We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Represión
Seis meses de censura en el País Valencià: la (vieja) “cultura de la cancelación” de la ultraderecha
“Me rebelo absolutamente a esta mierda de no poder tener libertad de expresión”, dijo sin problemas el presentador de El Hormiguero de Antena 3, Pablo Motos, en un programa que tuvo 1,7 millones de espectadores y un 14,3% de share. “Mi familia ha vivido una dictadura y yo ahora me siento identificado. No puedes decir lo que piensas”, aseveró libremente Mario Vaquerizo en el programa Déjate querer de Telecinco, ante un millón de televidentes y un 10,3% del share y poco después de haber protagonizado una campaña de la Comunidad de Madrid, cosas que probablemente no podía haber hecho una luchadora antifranquista en la época con la que compara la actual. Otros personajes como Josema Yuste, Juan Soto Ivars o Sergio del Molino han clamado contra la llamada “cultura de la cancelación”, aunque cuesta entender que no tengan libertad de expresión teniendo en cuenta los importantes altavoces mediáticos desde los que intervienen.
Sin embargo, ninguno de ellos ha denunciado el goteo incesante de casos de censura que se han impulsado desde los gobiernos de PP y Vox en el País Valencià en el poco más de medio año que llevan en el poder. Una “cultura de la cancelación” de la ultraderecha —siguiendo su marco mental— que no es nueva, pero que ha vuelto con fuerza con su entrada en las instituciones públicas. Dejar la Conselleria de Cultura en manos de Vox, concretamente en las del torero Vicente Barrera, ya fue toda una declaración de intenciones del Ejecutivo de Carlos Mazón. Al recoger la cartera, en julio de 2023, dijo que trataría “a toda la cultura por igual, sin saber ni pensar de dónde viene”.
En una comparecencia, Barrera añadió que no apoyará a artistas ni colectivos que defiendan el País Valencià porque considera que el término “no es legal” (pese a figurar en el preámbulo del Estatut d’Autonomia)
Poco tiempo estuvo vigente esa frase, ya que cuatro meses después anunciaba que retiraría todas las ayudas a fundaciones que promocionan la literatura valenciana por no ser de su cuerda ideológica, como las dedicadas a Joan Fuster, Vicent Andrés Estellés, Bromera, Full y el Institut Ramon Llull. En una comparecencia en Les Corts añadió que no apoyará a artistas ni colectivos que defiendan el País Valencià porque considera que el término “no es legal” (pese a figurar en el preámbulo del Estatut d’Autonomia). “Yo defiendo mi trinchera, que es todo lo contrario al País Valenciano”, ha llegado a afirmar. Este es un recopilatorio de las censuras más representativas de sus primeros meses, la mayoría contra todo aquello culturalmente valenciano, empezando por la lengua propia.
La censura ideológica de PP y Vox: de revistas infantiles a un festival internacional de arte urbano
Poco después de la constitución del nuevo equipo del Ayuntamiento de Torrent (l’Horta Sud), el 17 de junio, la Junta de Gobierno Local —formada por PP y Vox— acordó que el Auditorio Municipal dejara de tener el nombre de un músico aclamado de la localidad como es Vicent Torrent, líder del mítico grupo Al Tall.
Le siguió el anuncio en julio de Jesús Albiol, concejal de Vox en Borriana, de retirar las suscripciones contratadas por el ayuntamiento en la biblioteca municipal a las cinco revistas en valenciano: las infantiles Cavall Fort y Camacuc, la musical Enderrock y las de información general Llengua Nacional y El Temps. Más tarde, también intentó quitar de la sección infantil libros sobre temática LGTBI, algo que no consiguió porque el PP se opuso ante la polémica generada.
Una censura muy sonada le tocó al premiado escritor Manuel Baixauli. Se canceló un acto que tenía con estudiantes en el marco del ciclo Encuentros en la Biblioteca Valenciana, previsto para principios de 2024. Se lo comunicaron vía telefónica en septiembre. El vicepresidente valenciano y conseller de Cultura, Vicente Barrera, preguntado por este caso de censura, alegó que “la idea de País Valencià” es una “línea roja” para su departamento, por lo que apartará de los actos de instituciones públicas a quienes empleen un término que consta en el preámbulo del Estatut d’Autonomia valenciano.
