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Cine
Death Note: A veces hay que elegir el mal menor
Se estrenaba en agosto una nueva revisión del manga japonés Death Note, tratándose esta vez de una producción estadounidense y no nipona. La historia que ha cautivado a medio mundo primero desde el papel, llegó este verano a Netflix. Adam Wingard, director de la versión americana, tenía mucho material del que tirar.
Vista la película, cabe interpretar que Wingard y sus guionistas han analizado con cierto interés todo ese material previo. Su Death Note respira respeto por el original, pero se desinfla completamente como adaptación tomando la decisión de ir por la calle de en medio: respeta las pautas más marcadas de la historia, pero las condensa –muchas ideas en muy poco tiempo– e inevitablemente sacrifica el contexto original para situarlo en Estados Unidos –en la ciudad de Seattle, concretamente–, con todo lo que ello conlleva. El hecho de querer romper también con la idea de los personajes ya creados, desde luego, no deja contento a ningún seguidor de la serie previa. Un Light rubio –y bastante insoportable– y un L negro –de nula credibilidad– estéticamente no se ajustan al concepto que todos tenemos de Death Note, y eso mina la verosimilitud de la obra desde el primer momento. Esta versión también rompe el esquema vertebral de la trama y cambia el punto de partida de Light como usuario único del cuaderno de muerte para compartirlo con Mia –traslación del personaje de Misa Amane, aunque poco tienen que ver en la práctica–, convirtiendo su relación en la base principal de la historia, alejándose de la premisa de Light como remarcado sociópata y centro único de toda la trama ética y moral, verdadero motor y punto de interés del argumento. No ayuda ese aire de película de instituto americana y una tendencia poco disimulada a la puerilidad que pretende ser maquillada con dureza impostada –un buen número de tacos que no encajan con el tipo de relato– y algunas imágenes explícitas para las muertes, otro sinsentido que pone de manifiesto lo poco claro que tiene el director el público al que se dirige y el tipo de historia que quiere contar. Todo este batiburrillo termina dando una única impresión: el film es ingenuo en un mal sentido. Es tonto y superficial, muy lejos del Death Note original, marcado por unos planteamientos inteligentes aquí sintetizados a la mínima expresión, y unos personajes en origen ricos en detalles y matices, que en la nueva versión se quedan en una simpleza casi insultante.
Usar una buena historia para simplificarla
El gran problema de este Death Note es partir de la base del manga original y retorcerlo a su antojo. Escoge unas premisas básicas para no dejarse por el camino los puntos clave, pero los cambios formales hacen que pierda casi toda su esencia. Solo hay leves pinceladas sobre la cuestión moral de que alguien asesine a los delincuentes del mundo, sobre quién es el inocente y quién el culpable, y cómo es aceptado socialmente. Tampoco nos encontramos la intensidad del enfrentamiento entre Light y L, todo se apunta pero se pasa por encima de puntillas. Es un quiero y no puedo constante, aderezado con un intento de crear también un contexto propio que lo aleje de la simple adaptación, precipitándolo al abismo como obra basada en otra obra. El Death Note de Netflix, como película individual es bastante pobre aunque puede llegar a entretener a un espectador casual –quizás solo adolescente–. Como adaptación es terrible, simplista, superficial, pueril y muy poco acertada. Un despropósito que se une a las muchas adaptaciones americanas de manga interesantes y de éxito que terminan siendo películas estadounidenses para olvidar.
Lo cierto es que era una adaptación destinada al fracaso, pues la fidelidad al original era imposible y estaba ya muy visto; y el intento de innovación y resumen de un film de hora y media –como finalmente es– era un suicidio de cara a sus seguidores. No llega a los límites de vergüenza ajena de Dragon Ball Evolution –paradigma de adaptación errónea–, pero no aporta absolutamente nada, es intrascendente. Al que le guste Death Note lo único que le provocará serán ganas de volver a ver la serie anime japonesa para borrar cuanto antes que alguna vez vio esta adaptación.
Alguien debería decirle a las majors estadounidenses que adaptar manga y anime japonés es una muy mala idea. Nosotros nos ahorraríamos bastantes decepciones y ellas, un buen dinero.
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Creo que el único público que aceptaría en algún grado esta versión como película para pasar el rato, sería alguien que no conozca, ni de oídas, la historia original. Y seguramente en edad adolescente, como dices.