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Política
Sánchez hace un Puigdemont y redobla los personalismos en la campaña de las catalanas
Fue una jugada mágica que pasó a la historia. El 29 de mayo de 1968, el general Charles de Gaulle aplazó en el último momento el Consejo de Ministros e inició un misterioso viaje en helicóptero. Su destino oficial era La Boiserie, su domicilio personal en el nordeste de Francia. Pero no aterrizó allí hasta seis horas más tarde de lo previsto, un vacío temporal que alimentó las especulaciones en medio de la ebullición de la revuelta del Mayo del 68. Poco después, se supo que De Gaulle se había reunido en Baden-Baden con el general Jacques Massu para asegurarse el apoyo del poder castrense.
Aunque ese discreto encuentro en Alemania no representó el sumun de la épica, creó un vacío de poder que movilizó al gaullismo para salir en defensa de su líder. Entre 500.000 y un millón de personas desfilaron el 30 de mayo por los Campos Elíseos en París. Apenas un mes después, la derecha gaullista arrasó en unas elecciones legislativas convocadas de manera anticipada. ¿El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tiene en mente ese conocido referente histórico? Algunos analistas ven en su decisión de suspender su agenda y reflexionar sobre su futuro una hábil maniobra en un momento marcado por dos contiendas electorales transcendentes: las catalanas del 12 de mayo y las europeas del 9 de junio.
No obstante, la decisión de Sánchez de dejar en el aire el futuro de España, el PSOE y la izquierda, después de la apertura de una investigación preliminar sobre su esposa Begoña Gómez por un hipotético caso de corrupción, también recuerda lo vivido por otro francés. Se trata de Antoine Griezmann. El talentoso delantero del Atlético de Madrid protagonizó en junio de 2018 uno de los ridículos que se recuerdan en el mundo del fútbol con su documental La decisión. Tras meses de rumores sobre su posible marcha al FC Barcelona, Griezmann anunció en ese programa que se quedaba en el equipo del Wanda Metropolitano. Las maneras con que se pronunció sobre su futuro molestaron tanto a los aficionados del Barça como del Atlético.
El líder del PSOE se mueve en la porosa frontera entre la brillantez de un De Gaulle y el ridículo y la frivolidad de Antoine Griezmann
La decisión de Sánchez, en principio desvelada este lunes, marcará el futuro a corto plazo de la política española. El líder del PSOE se mueve en la porosa frontera entre la brillantez de un De Gaulle y el ridículo y la frivolidad de Griezmann. El primer test de las repercusiones de este episodio sui generis será, curiosamente, en Catalunya. Es decir, el territorio por excelencia donde la política ha quedado marcada por la politización y el sesgo derechista de la justicia española. Y allí donde la ciudadanía está empachada, pero al mismo tiempo es adicta, a estas lógicas personalistas y sentimentales, con que el nacionalismo catalán respondió a la represión que sufrió el fallido (e irresponsable) proceso independentista.
Lawfare
Del shock a la reacción El PSOE sale en tromba a resistir el ‘lawfare’ que antes negaba
¿Tendrá un efecto arrastre para el PSC?
Pocas campañas catalanas habrán mirado tanto hacia Madrid como la del 12-M. Las expectativas en torno al futuro del presidente del Gobierno eclipsaron el pistoletazo de salida el pasado jueves. El candidato del PSC, Salvador Illa, hizo una llamada a la “resistencia colectiva” de “todos los progresistas y los demócratas” frente a “quienes crispan, insultan y tienen una concepción estrecha, antigua y miope de la política” durante un mitin en Sabadell, donde se ausentó Sánchez debido a la suspensión de su agenda. “Algunos no conciben la política como servicio público, sino como conquista del poder al precio que sea”, insistió el sábado Illa desde el comité del PSOE. Delante de la sede del partido en Ferraz se concentraron unos 12.500 simpatizantes.
“No creo que la campaña catalana haya sido un factor desencadenante. El candidato Illa no necesitaba” una maniobra inesperada y teatral como la carta de Sánchez, explica a El Salto el analista Jordi Mir, profesor en filosofía moral y política en las universidades Pompeu Fabra y la Autónoma de Barcelona. El PSC afronta como favorito los comicios del 12-M con unas intenciones de voto del 28-27%, según los sondeos que deben cogerse con pinzas. Antes de la fumata blanca del lunes, difícil de decir cuáles serán los efectos electorales de tal decisión.
Ya sea a través del mensaje “Hay que apoyar a Sánchez” o “Hay que vengar a Sánchez” en caso de una hipotética dimisión, no hay ninguna duda de que el PSC utilizará esta carta como uno de sus principales reclamos. “Es posible que haya un efecto arrastre en beneficio de los socialistas en todo ese electorado catalán que vota a las generales, pero no lo hace en las autonómicas”, afirma Mir sobre la abstención diferencial.