El Ayuntamiento de València, en manos de PP y Vox, ha llegado a aplicar la censura incluso sobre la propiedad privada, como fue el caso del borrado de un mural denunciando el genocidio de Israel en Palestina
El Ayuntamiento de València, en manos de PP y Vox, ha llegado a aplicar la censura incluso sobre la propiedad privada. El dueño de una casa del barrio de Benimaclet promovió que el BDS-PV pintara un mural denunciando el genocidio de Israel en Palestina. Horas después de que acabaran la obra, operarios de limpieza del consistorio la borraron pintando de blanco todos los muros.
Por otro lado, en la última Mostra Internacional de Pallasses i Pallassos de Xirivella, en la que cumplía 30 ediciones, la Associació d’actors i actrius professionals valencians (AAPV) denunció que el concejal de Cultura, Lorenzo Monrós (Vox), había pedido a las compañías —ya contratadas antes de las elecciones— que cambiaran el espectáculo al castellano. Un nuevo intento de eliminar la lengua propia de la escena pública.
Culturas
Cultura El mundo de la cultura se moviliza contra el “despido injustificado” de Pérez Pont
El pequeño pueblo de Fanzara (l’Alt Millars) es muy conocido por ser un auténtico museo de arte urbano al aire libre. Lo es gracias a MIAU, un proyecto impulsado por el vecindario y que invita todos los años a artistas internacionales para pintar y dar vida a las fachadas del municipio, con el acuerdo de todos los propietarios de las viviendas. Ahora una nueva ordenanza municipal impulsada por el PP exige que “todas las intervenciones artísticas u obras de arte que vayan a ser pintadas” sean “supervisadas previamente por el Ayuntamiento”. Y es que ha molestado especialmente un mural de Elías Taño que lleva una cita de la canción “Mi patria digna” de Los Chikos del Maíz: “La única patria digna en este país aún sigue en cunetas”. Es un caso grave de censura previa como la que se aplicaba durante la dictadura franquista; a ello se suma la petición del consistorio de que la asociación desaloje un local municipal en el que guardaban material y hacían exposiciones —ya tenían dos programadas que han tenido que suspender—. Este ataque a la libertad de expresión de los artistas se ha topado con el rechazo frontal de la organización del MIAU que ha advertido que, de seguir adelante, el proyecto acabará. En 2024 cumpliría 10 años y ha atraído a más de 150 artistas que han hecho más de 160 murales, entre otras intervenciones.
La Cabalgata de las Magas de Enero de València, conocida como “La Festa de la Infantesa” y organizada por la Societat Coral el Micalet, se ha convertido en un acto cultural de asistencia masiva de familias desde que comenzara a celebrarse en 2016, aunque con antecedentes durante la República Española. A pesar de que ya había un cartel que anunciaba que el 14 de enero recorrería las calles del centro, finalmente se ha anulado porque el Ayuntamiento de València no le ha concedido los permisos, pese a haber realizado todos los trámites necesarios. La alcaldesa María José Catalá (PP) ya había advertido que no financiaría la cabalgata infantil, pero tras recaudar el dinero necesario para hacerla vía micromecenazgo, finalmente ha decidido pararla a golpe de censura. Como respuesta, los organizadores han convocado una “manifestación popular” el mismo día a las 11 de la mañana que irá del carrer de la Pau a la plaça de la Mare de Déu. En la Cabalgata de Reyes de València del 5 de enero también se produjeron grandes ausencias: el valenciano y las danzas tradicionales y dolçaines, entre otros elementos.
Hay otros casos que, de momento, han quedado en anécdota, como los intentos de Vox de que no se vuelva a interpretar la Muixeranga en los actos del 9 d’Octubre en Benicarló; la petición de que se retirara el libro El triangle rosa de Silvestre Vilaplana de los institutos de Vinaròs, destinado a que los adolescentes no tengan problemas en mostrar su orientación sexual; la ocurrencia en Vila-real de eliminar el Correllengua escolar; o la retirada de la subvención que recibía cada año la Fundación Miguel Hernández del Ayuntamiento de Orihuela para organizar el Premio Internacional de Poesía por parte de Vox, y que acabó siendo rectificado con por el alcalde del PP. Pese a no haberse llevado a cabo, son declaraciones de intenciones de la derecha-ultraderecha para acabar con todo aquello que representa valores progresistas o que son muestras de identidad valenciana.
