En el margen
Aïcha Camara: “‘Un sueño’ busca contar la historia de mi tío Lanfia Keita, que era un abogado y un soñador”

Tras debutar como directora con el corto ‘MYA’, en el que aborda la mutilacióm genital femenina, Aïcha Camara trabaja en su primer largometraje, ‘Un sueño’, la historia de su tío, el abogado guineano Lanfia Keita.
Aïcha Camara
Foto cedida por la entrevistada.
11 dic 2021 09:04

Nacida en la región de Conakry, en Guinea Conakry, Aïcha llegó a Torrevieja con nueve años, donde residió hasta que se mudó a Zaragoza para realizar el Grado de Óptica y Optometría. Posteriormente, se trasladó a Madrid, ciudad en la que reside actualmente, para realizar un Máster en Optometría y Visión.

Además de actriz, es guionista y directora de cine. Se estrena en el mundo de la cinematografía con MYA, un cortometraje sobre la mutilación y la ablación, en el que participan actores y actrices de las más variadas procedencias y en el que se habla en cuatro idiomas africanos distintos. Con MYA ha ganado recientemente el Premio al Mejor Proyecto Social del II Festival de Cine Internacional de Cine Social y Ecológico del Mediterráneo (FICSEM), celebrado en la Comunidad Valenciana.

Inteligente y luchadora, se encuentra escribiendo su segundo corto, sobre los matrimonios forzados, y ha organizado un crowfounding para llevar a cabo el proyecto Un sueño, largometraje en el que quiere contar la dura historia de su tío, el abogado guineano Lanfia Keita.

¿Por qué decidiste estudiar Óptica y Optometría?
Empecé a estudiar Óptica y Optometría porque la salud es algo que siempre me ha interesado, también con la idea de poder en el futuro construir una Clínica Oftalmológica en mi país y trabajar allí como si estuviera trabajando aquí. Porque, como sabes, en el tema de la salud visual vamos un poco retrasados. Mucha gente en nuestros países tiene miopía, astigmatismo o hipermetropía y no tiene gafas para ver y pierden visión conforme pasa el tiempo. También hay personas mayores que ven mal por tener cataratas, algo que se soluciona con una simple operación.

¿Has vuelto muchas veces a Guinea Conakry?
Sí, he vuelto un par de veces.

¿Y, cuando vuelves, cómo lo sientes? ¿Lo sientes como casa o sientes distancia?
Me da pena decir que no me siento aceptada ni aquí ni en mi país. Aquí en España me ven como extranjera, pero allí también me ven como extranjera, así que soy extranjera en todos los lados a los que vaya. ¡Es una pena!

¿Como actriz qué trabajos has realizado?
He participado en varios anuncios para marcas comerciales. También he hecho una serie para Mediaset, que se llama Esclavas y habla sobre la vida de una prostituta, una película que se llama Un deseo indeseable, sobre una chica que sufría maltrato por parte de su novio y he protagonizado el cortometraje Deja vu. Asimismo, realicé una serie que se retransmitió en Portugal, en la que hacía de la niña adoptada de la familia. Siempre con una temática parecida, vamos…

Me pregunté: ¿por qué no contamos nuestras propias historias sin tener que estar clasificados, solo por el hecho de ser negros, en una casilla concreta? Y de ahí surgió el proyecto ‘Un sueño’, que busca contar la historia de mi tío Lanfia Keita, que era un abogado y un soñador.

He hablado con otras artistas de la comunidad africana y afrodescendiente sobre las dificultades en el mundo artístico, actoral y cinematográfico. ¿Cuáles son las principales dificultades que te has encontrado tú como mujer negra en el mundo de la cinematografía?
La principal es que siempre los papeles que nos mandan son muy estereotipados: servicio doméstico, prostituta, etc. Me pregunté, con la cantidad de historias que tenemos que contar, ¿por qué no contamos nuestras propias historias sin tener que estar clasificados, solo por el hecho de ser negros, en una casilla concreta? Y de ahí surgió el proyecto Un sueño, que busca contar la historia de mi tío Lanfia Keita, que era un abogado y un soñador. Pero ahí me choqué con otro muro de Berlín: vale, tienes la idea escrita, pero, ¿quién te la va a producir?

