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Especulación urbanística
Hasta siempre, Calderón
El antiguo estadio del Atlético de Madrid desaparece y el club vende los terrenos por 100 millones de euros para hacer viviendas de lujo.
Nunca supe cómo decirte adiós, estadio Vicente Calderón. Ni me lo imaginé todos estos meses, ni sé hacerlo ahora. Casi a diario veo como una parte de ti desaparece y, con ella, me derriban miles de recuerdos infantiles.
No me gusta el fútbol de masas, a pesar de que de pequeña mi padre intentó venderme las bondades del Real Madrid. No coló. Tampoco te voy a decir que sea Atlética, pero yo siempre te he mirado con otros ojos.
Parafraseando mal al poeta, mi estadio Vicente Calderón son recuerdos de visitas infantiles a Madrid. Siempre fui Carabanchelera, aunque nunca he vivido allí, pero sí gran parte de mi familia. Bordear el Calderón significaba armonía y besos familiares. Olor a recuerdos felices.
No te voy a negar que muchos años después, cuando tuve el privilegio de empezar a ser habitante de Arganzuela, a 200 metros de ti, Calderón, me alegré de que ya no albergases domingos de ruido interminable y algún alarde de testosterona de ciertos aficionados. Cómo olvidar que a orillas del Manzanares, casi enfrente de mi casa, asesinaron a Jimmy. Todavía hay una pintada que recuerda esta tragedia. Tampoco los veinte años sin Aitor Zabaleta, en un tiempo en el que los neonazis camparon a sus anchas por la zona.
Hoy Vicente pone la terraza de su bar, como cada día. Es del barrio de toda la vida y se llama así por el estadio. Para desayunar hay tostadas del mejor pan que he probado en Madrid. Conoce a casi todos los clientes y yo también los he visto bastantes veces tras la barra, a cualquier hora.
Recuerdo especialmente el día después de las elecciones de mayo. “¿Qué te pasa?”, “pues nada, que gobernará la derecha”. Mientras moja un churro en el café, un vecino me pregunta: “Pero entonces, ¿quién ha ganado?” A poca gente del bar le importa si Almeida es el líder del PP o lo es Andrea Levy. Sí se sigue notando en sus caras la tristeza de domingos sin partido de fútbol, tapita y caña.
Tengo dos vecinas que llevan más de 50 años en los aledaños del estadio. Incluso creo que lo vieron construir. Ahora el Atlético de Madrid ha decidido herir de muerte nuestro barrio vendiendo los terrenos a la libre especulación urbanística. Pisos de lujo en Imperial. Por si no fuese poco con no poder acceder a una vivienda o temer la subida del alquiler que sucederá a la operación Mahou-Calderón. La gestora Azora ha comprado por más de 100 millones de euros dos parcelas cercanas a Madrid Río en las que construirá viviendas y pistas de padel, gimnasio, piscina. Y borrarán todo símbolo de no ostentación. Nos vendieron que en la operación Mahou-Calderón no se iba a especular y es como cuando el médico te dice: “respira, esto no te dolerá”.
Nunca fue democrático vivir al lado de un río, aunque a éste lo bañe la M-30. Cuántas veces paseo por las orillas del Manzanares, por si resulta que es la última. He visto la evolución de la naturalización del Manzanares como quien sigue la liga de fútbol: con pasión, entrega y júbilo. Solo tengo palabras de agradecimiento ante quienes han hecho que sus aguas parezcan el oasis que el cemento de Gallardón no permitía.
Me he sentido privilegiada todos los días de mi vida que he vivido a pocos minutos andando de la Casa de Campo. Y a mi perra le he cantado muchas veces “Puente de los franceses” mientras miraba al horizonte y veía ese puente histórico que me insuflaba espíritu de lucha.
Es absurdo escribirle un artículo a un estadio, un simple edificio. Pero es que en el Vicente Calderón han actuado algunos de mis mayores ídolos musicales, como los Rolling Stones. Allí ha habido conciertos históricos.
Voy a confesar que nunca he cruzado sus puertas y que tampoco lo he echado de menos. Simplemente es muy triste que la especulación urbanística nos expulse de los barrios. Y que mi vecina Bea me cuente que los vecinos pidieron que no dinamitasen el estadio, sino que la muerte fuese lenta, por miedo a algún tipo de catástrofe. Te echaré de menos por toda la gente a la que uniste y porque no necesito un Starbucks en mi barrio o varios restaurantes de lujo con vistas al río. Necesito vida en común, como diría Nacho Vegas.
Y que Antonio, el del otro bar, me pueda fiar una botella de agua porque es San Isidro, voy a la pradera y se me ha olvidado ir a sacar dinero pero él no acepta tarjeta. Sí acepta sonrisas y te trata como si te conociese de toda la vida. “Da recuerdos a tu familia, espero que se sintiesen bien atendidos”. Cada día un ejército de parroquianos desfilan por su bar y hasta los adolescentes que van al instituto Gran Capitán recomiendan su terraza. ¿Para qué quiero Tripadvisor?
Es muy triste que este tipo de cotidianidades puedan llegar a convertirse en la excepción entre tanto pelotazo inmobiliario.
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Asco de fútbol no. Asco de alienación. Dentro del fútbol hay gente que se mueve y han hecho cosas interesantisimas. Te recomiendo "Opio errebeldea" o "St. Pauli, otro fútbol es posible"
Gaur egungo futbolaren aurka!!!
Ya solo les quedan vender otros 4 terrenos al mismo precio para pagar todo lo que deben a Hacienda. No al fútbol negoció!