Así intenta el nuevo machismo silenciar a las comunicadoras feministas: “Te rastrearé, te mataré”

Irantzu Varela recibe insultos y amenazas todos los días. Andrea Momoitio tuvo un día cientos de menciones en Twitter con imágenes de mujeres descuartizadas. Alicia Murillo recibió varias llamadas amenazantes después de que su número fuera publicado en Forocoches. El machismo digital atenta contra la libertad de expresión mientras las regulaciones aparentemente neutrales de las plataformas moldean la información que recibimos.

Irantzu Varela Amenaza Twitter 2
David F. Sabadell Una de las últimas amenazas a la comunicadora Irantzu Varela.

Recibió la primera amenaza en 2015 y la última, este domingo. “La primera vez fue en un comentario de uno de mis vídeo de El Tornillo, era uno que se ofrecía a ayudar a quien me quisiera matar; entre las últimas está la de este domingo, en la que un usuario de Twitter me manda una foto de un hombre apuntando con una pistola y el logo de Vox”. Entre medias ha habido insultos, comentarios degradantes sobre su cuerpo, ataques a su libertad sexual.

— ¿Cuántas agresiones crees que has recibido?
— ¿Cada día, te refieres?

Irantzu Varela hace humor, pero la pregunta es seria, y la realidad es que estas agresiones forman parte de su día a día. “Creo que todas las mujeres que decidimos utilizar nuestra voz en cualquier espacio, especialmente en el espacio público, empezamos a sufrir ataques desde el primer momento”, explica esta periodista, comunicadora, coordinadora y fundadora de Faktoria Lila, presentadora del espacio feminista El Tornillo, de La Tuerka, y del programa Aló Irantzu de Pikara Magazine.

“El sistema heteropatriarcal utiliza todas las herramientas, y entre ellas están las redes sociales; lo que hacen es señalarnos, atacarnos, y amenazarnos con el objetivo ejemplarizante que ha tenido siempre la violencia contra las mujeres, que es que nos callemos”, zanja, para explicar cómo el machismo es adaptativo y aprovecha las herramientas que tiene a su disposición.

Varela reportó a Twitter el meme de Vox del que hablaba al principio de este artículo, mensaje que recibió mientras en Andalucía contaban los votos y diputados que tendrá a partir de ahora la extrema derecha en Andalucía. Pero Twitter ha considerado que no es un contenido abusivo. Y ahí sigue.

Irantzu Varela 3
Irantzu Varela: “El objetivo que ha tenido siempre la violencia contra las mujeres es que nos callemos” David F. Sabadell

Andrea Momoitio coordina Pikara Magazine, una revista feminista fundada en 2010. Tras ocho años de periodismo feminista, en la redacción han perdido la cuenta de los insultos y amenazas que reciben las periodistas que firman los artículos. Hace dos años, las coordinadoras decidieron cerrar los comentarios. En su lugar abrieron un foro de debate. “Perdemos muchos comentarios, pero a cambio hemos creado una comunidad interesante en el foro”, cuenta Momoitio.

“La mayoría de nuestras colaboradoras son mujeres y muy activas en redes sociales, y vemos cómo son machacadas”, dice, para explicar la inquietud de la que ha surgido el informe Las violencias de género en línea y sus recomendaciones registrado este martes en el Congreso.

“Creemos que esto está influyendo o va a influir a muy corto plazo en la libertad de expresión; ¿cuántas compañeras van a dejar de colaborar con revistas como la nuestra o van dejar de escribir de feminismo o van a dejar de decir lo que opinan porque la violencia que sufren después es inaguantable?”, se preguntan.

Los ataque a Pikara comenzaron al poco de nacer la revista, pero el primer caso que les hizo ver la dimensión de esta violencia fue el de Alicia Murillo, que en 2012 recibió una avalancha de comentarios insultantes y amenazante por el videoblog que tenía en Pikara, el Conejo de Alicia, por una campaña lanzada desde Forocoches, donde un usuario llegó incluso a publicar el teléfono móvil de Alicia.

En este caso, YouTube llegó a retirar vídeos de Alicia Murillo en los que mostraba escenas de acoso machista callejero, mientras mantenía los insultos y amenazas en los comentarios a sus otros vídeos. Las agresiones contra ella continúan en la actualidad, y ha llegado a interponer una denuncia ante la policía por un email que contenía amenazas de muerte directas: “Te rastrearé y te mataré. Por cierto, tu ideología es un vómito. Quizás me tome un tiempo, pero te ejecutaré tarde o temprano. Saludos”.

Brigitte Vasallo en 2016, Lucía Mbomío este verano por una entrevista a Iman El Azrak, joven española de origen marroquí que se fotografía con y sin velo o Silvia Agüero Fernández, activista feminista y gitana, también han estado en el punto de mira del machismo digital.