Mi objetivo es darle visibilidad a la comunidad negra sea como sea. También, durante la cuarentena, escribí mi segundo largo, que se llama Hermana, que es de donde extraje una parte que es MYA.

Te estrenas, entonces, como directora con MYA, un cortometraje sobre la Mutilación Genital Femenina (MGF), ¿por qué elegiste un tema tan delicado para empezar?
Elegí el tema porque tenía mucho conocimiento porque es una cosa que se practica en mi propia familia. Mi madre me informó bien de todo el proceso, así que ya tenía la maestra en casa para poder contar la historia bien, con sentimiento y conocimiento. Además, creo que el primer cortometraje de una guionista y directora novel tiene que tratar un tema potente, que llame la atención de la gente. Ya el hecho de ser una mujer joven y negra causa mucho prejuicio, quería hacer algo bien hecho, que llamase la atención y que no pudieses identificar quién está detrás.

¿Qué significa MYA?
Mutilación y Ablación. Además, al ser mi opera prima, es como algo que es mío. También hace referencia a mi parte intima, mi clítoris. Es un conjunto de cosas, creo que el nombre le iba bien.

¿Qué dificultades tuvisteis en el rodaje? Recuerdo que en el estreno en Madrid comentaste alguna con el dron.
Sí, tuvimos la dificultad de que el dron se quedó sin batería. Tuvimos que coger mi coche y hacer unos planos de travelling con el coche, que no se podían hacer con el dron. Trabajar con niños que nunca habían trabajado delante de la cámara fue también un poco complicado, aunque ellos me ayudaron mucho en el proyecto.

Y, luego, una escena que puede parecer super fácil, pero es muy complicada de rodar, que fue la del baile de las cuatro mujeres, porque para dar una simple palmada y que se coordinaran tuvimos que rodar hasta 14 tomas (risas). Entre eso y que en esa escena había palo santo y, como tuvimos que repetir tantas veces, había que encender el palo santo, acabamos casi intoxicados con tanto humo (risas). La verdad es que fue uno de los planos más difíciles de hacer.

También sobre los niños quería hablarte, que son dos niños y una niña ¿Cómo le explicas las escenas más duras que aparecen en el rodaje, que no son explicitas, pero si bastante difíciles?
Todos los niños son hermanos míos, tanto el que hace la denuncia como los que sufren la mutilación, es decir, que ya conocen la historia. Cuando fuimos a nuestro país de vacaciones lo vivieron allí en persona, así que ya sabían de qué trataba el corto. De hecho, lo sabían más que algunos actores en sí, así que fue súper fácil trabajar en ese sentido con ellos.

¿Qué puedes decirme de los actores principales, Lamine Thior y Tyssa Ondo? ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con ellos?
Con Tyssa tuvimos algunos roces en pre-producción, en los momentos de concertar horas para los ensayos, pero luego en producción fue genial todo con ella. La vi una actriz muy aplicada al trabajo, se lo tomó muy en serio, como un tema personal, y estaba encantada de participar en el cortometraje. Creo que lo dio todo, estoy muy contenta con su proceso de creación de la madre, cómo se lo trabajó, cómo se implicó. Para ella era su primer trabajo a nivel más profesional y me dijo que le encantó la experiencia y se llevó una muy buena sensación del rodaje conmigo.

Con Lamine, ya le conoces, fue todo genial. No me puso ninguna complicación desde el primer hasta el último momento, siempre apoyando mi proyecto. Le dije: “Lamine, quiero hacer esto, ¿puedo contar contigo?” y me dijo: “Sí, mi niña, cuenta conmigo”.

De hecho, ayudó mucho a Tyssa con su personaje y a Mousa, que es el niño que hace la denuncia. Además de hacer su personaje, ayudaba a los demás actores a crear sus personajes y a entrar en ambiente. Fue genial trabajar con Lamine, con su experiencia ayudó al resto a poder sacar lo mejor de ellos. Volvería trabajar con el sin dudarlo.

