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Movimientos sociales
Gregorio Herreros: “He vivido pobre pero muy alegre”
Militante integral, sensible con las luchas feministas, ecologistas o de liberación, Gregorio Herreros ha fallecido este jueves 23 de enero. Manuel Cañada le entrevistó para El Salto Extremadura.
Siendo muy joven, Gregorio Herreros se incorporó a CCOO, al movimiento vecinal y al PSUC. Más adelante a Ecologistas en acción. Gregorio era un militante integral, sensible con las luchas feministas, ecologistas o de liberación. En los últimos años se volvió a emocionar e implicarse en política con el 15M y participó en la lucha de los pensionistas. Gregorio, al que El Salto Extremadura entrevistó hace algunos meses, falleció el pasado jueves 23 de enero.
Gregorio, háblanos de tu infancia y juventud. Naciste y pasaste tus primeros años en Puertollano.
Nací al terminar la guerra, en julio de 1940. Tuve la suerte de nacer en una población minera y con un padre muy convencido de sus ideas anarquistas. Cuando murió —yo tenía solo 17 años— me dejó las herramientas principales para vivir. Unas cuantas herramientas materiales, para trabajar con las manos y, sobre todo, mentales para hacer frente a la vida. Son las herramientas que yo quiero dejar a mis hijos. Al poco de morirse él, hice mi primera acción política, que fue ir a colocar en un cerro del pueblo la bandera republicana. Fui con unos cuantos amigos, más o menos de mi misma edad, y tuvimos la suerte de que no nos sorprendiera la policía. Más tarde conocí más a fondo el Partido Comunista y me adherí a las Juventudes Comunistas de aquel momento, pero siempre con ese sentimiento y carácter crítico que mi padre me había infundido. Él ha sido y sigue siendo para mí un baluarte importantísimo.
Tuve la suerte de nacer en una población minera y con un padre muy convencido de sus ideas anarquistas. Cuando murió yo tenía solo 17 años, pero me dejó las herramientas principales para vivirMi padre trabajaba en un oficio que ya no existe. Era guarnicionero, se encargaba de los arreos de las caballerías, que en ese momento era un oficio importantísimo, porque toda la tracción de las vagonetas en la mina se hacía con bestias, todavía. Había muchos burros, muchos caballos, pero coches no. Él no quería que yo entrara en la mina. Entré a trabajar en la compañía que él había trabajado mucho tiempo, en la Sociedad Minero-metalúrgica de Peñarroya. Yo quería ser carpintero, pero me tocó ser metalúrgico.
Haces la mili en Madrid y te vas a trabajar a Barcelona.
En el año 60-61 hice la mili, en Madrid, en el cuartel de infantería Wad Ras 55. Tuve la suerte o desgracia de que hice la mili en un cuartel. Nos decían que por allí iban a entrar los comunistas, procedentes de Extremadura [Gregorio se ríe estruendoso, subrayando el temor ridículo de los franquistas]. Cuando salí del pueblo tenía claro que me iba a ir. Un día llegué todo ufano y le dije al jefe de personal: “Para el sábado quiero la cuenta, no aguanto más”. En aquel entonces, como integrante de la compañía minera, tenía un vale de carbón que mi madre aprovechaba, y yo, en la práctica era el cabeza de familia. Le dije a mi madre que no se preocupara, que no la iba a abandonar y me fui para Barcelona.
En Barcelona trabajas en diversas empresas del metal.
Llegue a los 21 años y trabaje en el oficio que ya traía de Puertollano, en empresas como Macosa o Nervión. Primero viví en Barcelona ciudad, dos años, después conocí a la que sería madre de mis hijos y entonces marche a Cornellá, ya en el Baix Llobregat.
En Barcelona me he sentido muy satisfecho. A los pocos días de llegar me llevaron a ver lo que entonces se llamaba la Avenida de la Luz, una galería subterránea llena de comercios, pero también con trenes que iban a Puigcerdá y hacia las montañas. Era Semana Santa y la gente no estaba por rezar, estaba por irse a las montañas. Me entró mucha satisfacción de encontrarme aquello. Después tuve la suerte de tener dos hijos maravillosos. Empezamos a vivir en Cornellá en una vivienda muy pequeña, de realquilados, “de mestressa”, como se decía allí.
Conocí también que allí había otra lengua. Y además, campo. Barcelona se nos pintaba como un lugar lleno de hierros, de tablas y de hormigón. Y sin embargo me encontré con unos campos de cultivo enorme. Conecté con una pareja, Antonio y Emilia, ambos eran comunistas y entré en una de las células del PSUC.
Esa etapa es maravillosa. En ese período las Comisiones Obreras estaban en el inicio, no eran una organización, sino un movimiento
Desde muy joven te incorporas al movimiento de CCOO, al movimiento vecinal y al PSUC.
En Nervión, la empresa en la que estaba, entré en CCOO. Esa etapa es maravillosa. En ese período las Comisiones Obreras estaban en el inicio, no eran una organización, sino un movimiento. Comisiones de trabajadores de un ramo y otro ramo, que se coordinaban.
