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África
Cinco cosas importantes que están pasando en África
Tras cuatro meses de revuelta popular el presidente sudanés, Omar Al Bashir, ha sido derrocado. También el pueblo argelino consiguió, mediante semanas de movilizaciones, apartar a Abdelaziz Bouteflika y ahora se enfrenta a unas nuevas elecciones. La situación de los activistas presos del Hirak, el conflicto abierto en Libia y las multitudinarias protestas estudiantiles en Gabón completan este panorama de un continente en movimiento.
Revueltas civiles, viejos líderes derrocados, guerras donde los intereses internacionales se concretan en conflictos locales que son como callejones sin salida, huelgas para denunciar la represión o los recortes en educación. En el continente africano, desde el Norte al Sur están pasando muchas cosas. Ofrecemos un nuevo sumario en el que destacamos cinco noticias.
Sudán: el pueblo gana el pulso a Omar al Bashir
El pueblo sudanés ha expulsado después de una ardua movilización social a quien fuera su presidente durante casi tres décadas. Ayer 11 de abril el militar Omar al Bashir, quien se alzara con el poder en 1989 tras un golpe de Estado apoyado por los islamistas, fue puesto bajo arresto domiciliario por el mismo ejército que le ha sostenido durante sus treinta años al frente del país. Al Bashir, sobre quien pesa una orden de arresto del Tribunal Penal Internacional por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en la región de Darfur, contaba sin embargo con cierto respaldo de EEUU y Arabia Saudí, al acceder a colaborar en la lucha contra el terrorismo y aportar soldados a la coalición saudí que combate en Yemen.Acorralado tras cuatro meses de movilizaciones continuas en las que ha participado una amplia mayoría social formada por estudiantes y docentes, profesionales de todo tipo, simpatizantes de la oposición... y donde las mujeres han tenido un rol fundamental, Al Bashir ha caído tras el último pulso que le ha echado su pueblo: una acampada masiva alrededor de su residencia que comenzó el sábado, donde miles de personas han coreado lemas y canciones exigiendo su marcha, resistiendo en la calle aún cuando fueron varios los manifestantes muertos durante la semana, y planeó sobre la gente congregada el temor ante una eventual intervención del ejército.Las movilizaciones en Sudán comenzaron en diciembre de 2018, cuando una fuerte subida del precio del pan provocó la ira de cientos de personas en la ciudad de Atbara, una pequeña población del Noroeste de larga tradición sindical y anticolonial. En seguida se sumaron varias ciudades, entre ellas Jartum, capital del Estado. Desde entonces las movilizaciones han continuado semana tras semana, a pesar de las decenas de personas asesinadas por las fuerzas de seguridad y los cientos de detenidos. La derrota del Al Bashir llega cerca del aniversario del derrocamiento, en 1985, de otro militar que fue repudiado por la población, se trata de Yaafar Al-Numeiry. En 1964, otra revuelta popular pacífica acabó con la primera dictadura tras la independencia del país, la de Ibrahim Abboud. En ambos casos el ejército depuso a ambos líderes y habilitó gobiernos de transición que derivaron en elecciones. Esto es lo que ha prometido hacer el ejército tras el derrocamiento de Al Bashir. Sin embargo, en esta ocasión, el pueblo desconfía de unas fuerzas armadas que han sustentado durante 30 años a un régimen, del que, después de todo, forman parte.Argelia: unas nuevas elecciones sin Boutefika
El presidente provisional de Argelia Abdelkader Bensalah anunció ayer 11 de abril la fecha de las próximas elecciones: serán el 4 de julio. Nombrado este mismo martes 9, Bensalah estará al frente del gobierno de manera transitoria, hasta que asuma la persona que gane unas elecciones a las que él no podrá presentarse. El pueblo argelino, que ha conseguido apartar a Bouteflika tras semanas de movilizaciones, ha mostrado su desconfianza ante un político que fue durante 17 años presidente del Senado, lo que le identifica como un hombre del régimen. Miles de estudiantes se manifestaron ante su nombramiento siendo su protesta reprimida con gases lacrimógenos y una violenta represión que no se había visto desde hacía semanas y que hacen temer por un recrudecimiento de la situación.Tras las movilizaciones que comenzaron el 22 de febrero, como respuesta al anuncio de Bouteflika de que competiría por un quinto mandato, y después de conseguir su renuncia el pasado 2 de abril, los argelinos temen la continuidad de las redes clientelares y de poder generadas en torno a la figura de quien fuera presidente del país desde 1999, afectado desde 2013 por graves problemas de salud que le habían apartado de la agenda pública y convertido en una especie de símbolo tras el cual su entorno administraba el país.
