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Antiespecismo
Disonancia cognitiva: ¿qué es y qué relación tiene con el veganismo?
Las personas solemos intentar que nuestras creencias, actitudes y comportamientos tengan un sentido lógico entre ellos. Intentamos que haya coherencia entre cómo pensamos y cómo actuamos. Cuando una persona siente que se genera una contradicción, que un elemento no encaja, que rompe con la armonía de su forma de pensar, etc. la mente ve que existe un conflicto y en muchas ocasiones esta situación crea una sensación de malestar, de incomodidad. Este fenómeno es conocido en el ámbito de la psicología como la teoría de la disonancia cognitiva y fue creada por el psicólogo social estadounidense Leon Festinger.
La teoría de Festinger dice que cuando se produce esta situación de malestar, la persona tiene que cambiar alguno de los elementos que genera la disonancia. Existen tres formas de reducirla:
La primera es eliminar o modificar uno de los comportamientos o creencias que nos ha llevado a sentir ese malestar. Esto implica cambiar personalmente, un proceso que a menudo resulta difícil para los seres humanos.
La segunda trata de reducir la incomodidad incorporando una nueva actitud que nos sirva para justificar nuestro comportamiento.La tercera consiste en reducir el valor de nuestras ideas, con lo que justificamos actitudes que nos hacen sentir bien, aunque puedan ser dañinas para nosotros.
La disonancia cognitiva es un fenómeno que experimentan constantemente los seres humanos cuando se habla de maltrato animal, vegetarianismo y veganismo. Numerosas personas afirman estar en contra de los espectáculos con animales, como los famosos toros en España o el circo; o rechazan el uso de los abrigos de piel, alegando que hoy en día pueden utilizarse materiales sintéticos. Al fin y al cabo, no asistir a este tipo de eventos o comprar ropa sin subproductos de origen animal no implica un sacrificio demasiado grande.
Pero a pesar de existir empatía en estos sentidos hacia los animales, cuando se habla de renunciar a comer carne, pescado o marisco, es decir, cambiar drásticamente nuestra alimentación, el asunto cambia. Porque no se trata de una acción puntual que realicemos de vez en cuando. Supone una modificación de nuestros hábitos alimenticios diarios, de nuestra nutrición. Significa un cambio importante. Un esfuerzo real.
Y aquí es cuando entra la disonancia cognitiva. Tras toda una vida comiendo animales por un sistema que lo respalda y que se lucra de la explotación y del maltrato animal, nos cuesta conectar del todo con la idea de que se pueda vivir sin utilizarlos. Nuestra mente quiere razonar para hacernos sentir mejor. “Se ha hecho toda la vida”, “porque yo deje de comer carne no va a cambiar nada en el mundo” y “somos omnívoros, necesitamos la carne para sobrevivir” son tan solo algunos de los ejemplos que suelen pasar por la cabeza de las personas cuando quieren seguir justificando el hecho de seguir comiendo animales.
Nunca te comerías un perro porque es una “mascota”. Pero ¿por qué? ¿Has tomado esa decisión por tu cuenta? ¿Cuándo decidiste que los perros y los gatos son animales inteligentes, sintientes y que por lo tanto se merecen nuestro cariño y respeto? Y ahora te pregunto: ¿por qué los pollos, los cerdos, las vacas y los conejos no?
Seguro que al leer esta pregunta, en tu interior has sentido un mínimo de incomodidad al darte cuenta de que algo no encaja. Eso es la disonancia cognitiva. Y probablemente intentarás justificarlo con argumentos similares a los que he propuesto antes para reducir ese malestar. No te preocupes, es normal. Todas las personas que hoy no comemos animales o que no consumimos nada de origen animal nos hemos enfrentado a un conflicto de este tipo. Un truco para superar excusas y cuestionar los argumentos que hemos escuchado toda la vida es ser conscientes de que existe ese mecanismo que hace que tratemos de justificar constantemente nuestro comportamiento. Cuando dejamos de huir de lo que nos incomoda y nos esforzamos por reconocer nuestros errores, estamos más cerca de vivir en una sociedad más compasiva y ética.