Ayuntamiento de Madrid
Pablo Carmona: “El bloque del cambio ha entendido, de manera irracional, que madurar es hacerse más conservador”

Dos semanas después de las elecciones municipales, Pablo Carmona, uno de los integrantes de Madrid En Pie Municipalista y concejal en funciones del Ayuntamiento hace balance de los cuatro años de Ahora Madrid en el gobierno local.

Pablo Carmona 1
Pablo Carmona, de Madrid En Pie Municipalista. David F. Sabadell
9 jun 2019 06:48

Pablo Carmona Pascual (Madrid,1974) es historiador, vecino de Vallecas y ha militado durante más de 25 en diversos movimientos: centros sociales, antimilitarista y vecinal. Como parte de esa trayectoria formó parte del colectivo de información y cultura Madrilonia, es editor de Traficantes de Sueños y fundador del Observatorio Metropolitano. Integró las filas de Ganemos Madrid, que junto con Podemos dio origen a Ahora Madrid, el partido instrumental que llevó a Manuela Carmena al ayuntamiento de Madrid. En diciembre de 2018 fue uno de los fundadores de la plataforma Bancada Municipalista que integró la fórmula electoral Madrid en Pie Municipalista, que no consiguió elegir concejales en las últimas elecciones. Es concejal de los distritos de Salamanca y Moratalaz en el Ayuntamiento de la capital, hasta la finalización de su mandato, en los próximos días. Carmona repasa en esta entrevista el proceso de división de Ahora Madrid que ha concluido con el final del proyecto, el nacimiento de Más Madrid, y la imposibilidad de reeditar el Gobierno municipal al que se accedió en 2015.

Casi desde el inicio de la gestión de Carmena frente al ayuntamiento, Montserrat Galcerán y tú —como expresión de los municipalistas— habéis tenido posiciones críticas. ¿Cómo valorarías el paso de Ahora Madrid por el ayuntamiento en el ciclo de gobierno 2015-2019?
Lo primero a apuntar es que ya en los primeros meses, sobre todo hasta la primera votación separada —que fue la del Taller de Precisión de Artillería (TPA) a finales de noviembre del año 2015—, tenemos un enorme vacío que está pendiente de analizar. Es el momento de la destitución de Guillermo Zapata por el caso de los twitts y cuando Manuela Carmena resuelve unilateralmente el largo debate que durante un año y medio se había tenido acerca de la naturaleza del “partido-movimiento”, o del “partido”, o del “movimiento”. En la primera reunión de coordinación Manuela dejó claro que no seríamos ninguna de las dos cosas, ni partido, ni movimiento. Ni una organización amplia con implantación en barrios y distritos, algo que ha tenido consecuencias nefastas en las elecciones de 2019, pero tampoco un partido, una organización de cuadros —por decirlo así— que controle o contrapese la gestión del Ayuntamiento. Por lo tanto, desde ese momento, Ahora Madrid se convirtió sólo en un equipo de gestión del ayuntamiento definido a dos velocidades. Por una parte, “los mejores”, que estarán en la primera división y los que estaríamos en la segunda. Ahí es donde se clarifica el síntoma que significa el cese de Guillermo Zapata.

Como lectura interna, aquel cese implicaba la separación entre ambos equipos de gobierno. Además, ahí se pierde cualquier atadura orgánica y/o movimientista, incluso cualquier vinculación con el programa político de Ahora Madrid. Así empezó la aventura de Ahora Madrid, borrando la mayor parte de lo que habían sido sus señas de identidad durante la construcción de la confluencia. 

¿Explicó Manuela Carmena por qué Ahora Madrid no sería ni una cosa ni la otra? ¿Y qué es lo que sería, en su lugar?
No dio mayores explicaciones, y dejó claro que ella se concebía como la cabeza directiva y organizativa del Ayuntamiento y que no iría a atender a ningún tipo de relación orgánica o programática; con lo cual si quien tiene el mando de gestión no obedece, el resto del organigrama fallece, se desmorona. 