Desde el poder, se acusa a “intereses extranjeros” de estar detrás de quienes impugnan el régimen al tiempo que se apela al rol del ejército como garante de estabilidad ante la amenaza de caer en un nuevo conflicto civil como el de los años 90, la misma argumentación utilizada por el gobierno argelino durante los últimos años. Miles de argelinos, muchos jóvenes exasperados con la falta de democracia pero también con la desalentadora situación económica que se traduce en la falta de empleo y de futuro para gran parte de la población, se sumarán hoy a una nueva manifestación de los viernes. La icónica referente de la guerra por la independencia del país Djamila Bouhired, ya había emplazado a la juventud, mediante una carta publicada en la prensa, a “no dejarse robar su victoria”.La combattante Algérienne #Djamila_Bouhired participe aux manifestations .. Vive l'algérie🇩🇿✌🏻 pic.twitter.com/MQ5LZWYlRo
— Tima (@FatimaRoumanii) 2 de marzo de 2019
Libia: Una confusa ofensiva contra Trípoli
El pasado 5 de abril las milicias del general rebelde Khalif Haftar, actor político que tiene su bastión en la Libia oriental, cerca de la ciudad de Bengazhi, anunció una “gloriosa marcha hacia Trípoli” del grupo armado que lidera y al que denomina Ejército Nacional Libio. En la capital del país está establecido el gobierno reconocido por la ONU y liderado por el primer ministro Fayez al-Sarraj cuya zona de influencia es el oeste del país, estando el este bajo el dominio de un poder rival con base en la ciudad de Tobruk y del que Haftar es un fuerte aliado.Los movimientos de este militar, cuyas tropas se están enfrentando ya a las múltiples milicias que defienden Trípoli, han generado sorpresa entre los actores internacionales involucrados en la Libia post-Gadaffi: que incluyen tanto organismos internacionales, como potencias occidentales y estados árabes de la región. Para algunos de estos actores, Haftar ha sido considerado como una defensa clave contra el avance del islamismo en la región, al modo del golpista egipcio Al Sisi.
Antiguo aliado de Muammar Gadaffi, a cuyo ascenso al poder contribuyó en 1969, Haftar se alejó del mandatario en los años 80 durante la guerra que libró el país contra el vecino Chad. Retenido en territorio chadiano, fue liberado gracias a la intervención de la CIA. Tras esto, el militar pasó dos décadas en los Estados Unidos y cuando volvió a Libia, en 2011, contribuyó al derrocamiento de su antiguo compañero. Desde entonces, ante el caos en el que cayó este estado —estratégico por su producción de petróleo y por su lugar en las rutas migratorias— Haftar ha contado con el favor de varios actores en Occidente y Oriente, incluyendo Francia, Egipto o los Emiratos Árabes Unidos. Quien hoy es presentado como un señor de la guerra, había sido previamente considerado un interlocutor válido, recibiendo financiación y armas desde el exterior.Se considera que esta escalada bélica tiene que ver con la voluntad del General de ser tenido en cuenta en las negociaciones que la ONU pretende impulsar en una conferencia internacional por la paz prevista para mediados de abril. Los enfrentamientos ponen en riesgo a los habitantes de la ciudad —agencias de la ONU alertaban de que medio millón de niños en Trípoli estarían en peligro— amenazando también a los migrantes encerrados en los polémicos campos de detención donde Libia retiene a miles de personas cumpliendo con el mandato de la UE. Muchos de estos migrantes han comunicado su temor ante los ataques y la falta de acceso a alimentación fruto de la estampida de quienes vigilaban los centros. Otros denuncian que se les obligó a implicarse en la lucha a través del transporte de armamento.Marruecos: dolor ante la confirmación de las condenas a presos del Hirak
El líder del movimiento Hirak que se reveló en el Rif en 2016, Nasser Zefzafi, se ha cosido los labios este lunes 8 como respuesta a las duras condenas que él y sus compañeros enfrentan a raíz de que el tribunal de apelación de Casablanca ratificara las penas de hasta 20 años dictadas el pasado junio. Con este acto Zefzafi inicia una nueva huelga de hambre. Desde que fueran encarcelados, las huelgas de hambre se han convertido en una herramienta política habitual de los presos del Hirak, que vienen denuncian malos tratos y torturas en las cárceles marroquíes. Las continuas huelgas han reducido a Zefzafi a un estado de salud precario.Desde el 2011 se ha dado una escalada represiva en Marruecos, donde activistas han sido criminalizados y detenidos por participar en las protestas, pero también por comentarios en las redes sociales. La mano dura en el Rif ha motivado la emigración de muchos jóvenes. Mientras, en los últimos años, la imagen de Mohamed VI como jefe de Estado se habría deteriorado por sus frecuentes viajes al extranjero —por ocio, pero también para tratar una enfermedad grave— su gusto por los objetos caros o el divorcio de la princesa Lalla Salma.Marruecos Rif: Zefzafi y Haki se cosieron la boca y están en huelga de hambre en la cárcel negra de Casablanca protestando así contra la condena a 20 años de prisión. El régimen del Majzén muestra así, su odio hacia los rifeños.#Rif
— Rifland™ ❌ (@Rifland1921) 10 de abril de 2019
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