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Memoria histórica
La contrapartida. Cuando la guardia civil se disfrazaba de guerrillero
Saludos gente que lee. Debido a la gestión un tanto deficiente que he hecho del tiempo este último mes, al final me decido a recuperar uno de los viejos artículos del Diagonal, en vez de colgar uno nuevo. Para sorpresa mía, el artículo en cuestión fue colgado en marzo de 2013. Que fuerte, como pasa el tiempo de rápido.
En fin, que me disperso. Como siempre, sigo con muchos frentes abiertos, varios artículos empezados, pero ninguno terminado. Ampliando la lista de resistentes en Francia, añadiendo golpes e integrantes de los grupos de acción en el país vecino tras la 2ª Guerra Mundial, o ampliando las vivencias de Manolo Huet gracias a confidencias de la familia. También he seguido haciendo alguna presentación de “El ángulo muerto” y tengo nueva colaboración con el profesor Arkadio y su maravillosa linterna. Por si alguien esta interesada o interesado en escuchar el podcast, aquí os dejo en enlace: https://www.ivoox.com/ldd17x39-guerrileros-anarquistas-massana-ramon-vila-audios-mp3_rf_128747034_1.html
Bueno, y ahora ya sí, tras el listado de cosas que he hecho, o he dejado de hacer, vamos con el artículo en cuestión. Hoy seguimos el tufillo de la guardia civil, pero mezclado con olor a monte y a humo, a tierra y a sudor. Y no, tampoco vamos a seguir a los picoletos vestidos de gala, hoy nos dedicaremos más al su sector “mantero”. Hoy nos vamos ras los pasos de las contrapartidas.
Las contrapartidas fueron durante bastantes años, uno de los máximos azotes, no solo para los grupos de guerrilleros o huidos, sino sobre todo para la gente que actuaba como enlaces y para el paisanaje en general que vivía en zonas donde actuaban las partidas guerrilleras.
¿Qué eran las contrapartidas?, aquí le cedemos la palabra a Gabriel Ferreras, sargento de la guardia civil y encargado de una de ellas durante los años 40 en la provincia de León: “Como las cosas no evolucionaban al ritmo que era de esperar, a finales del año 1942 se introdujo la modalidad de las contrapartidas. Seis o siete hombres, guardias al mando de un sargento, en traje de paisano y de monte, armados con subfusiles, pistolas y granadas de mano, nos lanzábamos al monte, a hacer la misma vida de los bandoleros buscando el encuentro directo con ellos”.
He aquí el testimonio de uno de los primeros jefes de contrapartida, pues fue en las zonas de el Bierzo y la Cabrera, donde empezaron a actuar para luego extenderse a las demás zonas del estado donde operaban grupos guerrilleros. Para saber un poco mas de su manera de funcionar volvemos al testimonio del sargento Ferreras: “Íbamos provistos de conservas para la alimentación; dormíamos a la intemperie, hacíamos apostaderos en las encrucijadas de caminos, pasos obligados, entradas de los pueblos que ellos frecuentaban, etc… La vida era dura y penosa, y forzoso es confesar que no dio muy eficaces resultados. Yo mandaba una de las dos contrapartidas que se formaron. Solíamos estar en el monte ocho o diez días, al cabo de los cuales, durante la noche, regresábamos a Ponferrada, para evitar expectación, o salían con el jeep a buscarnos. Llegábamos sucios, con barbas de ocho días, en fin, en condiciones lastimosísimas. Se descansaban tres o cuatro días y nuevamente al monte a otra zona distinta”.
Pese a que la opinión de Ferreras es que no dieron muy buenos resultados, el que los mandos no dejaran de utilizarlas no nos dice lo mismo. Cuando la guardia civil reconoció que era mucho más fácil acabar con los grupos guerrilleros, si se terminaba antes con sus puntos de apoyo, la pervivencia en los montes de la guerrilla no continuó mucho tiempo más. Y la efectividad de las contrapartidas creció exponencialmente. Lo que no nos cuenta Ferreras, es que aparte de buscar el enfrentamiento con los del monte, al hacerse pasar por maquis, se presentaban en lugares o pueblos donde supuestamente se les apoyaba, para ir desarticulando las redes de enlaces e ir minando la confianza de los colaboradores. Para crear un clima mas terrorífico, cometían toda clase de desmanes y crímenes bajo su disfraz guerrillero, creando una confusión y un miedo creciente entre la población civil, que acabó obligando al propio régimen franquista a detener e incluso ejecutar a alguno de sus miembros por “exceso de celo”. Muchas veces, los propios mandos de guardia civil, antes de que salieran del cuartel para dirigirse a sus misiones, les vaciaban los morrales de comida, obligándoles así a tener que buscarse la vida por cortijos solitarios, brañas pastoriles, invernales, etc.
