Extremadura
Cuatro décadas encima de ‘Extremadura saqueada’
En 1978 se publicaba Extremadura saqueada, un libro clave para comprender la historia de esta comunidad autónoma. Cuarenta años después no ha perdido vigencia.

Para conmemorar las cuatro décadas que distan de la aparición de Extremadura saqueada (Ruedo Ibérico, 1978), el “Grupo de estudios sobre ecologías del arte, nuevos paisajes y territorio en cultura contemporánea” ha publicado un conjunto de pequeños ensayos, mezcla de homenaje y continuación de los incalculables hilos perdidos, sobre la inmarcesible obra coordinada por Mario Gaviria, José Manuel Naredo y Juan Serna. Lo han titulado “Dominación y (Neo) extractivismo. 40 años de Extremadura saqueada”.
El esfuerzo de los autores por colocar esta trascendental obra en el centro de la reflexión sobre Extremadura choca con el paulatino arrinconamiento sufrido a lo largo de estos cuarenta años. Pero ni lo uno ni lo otro es casual. Extremadura saqueada va desapareciendo de la escena extremeña a medida que la democracia española se consolida bajo la forma del “Estado de las autonomías”, volviendo a aparecer —de manera precaria, esto es, alejada de las fuentes públicas de financiación— en el desmoronamiento actual de aquel estado de cosas. Es preciso decir ya que Extremadura saqueada es, antes que nada, un manifiesto político.
Entonces, ¿por qué acercarnos a Extremadura saqueada en este momento? Las respuestas a la altura deben vincularse, sin duda, al contexto en el que fue escrita y en el que es, de nuevo hoy, leída. Esta doble vinculación nos devuelve un libro (re)convertido en una poderosa arma para las luchas políticas de ayer y de hoy.
El reto, para el lector, es encontrar en ese hilo perdido entre la Transición y nuestros días la vigencia discursiva de Extremadura saqueada, pues la actualidad de esta obra, su utilidad, se deriva precisamente del inmenso agujero abierto en el otrora consistente relato sobre “el éxito español”. Sea como fuere, ese relato aparece hoy en día quebrado, con infinitas líneas de fuga, desdibujando la frontera entre el final del franquismo y el comienzo de la democracia, otorgando continuidad a muchas de las dinámicas descritas en el libro, reaparecidas ahora con el prefijo “neo”. Leer en este momento Extremadura saqueada es embarcarse en un tratado sobre la porosidad de los sistemas político-sociales.
La lectura que proponemos debe atender a los intersticios políticos, al transicional y al nuestro, sin dejar de lado el denso poso de cuarenta años de democracia: el autogobierno del 83, la sucesión interminable (interrumpida en 2011) de gobiernos socialistas, el crecimiento del sector público, la llegada masiva de Fondos Estructurales de la UE, los efectos de la PAC en el campo, etc. Su linealidad incontestable, su historia de progreso, se rompe en la problematización del presente, que deja a la vista de todos, en paralelo al paulatino perfeccionamiento institucional, la enajenación acompasada de la democracia, cuando apenas echaba a andar.
Por ello, más allá de su incuestionable valor científico o de la mayor o menor vigencia de sus diagnósticos, Extremadura saqueada se nos presenta hoy como una experiencia de democracia radical. Hablamos de su proceso de elaboración, en el contexto de las luchas contra la central nuclear de Valdecaballeros, de un aparato metodológico ensanchado por la creatividad de un equipo en contacto directo con la tierra y sus problemas. Extremadura saqueada no nace en un despacho, ni siquiera en un laboratorio, sino que es fruto de la inteligencia colectiva puesta al servicio de lo más básico.
Si se entiende esto, quizá se comprenda también el despropósito de cuarenta años sin una segunda edición de la obra. Y es que Extremadura saqueada es un libro incómodo para el poder, un libro que, aun hablando de un pasado que algunos han pretendido convertir en una mitología, nos enseña otras formas de hacer y de estar en democracia. Esta es, a nuestro juicio, la dimensión más viva de la obra, su legado eterno, una inestimable contribución a la memoria sentimental y política de un pueblo tan carente a menudo de herramientas con las que contarse su propia historia.
Podéis (y debéis) leer el libro que conmemora los 40 años de Extremadura saqueada en este enlace.
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