Especulación urbanística
De cómo Booking nos llevó al PSOA Malaya

El hotel Axel Madrid fue inaugurado este mes de octubre con el espíritu declarado de ser un hotel gay abierto a todo el mundo. Pero el emblema del turismo rosa más neoliberal un día fue otra cosa.

PSOA Malaya Patio
Un grupo de personas en el patio del centro okupado. Laura Corcuera
30 oct 2017 12:33

Después de dos meses de asilvestramiento en la Sierra Norte, bajo a la ciudad de Madrid para despedir a una compañera que marcha a Barcelona. Agosto, calentura estival a 32 grados nocturnos y efervescencia lavapiesera post-fiestas patronales. Amigas, bares pregentrificación y proyectos culturales se han ido de vacaciones. A mí me cuesta reconocer el barrio y a sus gentes. Al mismo tiempo me siento en casa. Una casa-barrio que habité entre 1997 y 2010.

Con unas cañas bien tiradas y frías en la calle Embajadores, la compañera y yo decidimos alargar nuestra aventura y hacer noche en la ciudad. Ella tiene un teléfono móvil de esos que tienen internet y tal. Así que busca pernocta para esa noche y encuentra una ofertaza de hotel cuatro estrellas en la aplicación Booking (que yo confundiré con Bookcamping).

El hotel Axel está cerca, en Antón Martín. Ese barrio también fue mi hogar durante ocho años. Conozco la zona, pero no me suena el nombre de la hospedería. Leemos en su web que se acaba de inaugurar: “El nuevo punto de encuentro más heterofriendly, urbano y trendy de la ciudad (...). Situado en el popular Barrio de las Letras y rodeado de las calles más emblemáticas de la ciudad, en un enclave bohemio que combina diversión, compras y buena gastronomía (…) con innovadores espacios de ocio en los que cuidarte y divertirte, siempre fiel al concepto Axel de estilo, diseño, confort y ambiente cosmopolita”. WTF.

Burbuja reload. Neoliberalismo por tres. Modelo turístico extractivista + redadas racistas + euro rosa. Entre caña y caña nos sale un sarpullido político

La cadena hotelera Axel, propiedad del empresario gai Juan Pablo Juliá Blanch, hace un marketing enfocado a “posicionarse como el primer grupo empresarial de referencia mundial dirigido a la comunidad LGBTQ”. Las fotos de la azotea son pintonas. También las habitaciones, escaleras y patios que muestra la web. Entre caña y caña nos sale el sarpullido político. Burbuja reload. Neoliberalismo por tres. Modelo turístico extractivista + redadas racistas + euro rosa. Me viene a la cabeza el Hotel Ibis que se está construyendo en la Plaza de Lavapiés. La última caña se me cae literalmente de las manos. Y nos la habían invitado los camareros. 

EL EURO ROSA APESTA A AFTERSAVE

Novela ensayo Habitación 610. Dos mujeres lesbianas, blancas y universitarias recorren la cadena hotelera Axel, desde Buenos Aires, pasando por Canarias, Berlín, Ibiza, Barcelona, hasta Madrid. Piden el desayuno en la cama, follan, hablan de exposiciones, se bañan en la piscina de la azotea, toman copas, van a la sauna, al gimnasio, de compras, todo muy cis-gai occidental con poder adquisitivo. Las escenas se intercalan con las historias de vida de 608 personas (otras bolleras, trans, intersex y maricones de clase trabajadora gitanas árabes negras cojas viejas) que son desahuciadas, perseguidas, humilladas, torturadas pero que logran resistir y organizarse en diferentes lugares del Sur de Europa.

De las luchas por la liberación sexual y la diversidad contra el mandato del género, a la peseta rosa. De la peseta rosa al euro rosa. La historia movimentista contra la dominación heteropatriarcal por una sábana de seda. El capitalismo atraviesa todos los cuerpos.

De vuelta a la no ficción. La compañera y yo, todavía en el bar de Embajadores, pensamos que infiltrarnos como “turistas” durante unas horas en el nuevo templo del euro rosa formará parte del juego. Además pasaremos una noche divertida. Vamos a estrenar la habitación 610. Hay condones, cortinas de rejilla, lámparas retro, espejos, una cama nueva de dos por dos metros y una ducha de azulejos. Habitación 610.

El capitalismo rosa remueve y subsume las emociones. Subimos hacia Antón Martín. Y yo me pregunto por el sentido político de una ciudad lgtbfriendly como Madrid. Pienso en estrategias locas para abolir un modelo turístico clasista, mercantilizador e invasivo. Arden las contradicciones. Orgullo Crítico de Madrid o un mercadeo rosa para la amnesia del movimiento LGTBI. El euro rosa apesta a aftersave.