Andrea Momoitio
Andrea Momoitio: “¿Cuántas compañeras van a dejar de escribir porque la violencia que sufren después es inaguantable?” David F. Sabadell

— Y tú, ¿has recibido ataques?
— En mi caso ha ocurrido en momentos puntuales. Un día me encontré con mi Twitter lleno de imágenes de mujeres descuartizadas y mensajes como “Andrea Momoitio, este va a ser tu final”.

Momoitio explica que esos mensajes, más de 500 enviados en un breve periodo de tiempo, procedían de cuentas creadas en ese mismo día y con ese único contenido.

MACHISMO ORGANIZADO

“Puede haber ataques individuales, pero muchas veces las agresiones, incluso cuando son individuales, tienen detrás una estrategia deliberada de dañar determinados discursos o a las personas que los representan”, explica Laia Serra, jurista experta en violencia de género digital y autora del informe presentado ayer.

Por eso, cree que hay que salir de la lógica de que hay una responsabilidad individual tras cada mujer agredida. “Sin exculpar conductas individuales, que pueden ser muy graves, no podemos estar en la denuncia permanente; necesitamos herramientas de prevención, o la posibilidad de atacar los núcleos duros cuando se trata de campañas organizadas, porque ese es el gran daño social”, dice Serra, que cree que “si todas las mujeres denunciáramos las violencias digitales, colapsaríamos el sistema”.

La respuesta habitual, advierte la jurista, puede verse en el mexicano Informe de Luchadoras 2017: la mayoría de las mujeres que sufrieron ciberacoso optó por estrategias de supervivencia como el bloqueo (26,3%), ignorar la situación (26,3%) o el cambio o cancelación de su cuenta (13,9%). Informar a un tercero (11,3), confrontar a la persona (5,6%), denunciar ante la autoridad (4%) o tomar otras medidas (4,2%) son opciones minoritarias.

“No he interpuesto denuncia nunca, porque si no se considera que violencia es que te penetren 11 veces en 18 minutos entre cinco hombres… ¿cómo van a considerar violencia que te llamen zorra malfollada feminazi?”, dice Varela, que sí confía en la denuncia colectiva. “No son locos ni están aislados, son supermachistas y están organizados en foros visitados por millones de personas que no solo dan cobertura sino que impulsan estos ataques”, advierte Varela. “Forocoches o Burbuja son espacios donde se puede amenazar abiertamente a las feministas y reciben aplauso, y nosotras amenazas”.

COLONIZAR EL DISCURSO

Para Serra, la preocupación no es solo el daño individual a las mujeres sino que la violencia en línea contra comunicadoras tiene la intención de influir en la discusión pública. Estas violencias tienen un componente político y buscan “expulsar a mujeres que cuestionan las hegemonías”, asegura. Serra habla de “colonialismo digital” para referirse a cómo las plataformas “deciden qué se pueden colgar, qué se retira y qué no, con lo que censuran y son parte de la eliminación de contenidos feministas”.
Laia Serra
Laia Serra: “Muchas de las agresiones tienen una estrategia deliberada de dañar determinados discursos” David F. Sabadell

Por ejemplo, el vídeo que narra una violación de una joven de 16 años por 30 hombres fue eliminado de la página de Facebook Spanish Revolution en dos ocasiones, como denunciaron sus gestores en noviembre. Y Facebook alegó que lo hizo por las denuncias de otros usuarios. Facebook ya había censurado el monólogo No solo duelen los golpes de Pamela Palenciano en marzo de 2017.

En 2016, las instituciones europeas lograron que las principales plataformas —Facebook, YouTube, Twitter, Instagram— se acogieran a un código de conducta en el que se comprometían a eliminar contenidos identificados como discurso de odio. “¿El discurso machista es discurso del odio? Yo creo que sí”, dice Serra, que recuerda que desde 2015 instituciones como Naciones Unidas están empezando a dimensionar el estudio de los Derechos Humanos en internet, por lo que cree es el momento de plantear los debates que incluye el informe.

“Lo que pedimos es información para poder conocer la dimensión real del problema que, por lo que nosotras sabemos, afecta a muchas comunicadoras”, dice Andrea Momoitio, que, como Irantzu Varela, no ha denunciado ante la policía estas agresiones porque, insisten, no quieren plantear una vía punitivista sino contribuir a que algunos debates se abran o se hagan más complejos.

— Irantzu, ¿te censuras desde que recibes amenazas?
— Bueno, yo me he quedado con ese lema feminista de que como nos han quitado todo, nos han quitado hasta el miedo. Pero resulta muy difícil no tener en cuenta cada vez que publicas algo que hay gente que digas lo que digas te va a insultar y amenazar.

Tecnología
La libertad de expresión no puede ser un servicio premium de Google y Facebook
Facebook tiene la capacidad de organizar la sociedad de tal forma que puede permitirse eliminar la publicidad y las noticias, bases sobre las que se ha construido la esfera pública en las últimas décadas.
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