¿No habría sido mejor formar un bloque independiente de Ahora Madrid (AM), que os diera más visibilidad pública y libertad de movimientos, negociando las medidas, punto por punto?
A pesar de que desde el inicio tuvimos bastantes diferencias, incluso la división del voto que se produce en noviembre de 2015, siempre primó algo que venía desde el 15M, que es la necesidad de mantener la unidad dentro del equipo de gobierno y cumpliendo con el programa y el proyecto. Tuvimos la clara intención de corregir el rumbo, pero no una ruptura en el sentido de armar un bloque alternativo. En ese momento, lo que peleábamos era la construcción de espacios colectivos dentro del equipo de gobierno y de Ahora Madrid, para generar ese despliegue organizativo y de implantación en la ciudad. 

Lo más peligroso de este ciclo no es solo que el conservadurismo avance en el famoso bloque de las tres derechas, sino que el propio “bloque del cambio”, con el paso del tiempo, se ha hecho cada vez más conservador

¿Temisteis quedaros políticamente solos, o socialmente repudiados por el gesto?
Es que a pocos meses del inicio del gobierno era inasumible una línea de ruptura, por llamarlo así. Mantuvimos el compromiso —y lo continuamos en años posteriores— con el proyecto con el que nos presentamos a las elecciones. Quisimos llevar hasta el final las líneas programáticas de horizontalidad organizativa, implantación territorial y democratización del proceso, que eran los elementos originarios de Ahora Madrid. Y los sucesos como Taller de Precisión de Artillería (TPA), los titiriteros y otros, fueron alejando al Ayuntamiento no sólo de lo que era Ahora Madrid, sino del espíritu quincemayista que hizo posible su construcción. 

¿Es cierto que los autónomos en Ganemos estuvisteis esperando a que IU —y también Anticapitalistas— definieran posición acerca de si quedarse bajo el paraguas de Carmena o trabajar para una candidatura propia?
Nosotros empezamos a concebir la idea de lanzar una candidatura propia desde antes del verano de 2018. Incluso, hace más de un año y medio ya se planteó en alguna reunión que, de cara a 2019 y por cómo iban los derroteros políticos, se produciría una ruptura en forma de una expulsión o arrinconamiento definitivo del proyecto. Y sostuvimos la necesidad de construir una alternativa para esos sectores que, desde largo tiempo atrás, se venían desencantando con las políticas del equipo de gobierno, a saber: la falta de un programa de remunicipalizaciones, el continuismo en los pelotazos urbanísticos y la necesidad de construir una candidatura infinitamente más democrática de la que teníamos. 

¿Y cómo entender la demora de Izquierda Unida y Anticapitalistas en tomar una decisión más a tiempo y más clara en esto?
Creo que tanto Anticapitalistas como Izquierda Unida seguían de manera honesta intentando pelear la posibilidad de rearmar un proyecto unitario de cara a 2019. Para mí, esa posibilidad quedó liquidada en septiembre de 2018 cuando Manuela anunció en rueda de prensa lo que hemos denominado “el carmenazo”, punto de inflexión donde pone encima de la mesa el “conmigo o contra mí”. Entonces se produce un momento difícil que llegará hasta febrero de 2019, en el que demasiados actores bajan los brazos y quedan desorientados sin atreverse a dar un paso al frente. Y ahí, creo que Madrid en Pie-Municipalista consigue corregir en parte esa inercia generando una alianza entre IU, Anticapitalistas y La Bancada Municipalista, que ya veníamos trabajando en ello desde el verano de 2018, para intentar recomponer el grado de desilusión que se produce después de septiembre de ese año. 

En general, a las llamadas “candidaturas de confluencia” les ha ido entre mal y pésimo a nivel del Estado, ¿a qué lo atribuyes?
Fundamentalmente a que vivimos un ciclo de restauración de los poderes fácticos, crisis con restauración pero, al fin y al cabo, un ciclo conservador. Y lo más peligroso de este ciclo no es solo que el conservadurismo avance en el famoso bloque de las tres derechas, sino que el propio “bloque del cambio”, con el paso del tiempo, se ha hecho cada vez más conservador. Ha entendido, de manera absolutamente irracional que “madurar” significa hacerse más conservador. Y eso ha traído como consecuencia que las propuestas políticas se parezcan cada vez más al viejo “centro político”, al“centro izquierda”, a la socialdemocracia de siempre y no tanto al lenguaje y al mensaje de cambio y de democratización y transformación radical que hizo posible el primer Podemos, las candidaturas municipalistas y aquel clima heredado del 15M.