PSOA Malaya Fachada
Fachada del PSOA Malaya, en la calle Atocha, que hoy es un hotel. Laura Corcuera

En 2012 Diagonal editó el libro El Orgullo es nuestro, una selección de artículos periodísticos sobre los movimientos de liberación sexual en el Estado español publicados en el periódico durante siete años de cobertura. Hoy este archivo puede resultar útil para interpelar al colectivo LGTBIQ y organizar mejor la protesta ciudadana ante un modelo de turismo y de ciudad que no es sostenible ni ético, que genera más desigualdad, exclusión social y privatización de espacios públicos. Un modelo terrorífico que algunos grupos mediáticos y partidos políticos intentan proteger este verano con el engendro-palabra “turismofobia”, criminalizando las protestas que se vienen dando en diferentes territorios del Estado español, en especial en Catalunya, País Valencià e Islas Baleares.

“Menos mal que Madrid no tiene playa”. Seguimos bebiéndonos las contradicciones. En 2005 el movimiento LGTBIQ madrileño no oficialista ya actuaba entrelazado con otros colectivos y luchas por los derechos y las libertades. Precariedades, renta básica, trabajo sexual, fronteras, antiCIES, movimiento trans, feminismos, vivienda, sanidad pública, ecologismo, antifascismo, cultura libre, antimilitarismo, economía social, educación popular, menores... Como los Ejes del Rompamos El Silencio. Como las antiguas secciones de Diagonal. Como la vida misma donde todo está interconectado. Y justamente porque todo está relacionado, volvamos al Hotel Axel de Madrid.

Llegamos a la nueva hostería, que está emplazada en el número 49 de la calle Atocha. Dos locales de comida del propio hotel flanquean la puerta. Esa fachada. Esa fachada. El número 49. Me quedo atónita ante la gran “casualidad” (verdadero origen de este texto).

Mientras mi colega hace las gestiones pertinentes en recepción, yo hablo con el joven y educado director del hotel que coge papel y boli para anotar lo que le voy a contar. 

TRIBUTO AL PALACIO SOCIAL OKUPADO MALAYA

En marzo de 2008 un grupo numeroso de activistas participamos en la expropiación colectiva del Palacio Social Okupado Autogestionado PSOA Malaya. Este inmueble llevaba 15 años abandonado en el centro de Madrid y fue recuperado para el vecindario por la Asamblea de Malaya mientras era intervenido por el juzgado de instrucción Nº 5 de Marbella, el juzgado del “Caso Malaya”. De ahí el nombre. El edificio era parte del patrimonio del exconcejal de Urbanismo de Marbella Juan Antonio Roca y los propietarios Javier Pérez Villena y Maria Pilar Román (hija de Pedro Román, teniente de alcalde del GIL en Marbella) actuaban como sus testaferros, a través de la sociedad Atocha 49 SL y empresas subsidiarias, estando imputados ellos mismos en paralelo en distintas tramas fraudulentas relacionadas con el negocio del ladrillo, la recalificación y especulación inmobiliaria.

El edificio –una construcción de 1862 con una superficie de 4500m2 abandonada desde 1993– fue habitado y cuidado durante diez meses por más de veinte colectivos madrileños que hicieron innumerables actividades sociales, culturales y artísticas rastreables por internet.

El 4 de julio de 2008 se inauguraba el PSOA Malaya:“(...)Vemos necesario defender los barrios del acoso y derribo al que se están viendo sometidos, luchando contra la especulación urbanística y contra el mobbing inmobiliario, que va vaciando los edificios de vecinas poco rentables para convertirlos en hoteles y viviendas de lujo (…). También vemos necesario empezar a organizar una respuesta a las continuas redadas policiales que se están llevando de Lavapiés a decenas de vecinas a los CIES por el hecho de no tener “papeles”. Nosotras decimos que nuestro barrio no es una aduana (...)”.

El 4 de julio de 2008 se inauguraba el PSOA Malaya: fueron unos meses memorables de puesta en común y confirmación de la capacidad de autoorganización horizontal

Fueron unos meses memorables, una puesta en común creativa, demostrar (de nuevo) cómo se pueden cubrir las necesidades y deseos colectivos, confirmar (de nuevo) la capacidad de autoorganización horizontal. Fue un encuentro intergeneracional de los movimientos sociales en el mismo cogollo de Madrid. Y también una puerta abierta a los turistas que se despistaban de la Plaza Jacinto de Benavente y entraban en la Kafeta de Atocha 49 para ver que otro Madrid era posible.

En la madrugada del 1 de diciembre de 2008 llegaba el desalojo policial del PSOA Malaya. “Un desalojo otra okupación”. “Casas sin gente, gente sin casas”. “Nos vamos pero volveremos”. “1, 10, 100, 1000 centros sociales”, “Construyendo barrio”. Duelo colectivo, aprendizaje y seguir caminando (1).