La socióloga Zahia Guidoum afirma que “la cultura de la cancelación a todo lo que sea de izquierdas y soberanista en el País Valencià ha existido siempre”
¿Tienen todos estos actos de censura algún tipo de comparación con lo que la ultraderecha viene denunciando como “cultura de la cancelación”? Para el periodista y escritor Xavier Aliaga, no hay ningún paralelismo: “Con el Botànic hubo un proceso de restitución en el cual a la parte más invisibilizada de la cultura se le dio una cierta visibilización, que tampoco fue exagerada”. De hecho, recuerda que en la televisión pública À Punt tenía espacio “la cultura en otras lenguas” diferentes al valenciano y con “otros planteamientos”. En todo caso, ve “resbaladizo” el término “cultura de la cancelación”, que se refiere a denuncias públicas por “comportamientos muy reprobables” que cree que hay que analizar “caso por caso” y “poner en contexto”, mientras que lo que hace actualmente la ultraderecha es pura “censura ideológica”.
Para la socióloga e investigadora Zahia Guidoum, la “cultura de la cancelación” es una “batalla cultural de la ultraderecha para imponer unos determinados marcos mentales” y subraya que la censura actual “no es nueva”: “En el País Valencià hay una cultura de la represión a cualquier soberanismo, nacionalismo y progresismo desde la mal llamada Transición, con el asesinato a Miquel Grau por poner un cartel de la ‘diada’ nacional, el caso de Guillem Agulló, las bombas en los casales populares o en casa de Joan Fuster, etc. La cultura de la cancelación a todo lo que sea de izquierdas y soberanista en el País Valencià ha existido siempre. Solo ha habido un pequeño paréntesis democratizador, no completo, en los años del Botànic”.
El sociólogo y escritor que pronto acabará su contrato como director de la Institució Alfons el Magnànim-Centre Valencià d’Estudis i d’Investigació, Vicent Flor, cree que Vox pone las “guerras culturales” en la agenda “porque no tiene un proyecto económico ni social” y necesitan “llamar la atención”. En todo caso, reclama un rigor a la hora de hacer paralelismos y lo ejemplifica con la portada de ABC de 1993 que decía: “Igual que Franco, pero al revés: persecución del castellano en Cataluña”. “Si fuera cierto, el catalán sería la única lengua oficial en Madrid y el castellano estaría prohibido en Madrid. Hay que ir alerta con las comparaciones que no tienen fundamento histórico”, advierte.
Vicent Flor: “Es inaceptable que Vox promueva solo la cultura que les gusta a ellos”
La censura de PP y Vox, como hemos visto, está muy centrada en la lengua y cultura propia del País Valencià. “Todo lo que no esté en sus coordenadas ideológico-nacionales es un enemigo a batir. Ellos interpretan que cada espacio que ocupan esas propuestas es en detrimento de las que defienden ellos, con una españolidad clara y definida”, observa Aliaga. Por su parte, Flor denuncia que “quieren excluir de la participación política a quien no piense como ellos”: “Un partido político como el PP no puede proponer ilegalizar a partidos independentistas. Y eso lo aplican también en el cambio de la cultura con la idea de que tiene que ser neutra, es decir, a favor del statu quo, de las clases dirigentes y de los más favorecidos por el sistema, cuando los responsables de la gestión cultural tenemos la obligación de plantear una cultura crítica”.
El conseller de Cultura, Vicente Barrera, dijo en una entrevista en Valencia Plaza que quería “cultura blanca”, algo que Flor ve “inaceptable”: “Vox quiere solo la cultura que les gusta a ellos”. Como gestor cultural, pone como ejemplo la beca de periodismo de investigación Josep Torrent, impulsada por el Magnànim en colaboración con la Unió de Periodistes Valencians: “Nadie de la institución interviene en la elección de los temas, se deciden en base a unos criterios profesionales. Eso ha hecho que se hayan publicado libros políticamente más críticos y otros más neutros”.
El investigador recuerda que “desde la Transición, la derecha acusa a los valencianistas de ser malos valencianos igual que la derecha española acusa a otros ciudadanos de ser malos españoles, algo que se vio con el término ‘País Valencià’”, consensuado por todo el arco político valenciano, pero finalmente tumbado en Madrid de manera unilateral”. Denuncia que “la derecha tiene un pasado autoritario en el País Valencià y en el resto del estado” y “no ha hecho ningún esfuerzo de pedir disculpas ni de plantear cambios”.
