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Migración
En una bici o en un camión
Un viento gélido le impulsaba cuando ascendía por el Alto del León. Mientras ganaba kilómetros a la adversidad sentía cómo media parte del rostro iba dibujando una mueca perpetua que quedaría fijada por un tiempo. No fue hasta que llegó a su hogar cuando esa media parte de la cara se desentumeció: un bofetón de su padre devolvió todo a su sitio.
Félix se había despertado a las 3 de la mañana en una lúgubre pensión de la calle Magdalena, en Madrid, para recorrer en bici los 170 kilómetros que le separaban de su familia, labradores de un pequeño pueblo de Segovia. Fue el primero de los seis hermanos en migrar, había conseguido un trabajo y el dinero suficiente como para comprarse una bici y llevar algunas pesetas a casa. Una Orbea roja nuevo modelo que subió el puerto a duras penas. Félix tenía 16 años. Era 1940.
Después de Félix emigraron el resto de hermanas y hermanos. Las primeras, para limpiar en grandes casas de la clase alta. Los segundos fueron aprendices de lo que fuera hasta conseguir sus propios negocios. Los inicios de Félix en la capital fueron muy duros. Lloraba por las noches pensando en su familia. Cuando consiguió ir a visitarles con los primeros ahorros, la tibieza castellana de una sociedad construida sin espacio para el afecto le dio la bienvenida. No volvió a ver su bici.
Han pasado 80 años y Félix cuenta a sus sobrinos y sobrinas sus anécdotas en una reunión familiar. Es momento de compartir todo, de no llevarse nada. Ya hay espacio para la reflexión. La España franquista trató de salir de la hambruna gracias al trabajo infantil. Los flujos migratorios hacia las grandes ciudades los encabezaban niños, niñas y adolescentes. Una infancia perdida entre cofias en el barrio de Salamanca o paños para limpiar los relucientes zapatos que gastaban las élites cuando acudían al palco del Nuevo Estadio Chamartín (hoy Santiago Bernabéu).
Mohamed sabe que no volverá a ver a sus padres en mucho tiempo, no existe el viaje inverso. Al menos no de manera inminente. Tiene 16 años. Quizás conozca a Félix y juntos compartan sus experiencias como menores no acompañados
Es 2024 y Mohamed prepara su llegada hacia Europa. Lo ha intentado tres veces en diferentes posiciones. Tendrá que probar todas las posturas conocidas en los bajos de los camiones que se embarcan hacia Algeciras. Si sobrevive, recogerá tomates bajo los techos de un invernadero en posturas similares a las adoptadas en sus intentos por llegar a España.
Mohamed sabe que no volverá a ver a sus padres en mucho tiempo, no existe el viaje inverso. Al menos no de manera inminente. Tiene 16 años. Quizás conozca a Félix y juntos compartan sus experiencias como menores no acompañados. Porque el segoviano ha sido un mena, como dicen desde la derecha deshumanizadora. Aunque Félix nunca ha reparado en ello.