También llegaría un proceso judicial que confirmaba la impunidad del empresariado franquista español. ¡La mafia marbellí acusó a 13 integrantes de la Asamblea Malaya de haber sustraído del inmueble materiales que nunca vimos y de haber robado las chimeneas de mármol y las vidrieras! Además del delito de daños, que era una pasta, figuraba la denuncia de la Fiscalía por “delito de usurpación”. El mundo al revés. Todo un despropósito democrático bastante habitual en la España contemporánea.

El juicio se aplazó hasta 2014 y terminaría con la absolución de todas las activistas. El edificio de Atocha 49 sería comprado por el Banco Sabadell y vendido después a la cadena Axel, que ha estado reformándolo durante los dos últimos años.

PSOA Malaya Chimenea
Detalle de una chimenea del interior del PSOA Malaya. Laura Corcuera

20 de agosto de 2017. Amanecemos en el número 49 de la calle Atocha, 'La Tocha', como decía una amiga menorquina hace diez años. En la garganta resuenan innumerables imágenes de asambleas, conciertos, ciclos, debates, performances, comidas populares, permanencias, resistencias y manifestaciones. Este edificio debe ser recordado como el organismo vivo PSOA Malaya.

Din Don. Habitación 610. ¡Hemos dormido encima del salón donde oficié una bodaperformance senegalesa-española nueve años antes! Bajamos por las mismas escaleras que nos sostuvieron en 2008 para sacar escombros y meter semillas... Recorro hiperventilada los pasillos del hotel intentando ubicar cada espacio que limpiamos en la primera y segunda planta. Me siento con la legitimidad de ir abriendo las puertas sin permiso, de beberme un vaso de agua con lima en uno de los salones, de soltar una lágrima. ¡Siguen las vidrieras modernistas, las molduras y las chimeneas de mármol que la mafia nos acusó de haber robado!

Voy ubicando la sala de Asambleas, la Cocina, la Kafeta. el Espacio Teatral, la Zona Infantil, el Centro de Medios, el Patio, el Escenario, las Bicis... ¡El Cabaret de La Chelito! Hoy todo está convertido en habitaciones, estudios con patio japonés y salones de restaurante.

Verano de 2017. Viaje emocional muy fuerte, individual y colectivo. MOLT FORT. Entonces decido escribir esta historia. Que no está aislada de nada de lo que está pasando. Decido (re)conocer mi amor por la ciudad de Madrid, mi amor por un lugar hecho de gentes hermosas y solidarias que se organizan y piden justicia, un lugar que observa los cielos del cambio, que tira las cañas y peina las canas. (Re)conocer mi amor por un trozo de asfalto meado de recuerdos. (Re)conocer mi amor por cientos de rostros comprometidos que siguen construyendo barrio, resistiendo en las calles, señalando las caras de la especulación urbanística, okupando y rompiendo el silencio. Aquí y allí.

Un día pasearemos por la metrópolis y descubriremos que nuestros afectos tienen cabida sin convertirse en mercancía. Sí, Madrid será la tumba del fascismo

Decido terminar la historia con un ejercicio de imaginación. Quizás parezco ingenua o tópica. Me da igual. Un día Madrid pertenecerá de nuevo a su ciudadanía. Sí, Madrid será la tumba del fascismo. Será un ejemplo de democracia profunda. Y en lugar de guerras culturales, burbujas inmobiliarias y operaciones estilo Canalejas O Chamartín, veremos procesos-espacios vecinales que consolidarán una red democrática de bienes comunes y servicios públicos. Una ciudad constelación. Quizás se llame algo diferente a “municipalismo”. Un día pasearemos por la metrópolis y descubriremos que nuestros afectos tienen cabida sin convertirse en mercancía, respiraremos sin pagar, no habrá desahucios, jugaremos a la pelota y nos revolcaremos en el verde sin tener que atar la bici. Hermanadas con los pueblos y otras urbes seguiremos dando forma a una ciudad “bonita”, como diría Manuela Carmena.

Y donde hubo un hotel de lujo habrá un centro social autogestionado, de cuarta o quinta generación, considerado Bien de Interés Cultural. Habrá un Bookamping de hoteles éticos y otras aplicaciones para la gente que usa móvil, en servidores autónomos. OkupaTuTambién será replicado. Airbn y Eulen habrán entrado en quiebra.

Mientras tanto, quizás, una palabra clave hoy en la ciudad de Madrid sea INGOBERNABLE.

La compañera y yo nos despedimos en la estación de buses de Avenida de América. Regreso a la Sierra Norte de Madrid. Vuelvo a Hastebol con un Volvo ochentero que me ha prestado otra amiga. Busco en mis archivos las carpetas de Madrid año 2008 Selecciono fotos de aquella aventura política que fue el PSOA Malaya. Ojalá que en marzo de 2018, para el décimo aniversario, las veamos y sigamos bailando juntas.

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