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Pregunta: "Insistir en el momento insurreccional, como si pudiera ser eterno, conduce a un callejón sin salida. Pero el salto a la institución casi siempre termina en un giro conservador. Como sucede ahora".
Respuesta: "Por eso ahora debería surgir un nuevo proceso de movilización. Cosa que no depende de nosotros y que si aparece debería también incomodar a Podemos. Y no lo digo en términos estéticos. Lo que reaparezca tiene que ser algo que a nosotros nos cuestione, nos interpele. No va a surgir de nuestras entrañas, porque no tenemos tiempo, gente, hueco en la cabeza, espíritu, ni ilusión como para empujarlo. Pero es verdad que es difícil que surja en un momento de estabilización económica como la que vive hoy España, con un empobrecimiento masivo de amplios sectores de la población pero estabilización al fin y al cabo. Lo necesitamos como el comer, como el aire, pero no lo podemos producir. Así que no deberíamos fijar nuestras hipótesis o nuestra estrategia política en función de que eso ocurra. Y si ocurre, pues que nos lleve por delante, que nos de tres vueltas, que nos descoloque, y si produce algo mejor que nos mande a casa."
(Extracto de una entrevista realizada a Iñigo Errejón en Argentina por Mario Santucho y Paula Vázquez publicado el 4 de diciembre en Revista Crisis).
En contextos de emergencia de nueva época o en contextos de una transición paradigmática, la política es un pinball. Tenemos que estar preparados para que la bola caiga en cualquier lugar, siempre resignados a que tenemos un punto débil por el que la bola entrará sin que podamos hacer nada. De la percepción de que la bola siempre puede cambiar repentinamente de lado, y que en cualquier momento hay que estar preparado para gestionar una situación caótica, es que se pueden dar las condiciones para que ese caos se construya en orden justo cuando las condiciones son favorables para nuestro momento político. Las derechas, cuando la bola cae en el territorio enemigo, saben esperar y mantener posición, sabiendo que es probable que por rebote les caiga la bola a su terreno. Las izquierdas, una vez que han tocado bola, cuando esta de rebote cae en el terreno del enemigo, corren al terreno del enemigo a tratar de seguir tocando bola.
Hay momentos históricos en que las sociedades viran hacia la izquierda. De pronto un razonamiento o principio motriz, una idea o una nueva razón de época, explica las cosas desde lógicas progresistas. Emerge un intelectual colectivo que sabe explicar e interpretar la realidad desde parámetros populares, democráticos y progresistas. En esto consistió aquello que llamamos el movimiento 15M como intelectual colectivo. Pero también toda la serie de luchas sociales que las izquierdas sindicales andaluzas llevaron a cabo desde 2012 a 2014 y que comenzaron con la ocupación de Somonte, Las Turquillas, las acciones contra Mercadona y Carrefour o las Marchas Andalucía en Pie y que culminaron con la gran movilización de las Marchas de la Dignidad reuniendo más de 2 millones de personas en Madrid.
En el terreno de interpretación de la realidad, otro intelectual colectivo, Podemos, arrebató la hegemonía interna del espacio progresista a los movimientos sociales como nuevo intelectual colectivo que lee y explica correctamente la realidad. En Andalucía, donde Podemos nunca alteró la correlación real de las fuerzas políticas y electorales realmente existentes, dejamos de tener un intelectual colectivo propio (lo que había supuesto el sindicalismo andaluz) y nos vimos anclados al marco de referencia e interpretación español, marcado por el grupo de intelectuales de la Complutense, que supo subordinar y triturar todas las agendas políticas a la agenda de su razón de Estado. Esta es la diferencia esencial entre un proyecto de Estado plurinacional en el que dialogan agendas y horizontes políticos y un Estado plurinacional con una sola agenda política centralizada.
Hay otros contextos históricos, como el actual, en los que todo vira a la derecha, en el que todos los actores, sectores y agentes políticos, sociales y económicos se derechizan, tanto en sus explicaciones internas como en sus argumentos externos. En este caso sucede que una cierta explicación económica y una llamada al orden, vuelve a re-ordenar todas las sensibilidades y visiones del país desde lógicas de mantenimiento del orden, de reorganización de derechos por abajo, y de sujeción de los sectores más vulnerables a los intereses y la salvaguarda de sus propias oligarquías. Se trata de una forma de caos que aglutina a las élites reaccionarias en un discurso de defensa de su hipótesis populista a través de la construcción de un enemigo interno. En este caso el proceso independentista catalana y la serie de explicaciones que el bloque del 155 (PP, Ciudadanos y PSOE) han dado a la forma autoritaria que han tenido de violar el proceso independentista.