¿Y qué puedes decirme del resto del elenco?
Sí, con Djibril y Sylla estoy también súper agradecida. Sobre todo, con Djibril, que se tuvo que aprender el texto en mandinga, mi idioma, porque él habla wolof. Pero eso tampoco habría sido posible sin la ayuda de Sylla, que estuvo ayudándole a aprender a pronunciarlo bien.

Tengo que decir que estoy también muy contenta con la implicación de las dos actrices, Coco y Saffy, que hicieron un trabajo fantástico, apoyando desde el primer momento el proyecto. Coco, he hecho, se desplazó de Lleida a Madrid para poder participar.

También dos amigas mías de la Universidad, Ruth y Kily, vinieron desde Zaragoza porque necesitaba dos actrices negras, así que también súper agradecida con ellas.

El chico que hace de chaman, Lama, vino desde Barcelona también. Me contactó por Instagram y me dijo que había visto que estaba buscando gente para el proyecto “Un sueño” y que, si le necesitaba, se desplazaba donde hiciese falta. Le llamé para ofrecerle el papel del chaman, le pasé el guion, le encantó y vino.

A Luis le conocí por casualidad. Me lo presentó Djibril en Matadero y me dijo que era actor. Justo íbamos a rodar el cortometraje ese fin de semana y me dijo que quería también participar. No sabía qué personaje darle y acabó como ayudante del chaman.

La verdad es que fue fantástico todo el apoyo de la gente.

En MYA intentamos que, más o menos, cada uno hablase su idioma para poder contar una historia que no tiene sentido contar en castellano, porque si es una historia que transcurre en un pueblo perdido de un país africano, que hablasen castellano sonaría un poco raro.

¿Y cómo ha sido rodar con tantos actores y actrices procedentes de tantas partes diversas?
El rodaje con varios idiomas fue complicado. Mucha gente no se da cuenta, pero el cortometraje está rodado en cuatro idiomas africanos distintos. Intentamos que, más o menos, cada uno hablase su idioma para poder contar una historia que no tiene sentido contar en castellano, porque si es una historia que transcurre en un pueblo perdido de un país africano, que hablasen castellano sonaría un poco raro.

Ahora que comentas lo de los idiomas, ¿cuántos salen? Yo creo haber escuchado criollo, wolof y mandinga, ¿cuál es el otro?
Hay también un idioma de Ghana, el fon. Se hablan cuatro idiomas africanos diferentes en todo el corto.

Antes has comentado que Djibril habla en mandinga y no en wolof, que es su idioma. Eso tuvo que ser difícil para él.
Sí, se lo aprendió. Me dijo: “No te preocupes, porque si hay dos actores más y hablan el mismo idioma, prefiero aprenderme el texto en su idioma para que quede mejor”. Hizo un gran esfuerzo y se lo agradezco mucho, la verdad.

Porque el que sí habla wolof en el cortometraje MYA es Lamine. Pero Lamine me dijo que no lo habla de manera fluida, habrá tenido también que preparárselo bien.
Sí, también hizo un esfuerzo enorme. Se lo aprendió con la ayuda de su madre. Me dijo: “No te preocupes, si tú lo quieres en wolof, yo me lo aprendo en wolof”.

¿Y qué puedes decirme del resto del equipo técnico?

La verdad que estoy muy agradecida y contenta con todo el equipo que estuvo detrás de las cámaras. Trabajé con Egoitz, como ayudante de dirección, Verónica y Pablo, en dirección de arte, Isabel y Lola, en peluquería y maquillaje, Haizea, como auxiliar de cámara, con Rocío y Sicocoleccion como encargados del vestuario a mano y la banda sonora la realizó un amigo músico, José Luis Fluiters.