Xavi Aliaga teme que ahora entrará en acción la “autocensura”, ya que los gestores culturales, bibliotecarios y otros programadores “tratarán de evitar propuestas que puedan generar controversia con los políticos”
En declaraciones al Diari La Veu, el escritor Manuel Baixauli advertía: “En estos momentos, cancelar actos que ya se habían programado es muy visible, porque los afectados lo denunciamos, pero a partir del año que viene aplicarán una censura silenciosa e invisible, ya que, sencillamente, no existiremos para las instituciones culturales valencianas”. Xavi Aliaga teme que ahora entrará en acción la “autocensura”, ya que los gestores culturales, bibliotecarios y otros programadores “tratarán de evitar propuestas que puedan generar controversia con los políticos”, algo que, afirma, “será muy peligroso”. La manera de contrarrestar esta situación es clara: “Como ya se hizo con los gobiernos del PP, desde la sociedad civil”. “A cada censura debe haber un fortalecimiento de la sociedad civil. Si las instituciones no hacen caso del Año Estellés, la sociedad civil, dentro de sus posibilidades, ya hará por promoverlo. No tenemos otra que la denuncia y la ayuda recíproca”, coincide Vicent Flor.
¿Es peor la censura actual o va más rápida que en los 20 años de gobierno en solitario del PP en el País Valencià? La socióloga Guidoum cree que “están actuando rápido porque tienen que demostrar que han venido a hacer por lo que les han votado”, pero es pronto para hacer una comparativa. Lo mismo opina el escritor Aliaga, que recuerda que, en las dos décadas de PP, “la época de Francisco Camps fue durísima”. En todo caso, la socióloga Guidoum cree el “desacomplejamiento de la derecha” a la hora de “hacer aquello por lo que les han votado” debería ser una referencia para la izquierda y señala un ejemplo muy concreto: “Guillem Agulló tiene una plaza dentro de un parque, mientras que Rita Barberá ya tiene un puente en el centro de València pese a haber sido una corrupta. Eso es tener el poder y creérselo”.
Represión
Sis mesos de censura al País Valencià: la (vella) “cultura de la cancel·lació” de la ultradreta
“Em rebel·le absolutament contra esta merda de no poder tindre llibertat d'expressió”, va dir sense problemes el presentador d’El hormiguero d'Antena 3, Pablo Motos, a un programa que va tindre 1,7 milions d'espectadors i un 14,3% de quota. “La meua família ha viscut una dictadura i jo ara em sent identificat. No pots dir el que penses”, va asseverar lliurement Mario Vaquerizo al programa Déjate querer de Telecinco, davant un milió de televidents i un 10,3% de la quota i poc després d'haver protagonitzat una campanya de la Comunitat de Madrid, coses que probablement no podia haver fet una lluitadora antifranquista a l'època amb què compara l'actual. Uns altres personatges com ara Josema Yuste, Juan Soto Ivars o Sergio del Molino han clamat contra l'anomenada “cultura de la cancel·lació”, encara que costa d’entendre que no tinguen llibertat d'expressió tenint en compte els importants altaveus mediàtics des dels quals intervenen.
No obstant això, cap d'ells ha denunciat el degoteig incessant de casos de censura que s'han impulsat des dels governs de PP i Vox al País Valencià durant el poc més de mig any que porten al poder. Una “cultura de la cancel·lació” de la ultradreta —segons el seu marc mental— que no és nova, però que ha tornat amb força amb la seua entrada a les institucions públiques. Deixar la Conselleria de Cultura en mans de Vox, concretament en les del torero Vicente Barrera, ja va ser tota una declaració d'intencions de l'executiu de Carlos Mazón. En recollir la cartera, en juliol de 2023, va dir que tractaria “a tota la cultura per igual, sense saber ni pensar d'on ve”.
