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A mitad de agosto, el diario El País publicaba su enésima noticia sobre Venezuela. Bajo el título “Los castigos del Gobierno de Venezuela a los que se saltan las medidas de confinamiento”, y acompañada de un vídeo, en la misma se hacía referencia a supuestos castigos corporales —sentadillas, gimnasia sueca, estancias bajo el sol, etc— que el Ejército venezolano parece obligar a realizar a todas aquellas personas que se saltan las medidas impuestas por el Gobierno en su lucha contra la expansión del covid19.
El vídeo, en el que únicamente aparecía como voz autorizada, más allá de las declaraciones de algunos viandantes que aparentemente habrían sufrido tales penas, un Consejero de Salud del Presidente (E) Juan Guaidó (sic), venía acompañado de una música tipo thriller que introducía, mediante grandes letras sobrepuestas a la pantalla, titulares como los siguientes: “Venezuela ha militarizado su respuesta a la pandemia” o “Saltarse la semana de cuarentena también acarrea duros castigos en todo el país”. Por su parte, el artículo, en una maniobra digna de ser estudiada en las Escuelas de Periodismo de todo el mundo, acababa por vincular este tipo de acciones con las denuncias de vulneraciones de los Derechos Humanos en el país realizadas por las conocidas ONGs antichavistas Acceso a la Justicia y Provea. En definitiva, todo un ejercicio de propaganda más que de periodismo.
En su canónica obra Antropología Estructural, Claude Levi-Strauss desarrolla el concepto de eficacia simbólica. En ella, en un intento de englobar el quehacer del psicoanálisis en las relaciones y procesos sociales, Levi-Strauss establece la diferencia entre subconsciente e inconsciente. El primero sería algo así como un repositorio de vocabulario, de imágenes y memorias deslavazadas e inconexas, mientras que el segundo impondría las leyes estructurales que permiten hacer encajar este vocabulario, traduciéndolo en un discurso y en un pensamiento. Siendo estas leyes los mecanismos fijos que contribuyen a dar sentido a la realidad, las diferentes piezas que constituyen el subconsciente pasarían a un segundo plano de importancia. De hecho, mediante el uso de determinados signos o símbolos, esta eficacia o función simbólica permitiría imponer y generar determinadas formas a cualquier tipo de contenido, independientemente de que los hechos a los que se refieran sean objetivos o no. Su función, tal y como señala el también antropólogo Manuel Delgado, no es determinar la realidad, sino construirla a base de hacer inteligibles y significativos fenómenos y elementos que aparentemente pueden aparecerse como contradictorios o confusos.
Es así que la descripción que hacen de Venezuela los medios de comunicación convencionales permitiría presentarla simbólicamente como una otredad; un fenómeno que encarnaría todos los males que podrían generarse en un país que ha escogido un marco de desarrollo social y económico distinto al nuestro. Venezuela operaría simbólicamente construyendo un todo completo mediante la suma de elementos dispares y contrarios tales como el narcotráfico, la Dictadura, la ropa hortera, la infracción de los derechos humanos, la política populista, la Revolución, los castigos por saltarse el confinamiento y todo aquello que, teóricamente, nosotros no queremos ser.
La descripción que hacen de Venezuela los medios permitiría presentarla simbólicamente como una otredad; un fenómeno que encarnaría todos los males que podrían generarse en un país que ha escogido un marco de desarrollo social y económico distinto al nuestro
El libro de Arantxa Tirado Venezuela (Akal, 2019) comienza con una declaración de sinceridad de su autora: “este libro no es un libro neutral ni lo pretende. Como dijo aquel, nadie es neutral en un tren en marcha”. El volumen nace, de este modo, de su vocación, conocimiento y experiencia política como militante activa de la izquierda catalana y española, pero también Latinoamericana. No obstante, esta franqueza no tiene porqué restar ni un ápice de valor al libro. Muy al contrario, la confesión nos sitúa frente a la realidad en la que se mueven, desde hace años, las ciencias sociales.
En la antropología, por ejemplo, investigadores tan reconocidos como Michael Herzfeld han respondido a todos aquellos que han criticado su compromiso político personal con sus objetos de estudio con argumentos en positivo, señalando que tal implicación, de hecho, le ha permitido en ocasiones acceder a un tipo, calidad y cantidad de información que, de otra manera, no habría podido obtener. El francés George Corominas, por su parte, confesaba, en las primeras páginas de Lo exótico es cotidiano, su intento por espantar la sombra de cualquier duda sobre el carácter científico de su obra mediante la exposición de las condiciones personales en las que ésta había sido llevada a cabo. Compromiso y rigurosidad, por tanto, no tienen por qué ser antagónicos.
