We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Recordemos que, en La peste, una mañana de abril el doctor Bernard Rieux sale de su estudio y tropieza con una rata muerta en medio del pasillo. Poco después el conserje del inmueble encuentra otras tres ratas muertas. Al poco se escucha por primera vez en la ciudad de Orán la palabra “peste”. Pese a ello, “las gentes continúan haciendo sus asuntos, proyectando viajes e intercambiando opiniones… ¿Cómo van a pensar en la peste que anula el futuro, los desplazamientos y las discusiones?” Pero a los de Orán les pasaba lo que a nosotros, que “se creían libres y nadie será jamás libre en tanto haya plagas”.
Hay que hacer atención a esto. La peste narrada en la novela no es solo una plaga en el sentido literal patológico. En su Carta a Roland Barthes (1955), Camus puntualiza que, aunque la obra se puede leer de varias maneras, “tiene sin embargo como contenido evidente la resistencia europea contra el nazismo”. Lejos de la crítica de Barthes de que Camus coloca fuera de la historia a La peste, la obra es, según su autor, no solamente una crónica de la resistencia contra los nazis, en la que el mismo Camus participó, sino también “una lucha contra todas las tiranías” y una llamada solidaria a la “revuelta ante las luchas que aún ha de venir”. Su actualidad es profética.
Dicho esto, la lucha por la salud pública de hoy tiene gran importancia y la obra de Camus puede servirnos de ejemplo también en este aspecto. Las autoridades sanitarias repiten recomendaciones para vencer al Covid-19, dan cifras de la evolución de la enfermedad, se desgranan los casos de contagiados y fallecidos por provincias y naciones, se suspenden actos culturales o deportivos, se aíslan poblaciones, se paraliza la producción de industrias, la Bolsa cae, la venta de mascarillas aumenta exponencialmente y se valoran las posibilidades de que se declare oficialmente una pandemia. La gente está inquieta, asustada, y difunde conspiraciones a cual más delirante en las redes sociales y en las conversaciones están alertas a la menor tos en el interlocutor que tienen delante...
Y, sin embargo, el domingo en el carnaval de Cádiz vi a gente disfrazada de esqueletos, zombis, brujas y otras tétricas y licenciosas fantasías, pero a nadie, que yo viera, se le ocurrió ponerse una mascarilla, ni siquiera como broma carnavalesca. Aquello me pareció la actitud responsable y valiente de quienes, solidarios, se enfrentan al enemigo a cara descubierta. Y qué decir de las miles, cientos de miles de mujeres (y hombres) en toda España que salieron el 8-M a las calles reivindicando la igualdad de derechos y gritando sin guardarse la lengua: “¡El sistema patriarcal / es el virus mortal!”; “¡Violencia machista/ pandemia fascista!”. Tal vez todo se resumía en un cartón: “Nos habéis quitado tanto que nos habéis quitado el miedo”. Recordé el final de La peste: “…Se aprende en medio de las plagas que hay en los hombres más de cosas a admirar que de cosas a despreciar”. O como apunta concisamente Camus para la novela en su Carnets (1942): “Heroísmo civil”.