A una compareixença, Barrera va afegir que no donaria suport a artistes ni col·lectius que defensen el País Valencià perquè considera que el terme “no és legal” (malgrat figurar al preàmbul de l'Estatut d’Autonomia)
Poc de temps va estar vigent eixa frase, ja que quatre mesos després anunciava que retiraria totes les ajudes a fundacions que promocionen la literatura valenciana per no ser de la seua corda ideològica, com ara les dedicades a Joan Fuster, Vicent Andrés Estellés, Bromera, Full i l’Institut Ramon Llull. A una compareixença a Les Corts va afegir que no donaria suport a artistes ni col·lectius que defensen el País Valencià perquè considera que el terme “no és legal” (malgrat figurar al preàmbul de l'Estatut d’Autonomia). “Jo defense la meua trinxera, que és tot el contrari al País Valencià”, ha arribat a afirmar. Este és un recopilatori de les censures més representatives dels seus primers mesos, la majoria contra tot allò culturalment valencià, començant per la llengua pròpia.
La censura ideològica de PP i Vox: de revistes infantils a un festival internacional d'art urbà
Poc després de la constitució del nou equip de l'Ajuntament de Torrent (l'Horta Sud), el 17 de juny, la junta del govern local —formada per PP i Vox— va acordar que l'Auditori Municipal deixara de tindre el nom d'un músic aclamat de la localitat com ho és Vicent Torrent, líder del mític grup Al Tall.
Li va seguir l'anunci en juliol de Jesús Albiol, regidor de Vox a Borriana, de retirar les subscripcions contractades per l'Ajuntament a la biblioteca municipal de les cinc revistes en valencià: les infantils Cavall Fort i Camacuc, la musical Enderrock i les d'informació general Llengua Nacional i El Temps. Més tard, també va intentar llevar de la secció infantil llibres sobre temàtica LGTBI, la qual cosa no va aconseguir perquè el PP es va oposar davant la polèmica generada.
Una censura molt sonada li va tocar al premiat escriptor Manuel Baixauli. Es va cancel·lar un acte que tenia amb estudiants en el marc del cicle Trobades a la Biblioteca Valenciana, previst per a principis de 2024. Li ho van comunicar via telefònica en setembre. El vicepresident valencià i conseller de Cultura, Vicente Barrera, en ser preguntat per este cas de censura, va al·legar que “la idea de País Valencià” és una “línia roja” per al seu departament, per la qual cosa apartarà dels actes d'institucions públiques els qui empren un terme que consta al preàmbul de l'Estatut d’Autonomia valencià.
L'Ajuntament de València, en mans de PP i Vox, ha arribat a aplicar la censura fins i tot sobre la propietat privada, com és ara el cas de l'esborrament d'un mural denunciant el genocidi d'Israel a Palestina
L'Ajuntament de València, en mans de PP i Vox, ha arribat a aplicar la censura fins i tot sobre la propietat privada. L'amo d'una casa del barri de Benimaclet va promoure que el BDS-PV pintara un mural denunciant el genocidi d'Israel a Palestina. Hores després que acabaren l'obra, operaris de neteja del consistori la van esborrar pintant de blanc tots els murs.
D'altra banda, a l'última Mostra Internacional de Pallasses i Pallassos de Xirivella, en què complia 30 edicions, l’Associació d’actors i actrius professionals valencians (AAPV) va denunciar que el regidor de Cultura, Lorenzo Monrós (Vox), havia demanat a les companyies —ja contractades abans de les eleccions— que canviaren l'espectacle al castellà. Un nou intent d'eliminar la llengua pròpia de l'escena pública.
El xicotet poble de Fanzara (l’Alt Millars) és molt conegut per ser un autèntic museu d'art urbà a l'aire lliure. Ho és gràcies a MIAU, un projecte impulsat pel veïnat i que convida tots els anys artistes internacionals per a pintar i donar vida a les façanes del municipi, amb el permís de tots els propietaris dels habitatges. Ara una nova ordenança municipal impulsada pel PP exigeix que “totes les intervencions artístiques o obres d'art que vagen a ser pintades” siguen “supervisades prèviament per l'Ajuntament”. I és que ha molestat especialment un mural d'Elías Taño que porta una cita de la cançó La meua pàtria digna de Los Chikos del Maíz: “L'única pàtria digna a este país encara continua a les cunetes”. És un cas greu de censura prèvia com la que s'aplicava durant la dictadura franquista; a això se suma la petició del consistori que l'associació desallotge un local municipal on guardaven material i feien exposicions —ja tenien dues programades que han hagut de suspendre—. Este atac a la llibertat d'expressió dels artistes s'ha topat amb el rebuig frontal de l'organització del MIAU que ha advertit que, si es continua, el projecte acabarà. En 2024 compliria 10 anys i ha atret més de 150 artistes que han fet més de 160 murals, entre unes altres intervencions.