Para el historiador Justo Vila, que estudia el fenómeno guerrillero en Extremadura, la misión de las contrapartidas: “no estuvo nunca clara, ni bien definida ni bien delimitada. Pocas veces hubo enfrentamientos directos entre ellos y la guerrilla, si lo comparamos con la serie de saqueos y robos en cortijos y casas de campo aisladas que efectuaban las contrapartidas”.
Si al principio las contrapartidas estaban formadas íntegramente por guardias voluntarios, tras su generalización empiezan a incorporarse a las contrapartidas personal civil, como falangistas y somatenes y guerrilleros “arrepentidos”, que solían actuar de “prácticos” o guías, quienes además conocían algunos los lugares donde se ocultaba la guerrilla, y a parte de las redes de enlace que les preveía de alimentos y otras cosas que necesitaran.
Aún así, había para el buen observador algunos detalles que hacían diferenciables a los guerrilleros de los integrantes de las contrapartidas, así “Manolo el rubio” jefe de partida en Andalucía, comentaba: “Iban en grupos de siete u ocho y se camuflaban para vigilar. Nosotros les decíamos “los mantas”, porque siempre llevaban una manta al hombro. Por eso también la gente los distinguía de nosotros”. El escritor y luchador antifranquista Nicanor Rozada añade: “Eran un poco ingenuos en esto, vestían como los hombres del monte, se presentaban como guerrilleros, pero había una cosa muy difícil de imitar, el olor, al hombre del monte le caracteriza un olor exactamente igual que si fuese un oso o un lobo, en la montaña se te impregna ese olor, un olor a sudor, a fuego, a campo…” un último testimonio al respecto, el de una antigua enlace: "Merodeaban por los lugares de reunión o de paso, para emboscarse, y por ver si alguno de los vecinos se les acercaba como contacto o simpatizante. Había que mirarles las manos, finas, de no haber usado en su vida un azadón o un martillo. Pero sobre todo se les distinguía por el olor. Podían tener la cara tiznada, pero los del monte olían de verdad a humo. Los maquis se reconocían por un olor inconfundible a podredumbre, a sudor, a hoguera, a meses de no lavarse. Un olor penetrante a miedo, a animal furtivo”.
El éxito de las contrapartidas dependió un poco de la zona y de lo sólidas que fueran las redes de enlaces, pues en ciertos sitios, estas redes conocían bastante bien a la mayoría de los integrantes de los grupos guerrilleros. Por otro lado, tuvieron gran efectividad allí donde operaban los guerrilleros procedentes del maquis francés, desconocedores por lo general tanto del lugar, como de su red de enlaces, lo que favoreció la infiltración de las contrapartidas y el sistemático y trágico final de apoyos y guerrilleros.
Para terminar, simplemente citar al tristemente celebre teniente coronel Eulogio Limia, gran potenciador de esta táctica antiguerrillera: “Su misión principal era descubrir y captar enlaces, encubridores y confidentes de los bandoleros, como igualmente las organizaciones comunistas que les apoyaban, perseguir y atacar las partidas, y detener las organizaciones y colaboradores de aquellas; a base de emboscadas y ataques nocturnos y por sorpresa en puntos de paso, ranchos, y lugares de racionamiento o refugio, asalto a casas aisladas, preparación de golpes de mano y otra multitud de servicios bajo las consignas e instrucciones del mando de la comandancia”.
Fuentes: Memorias del sargento Ferreras (Gabriel Ferreras), Las guerrillas antifranquistas 1936-1965 (Antolín Nieto), La guerrilla franquista en Extremadura (Justo Vila), Huidos y guerrilleros antifranquistas en el centro de España 1939-1955 (Benito Díaz), archivo propio y http://guerrilla-maquis.blogspot.com.es/2007/09/la-contrapartida.html