Al principio CCOO eran poco más que reuniones de amigos. Sin embargo un año más tarde ya tomaron formas organizativas y sobre todo cuando se decidió entrar en el sindicato vertical del régimen. Convertimos el sindicato vertical en horizontal. Y ya si se participaba en los convenios colectivos. No obstante se mantenía la organización clandestina; y a pesar de ello el sindicalismo que se practicaba era muy participativo.
A nivel político aún era más duro y férreo por razones de seguridad y no sería hasta los 70 que se llevasen a cabo acciones desde y como PSUC, no obstante yo ya formaba parte de una célula del mismo, desde mediados los años 60. Ya para aquellas fechas comencé a participar en el movimiento vecinal, pues ya con compañeros de la Seat y otras empresas metalúrgicas montamos las primeras asociaciones de padres de alumnos, con algunos profesores, que más tarde supimos que eran del PSUC.
En tu etapa de Cataluña te relacionaste con algunos de los dirigentes más conocidos del PSUC en la época como Alfonso Carlos Comín.
Creo le conocí ya en el 70, había dado un conferencia en Hospitalet y a la salida le abordé y me atendió muy amablemente, conversamos largo y al final nos hicimos amigos A Comín lo conocí muy de cerca, me gustó mucho. Fue la persona que más influyó en mi formación política y sindical. También participé en una escuela de formación profesional católica, con profesores muy implicados políticamente.
Fue una etapa muy interesante. Por un lado la formación que se nos daba desde el comité central del PSUC y por otro el gran trabajo que realizamos todos los candidatos haciendo el programa, uno para cada uno de los barrios y llevándolo al debate con los vecinos.
Recordé a un viejo camarada recién llegado a Barcelona, que me dijo: “la misión de los socialistas es hacer difícil o imposible el verdadero socialismo”, cuánta razón tenía aquel viejoFuiste candidato la alcaldía en Sant Boi de Llobregat en las primeras elecciones municipales, tras la recuperación de las libertades, en 1979.
Sí, recuerdo con enorme satisfacción ese trabajo en equipo, donde hasta el último de la lista y alguno que ni siquiera era candidato se implicaba; llegamos hacer varias películas en Super 8; generando mucha participación a través de asociaciones de vecinos y de padres, incluso también a maestros de las escuelas.
Obviamente ya como concejal también fue interesante. Pero el PSOE empezaba su irrupción y me tocó sufrir en carne propia lo que eran los “socialistas”, que solo nos ganaron por 14 votos. Recordé a un viejo camarada recién llegado a Barcelona, que me dijo: ”la misión de los socialistas es hacer difícil o imposible el verdadero socialismo”, cuánta razón tenía aquel viejo.
Con la perspectiva de los años, ¿cómo valoras la Transición política?
¿Transición, cuál? Más que transición, visto desde esa distancia fue una claudicación.
Cuando volviste a la empresa, tras la experiencia municipal, te despidieron. Cuéntanos cómo fue.
Pues sencillo, me presente al jefe de personal y me dijo que la empresa no deseaba mi regreso. “Tenemos todas las armas para despedirte”, y como estaba claro que aquella excedencia era voluntaria, la empresa se arrogaba el derecho a no admitirme y que o bien aceptaba la oferta de la empresa de 350.000 pesetas o nos veríamos en magistratura de trabajo. Tuve un encuentro con los trabajadores y me dijeron que estaba mal, pues tenían informes de estar a punto de cerrar la empresa. El comité se hizo cargo y al final lograron un millón de pesetas. Las posibilidades de lucha eran muy escasas y acepté.
Más adelante, tuviste diversas dedicaciones, como guardés en una finca de Villaviciosa de Odón, granjero varias veces.
Sí, primero, con un amigo montamos una granja de gallinas. Y después me incoporé con Feli a un proyecto agrícola, pero no resultó. No temiendo resueltos nuestros ingresos aceptamos irnos a Madrid a trabajar como guardeses a una finca de Villaviciosa de Odón. Pronto conocimos a compas organizados en asociaciones de vecinos y allí nos enrollamos, después conoceríamos a gente organizada de IU e incluso al concejal de esa formación.
Rápidamente compramos una finca y nos instalamos allí, en una vivienda y trabajando de jardineros logramos montar una granja, esta vez no masiva sino ecológica: 500 gallinas, pero en tierra; un proyecto interesante en el que al menos logramos amortizar los costes. Hasta que otra desgracia, un accidente, me fractura el otro fémur en 8 trozos; meses hospitalizado nos hacen quebrar nuestro proyecto. Intentamos sacar adelante el huerto y una helada de 14 bajo cero hunde todo. A pesar de todo, he vivido pobre pero muy alegre.
En Losar de la Vera, donde llevas ya 25 años, vives en una casa a las afueras del pueblo. ¿Cómo ves la localidad y la comarca?
A Losar de la Vera la localidad, la veo mal; entramos con mal pie, nos costó mucho encontrar a gente que sintonizará con IU. En cuanto a la comarca, ésta no existe como tal y está muy mal comunicada.