Si quieren acercarse a la Generalitat y evitar una mayoría de los independentistas, los socialistas deberán obtener un resultado superior al 23% de las autonómicas del febrero de 2021 y que se acerque al 30%, o incluso al 34% que consiguió Sánchez en las generales del año pasado. Para ello, necesitan un respaldo electoral más transversal que en las últimas catalanas. Entonces, lograron un muy buen resultado en la provincia de Barcelona, pero más modesto en Tarragona, Girona o Lleida. En cierta forma, los swing territorios para el PSC serán las pequeñas localidades o pueblos como el leridano Alcarràs —famoso por la exitosa película de Carla Simón—, donde consiguió apenas el 13% de los votos en 2021 y cerca del 30% el año pasado.
Solo denuncian el lawfare cuando les afecta
El PSC se enfrenta, sin embargo, a un espacio independentista más movilizado y motivado que en las últimas generales. Antes de la carta de Sánchez, la precampaña del 12-M estuvo marcada por otra “Decisión”. La de Carles Puigdemont. El expresidente catalán anunció en marzo que encabezaría la lista de Junts y que regresaría a España en junio, después de que haya entrado en vigor la ley de amnistía.
Puigdemont lleva semanas haciendo campaña desde el sudeste de Francia, donde acuden miles de simpatizantes movidos por el magnetismo de su figura. El ex alcalde de Girona sigue encarnando al líder populista y eso le basta para que su alicaído partido cuente con serias opciones para hacer el sorpasso a Esquerra Republicana. Incluso para recuperar la presidencia de la Generalitat.
Medios de comunicación
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“Nosotros conocemos bien la justicia española y la policía patriótica. Venimos llorados de casa”, afirmó en su mitin de arranque de la campaña Puigdemont, en unas declaraciones críticas con la decisión de Sánchez, que le ha cogido con el pie cambiado. El dirigente del PSOE parece querer disputar el mismo terreno del sentimentalismo y del victimismo y de denuncia del lawfare —una crítica legítima y necesaria (aunque demasiado partidista) ante la inquietante evolución del sistema judicial español— en que han sobresalido los dirigentes independentistas.
“De la misma forma que la derecha catalana solo denunció la represión policial y judicial cuando la sufrió en sus carnes, tengo la sensación de que ahora pasa lo mismo con el PSOE y el PSC”, lamenta Mir, refiriéndose a unos socialistas que en el otoño de 2017 apoyaron la aplicación del artículo 155 en Catalunya y se pusieron de perfil ante el encarcelamiento o el exilio de los dirigentes independistas.
Los debates sobre turismo y el agua quedan relegados
Una de las peculiaridades del 12-M es que una serie de partidos (PSC, Junts, ERC, Comus y la CUP) que representan alrededor del 80% del electorado catalán se consideran víctimas del lawfare y la maccina del fango. Es, sin duda, un escenario propicio para que hubiera un debate sobre qué medidas se pueden aplicar para hacer frente a la desinformación y el uso de la justicia para rendir cuentas políticas. “Dimita o no dimita Sánchez, la situación creada solo tiene una salida: la reforma urgente de la ley orgánica del poder judicial”, defendía en la red social X el historiador Xavier Domènech, cabeza de lista de los comunes entre 2015 y 2017.
Sin embargo, resultaría poco sorprendente que todo el feuilleton de Sánchez se limite a una estrategia electoral. Es decir, a un intento de canalizar en las urnas la empatía de todos aquellos que se identifican con el sufrimiento de un presidente “profundamente enamorado” de su mujer, que hace frente a la hostilidad de medios y jueces poco afines. Ante esa lógica, Junts y ERC responderán con la misma carta. Y todo ello eclipsará los debates de fondo que podrían haber caracterizado estas catalanas, como el modelo económico y la gestión del agua.
Derecho al agua
Emergencia Climática Catalunya: gestionar la sequía cuando ya está aquí
El actual presidente de la Generalitat, el republicano Pere Aragonès, convocó estos comicios a mediados de marzo tras la negativa de los comunes de respaldar los macro-casinos del Hard Rock y, por extensión, la ley de presupuestos. Además, estas elecciones tienen lugar tras la sequía histórica que sufrió Catalunya, que entró en estado de emergencia hídrica el pasado 1 de febrero. Todo ello hubiera podido favorecer que la contienda dejara de estar monopolizada por el obsesivo debate territorial, el Catalunya contra España. En cambio, se hubiera debatido más sobre cómo superar la dependencia del turismo o cómo gestionar la escasez de agua (¿a través de soluciones tecnológicas? ¿O con una planificación ecológica?).
Esa perspectiva, que no parecía descabellada cuando se convocaron los comicios, hubiera ayudado a salvar los muebles a los comunes de Jéssica Albiach, así como la CUP cuya candidatura lidera Laia Estrada, conocida por su oposición al Hard Rock. Estas dos formaciones de izquierdas, que irrumpieron con fuerza tras el 15-M, pueden ser las más perjudicadas —quizás también junto con ERC— de las lógicas personalistas que predominan en la campaña del 12-M. Sus actuales intenciones de voto (del 6-4%) son raquíticas. Y probablemente quedarán relegadas en medio del duelo Illa (con la máscara de Sánchez) contra Puigdemont.