Hablemos un poco sobre el proyecto Un sueño, para el que estás buscando financiación hace años y que cuenta la historia de migración de tu tío, el abogado guineano Lanfia Keita.
Me gustaría contar la cruda historia real de mi tío, un señor que dejó todo atrás y se vino a Europa para buscar una vida mejor, tanto para él como para su familia. Al llegar aquí se llevó la decepción de su vida, porque las cosas no son como las imaginamos en África o como nos lo pintan. Y para él, desgraciadamente, todo fue de mal a peor.

Mi tío era abogado, se quedó sin trabajo y se le ocurrió la idea de viajar a Europa. Tenía un amigo que ya había llegado, así que pensaron, junto con otro amigo, hacer lo mismo.

Así, se embarca en un viaje con su mejor amigo, con la ayuda de los familiares que le dan dinero. Pasa por Mali, Argelia y Marruecos, donde coge una patera por la que paga casi 1.500€ (del año 2005) y, bueno, el resto ya lo veréis en el cine.

A la hora de buscar financiación para este proyecto, me imagino que habrá sido complicado. Una mujer negra y joven, como dices tú, con un tema potente pero complicado…
Sí, he mandado el proyecto a distintas productoras, pero no he obtenido ninguna respuesta positiva de ellas: “Lo leeremos”, “Gracias por mandar tu correo”, “Ahora mismo no estamos buscando proyectos”, “Solo trabajamos con nuestros propios guionistas” etc., etc.

También pensé en pedir una ayuda nacional, pero necesitaba tener el 15% del proyecto financiado con una productora. Pero, claro, ¿si ninguna productora me responde cómo voy a poder pedir esa ayuda? Estaba como estancada siempre en el mismo sitio y por eso decidí empezar el crowfounding y hacer MYA, también con la idea de poder presentarlo a algunos Festivales donde den premios monetarios y, si me los diesen, utilizarlos para hacer el proyecto “Un sueño”. O sea, que todo va encaminado a lo mismo.

Pediste también una ayuda a la Comunidad Valenciana y te la denegaron, a pesar de cumplir todos los demás requisitos, por no tener la nacionalidad española, ¿es así?
Sí, para mi largometraje de mi tío llevo ya años buscando la financiación. Hay varias ayudas para llevar a cabo largometrajes y una de ellas es la de la Comunidad Valenciana, en la que te dan unos 8.000€. Yo llevo viviendo allí desde 2003, incluso hoy en día sigo empadronada allí. Cumplía todos los requisitos menos el de la nacionalidad, se exigía tener una nacionalidad europea y solo por eso me descartaron. Yo no daba crédito.

Para mí eso es una discriminación, las obras de arte se tienen que valorar por si el contenido es bueno o no, no sobre la nacionalidad de la persona. Hay que apoyar la cultura española y afro-española y no fijarse solo en el hecho de tener o no una nacionalidad europea.

Cambiando un poco de tema y hablando de ti como mujer negra en España. Te escuché decir en una entrevista que cuando llegaste a España, con 8 o 9 años, fue la primera vez que te describieron por tu color de piel, ¿cómo es esa experiencia?
Un poco difícil y cruda. Cuando todavía no entiendes el idioma, no pasa nada, pero cuando empiezas a entenderlo y comprendes que se dirigen a ti como “negra” o, más bien, como “conguito”. O que te dibujen negra entera con los labios rojos, sienta mal.

Yo nunca había sentido antes ese tipo de discriminación por mi color de piel, nunca me había imaginado que tener un color de piel diferente fuese a darme tantos problemas. De hecho, en el colegio tuvimos hasta que poner una denuncia con orden de alejamiento a unos niños que no paraban de acosarme y a su padre.

Si con tan poca edad, 10 u 11 años, ya estás sufriendo bullying por acoso racista, se hace muy difícil. Los niños me acosaban, mis padres hablaron con sus padres, pero no hicieron nada y tuvimos que acabar en comisaria poniendo una denuncia. Para mí eso fue muy chocante, nunca había ido a un despacho de policía a poner una denuncia y encima estar denunciando por tu color de piel… ¡Qúe duro!

¿Y el colegio, el centro escolar, que actitud tomó frente a esta situación?
No hicieron nada, básicamente nada. Dijeron que eran problemas entre niños. En el colegio se calmó un poco, pero al bajar del autobús escolar, volvía a comenzar con el acoso.

