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Ahora Madrid es un proyecto, tal vez irrepetible, que surgió del esfuerzo de muchos centenares de personas un año antes de las elecciones municipales de 2015. Descansaba sobre los plenarios y la Mesa coordinadora. Nacido de Municipalia, su inmediato anterior, logró que en un proceso de varios meses se fueran adoptando las decisiones necesarias que iban dando vida al proyecto: un programa elaborado por todos recogiendo las medidas propuestas en los diferentes foros programáticos, una primarias proporcionales y un código ético/carta financiera firmado por todos los candidatos/as. En resumen, creó un prototipo de política democrática de base. Municipalia se transformó en Ganemos y en enero de 2015 se sumó Podemos. Estábamos a punto para las elecciones.
Manuela Carmena llegó en el último momento de la mano del entonces secretario general de Podemos-Madrid, Jesús Montero. Venía avalada por su participación en la lucha antifranquista, pero no sabíamos nada de su pasado en los siguientes cuarenta años. Por lo general la acogimos con agrado y la campaña electoral se encargó de crear un icono pop para la ciudad. La cosa funcionó y ganamos las elecciones. Por estas mismas fechas hace cuatro años nos parecía estar en un sueño: habíamos ganado. ¿Qué habíamos ganado? A ciencia cierta no lo sabíamos pero tras el pacto de investidura con el PSOE, nos preparamos para gobernar.
Estábamos en minoría y muchos compañeros se sentían débiles. Lo primero fue establecer una diferencia entre “gobernar” y “gestionar”. No habíamos llegado para “hacer política”, se nos dijo, sino para “gestionar” en interés de todos, siguiendo las normas y protocolos establecidos. Teníamos que moderar a nuestras respectivas parroquias. Cambiar lo mínimo, gestionar bien y no robar. Esos mínimos los hemos cumplido.
A partir de finales de 2015, cuando Manuela planteó por primera vez que si seguíamos dándole problemas ella se iba, las cosas empezaron a ir mal hasta el desastre del pasado domingo. Supimos hacer lo más difícil o sea ponernos de acuerdo, buscar una figura que despertara las simpatías de la ciudadanía, establecer un prototipo de funcionamiento democrático. Fallamos en lo más fácil: cumplir nuestro cometido y no sucumbir a los encantos del poder.
La cosa empezó a torcerse cuando Podemos hizo lo imposible para que Ahora Madrid no se fortaleciera como proyecto compartido. Jesús Montero no quería nada a su izquierda. No pensaba tolerar que en los barrios pudieran existir núcleos territoriales que actuaran como bases del proyecto. Tal vez esas Asambleas no hubieran perdurado pero, de haber existido, hubieran sido núcleos de acción política en los distritos. Al no existir, debajo de los concejales había un vacío completo. Los que formaban parte de partidos, se referenciaban en sus partidos respectivos. Los que no, en sus colectivos y en el peor de los casos en la propia alcaldesa.
Esta se erigió en una figura autoreferencial que no debía dar explicaciones a nadie. Siendo el Ayuntamiento de Madrid extraordinariamente centralista y jerárquico y al estar la alcaldesa en la cúspide de dicha jerarquía se encumbró de tal forma que desdeñó la ingente labor política que la había llevado hasta donde estaba. Empezó a actuar como si todo el mérito de la victoria fuera suyo y no debiera explicaciones a nadie. El “yo soy la alcaldesa y a ti te toca obedecer” se convirtió en su forma habitual de hacer política. Todo lo personalizó y las discrepancias ideológicas se tradujeron en deslealtades políticas en un entorno sin órganos de debate. Se comprende fácilmente que un clima de tal tipo no favorece el entendimiento entre posiciones dispares.
A esta falta de democracia interna se unió desde muy pronto la idea de que cuatro años era un lapso de tiempo demasiado breve para la ingente labor de transformación que habíamos venido a hacer. Por consiguiente había que pensar en repetir el mandato y ganar las próximas elecciones. La mejor baza, si no la única, era que Manuela repitiera. Esta concepción pragmática se ha demostrado fallida: el fiasco de Más Madrid muestra que una política posibilista sólo se sostiene sobre el éxito; si pierdes y por el camino ya has dejado atrás los compromisos y las convicciones, te quedas sin nada. Todos se apuntaron a caballo ganador: Manuela vino con Marta Higueras, con Luis Cueto y tutti quanti. Ahora que ha perdido, ¿qué harán esas personas?, ¿van a hacer una oposición en la que no creen? El equipo de Más Madrid era el equipo personal de la alcaldesa para gobernar la ciudad, los famosos “mejores”; si no gobiernan, ¿va a ser Marta Higueras la portavoz de la oposición como cabeza del grupo mayoritario en el Ayuntamiento?, o ¿intentarán quedarse, pactando aunque sea con Cs?