El libro comienza con una aproximación histórica a la Venezuela contemporánea. La autora nos describe brevemente la realidad del país con anterioridad a la llegada al poder del Comandante Hugo Chávez en 1998 para construir, seguidamente, un relato que nos conduce hasta la actualidad, cuando Nicolás Maduro preside el país y, con el apoyo directo norteamericano e indirecto de la propia Unión Europea (UE) Juan Guaidó, antiguo máximo representante político de la Asamblea Nacional, se ha autoproclamado como Presidente interino, figura inexistente en la Constitución bolivariana. Los hechos son narrados con agilidad y sirven para introducir, de manera eficiente, el siguiente capítulo, el cual lleva por nombre “Venezuela: esa extraña dictadura”.
La presentación de Venezuela como un régimen político distinto a la democracia ordinaria de la que supuestamente disfrutamos en el Estado español y el resto de Occidente es el pan de cada día de la prensa, radio y televisión más comercial. Un ejemplo de ello ocurría mientras se estaba escribiendo el presente artículo. La organización de las elecciones a la Asamblea Nacional de Venezuela de 2020 es presentada como un momento en el que “el régimen diseña unos comicios controlados por el aparato chavista, y los partidos opositores se niegan a participar por falta de garantías”. Sin embargo, el mero hecho de que alguien que se autoproclama Presidente interino, Guaidó se siente en la mesa de negociación con un pretendido Gobierno autoritario para plantear las condiciones en las que organizar las elecciones, después de haber recorrido medio mundo en busca de apoyo e, incluso, lograr el reconocimiento de hasta 60 países, sin que ninguna institución venezolana del régimen lo haya impedido, sirve para poner de manifiesto la extraña definición de dictadura que es aplicada al país latinoamericano.
Los logros económicos y sociales de la Revolución Bolivariana constituyen el tema fundamental del siguiente capítulo. Todo un continuo de cifras, datos y referencias sirven para poner en pie la labor desarrollada por los Gobiernos de Chávez y Maduro tras su llegada al poder, así como para explicar el relativamente extraño funcionamiento del aparato administrativo venezolano; un entramado donde el papel del Ejército resulta llamativo a los ojos de un extraño y el funcionamiento de las Misiones parece mostrar una institucionalidad paralela en la aplicación de las políticas sociales. Arantxa Tirado nos ofrece en este apartado la oportunidad para exponer los motivos del protagonismo del Ejército en el control de la expansión de la pandemia, por ejemplo, algo que medios como El País han señalado como una de la características del régimen.
Fue el sociólogo C. Wright Mills el que puso sobre la mesa el concepto imaginación sociológica. Para Mills ésta nos permite “pensar tomando distancia frente a las rutinas familiares de nuestras vidas cotidianas para poder verlas como si fueran algo nuevo”. Tomando esto en consideración, no podemos evaluar la realidad de Venezuela con nuestros ojos europeos, sino que es necesario emplear nuestra imaginación sociológica o, como dicen los antropólogos, llevar a cabo un extrañamiento, y ponernos en el sitio de los y las venezolanas. Si se realiza este ejercicio correctamente, podríamos entender que el Ejército venezolano no tiene nada que ver con el español, poniendo por caso, y que, de hecho, su acción permitió, en 2007, que el 48% de la población total del país se beneficiara de las políticas sociales emprendidas. O que las alocuciones un tanto estrambóticas a nuestros ojos de Chávez y Maduro no están dirigidas a nuestro buen gusto europeo, sino al de la gran mayoría del pueblo venezolano, negro, mestizo, zambo, negro y pobre.
No podemos evaluar la realidad de Venezuela con nuestros ojos europeos, sino que es necesario emplear nuestra imaginación sociológica o, como dicen los antropólogos, llevar a cabo un extrañamiento
Sin duda, y muy de esperar dada la especialización de la autora en Relaciones Internacionales y Estudios Latinoamericanos, los capítulos que despiertan un mayor interés son aquellos dedicados a la política exterior venezolana, así como a las medidas desestabilizadoras emprendidas por aquellos países que parecen sentir amenazados sus intereses, comenzando por los Estados Unidos (EEUU). El uso prolífico de gran cantidad de material bibliográfico —revistas académicas, informes desclasificados del Gobierno norteamericano, etc.— muestra unos apartados ricos en detalles y líneas discursivas profusamente soportadas por datos. Entre otras, la autora relata como el intento de construir un poder contra-hegemónico en aquello que EEUU siempre había considerado su patio trasero, obligó al Gobierno Bolivariano a un doble esfuerzo: mantener las medidas sociales altamente innovadoras en el interior y enfrentar, a la vez, un continuo ataque del país norteamericano y de sus aliados, algo que no ha tenido visos de cambio ni siquiera con la alternancia en la Administración norteamericana entre republicanos, con G. W. Bush y Donald Trump a la cabeza o el progresista Barack Obama desde las filas demócratas.