También escuché en esa entrevista que cuando decías en el Instituto a algunos profesores que querías estudiar Medicina, se reían…
Eso fue cuando tenía 16 años y estudiaba en el IES Torrevigía de Torrevieja. Lo pasé fatal, tuve anorexia y todo en esa época. Es justo cuando te preguntan qué quieres ser de mayor, qué carrera vas a estudiar… Yo siempre había tenido claro que quería estudiar algo relacionado con la salud o con la ciencia y decía que quería estudiar Medicina. Eso era en clase de Biología, la profesora, María Dolores, no decía nada al resto de compañeros, pero cuando yo decía que quería estudiar Medicina, me cuestionaba y me preguntaba si estaba segura. Decía que no me la recomendaba, porque no la veía buena opción para mí. Yo respondía que me gustaba y se reía delante de toda la clase. Eso a mí me intimidaba. Con el resto no decía nada y conmigo se reía.

Cuando yo decía que quería estudiar Medicina, una profesora me cuestionaba y me preguntaba si estaba segura. Decía que no me la recomendaba, porque no la veía buena opción para mí. Yo respondía que me gustaba y se reía delante de toda la clase. Eso a mí me intimidaba. Con el resto no decía nada y conmigo se reía

En 1º de Bachillerato escogí Ciencias y esta misma profesora de Biología fue a hablar con mi tutora porque lo consideraba muy difícil para mí y me recomendaba que, si quería estudiar algo relacionado con las ciencias, estudiase Auxiliar de Enfermería. Que era más fácil y adecuado para mí, según ella. Le dije a mi tutora que gracias por decirme lo que pensaba la profesora de Biología, pero que me hubiese gustado que me preguntase también qué pensaba yo, cómo me veía en el futuro, cuál quería que fuese mi profesión el día de mañana.

Pero ellas decían que eran profesoras y lo hacían por mi bien, que estaban para guiarme. Me dijeron que cogiese cita con el orientador y el orientador con la misma vaina, que cogiese Auxiliar de Enfermería porque iba a ser lo mejor para mí y así podía trabajar en hospitales. Pero la cuestión no era trabajar en hospitales, sino en algo que me gustase. Le respondí que él a mí no me conocía, no me estaba orientando en base a lo que yo quería sino a lo que una profesora le había dicho de mí.

Durante todo el año, estudiase lo que estudiase, no conseguía sacar más de un 3 en Biología. Mi madre fue a hablar con ellas y nada. Un día mi entrenadora de atletismo me dijo que me veía muy delgada, triste y que algo me pasaba. Se lo conté y me dijo que me cambiase de instituto.

Me cambié de instituto y en el primer examen tuve un 7 en Biología.

Y a toda esta panda, la de Biología, tu tutora, el orientador, hoy que eres Optometrista y tienes un Máster, ¿qué les dirías?
Lo que les diría, ya se lo dije. Yo soy una persona que tengo confianza en mí misma, si creo que voy a poder con algo, voy a por ello. Cuando acabé 2º de Bachillerato y aprobé la EBAU en junio, me fui con las notas al otro instituto a restregárselas en su cara. Tenía un rencor… No vi al orientador, pero se lo dije al jefe de Estudios.

También estuviste ejerciendo tu profesión en los campamentos saharauis, ¿no?
Sí, fui a hacer las prácticas. Tenía la opción de hacerlas en España en cualquier óptica, había una justo debajo de mi casa, pero había dos vacantes internacionales: para el Chad 2 semanas y para los campamentos saharauis un mes. Fui la única que la solicité y me la concedieron. Estuve trabajando como óptica y optometrista y fue una experiencia inolvidable. La gente es muy amable, súper educados, te daban las gracias por todo. La gente te conocía y te llamaba por tu nombre y cuando venían a la segunda revisión, porque habían necesitado gafas o una cirugía de cataratas, te traían regalos. Que eso en España es impensable.

Volví llorando porque fue una experiencia increíble.

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