De base, tiene que ver con un cambio a nivel social, donde se nota que todos los sectores organizados en el ámbito político y social de la izquierda y los movimientos sociales, pero también —y sobre todo— muchas de las clases populares que tuvieron presencia en el ciclo de 2015, se han ido retirando a la abstención o votando con mucha menos ilusión. Por una parte, en la línea ultraconservadora de la defensa del voto útil y, por otro lado, el crecimiento claro de la abstención en los barrios populares. Ambos fenómenos son producto de ese neoconservadurismos que adoptó buena parte del “bloque del cambio”. 

¿Y en Madrid…?
En el caso de Madrid tiene que ver con haber alcanzado el gobierno del Ayuntamiento, que ha llevado a entender la gestión, la responsabilidad y la madurez como un necesario apaciguamiento y moderación del discurso y de las actitudes políticas. Se ha vuelto a entender la política institucional como un proceso que se autonomiza de la realidad social, vive independiente de la misma y se dota de sus propias normas de funcionamiento, como algo que queda aislado de su base social, programa político y de las líneas fuertes de cambio y transformación, la política como un hecho que camina en un sentido puramente institucional, electoral y de moderantismo.

¿En este contexto, crees que si Madrid en Pie Municipalista hubiera tenido más tiempo para hacer campaña habría tenido mejor suerte?
Yo creo que aunque hubiéramos tenido algunos días más, esta candidatura —que fue como una salida de emergencia frente a una situación de largo recorrido—, no habría tenido mejor desempeño. Madrid en Pie no hubiera necesitado más tiempo de campaña, sino más tiempo de maduración anterior al proceso de campaña electoral, de construcción previa. Un proceso que habría tenido un mejor proceso organizativo, pero también inspirado en nuevas lógicas sociales ancladas en los más afectados por la crisis —lo desahuciados, las precarias y los más pobres— que han ido desapareciendo de la agenda política en favor de un nuevo discurso de progreso, de inversión privada, donde parece —como ha sucedido también en la Comunidad de Madrid— que el Green New Deal es compatible con la Operación Chamartín.

Sin capacidad de desobedecer, sin voluntad de desarticular el sistema de poder, sin desarmar las líneas centrales que gobiernan nuestra ciudad, el Estado y el conjunto de Europa, no existe un proyecto político de cambio

Se trata de dos elementos imposibles de conjugar, a pesar de lo cual hay programas políticos —como el de Más Madrid— que lo intentan. ¿Cómo conjugar “el progreso” del capital y sus herramientas económicas, a la vez que defender a los que quedan excluidos por esa manera de “progresar”? Nuestro programa político ha estado anclado en la redistribución y ha abanderado sin complejos lo que implica “desordenar” el mundo del gobierno de las élites. 

Eso implica asumir el conflicto con el poder en el seno de la institución…
Efectivamente. Podemos dejó un mal sabor de boca dentro del 15M, alegando que su “techo de cristal” era el proyecto institucional, que si no dabas ese salto a las instituciones no había posibilidad de cambio. El “techo de cristal” del proyecto institucional y el del 15M son exactamente el mismo: la desobediencia. Sin capacidad de desobedecer, sin voluntad de desarticular el sistema de poder, sin desarmar las líneas centrales que gobiernan nuestra ciudad, el Estado y el conjunto de Europa, no existe un proyecto político de cambio. 

Hay quienes dicen que en el imaginario de los votantes se ha asociado a las “candidaturas de confluencia” con la lucha de fracciones —pablistas vs. errejonistas— y derivas sectarias en el interior de Podemos. Otros afirman que fueron procesos de descomposición propios. ¿Qué opinas?
Se conjugan varios factores. En el seno de Podemos, los giros y cambios de los últimos años son circenses, enormes piruetas han llevado a que líderes nacionales de Podemos hayan formado un partido nuevo, que ahora anuncia un nuevo proceso de corte estatal, para el reflotamiento de las fuerzas de lo que fue el bloque del cambio. Sin embargo, lo más importante y el hecho que ha ordenado todo ha sido la recomposición de los vectores de voto de las clases medias de centro izquierda que tradicionalmente vienen rigiendo el destino de nuestro país. Y que, hay que decirlo, siempre se ha agarrado a un programa económico neoliberal.