La cavalcada de les Magues de Gener de València, coneguda com “La Festa de la Infantesa” i organitzada per la Societat Coral el Micalet, s'ha convertit en un acte cultural d'assistència massiva de famílies des que començara a celebrar-se en 2016, encara que amb antecedents durant la República Espanyola. Tot i que ja hi havia un cartell que anunciava que el 14 de gener recorreria els carrers del centre, finalment s'ha anul·lat perquè l'Ajuntament de València no li ha concedit els permisos, malgrat haver realitzat tots els tràmits necessaris. L'alcaldessa María José Catalá (PP) ja havia advertit que no finançaria la cavalcada infantil, però després de recaptar els diners necessaris per fer-la via micromecenatge, finalment ha decidit parar-la a colp de censura. Com a resposta, els organitzadors han convocat una “manifestació popular” el mateix dia a les 11 del matí que anirà des del carrer de la Pau fins a la plaça de la Mare de Déu. A la cavalcada de Reis de València del 5 de gener també es van produir grans absències: el valencià i les danses tradicionals i dolçaines, entre uns altres elements.
Hi ha uns altres casos que, de moment, han quedat en anècdota, com ara els intents de Vox que no es torne a interpretar la Muixeranga als actes del 9 d’Octubre a Benicarló; la petició que es retirara el llibre El triangle rosa de Silvestre Vilaplana dels instituts de Vinaròs, destinat a ajudar els adolescents a no tindre problemes a mostrar la seua orientació sexual; l'ocurrència a Vila-real d'eliminar el Correllengua escolar; o la retirada de la subvenció que rebia cada any la Fundació Miguel Hernández de l'Ajuntament d'Oriola per a organitzar el Premi Internacional de Poesia per part de Vox, i que va acabar sent rectificat per l'alcalde del PP. Malgrat no haver-se dut a terme, són declaracions d'intencions de la dreta-ultradreta per a acabar amb tot allò que representa valors progressistes o que són mostres d'identitat valenciana.
La sociòloga Zahia Guidoum afirma que “la cultura de la cancel·lació a tot el que siga d'esquerres i sobiranista al País Valencià ha existit sempre”
Tenen tots estos actes de censura algun tipus de comparació amb allò que la ultradreta denuncia com a “cultura de la cancel·lació”? Per al periodista i escriptor Xavier Aliaga, no hi ha cap paral·lelisme: “Amb el Botànic va haver-hi un procés de restitució en el qual a la part més invisibilitzada de la cultura se li va donar una certa visibilització, que tampoc va ser exagerada”. De fet, recorda que a la televisió pública À Punt hi havia lloc per a “la cultura en unes altres llengües” diferents al valencià i amb “uns altres plantejaments”. En tot cas, veu “esvarós” el terme “cultura de la cancel·lació”, que es refereix a denúncies públiques per “comportaments molt reprovables” que creu que cal analitzar “cas per cas” i “posar en context”, mentre que el que fa actualment la ultradreta és pura “censura ideològica”.
Per a la sociòloga i investigadora Zahia Guidoum, la “cultura de la cancel·lació” és una “batalla cultural de la ultradreta per a imposar uns determinats marcs mentals” i subratlla que la censura actual “no és nova”: “Al País Valencià hi ha una cultura de la repressió a qualsevol sobiranisme, nacionalisme i progressisme des de la malament anomenada Transició, amb l'assassinat de Miquel Grau per posar un cartell de la Diada Nacional, el cas de Guillem Agulló, les bombes als casals populars o a casa de Joan Fuster, etc. La cultura de la cancel·lació a tot el que siga d'esquerres i sobiranista al País Valencià ha existit sempre. Només hi ha hagut un xicotet parèntesi democratitzador, no complet, durant els anys del Botànic”.
El sociòleg i escriptor que prompte acabarà el seu contracte com a director de la Institució Alfons el Magnànim-Centre Valencià d’Estudis i d’Investigació, Vicent Flor, creu que Vox posa les “guerres culturals” a l'agenda “perquè no té un projecte econòmic ni social” i necessiten “cridar l'atenció”. En tot cas, reclama rigor a l'hora de fer paral·lelismes i ho exemplifica amb la portada d'ABC de 1993 que deia: “Igual que Franco, però a l'inrevés: persecució del castellà a Catalunya”. “Si fora cert, el català seria l'única llengua oficial a Madrid i el castellà estaria prohibit a Madrid. Cal tindre compte amb les comparacions que no tenen fonament històric”, adverteix.
