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Memoria histórica
De cuando el franquismo, en vez de decir la verdad, se inventaba "cosillas"
Hoy vamos con dos peculiares libros relativos a la lucha de la guerrilla libertaria antifranquista, pero que ni son lo que parecen, ni están escritos por sus supuestos autores. Una historia de la que hablar en la época en la que triunfan las fake news.
Para que luego digan que las fake news son cosas modernas... Antes se les llamaba de otra manera, que además entendíamos más, como propaganda falsa, o negra, o simplemente desinformación. Pero el franquismo, haciendo gala de modernidad, para que luego digan, ya se dedicaba a las fake news desde mediados de los años 50. Si estáis preguntándoos si estoy empezando a chochear o se me está yendo la olla, aunque quizás os tenga que dar la razón en ambas cosas, deciros que hoy vamos a presentar aquí dos fake news “de libro”, nunca mejor dicho.
Por un lado, comentar, que dentro de la charla que suelo realizar en torno a la participación libertaria en la guerrilla antifranquista, la resistencia en Francia y las redes de evasión, suelo acabarla con un apartado que denomino “curiosidades”, entre las cuales, paso revista a los guerrilleros muertos expuestos en los pueblos, a la granada que salvó al falangista Abel Rocha en el último encuentro del “Quico”, la peculiar versión del periódico “el Ideal” de Granada, cuando una derrota se vende como gran victoria, y para acabar, un peculiar libro “Habla mi conciencia” de un tal José Francisco, un supuesto ex guerrillero...por ahí van los tiros.
El 9 de marzo, después del gran movimiento de empoderación femenina del día anterior, me fui a Valencia, pues se presentaba la XIX Mostra del Llibre Anarquista de la ciudad del Turia, y mi amigo Mac me había llamado para que diera la charla entre los otros actos de dicha presentación.
Estando en su casa, pude disfrutar de su más que interesante colección de comics y de libros sobre la guerrilla, gustos en los que coincidimos ambos. Entre los libros, uno me llamó la atención, primero por que era la primera noticia que tenía sobre él, y segundo, por lo “peculiar” de su título, que no es otro que Las escuelas terroristas de Toulouse. Lo abrí con avidez, a ver lo que encontraba, a ver si estaba centrado en el ámbito del PCE o si por el contrario trataba sobre la CNT y sus gentes. Primer punto superado, se hablaba de la rue Belfort, la mítica sede cenetista en la villa roja. Pronto saltan mis primeras alarmas, se habla de una clase práctica sobre explosivos que daba un antiguo miembro francés de la resistencia a diversos hombres de los grupos confederales, recuérdese aquí, que “los españoles” eran más que bienvenidos en la resistencia pues llevaban tres años combatiendo en la guerra civil y eran los expertos que normalmente enseñaban a las gentes de Francia el manejo de armas y de tácticas de guerrilla.
El francés habla sobre el “plastic”, el potente explosivo que los aliados parachutaban a la resistencia. Por desgracia para el autor del libro, entre los alumnos, Ramón Llauguí, o Ramón Vila, pues se le nombra de ambas maneras, no está de más, pues a la Político-Social le costó sus años descubrir que eran la misma persona. El fallo reside en que Ramón era ya un experto en detonaciones desde su paso por las minas de Figols en el despuntar de los años treinta, y durante su tiempo en la resistencia francesa se doctoró, por supuesto usando “plastic”, pues no siempre era fácil conseguir dinamita de las minas, por las buenas o por las malas, además, el plastic era mucho más potente, algo no iba bien en el libro, el maestro recibiendo clases y haciendo preguntas que de sobras conocía ya la respuesta. Una vez saltadas las alarmas, ya se trata de detectar errores o cosas fuera de tiempo o de lugar y poder declarar con toda tranquilidad posible “joder, otro libro escrito por la policía”. Miro la biblioteca de mi amigo y allí esta también “Habla mi conciencia”, escrito por un supuesto guerrillero anarquista arrepentido que atiende al nombre de José Francisco, tanto monta, monta tanto. Deciros que el primero está publicado en 1965 y el de José Francisco 10 años antes. Si el uno es el testimonio de un arrepentido, el otro es un texto de un anarquista de acción llamado Tomás, que cede amablemente sus memorias a un escritor que no existe, donde se habla de sus 30 años de acción directa, desde la insurrección de Figols en el 32, hasta las correrías de “Fechorías” y “Caracremada” a principios de los años 60.