Es el designio de España desde los años 80, todas sus reformas laborales —gobierne quien gobierne— han sido marcadas por esta línea y todo el crecimiento económico vinculado al ciclo inmobiliario y financiero ha sido articulado por ella. Hay una fuerza subterránea –eso que llamamos el Ibex 35- que decide, independientemente de quién gobierne, las líneas fundamentales de gobierno. Por eso, no se deben interpretar estas elecciones solo en el vector “derecha versus izquierda”, hay que leerlas en clave de quién deja pasar —poniendo la alfombra roja— a esos intereses de larga duración, a esas élites económicas y financieras en el ámbito institucional y quién quiere ponerles coto, barreras, escudos de protección. 

¿Qué piensas del posicionamiento de Íñigo Errejón respecto de Ahora Madrid y Manuela, y del balance que hace del resultado en las elecciones municipales?
Podemos ya lleva tiempo desorientado y herido de muerte. Fundamentalmente por la incapacidad de albergar la enorme diversidad que lo hizo posible, organizada —al menos en el primer momento— en torno a los círculos y que ha sido sustituido poco a poco por el Podemos de las cúpulas. El actual debate entre Íñigo y Pablo [Iglesias] ya no es sobre el modelo de organización, sino de una guerra dentro de la propia cúpula de poder. Eso hay que tenerlo claro, si no, no se entiende lo que ha sucedido. Y el poder es lo que ordena la política institucional, “cuánto poder tienes” es lo que establece las jerarquías dentro de ella, y esto, tanto Pablo como Íñigo, lo tienen claro. En este caso, sabiendo que Podemos —como hecho político— tiene su principal arraigo en Madrid, quien ha jugado mejor las cartas es Íñigo, en la medida en que ha entendido que Manuela —no Ahora Madrid, sino Manuela— era un trampolín político perfecto, lo suficientemente grande, fuerte y consolidado como para salirse de Podemos y apoyarse en ella, para generar una nueva fuerza. Pero no hay que olvidar que no se trata de una alternativa política, programática, ni organizativa, sino solo una nueva posición de poder en el bloque del cambio. Dentro de esa lógica, esa jugada —hay que reconocerlo— le ha salido redonda, en la medida en que ha sabido interpretar esas líneas de fuerza, pero quizás le valga de poco en una fase clara de final de ciclo.

¿Qué les dirías a los que aún continúan afirmando que apostar por Madrid en Pie Municipalista fue tirar el voto y a los que os hacen corresponsables de que Carmena no sacase mejores resultados?
Les diría que hay que analizar la realidad. Si hay gente que votó a Madrid en Pie Municipalista es porque pensaba que el proyecto y su programa político era el más adecuado para operar un cambio en el ayuntamiento. Curiosamente, en el 15M el debate del 5% habría sido de “cómo tumbar el 5%”, visibilizándolo como una injusticia, como era en aquel momento la Ley D'Hont o el sistema de reparto de votos. En este caso, es curioso que tanto Manuela como Más Madrid se han atrincherado con uñas y dientes en el voto útil como seguro de vida ante una posible derrota, para no tener que asumir su propia autocrítica. Lo que toca entender es el gran aumento de la abstención en los barrios del sur de Madrid y también las razones por las que decenas de miles de personas en esta ciudad están —cuatro años después—, desencantadas con lo que fue el gobierno de Manuela y Ahora Madrid, porque eso es lo que ha hecho inviable un proyecto mayoritario de cambio en el Ayuntamiento.

Además, en este caso la crítica no puede ser —como en otras ocasiones— con que los discursos de la izquierda han sido demasiado radicales, demasiado de izquierdas, porque curiosamente Madrid en Pie se ha presentado en 2019 con un programa que en el 95% es igual al de Ahora Madrid de 2015, prácticamente el mismo. Con lo cual, la cuestión del voto útil se explica más por una deriva conservadora de una parte del bloque del cambio que con un análisis serio de lo que ha sucedido y de cómo el modelo de gestión impuesto ha dejado fuera a una buena parte del electorado de Ahora Madrid. Y al mismo tiempo, de nuestra parte, debemos asumir que claramente Madrid en Pie no ha cumplido con las expectativas que nos habíamos impuesto; nuestro objetivo era sacar —como mínimo— tres concejales. En gran medida, no se ha logrado porque no hemos conseguido llegar con nuestras propuestas a esas personas que probablemente habrían estado de acuerdo con nuestro programa, sobre todo en los barrios del sur. Y también porque no hemos sabido luchar y desarticular esa línea ultraconservadora del voto útil que se impuso como una losa durante la campaña.

