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Economía social y solidaria
La economía social y solidaria latinoamericana reclama espacios fijos donde comercializar sus productos
José Armenta, de Colacot, argumenta que el mercado está controlado por las grandes empresas capitalistas que han llevado a una sobreexplotación de los recursos, por lo que esto se debería combatir generando más espacios donde se pudieran vender los artículos elaborados por cooperativas o pequeños productores
Pese a que José Armenta, de la confederación Latinoamerica de Cooperativas y Mutuales de Trabajadores (Colacot), reconoce que cada vez hay más espacios para comercializar productos de la economía social y solidaria, argumenta que estos son insuficientes. “Las propias alcaldías, presidencias municipales o Estados están generando espacios para que estas experiencias tengan un mercado para distribuir sus productos, pero la verdad es que es muy pobre, muy poco, porque son espacios que se dan una vez al año o cada seis meses. Entonces, llegan las personas con sus productos y lo que venden ese día y ya, se acabó”, expone Armenta.
Además, lamenta que los mercados están controlados por las grandes empresas, lo que hace que haya una sobreexplotación de los recursos, es decir, que se produzca más de lo que se necesita. Para combatir esta situación, según Armenta, se requiere que las “organizaciones de las economías transformadoras se pongan a producir los artículos que necesitan las personas para satisfacer sus necesidades”.
Este proceso debería ser de sustitución del sistema actual, reflexiona. En este sentido, justifica que el rol que juegan, actualmente, las multinacionales, lo debería ocupar las pequeñas empresas que tienen que entrar en “el mercado no como parte del proceso del capitalismo, sino como una distribución de los productos de manera solidaria, responsable y que sea un beneficio para las personas”.
Para que ello sea una realidad, remarca, se necesita “buscar canales de comercialización y distribución que sean más constantes y que les permitan poder colocar los productos (de la economía social y solidaria) de manera adecuada”. De hecho, Armenta deplora que en el contexto actual no existen “espacios propios para la distribución de los productos de las economías transformadoras”.
Por otro lado, para Armenta, no hay ningún secreto y la única fórmula para ayudar a que las comunidades o cooperativas tengan éxito y puedan subsistir o tener un espacio en el mercado es: “comprando sus productos. Sí les ayuda que vayas y les des capacitación, educación, pero lo más importante es esto”.
En busca del bienestar personalColacot, que representa a cooperativas y mutuales de 15 países de América Latina y el Caribe, persigue crear un movimiento de la economía social y solidaria a nivel latinoamericano. Para Armenta el modelo de las cooperativas es trascendental porque “su forma jurídica tiene como base los principios y valores de solidaridad, de ayuda mutua, de colaboración, de democracia y de justicia". En el caso de las mutuales, detalla, tienen una similitud con las cooperativas, pero “están más enfocadas en lo que son la cercanía con las personas”.
Según Armenta, las cooperativas forman parte de las economías transformadoras, que están integradas tanto por “personas físicas, individuales, como organizaciones y personas jurídicas”. Por ello, sus diferentes actores construyen un proceso de “colaboración, de asociación, de solidaridad de quienes participan. A base de una actividad económica productiva, de consumo o de servicios buscan el bienestar de las personas a través del trabajo en comunidad”.
Colacot es una de las empresas que se encuentra dentro del comité coordinador del Foro Social Mundial de las Economías Transformadoras (FSMET), que tendrá lugar del 25 al 28 de junio en Barcelona. Según Armenta, este foro está encaminado a ser muy participativo y autogestionado. “No se están estableciendo líneas muy cuadradas o estrictas en su desarrollo, sino que es muy abierto y flexible para que tú llegues y expreses lo que quieras o creas que pueda ayudar”, matiza.
Para Armenta, el FSMET les da la oportunidad de entrar en contacto con organizaciones internacionales para que luego las políticas públicas que se construyan en sus territorios tengan el aval de estos procesos.
Finalmente, el Foro será un aparador de propuestas de las economías transformadoras del alrededor del mundo. “Sirve para compartir experiencias tanto exitosas como que hayan fracasado. Es muy enriquecedor”, sentencia Armenta.