Me relacioné muy estrechamente con Ladislao Martínez y con Ramón Fernández Durán, que era el gran teórico de Ecologistas. La fusión de los diversos grupos ecologistas fue para mí un trabajo apasionante.
Durante esos años te implicas activamente en la construcción de Ecologistas en Acción, participando en su fundación.
Ante la dificultad de comunicación con Extremadura me centré en colaborar con los grupos ecologistas de Madrid. Al principio simultaneaba la militancia en AEDENAT Y COMADEN. Con lo cual hice de enlace entre dos de las dos organizaciones más dinámicas de aquellos momentos. En ese período me relacioné muy estrechamente con Ladislao Martínez y con Ramón Fernández Durán, que era el gran teórico de Ecologistas. La fusión de los diversos grupos ecologistas fue para mí un trabajo apasionante.
¿Sigues perteneciendo al PCE y a IU?
Mi pertenencia a esas organizaciones, y sobre todo al PCE es más romántica que real.
Cuando aparece el 15M sentí casi como si una nueva novia hubiese aparecido en mi vida. Fue como un divorcio con la otra forma de hacer política
¿Cómo valoras los últimos años, los movimientos nacidos al calor del 15M y de las Marchas de la Dignidad?
Esos movimientos son mi continuidad en la política; tanto en uno como en otro participé muy activamente. Cuando aparece el 15M sentí casi como si una nueva novia hubiese aparecido en mi vida. Fue como un divorcio con la otra forma de hacer política, e igualmente ocurrió después con las Marchas de la Dignidad. Pero por entonces ya mi vida física empezó a decirme que no podía tanto.
Actualmente participas activamente en la Coordinadora de Pensionistas. ¿Está agotado el movimiento o aún tiene mucho que decir?
En este nuevo movimiento me siento más a gusto incluso que en el 15M, pues es más obrero, el 15M fue más intelectual y poético. Este tiene unos objetivos más concretos y está formado por gentes que fueron auténticos militantes, y no digo que fuesen del PCE, sino sencillamente curtidos en diversas luchas. No en balde nace de las zonas con mayor conciencia obrera, Bilbao y toda la ribera del Nervión. Barcelona y otras ciudades de tradición de luchas. No, no está agotado; ojala se agotara; sería por haber logrado todos sus objetivos y eso a día de hoy es imposible.
En estos momentos es necesario reforzar el campo de pensionistas, también el feminismo y de un modo muy especial el emergente movimiento “por el cambio climático” auspiciado mayormente por jóvenes
“Yo soy yo y la manifestación”. Eres un militante integral, sensible con las luchas feministas, ecologistas o de liberación. ¿Cómo ves la situación social y política actual y cuáles crees que deben ser las líneas fundamentales de actuación de la izquierda transformadora y de los movimientos sociales?
La situación actual, y sobre todo tras la caída en picado en el ámbito electoral es caótica y ya sólo por ello deben contribuir a la creación de espacios abiertos y de confluencia con toda clase de movimientos, sean sindicales o de cualquier reivindicación.
Por ejemplo en estos momentos es necesario reforzar el campo de pensionistas, también el feminismo y de un modo muy especial el emergente movimiento “por el cambio climático” auspiciado mayormente por jóvenes. Y de un modo especial, estar en todos esos movimientos emergentes para darles la visión del hilo rojo.
“Si muero, quiero morir bien vivo”. Te gusta mucho Miguel Hernández. Háblanos del gran poeta de Orihuela y de esos versos que cito y te gustan tanto.
Sí, leí a Miguel Hernández muy joven, creo que en el 55, sólo tenía 15 años, obviamente en aquel tiempo fue solo una introducción. Mi padre en aquellos años tenía la osadía de tener unos veinte libros, para muchos, incluso de su familia, eso significaba que estaba loco, para mí era lo más grande. A los 18 años lo volví a leer y ya entonces sí entendí esa frase: “y si muero que muera bien vivo”.
Miguel Hernández fue el poeta más íntegro y consecuente. Supo estar en la poesía y empuñar un fusil cuando hizo faltaMás tarde hice mía esa frase hasta el extremo de que ya tengo un testamento. Para continuar vivo necesito hacer tres tareas fundamentales: la primera, ir a comprar; la segunda, poder cocinarme esas viandas; y la tercera y más importante, que es poder comunicarme con mis semejantes, de forma directa o telemática, pero comunicarme. Cuando eso no lo pueda realizar ya no seré yo, llegó mi final, que no es otro que la consecuencia de haber vivido.
Aparte de esa visión de la muerte Miguel me gusta mucho. Creo que de aquella generación fue el poeta más íntegro y consecuente y me parecieron muy lamentables las expresiones, tanto de García Lorca como de Alberti, llamándole “el poeta de las cabras”. Él supo estar en la poesía y empuñar un fusil cuando hizo falta.
[Esta entrevista se realizó en julio de 2019]
Feliciana, la compañera de Gregorio, durante el 15M: