Opinión
Correos 26F: la huelga o la vida
Se acerca el 15 de marzo: el momento de la verdad en el que se va a decidir el destino de quienes trabajamos en Correos y del servicio que prestamos a toda la comunidad.
El Acuerdo Marco suscrito entre empresa y sindicatos firmantes (CCOO, UGT, CSIF y Sindicato Libre) sigue sobre la mesa y la directiva no tiene la menor intención de detener su marcha imperial sobre nuestros derechos.
Jornadas variables e irregulares, salarios ligados al cumplimiento de objetivos de empresa, turnos de martes a sábado en horario de tarde, movilidad en manos de la empresa y un drástico recorte de gasto en personal que pagaremos los mismos de siempre. Estas medidas componen el cogollo de un documento marco que, más que un acuerdo regulador de condiciones de laborales, parece un castigo hacia la plantilla pública más grande de nuestro país.
Las medidas del Acuerdo Marco componen el cogollo de un documento que, más que un acuerdo regulador de condiciones de laborales, parece un castigo hacia la plantilla pública más grande de nuestro país.
Y ya está bien de culpabilizar siempre a los trabajadores. En las empresas, nos privan de la capacidad de tomar decisiones, nos infantilizan y procuran desposeernos de cualquier tipo de autonomía, pero cuando vienen mal dadas la guillotina nunca cae sobre los de arriba, que son quienes se han encargado de ponernos frente al abismo.
Por eso, la huelga del 26 de febrero no es una más. Es el grito de quien ya no puede permanecer expectante mientras le hurtan lo poco que le queda. Es la respuesta consciente y a la vez desesperada de quien anhelaba un nuevo convenio con más proximidad a la esencia pública, que es nuestra razón de ser, y se ha encontrado un documento plagado de retrocesos que liquida cualquier posibilidad de mejora y nos lanza de cabeza al foso del modelo privado.
Las diferentes directivas han venido ambicionando acudir al mercado en igualdad de condiciones con las empresas privadas. Nosotros lo llamamos competir a la baja en precariedad. No vamos a tolerar que lo poco bueno que nos queda en Correos también nos lo arrebaten
El 14 de abril del año pasado publicaba en Nortes lo siguiente: “Son muchos los años que las diferentes directivas han venido ambicionando desregular la jornada de trabajo, flexibilizarla para acudir al mercado en igualdad de condiciones con el resto de empresas. Nosotros lo llamamos competir a la baja, en precariedad y, por supuesto, nos oponemos radicalmente a ello”.
“No deseamos tener que trabajar sin horario hasta que hayamos repartido el último paquete, ni cobrar en función de objetivos. No queremos laborar los fines de semana cuando ya lo hacemos de lunes a viernes. Y no vamos a tolerar que lo poco bueno que nos queda en Correos, también nos lo arrebaten”, continuaba.
El Acuerdo Marco que la directiva puso sobre la mesa y que los cuatro sindicatos de siempre han validado con su firma como base de negociación supone la cristalización de todos nuestros pánicos. Un antes y un después que resultaría un punto de no retorno.
Correos no ha aceptado en todos estos años ningún tipo de propuesta ni de cambio en un sentido público y social (como la banca postal o presionar por la inclusión en el EBEP), ningún tipo de mejora razonable y necesaria como la elevación de los salarios, las 35 horas de lunes a viernes y la priorización de las funciones como prestador del Servicio Postal Universal.
Frente a una dirección decidida a completar el proceso de amazonización y el bloque sindical que todo lo firma para mantener lo propio, saldremos a las calles todas las voces que no acatamos ni la venta de derechos ni la destrucción de Correos.
El guion de la liberalización está escrito desde hace décadas y como todo proceso va tocando su fin. Frente a una dirección decidida a completar el proceso de amazonización y el bloque sindical que todo lo firma para mantener lo propio aunque suponga devastar lo colectivo, saldremos a las calles todas las voces que no acatamos ni la venta de derechos ni la destrucción de Correos. La huelga sin CGT no sería posible, pero esperamos congregar la dignidad de toda una plantilla.
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