¿Y de ahora en más, qué toca hacer?
Toca seguir adelante, saber que —como nos recuerdan muchos compañeros y compañeras— no estamos en un ciclo en el que todo esté determinado por el ámbito institucional, que como siempre hemos dicho, las fuerzas y posibilidades políticas de un cambio real residen en la capacidad de organización social, de lucha y de confrontación a pie de calle por decirlo simplemente, y seguir trabajando en esa línea en los próximos años. Dicho sea de paso, una línea en la que nunca se ha parado. De hecho, ha quedado evidenciado que los grandes actores políticos de la ciudad han sido enormemente críticos con la labor de gobierno de Ahora Madrid, en un sentido similar al que nosotros —como bloque crítico— defendíamos dentro de la institución. Toca recomponer también esos lazos… 

¿Te refieres a la PAH, a las plataformas por la remunicipalización de los servicios públicos, a las mareas?…
Sí. Hablaríamos de los movimientos sindicales que defienden la remunicipalización de los servicios públicos, del movimiento de vivienda, de movimientos vecinales, plataformas de defensa del patrimonio, de grupos ecologistas. Es decir, todos aquellos que luchan por otro modelo ciudad, radicalmente distinto al que está diseñado por las élites financieras y por los gobiernos obedientes a las grandes empresas.

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José Martínez Carmona
10/6/2019 22:00

Muchas palabras en este artículo; ni una sola que retrate "el negativo" papel jugado por los sindicatos amarillos CC OO y UGT en la desmovilización y defunción del movimiento obrero organizado como clase. Llamemos al fenómeno "oportunismo de baja estofa". Gane quien gane, que no falte el mamoneo.

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Kurt Brainin
10/6/2019 7:58

Todo muy bonito pero el que es conservador es el pueblo español ¿cuantas pruebas más hacen falta?

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#35674
9/6/2019 19:35

Muy interesantes las reflexiones de carmona, ejemplo de dignidad y coherencia

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7
#35670
9/6/2019 19:05

A me da que sin Carmena como cabeza de lista el Sr. Carmona no hubiera cobrado como concejal. Los del MeP aún no os dais un baño de realidad

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#35656
9/6/2019 14:42

Boh, 15M, 15M...Todo vitorias para as mil facianas do 78 e estupenda lanzadeirta de colocación da "juventud sin futuro" juas juas. Tomas a antroidada esa coma punto fundacional ou espazo sobre o que construir só amosa a mesma teimuda realidade: os castellanos de madrí son o problema. Non se decatan de que están en "Los Otros": son a mellorferramenta do réxime catellano e nen decatan. E a entrevista: o mesmo rollo embiguista de sempre. Queredes mudar as cousas? Faceivos independentistas.

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Manuel
9/6/2019 16:06

¿En qué han sido los madrileños el problema? Siempre han estado más posicionados en favor del cambio que en otros lugares, como Galicia (lugar de reaccionarios donde los haya, y hasta para exportar: Primo de Rivera, Franco, Fraga, ...). Tenemos una «izquierda» costumbrista, folclórica y minoritaria. En ningún momento de nuestra historia reciente hemos adoptado una postura favorable a un cambio, y más nos vale dejar de criticar la paja en el ojo ajeno o, al menos, quitar la viga del propio.

1
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#35652
9/6/2019 13:22

"Llevaba el germen de su propia descomposición cargado en el núcleo irradiador de los que no ven más allá de sus propios intereses. Niñatos –y niñatas– que se vinieron arriba con el apoyo de la intelligentsia, ese grupúsculo de gente pija y "estupenda" que cada vez que abre la boca, lo hace para hablar mucho y decir nada; gente selecta, ya digo, que confunde cultura con almacén de datos. El diablo irlandés hubiese dejado cojos y cojas a más de alguno y alguna. En fin, que se vayan a freír espárragos o, mejor, empanadillas, pues, con sus maniobras para dinamitar Podemos desde dentro, han entregado –y siguen entregando– el poder a la derecha."
Montero Glez

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#35642
9/6/2019 12:11

El bloque de Troya lo que habéis entendido es como pillar cacho. Sois un cáncer para la esperanza. Sois pata izquierda del régimen fascista que es españita. Integraros en el partido falangista PSOE.

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