Eso sí, cuando lees Habla mi conciencia tienes que esforzarte más en encontrar errores, algún mínimo fallo en el tiempo o cosas que en general no llaman la atención. Las escuelas terroristas de Toulouse es todo lo contrario, a alguien le dieron unos cuantos ficheros policiales y este usó un básico corta pega sin control, consiguiendo un pastiche como resultado que no hay por donde coger. Que si el “Quico” empieza a bajar en el 47-48, que si ese mismo año y a la vez que Sabaté bajan los del grupo Talión, formado en el 49, o “Los Novatos”, grupo de primeros de los años 30, en el que militaban entre otros el propio “Quico” y su hermano José. El supuesto autor del pastiche baja en el grupo de Sabaté, quien ya bajaba ejemplares de su futura publicación El Combate, que da la casualidad que no serán escritos hasta mediados de la siguiente década.
Cuando busqué en internet información sobre el libro y el autor encontré muy poco. Del autor, absolutamente nada, así que queda más que claro que es el seudónimo usado por alguien, con casi toda probabilidad, policía. Respecto al libro, solo entradas de venta online de libros viejos. Posiblemente la única referencia que merecía la pena era la de Ferrán Sánche Agustí, en su libro “el maquis anarquista”señalando el libro como obra de la policía, reseñando también el de José Francisco, y dando la posibilidad de que fueran escritos por la misma persona, cosa con la que yo no estoy de acuerdo por lo más minucioso de uno y lo chapucero del otro.
Al respecto de “Habla mi conciencia”, paso la palabra al guerrillero Enric Melich: “Leí la obra con mucho interés pues conocía a casi todos los personajes. No pensaba quien podía esconderse tras ese nombre. ¿Quizás era un infiltrado? No lo sabía. Sin embargo, había detalles que me intrigaban. En un pasaje del libro el autor habla de Sabaté y de Peirats. Aunque ambos se conocían, resulta difícil de creer, dado su desacuerdo, especialmente en lo que respecta a las actividades de Sabaté, que Peirats albergara a este en sus viajes a Barcelona. Sabaté paraba en otros sitios. Era un detalle que hacía dudar del autor. Años más tarde descubrimos su verdadera identidad. Se trataba del comisario Llorens que, disponiendo de una gran cantidad de información concibió la “novela” con la idea de meter cizaña en nuestras filas”.
También encontramos ya desde las primeras páginas frases que normalmente no eran utilizadas por la gente que militaba en los grupos guerrilleros, ni por las florituras del lenguaje, ni por los términos con los que se autodenominaban: “Ella os habla, sin eufemismos ni retorica, carecerá mi relato de belleza; conciencia de atracador. Mi léxico de delincuente, será hecha realidad para quien me lea”.
En una cosa coinciden también ambos relatos, que es en la de tratar de denigrar a Marcelino Massana “Panxo”, aunque claro, pensando que en los años que se mantuvo activo en la guerrilla no llegó a perder a ninguno de sus hombres, ni abatido ni encarcelado, pues algo había que hacer al respecto, no lo fueran a tomar como ejemplo y aquello acabara convirtiéndose en un sin dios.
He aquí dos ejemplos de manipulación de la realidad, de tratar de tergiversar unos hechos, con los que se puede o no estar de acuerdo, de sembrar un poco de discordia y si puede ser dudas sobre compañeros, pero que por otro lado, nos confirman que el tema guerrillero si que fue un verdadero problema para el franquismo y que aquella paz que trataban de vender no era tal.
Pues lo dicho, que al final eso de las fake news no es nada nuevo, y esa gente que lleva y llevaba E$$paña tan dentro en el corazón pues ya le gustaba contar sus historias, falsas a poder ser, desde hace muchos años.
Fuentes:A cada cual su exilio (Enric melich), Habla mi conciencia (José Francisco o comisario Llorens), Las escuelas terroristas de Toulouse (Mauricio Prieto Solanes) y El maquis anarquista (Ferrán Sánchez).
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Está bastante bien el artículo pero resulta decepcionante, y sintomático de lo que hoy es este periódico, en cierta medida orientado hacia el nazbolismo, que no se haga ninguna alusión a Los Protocolos de los Siete Sabios de Sion, escrito por la policía secreta zarista y que debió resultar un precedente de lo más inspirador para los policías franquistas autores de esos libelos. Y nada más "El Salto", ahí os quedáis nadando entre dos aguas y jugando a setecientas bandas. Cuidado no os ahoguéis.