We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, si hay una palabra que pueda describir la situación política, tanto en España como en el resto del mundo, es la siguiente: volatilidad. Como decía aquella frase de Lenin: “Hay décadas en las que no pasa nada; y hay semanas en las que pasan décadas”. En este sentido, las ‘semanas en las que pasan décadas’ están cada vez más presentes, haciendo que la volatilidad se esté convirtiendo en la norma. Esto es lo que muestran los datos del último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en el que, una vez más, hay cambios significativos con respecto a la situación del último mes.
Por supuesto, la estimación de Tezanos, que sitúa al PSOE más de seis puntos por encima de los populares, no es la mejor fotografía de la situación política en España en estos momentos. Es una obviedad, pero hay que decirlo. Todo ello, a tenor de lo que nos muestra una ‘cocina alternativa’ de los datos de este barómetro.

Unos datos que se enmarcan en un momento político —durante la fecha de realización de este barómetro— en el que el caos arancelario desatado por Trump había opacado el resto de cuestiones. Mientras que en España, y hasta entonces, la cuestión más relevante estaba siendo la debilidad del Gobierno ante la dificultad para presentar los Presupuestos Generales del Estado (PGE), desde que Trump anunció la guerra comercial esta cuestión pasó a dominar la conversación en nuestro país.
Es por ello que la volatilidad se ha convertido en la norma. Hace dos meses, Vox creció hasta el 15,1% después de la investidura de Trump. Hace un mes, sufrió una importante caída hasta el 12,6%. Y, en este barómetro, ha vuelto a crecer. Esta vez, hasta el 15,5%. Una serie de cambios que lo único que muestran es que Vox se mantiene “estable” entre el 13% y el 15% de los votos. De hecho, su apoyo a Trump no parece estar siendo perjudicial para ellos en el ámbito electoral, a pesar de lo que pudiéramos pensar hace tan sólo un mes. O eso es lo que muestra esta subida, que les sitúa en su mejor posición desde el 23J. Es por ello que, a la larga, es más conveniente fijarse en las tendencias de fondo, más que en los cambios puntuales.
En este último barómetro Feijóo ha obtenido su peor marca en la preferencia para ser presidente del Gobierno entre su propio electorado desde que está al frente de los populares
Y, a la vez que Vox crece, el PP baja, provocando una situación de empate técnico entre las fuerzas del bipartidismo que está mucho más clara que la que había hace un mes, cuando también se encontraron en una situación similar. En estos momentos, PP y PSOE se encuentran ambos en torno al 30% de los votos, a sólo unas décimas de distancia el uno del otro y en una horquilla de escaños casi idéntica. En definitiva, ni uno ni otro se hace con la delantera, puesto que la distancia entre ambos es tan pequeña que podría deberse al margen de error de la encuesta o, en el caso de los escaños, de la amplitud de las horquillas. Por primera vez desde la victoria del PP en el 23J, no está claro quién será el próximo ganador de las elecciones.
Mientras tanto, Feijóo sigue cayendo, pero ¿hasta cuándo aguantará?
Hace ya tiempo que se viene hablando de la situación crítica en la que se encuentra el liderazgo de Feijóo. Una figura que logró hacerse con la victoria en el 23J, pero que sólo pudo convertirse en el ‘líder de la oposición’. No logró su objetivo de llegar a la Moncloa, cuando esta era la única tarea que se le había encomendado. Pero no es el único. En mi última tribuna expliqué cómo todos los rivales políticos de Sánchez a lo largo de los últimos años habían caído en desgracia, lo que, en un momento u otro, provocó el ocaso de su carrera política.
En el caso de Feijóo, hace ya tiempo que se ha convertido en una figura política con un liderazgo cada vez más desgastado, pero que se mantiene por la fortaleza de su partido político en el Congreso de los Diputados, el Senado y las comunidades autónomas. Es decir, por el peso de las siglas. Un poder político que sirve para compensar su falta de liderazgo.
De hecho, en este último barómetro Feijóo ha obtenido su peor marca en la preferencia para ser presidente del Gobierno entre su propio electorado desde que está al frente de los populares: sólo es el preferido por un 37,6% de sus votantes. Es decir, que sólo algo más de uno de cada tres votantes del PP —de los ocho millones de votantes, sí— en el 23J señalan a Feijóo como su opción preferida para sustituir a Sánchez. Los demás: Ayuso, Abascal o ‘Ninguno/a de ellos/as’.
Además, Feijóo es un líder que ha pasado a generar desconfianza en un 40% de su electorado, mientras que antes del 23J estos niveles se encontraban a la mitad; en el 19%. Y, por si fuera poco, su valoración media ha caído del 7,13 al 5,98 de media entre sus propios votantes. Una muestra de que Feijóo se encuentra en una crisis de liderazgo difícil de resolver.
No obstante, Feijóo tiene otro problema que va más allá de la pérdida de confianza por parte de los suyos —como si no fuera este un problema mayúsculo—, que es la pérdida de hegemonía en el que debería ser su espacio ideológico. O, dicho de otra manera, su caladero de votos. Mientras que Sánchez domina a la izquierda de la escala ideológica —entre las posiciones 1 y 4—, Feijóo sólo consigue liderar, y no por un margen significativo, en el centroderecha —que equivaldría a las posiciones 6 y 7—, mientras que el resto del bloque de la derecha es de Abascal o, incluso, Ayuso, pero no de Feijóo.