El sociòleg Vicent Flor: “És inacceptable que Vox promoga només la cultura que els agrada a ells”
La censura de PP i Vox, com hem vist, està molt centrada en la llengua i cultura pròpia del País Valencià. “Tot el que no estiga en les seues coordenades ideològiques nacionals és un enemic a batre. Ells interpreten que cada espai que ocupen eixes propostes és en detriment d’aquelles que defensen ells, amb una espanyolitat clara i definida”, observa Aliaga. Per part seua, Flor denuncia que “volen excloure de la participació política els qui no pensen com ells”: “Un partit polític com el PP no pot proposar il·legalitzar partits independentistes. I això ho apliquen també al canvi de la cultura amb la idea que ha de ser neutra, és a dir, a favor de l’statu quo, de les classes dirigents i dels més afavorits pel sistema, tot i que els responsables de la gestió cultural tenim l'obligació de plantejar una cultura crítica”.
El conseller de Cultura, Vicente Barrera, va dir a una entrevista a Valencia Plaza que volia “cultura blanca”, la qual cosa Flor veu “inacceptable”: “Vox vol només la cultura que els agrada a ells”. Com a gestor cultural, posa com a exemple la beca de periodisme d'investigació Josep Torrent, impulsada pel Magnànim en col·laboració amb la Unió de Periodistes: “Ningú de la institució intervé en l'elecció dels temes, es decideixen sobre la base d'uns criteris professionals. Això ha fet que s'hagen publicat llibres políticament més crítics i d’altres més neutres”. L'investigador recorda que “des de la Transició, la dreta acusa els valencianistes de ser mals valencians igual que la dreta espanyola acusa uns altres ciutadans de ser mals espanyols, cosa que es va veure amb el terme ‘País Valencià’, consensuat per tot l'arc polític valencià, però finalment tombat a Madrid de manera unilateral”. Denuncia que “la dreta té un passat autoritari al País *Valencià i a la resta de l'Estat” i “no ha fet cap esforç de demanar disculpes ni de plantejar canvis”.
Xavi Aliaga tem que ara entre en acció “l’autocensura”, ja que els gestors culturals, bibliotecaris i uns altres programadors “tractaran d'evitar propostes que puguen generar controvèrsia amb els polítics”
Segons declaracions al Diari La Veu, l'escriptor Manuel Baixauli advertia: “En estos moments, cancel·lar actes que ja s'havien programat és molt visible, perquè els afectats ho denunciem, però a partir de l'any vinent aplicaran una censura silenciosa i invisible, ja que, senzillament, no existirem per a les institucions culturals valencianes”. Xavi Aliaga tem que ara entre en acció “l’autocensura”, ja que els gestors culturals, bibliotecaris i uns altres programadors “tractaran d'evitar propostes que puguen generar controvèrsia amb els polítics”, la qual cosa, afirma, “serà molt perillosa”. La manera de contrarestar esta situació és clara: “Com ja es va fer amb els governs del PP, des de la societat civil”. “A cada censura ha d'haver-hi un enfortiment de la societat civil. Si les institucions no fan cas de l'Any Estellés, la societat civil, dins de les seues possibilitats, ja farà per promoure’l. No tenim cap altra opció que la denúncia i l'ajuda recíproca”, coincideix Vicent Flor.
És pitjor la censura actual o va més ràpida que durant els 20 anys de govern en solitari del PP al País Valencià? La sociòloga Guidoum creu que “estan actuant ràpid perquè han de demostrar que han vingut a fer allò per què els han votat”, però és prompte per a fer una comparativa. El mateix opina l'escriptor Aliaga, que recorda que, en les dues dècades de PP, “l'època de Francisco Camps va ser duríssima”. En tot cas, la sociòloga Guidoum creu que “la falta de complex de la dreta” a l'hora de “fer allò per què els han votat” hauria de ser una referència per a l'esquerra i assenyala un exemple molt concret: “Guillem Agulló té una plaça dins d'un parc, mentre que Rita Barberá ja té un pont al centre de València malgrat haver sigut una corrupta. Això és tindre el poder i creure-s'ho”.