutense. “Intentamos dialogar tanto con el decano como con la vicedecana, pero sin fruto alguno”, se queja Oropesa.

“Al llegar, nos encontramos con que estaban todas las entradas cerradas,  y solo habían dejado para entrar una puerta  con personal de seguridad para controlar el paso”, detalla Sara Méndez, presente en la acción. A pesar del control, varias decenas de activistas lograron entrar al recinto y concentrarse en el vestíbulo. “Una vez allí nos encontramos con presencia de policía nacional de incógnito que nos arrebató las pancartas y expulsó a varias compañeras, sin establecer diálogo alguno ni dar ninguna explicación”, relata Méndez. 

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Así, se produjeron dos acciones de manera paralela. En el exterior, decenas de activistas se concentraban para denunciar lo que estaba sucediendo; mientras, en el interior de la facultad, quienes resistían se enfrentaban al personal de seguridad, que mostraban “actitudes violentas y agresivas, con agresiones verbales del propio decano”. Tanto fue así, narra Méndez, que se produjeron forcejeos entre la seguridad y aquellos que grababan lo que sucedía, de tal manera que el teléfono móvil de uno de los presentes acabó golpeando en la cabeza de una activista cuando uno de los vigilantes intentaba hacerse con él.

“Lo que nos queda claro con este tipo de acontecimientos es que es imposible intentar establecer una comunicación cordial con las instituciones, a la mínima que cuestionas lo que están haciendo recibes represión, malas formas y violencia. Y es especialmente paradójico que esto suceda en la facultad de Ciencias de la Información, donde debería primar la transparencia y no la censura”, denuncia Méndez.

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La jornada en la facultad de Ciencias Políticas de Somosaguas, en cambio, transcurría de forma diferente, si bien la postura institucional se mantenía en el intento de evitar que los estudiantes pasaran la noche en el interior del edificio. Desde una actitud dialogante, y haciendo hincapié en las presiones desde el Rectorado por lo ocurrido el día anterior, ambas partes llegaban al acuerdo de hacer noche a las puertas de la facultad, con pancartas y carteles dispuestos alrededor de las entradas. 

Se pudieron celebrar los actos previstos, especialmente la creación de “espacios de debate y enriquecimiento mutuo donde intercambiar experiencias”, cuenta Jimena López de Uralde, presente en la tarde del jueves. El objetivo es “hacer el espacio universitario parte del estudiantado, sobre todo en un contexto donde la presencia de los intereses privados en la educación pública es cada vez más fuerte, cuando la academia realmente debería aportar al cambio y no frenarlo”, sentencia.

Esta mañana, tras una asamblea justo antes de que empiece el goteo de estudiantes que llegan a la facultad,  el campamento en el que durmieron la noche del miércoles al jueves, se levanta con la valoración colectiva de que los objetivos se han cumplido: “mostrar como nos quedan muchos pasos para que el estudiantado se sienta parte de su lugar de estudio y denunciar la financiación de la industria fósil en las universidades españolas”, afirman.

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Con la COP27 en un horizonte más que inmediato, la reflexión sobre la importancia de los espacios comunes se extiende con cada acción como esta. López de Uralde no duda al afirmar que “frente a la crisis ecosocial, no podemos esperar a la acción de los gobiernos, debemos construir estos espacios y colectivizarnos para afrontar lo que está por venir”.

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