El resultado es que, para escarnio de todos, de nuevo hemos sido incapaces de traducir la fuerza impugnadora en política innovadora. Nos hemos quedado atascadas en la dificultad de introducir formas democráticas en el funcionamiento de las Instituciones. Alguien puede pensar que estas cuestiones son minucias en el tráfago de la gestión cotidiana. Que lo importante es lo que se hace, no el cómo se hace. Es un error. No se puede democratizar la política sin democratizar la Institución. Si los concejales de barrio son concejales de segunda y sus barrios de tercera, la política municipal se seguirá centrando en el cogollo de la ciudad y nunca llegará a esos barrios olvidados a cuyos concejales no se tiene en cuenta. En el momento de la votación esos habitantes olvidados se quedarán en su casa. Tenemos distritos que son como pequeños pueblos, con más de 200.000 vecinos, con sus problemas específicos, especialmente la vivienda, la precariedad y las dificultades de convivencia. Estos problemas exigen soluciones propias que desde Cibeles ni se atisban. Desde Cibeles, Villaverde o Vallecas quedan demasiado lejos.
El descalabro de Carmena muestra otro problema de la política del espectáculo: se necesitan figuras atractivas que llamen la atención pero a la vez estas personas acaban creyéndose su papel; de ser el rostro del movimiento se convierten en personajes de sí mismos. La corte que les rodea no les sirve de espejo y acaban devorados por su propia figura. Encontrar personajes carismáticos con la suficiente humildad para saber que sólo son el rostro de muchos es tan difícil como encontrar una aguja en un pajar. En nuestro caso no ha sido así. El tándem Carmena-Errejón ha arrasado la izquierda alternativa de la ciudad y Madridenpie municipalista no hemos sido capaces de cortocircuitar su mensaje. Mucha gente que nos podría haber votado por nuestro programa ni siquiera sabía que existíamos.
Política de imagen o política de calle, personajes de plasma o personas comprometidas de carne y hueso; en este dilema se juega la política “democrática real” que está esperando su oportunidad desde 2011.
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Las dificultades que nombra han sido la incapacidad de poner en práctica vuestras ideas. Ni aún gobernando. Manuela se dio cuenta de la necesidad de una política pragmática, diferente pero realista. Su problema fue tener a miembros de Ahora Madrid poniendo palos en sus propias ruedas. Es una pena que acabaran largando a Galcerán, una gran intelectual: pero sí a la hora de la verdad pone más problemas que soluciones no le quedaba otra. No entiendo esta pataleta.
Manuela trabajo para las élites y contra los ciudadanos, magdaleno. Mas facha que del Manzano.
Gestionar sin tener experiencia laboral y mucho más, sin tener experiencia empresarial, es dificil de cumplir en todos los distritos y abarcas lo que puedes, salvas los palos que puedes y si repites lo puedes solucionar y si no, hay se queda lo hecho.
Gracias por el análisis Montserrat. Yo no he seguido la campaña de Madrid porque estoy en Extremadura y teníamos nuestras propias ocupaciones, pero lo que cuentas es extrapolable a todas las experiencias de renovación política.
Es francamente difícil que nadie votarse a Madrid en pie por su programa cuando si repasas vuestras propias redes sociales y vuestras intervenciones en medio destinado y el 90% del tiempo a hacer campaña precisamente en contra de Manuela Carmena. Yo me plantee votaros, y si finalmente escogía Carmena, con sus luces, pero también con sus sombras, fue por un motivo muy simple: bajo ningún concepto podía apostar por un supuesto partido de izquierdas que no hacía propuestas programaticas, sino qué puso en marcha toda su comunicación y su guerrilla para atacar a otro partido al más puro estilo Vox.
no ha existido una verdadera izquierda o al menos nadie que actúe como tal en estas elecciones municipales ;)
Haced autocrítica, mirad vuestras redes sociales, plantearos si teníais un proyecto ilusionante habéis dedicado toda vuestra comunicación simplemente a atacar. Yo voto propuestas, no ataques.
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Qué poca elegancia. Después de presentaros contra Carmena y daros el batacazo de no tener votos ni para entrar en el ayuntamiento con 1 concejal, deberíais tener más respeto y humildad, que a Carmena la hemos votado más de medio millón de personas y ha ganado las elecciones.
Es el segundo artículo que leo tuyo y, sinceramente, tu forma de analizar es la más sensata que he encontrado. Tienes la virtud de hablar de los votantes como personas, estoy cansada de leer a tanto intelectual y presunto periodista manipulando a la gente como si fuéramos todos ganado. Sigue escribiendo artículos 👍