El libro de Arantxa Tirado dedica sus dos últimos capítulos a relatar cómo, desde los medios de comunicación, las redes sociales, el famoseo, las ONGs, la Universidad y algunos partidos de izquierda se contribuyen a mostrar la imagen de Venezuela ante los ojos de la sociedad española, pero también mundial. Este impulso a Venezuela como operador simbólico actúa en una doble dirección.
En primer lugar, se construye una realidad social de la República Bolivariana como país caótico, poco democrático, desabastecido y autoritario, ocultándonos los intereses materiales directos que los principales autores de dicha construcción tienen en el derrumbe de su actual Gobierno. Así, y continuando con el ejemplo del Grupo PRISA, editores de El País, es poco conocido que este entramado empresarial tiene intereses cruzados en el Grupo Cisneros, dueño del principal holding mediático de Venezuela, con la cadena Venevisión como bandera, o que estuvo directamente implicado en el intento de Golpe de Estado contra Chávez en el año 2002.
En segundo lugar, se encuentran los intentos de vinculación de Podemos con el régimen venezolano en un intento por impedir, a toda cosa, la posible llegada de esta opción política al poder en España en un momento en que las encuestas parecían hacerlo posible. En este caso, no se trata tanto de intereses materiales directos, sino de una clara obstrucción política a través del uso de la elaboración de un imaginario desde los medios de comunicación afines que transmitiera la idea de que la futura España sufriría de las mismas maldades bajo Podemos que la Venezuela bolivariana. De nuevo, la eficiencia simbólica del país latinoamericano.
El libro de Arantxa Tirado no dejará indiferente a ningún lector, acercándonos la realidad de un país del que todos hemos escuchado hablar pero pocos conocemos
Llegados a este punto señalar que el libro de Arantxa Tirado no dejará indiferente a ningún lector. Desde luego, es fiel a la promesa de su subtítulo —Más allá de Mentiras y Mitos— acercándonos la realidad de un país del que todos hemos escuchado hablar pero pocos conocemos. Sin embargo, toda obra compleja adolece, también, de altibajos. En mi opinión estos se hallan, de manera fundamental, en los apartados dedicados a los logros del Gobierno Bolivariano desde sus inicios. Si las fuentes que apuntalan la actitud de la Administración norteamericana contra la Revolución venezolana provienen del mismo Gobierno norteamericano, lo que las hace más creíbles ya que describen su propia actuación, las que loan los logros de la República Bolivariana provienen, así mismo, de su aparato institucional, lo que puede llegar a sembrar la simiente de la duda en el lector en relación con la verosimilitud de los hechos relatados.
Es verdad que existe un enorme problema en el acceso o la existencia de información sobre Venezuela, donde ni siquiera el propio Gobierno cuenta con fuentes fiables, y que confiar en los escasos datos del Gobierno venezolano es una oportunidad de escapar de todo eurocentrismo, pero quizás, en un libro como el que nos traemos entre manos, habría que aplicar la máxima romana de que “la mujer del César no solo debe ser honrada, sino parecerlo”. Aun así, no por ello el libro pierde un ápice de su calidad, necesidad y oportunidad. Esperamos más libros como este.
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El sistema funcionaba cuando el petroleo estaba caro, ahora a penas se aguanta el regimen ya que no vieron venirlo y eso el pueblo tarde o temprano lo derribara
Je, je je...
Debe usted ser miembro de la orquesta titánica, (de ese Titanic [Capitalista] que se hunde irremediable y aceleradamente)...
Un pequeño bichito invisible ha puesto 'patas arriba' las miserias decadentes de un sistema putrefacto y limitado e inservible que no se puede matar a cañonazos.
P.D: El coronavirus es un bienvenido agente anticapitalista defensivo y natural enviado por la Tierra (el Planeta, nuestra Casa) para parar al Capital y reestablecer el equilibrio.
Tranquilo que ni esta destruido ni perdera aceptación, el capitalismo esta para quedarse y tu mismo vives comodamente de sus virtudes, todo es mejorable pero los demás sistemas han fracasado estrepitosamente,saludos!
Capitalismo!! ojala hubiera algo de eso!! esto funciona haber como engañamos al 99% mientras el 1% robamos a espuertas, y el que se revele, porra, carcel, persecución o pena de muerte. No funciona otro sistema, por que NO lo permiten!!! Mis comodidades, no vienen del capitalismo, vienen de la mano de obr barata-esclavitud de Asia o África, igual que las tuyas, a cambio de una jornada de trabajo, cada vez mas barata y mas esclava.
Si cambias capitalismo por comunismo en tu comentario podria valer para Cuba incluido lo de la pena de muerte
Lo más importante de todo (independientemente de aciertos y errores) es que la República de Venezuela es soberana, y por tanto, tiene capacidad para decidir lo que és y lo que quiera ser en el futuro.