La diferencia fundamental que quiero resaltar es que entre un proceso de derechización y un proceso de concientización popular progresista, lo que cambia esencialmente es la posición que mantiene el bloque contrario. Si analizamos con cierta atención. En los momentos de creciente movilización social y tensión de clase, las derechas siempre, mantienen posición, tanto ideológica como posición estratégica. Al virar todo a la izquierda, queda un gran espacio vacío que ellos ocupan con comodidad a la espera de que la propia inercia sociológica les devuelva la batalla a su terreno. Porque la batalla siempre cambia de campo de disputa, de forma caótica, por lo cual, todos los bloques han de estar preparados para sostener el conflicto, en cualquier campo, como si todo territorio de disputa, fuera territorio favorable, pero sin perder de vista la supervivencia del propio territorio, es decir, sin perder de vista el terreno favorable.
En los contextos en los que todas las condiciones subjetivas se derechizan, las izquierdas (pasó en la transición política y está volviendo a suceder) se derechizan también, con el objetivo de no quedar desplazadas de la serie de concatenaciones que conforman el mapa de los espacios políticos en el seno de un Estado. Con el miedo de que si mantienen la posición, la marejada se va a mover llevándose consigo la serie de cadencias en la cual ellos están situados y en movimiento. Por lo tanto al dejarse arrastrar por la marea, pierden, desdibujan, renuncian a ser el faro de una tormenta en la que ya todos los barcos navegan a la deriva. Al perder el territorio propio como territorio posible de la disputa, la prisa por adelantar puestos en la cadencia y la ansiedad por desaparecer les hace perder toda posibilidad de esperar estratégicamente a que la crisis de la subjetividad reaccionaria les vuelva a entregar un momento hegemónico. Por ello los espacios políticos conquistados por las izquierdas son tan lentos de construir y se disuelven tan rápido, mientras que los espacios políticos de la derecha parece inmutables y siempre emergen como si nunca hubiera desaparecido su hegemonía.
Diríamos que hay una mirada movimientista, que se enuncian en las coyunturas de conflicto social. Hay una lógica de Partido, que responde a los ciclos electorales y a períodos de 4 años y con su propio ciclo largo, de una década. Y finalmente hay una razón de Estado, que se piensa en siglos. Y que nace de los largos razonamientos de época. Esta última intelligentsia de Estado tiene siempre, por saber jugar con el tiempo, todas las condiciones favorables para una victoria militar en el terreno político. De las grandes derrotas la izquierda en el terreno político, nacen la victorias militares de la derecha. La derecha gana en las guerras una idea de patria que la izquierda solo sabe administrar en los tiempos de paz.
En Andalucía las luchas sociales asociadas al Sindicato Andaluz de Trabajadores/as lograron ser un faro en medio del caos, para muchos sectores que, al calor de las Marchas por la Dignidad, encontraron en las luchas populares y sindicales organizadas la posibilidad de construir una serie de procesos constituyentes plurinacionales de toma del poder. El llamado al orden, nos arrebató ese caos constituyente. Tras la cese de la hemorragia del nuevo PSOE, la consolidación de Ciudadanos como principal fuerza de oposición en Cataluña, la rearticulación del bloque histórico conservador, las posiciones de izquierda no deben ser acudir a redefinir el proceso al terreno del enemigo. Ni disputar los símbolos que nacieron de la España de 1939, ni mimetizarse con el PSOE en el espacio hegemónico del sur va a dar a las fuerzas del cambio un nuevo impulso en el contexto del nuevo ciclo de ofensiva.
Si el SAT fue un faro para muchos sectores, movimientos sociales y dejó de serlo, fue por que no supimos dar respuesta a una situación que esperaba algo de nosotros. Hoy nos vuelve a gobernar la noche. La nueva política, aún está por inaugurar en Andalucía. Una nueva política que no encuentra en el PSOE un aliado si no su principal enemigo. Andalucía sigue siendo la tarea pendiente del proceso estatal de cambio político. Las tareas que no se dieron en el contexto de 2014 tales como articular un espacio político andaluz que fuera el re-organizador de una nueva subjetividad política emancipadora desde Andalucía, están aún por construir. Son posiciones que aún estan por tomar. Las izquierdas andaluzas necesitan una organización política propia, un espacio de articulación y enunciación que dibujen una línea estratégica propia. Ahora mismo, tras los acontecimientos de conmemoración de los 40 años del 4 de Diciembre de 1977, tras el batacazo de Podemos Andalucía y su subordinación a la agenda de Estado y al PCA, todo es caos bajo las estrellas, las condiciones son excelentes.
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