En definitiva, no sólo Feijóo es un líder cuestionado por los suyos, sino también por los que podrían ser sus votantes. Así pues, ¿qué le queda? Surge la pregunta de hasta qué punto podrán las siglas soportar una situación como esta.
Los factores que determinarán el color del próximo Gobierno, más allá de la unidad de la izquierda
¿A qué se debe la caída de los populares? Pero, sobre todo, ¿qué efectos tendría sobre la mayoría del PP y Vox? Hace un año, los populares se encontraban cinco puntos por encima de su resultado actual, con cifras en torno al 35% o 36% de los votos. Era una posición muy cómoda, a pesar de los problemas del liderazgo de Feijóo, por la distancia a la que se encontraban sobre el PSOE.
De hecho, los votantes del PP eran los más fieles de todos los partidos políticos. Algo más de un 80% hubiera repetido la papeleta de los populares de haberse repetido las elecciones. Además, lograban atraer a uno de cada cinco votantes de Vox y, por si fuera poco, tenían una importante capacidad de movilización entre los abstencionistas y los nuevos votantes.
Además, la ruptura entre Sumar y Podemos, y la consiguiente división de los tres millones de votantes que reunieron el 23J, supuso que la mayoría absoluta caería irremediablemente del lado del PP y Vox. Con los populares por delante de los socialistas, y las fuerzas a la izquierda del PSOE divididas —por lo que el sistema electoral haría estragos con Sumar y Podemos a la hora de traducir sus votos en escaños—, no había motivos para acudir a las urnas. De ahí provenía el interés del Gobierno y de Sanchez en que la XV Legislatura se alargara hasta el 2027.
Sin embargo, la situación ha cambiado radicalmente. La fidelidad de voto del PP ha pasado del 80% al 67%, de la misma manera que han caído los votantes de Vox que optarían por el PP. Por ello, han caído hasta el 30% de los votos; una situación de empate técnico con el PSOE. Asimismo, ha caído la fidelidad de voto de los votantes de Vox. Así pues, lo que ha ocurrido es que ha aumentado el número de votantes del PP que optarían por los de Santiago Abascal —de ahí su crecimiento—.
Por otro lado, la situación del PSOE no ha mejorado especialmente. Aunque es cierto que se han convertido en el partido con el electorado más fiel —y de ahí su robustez en torno al 30% de los votos— no están sabiendo movilizar al resto de votantes ni captar a los votantes descontentos con Sumar y Podemos, que no se van al PSOE, sino a la abstención. De ahí la igualdad entre el PP y el PSOE. Ambos en el entorno del 30% de los votos y con una horquilla de escaños que oscila entre los 120 y los 135 escaños.
Esta situación de ‘empate técnico’ sólo muestra que la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados está en el aire. Depende de un puñado de votos y, por lo tanto, de escaños. En estos momentos, el Gobierno podría caer de cualquier lado, pero hay una serie de factores que serán determinantes para hacerse con él.
En primer lugar, la unidad de la izquierda, o una victoria abrumadora de la una sobre la otra: Sumar sobre Podemos, o viceversa. En segundo lugar, la distancia del ganador de las elecciones, ya sea el PP o el PSOE, sobre el segundo de ellos. Y, por último, la fortaleza de Vox, que será determinante en uno u otro sentido. Esto se debe a la importancia de la tercera posición que, a diferencia del 23J, ya no está en juego. Parece una obviedad, pero el color del próximo Gobierno dependerá del bloque ideológico que obtenga ventaja en dos de estos factores, como mínimo.
Relacionadas
Análisis
Análisis Elon Musk y el gobierno del 0,0001%
Análisis
Análisis Algunas preguntas incómodas sobre el rearme europeo
Análisis
Análisis Inmigración, trenes e ilusiones de soberanía
Yo tengo todavía esperanzas en un Frente Amplio con un programa de izquierdas y unas listas abiertas para elegir a sus representantes. Quizás para esto tendría que desaparecer el bodrio de SUMAR, bien es verdad. Pero porque no soñar
No sé o se me escapa algo, que puede ser o veo alguna inconsistencia en la información. En la reestimación del CIS de abril los votos que pierde el PSOE van a la abstención no a PODEMOS o a SUMAR pero tanto uno como otro suben respecto a la estimación del CIS. Además yo no veo que la mayoría absoluta esté en tierra de nadie, está a las puertas de la derecha y las
extrema derecha, desgraciadamente. Como bien se apunta la solución pasa por hacer políticas de izquierdas cuando supuestamente hay un gobierno dd izquierdas y no dar más razones al facha pobre para que siga votando lo mismo.
Se repite el mal del socioliberalismo. La economía va bien pero aumenta la brecha y la desigualdad y eso lo aprovecha muy bien la derecha y la ultraderecha. Hay que cerrar esa brecha repartiendo con justicia social los beneficios que produce esa bonanza económica y eso supone, poder acceder a vivienda pública,mejor sanidad y educación pública, mejora del sueldo mínimo interprofesional y regular la IA y la tecnología en materia laboral
Con esos datos, PP+Vox tendrían mayoría absoluta casi seguro, en Congreso y Senado. El PSOE se ah deshecho de PODEMOS, pero perdiendo sus votos que van a la abstención, Mala jugada, de perdedor, no querer un futuro PODEMOS + PSOE vs Vox + PP rompiendo una de las 4 patas del electorado, mandándolo a la abstención mayoritariamente.
Podemos no va a la abstención, sus votos van a la izquierda.