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Energía nuclear
Sin planes de emergencia para los reactores pequeños I
En un voto 3-1 entre los comisionados de la Comisión Reguladora Nuclear estadounidense (NRC por sus siglas en inglés), se aprobó un nuevo reglamento para las medidas de emergencia a adoptarse en los pequeños reactores nucleares. El reglamento eliminaría la necesidad de zonas de preparación para emergencias y planes de emergencia para los exteriores de los pequeños reactores modulares. El único comisionado que se opuso fue Jeff Baran y estas son sus palabras.
Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
A lo largo de los últimos 40 años, la NRC ha demandado zonas de preparación para emergencias (EPZ) alrededor de las centrales nucleares “para asegurar que se adoptaran acciones efectivas e inmediatas para proteger a la población civil en caso de accidente”. Todas las centrales en operativo en el país tienen una EPZ de 10 millas a su alrededor con planes de emergencia radiológica para los exteriores en aras de evitar o reducir el riesgo de radiación. Con un radio de 50 millas se ha organizado alrededor de estos lugares una ruta diseñada para limitar la dosis radiológica que afectaría al agua o la comida.
Las EPZ y planes de emergencia radiológica han de proveer de varias capas de protección contra la exposición. Otras exigencias de la EPZ se centran en la prevención o mitigación de la liberación de radioactividad. Estas regulaciones pretenden reducir los riesgos aun cuando los demás procedimientos hayan fallado.
Dicho de otra manera, la EPZ y los planes de emergencia pretenden afrontar catástrofes poco probables pero de consecuencias muy serias. La Agencia Federal para el Control de Emergencias (FEMA) valora la idoneidad de estos planes de emergencia, y la regulación de la NRC exige simulacros para probarlos al menos cada dos años.
Bajo la última regulación aprobada, los planes de emergencia para los pequeños reactores nucleares (SMR) y otros resultaría extraordinariamente débil por comparación. En vez de las zonas de 10 millas, estos reactores contarán con EPZ solo aplicables en caso de accidentes “creíbles” que excedan 0,01 sieverts.
En ciertos casos, la NRC no requerirá planes de emergencia radiológica en exteriores y FEMA no tomará parte en evaluar la adecuación de los protocolos de la central. Es más, esta regulación podría eliminar la exigencia de rutas seguras ni regularidad alguna en la realización de simulacros. En resumidas cuentas, esta propuesta va en contra de 40 años de regulaciones y protocolos de emergencia.
En los últimos tiempos, la NRC no ha aprobado ningún pequeño reactor nuevo y solo se ha solicitado licencia para un diseño. Los de última generación podrían ser potencialmente más seguras que los de las centrales más grandes. Pero eso no erradica la necesidad de una EPZ o planes de emergencia para exteriores en caso de que algo vaya mal.
Desde 1978, cuando se desarrolló por primera vez el concepto de una EPZ, su tamaño nunca se ha basado exclusivamente en la probabilidad de que ocurra un accidente en la central. El informe tanto de la NRC como de la Agencia para la Protección del Medioambiente (EPA) que supuso la creación de las EPZ lo deja claro: “Los protocolos de emergencia no se basan en la probabilidad cuantificada de incidentes o accidentes”. El informe que determina su labor fundacional, NUREG-0396, explica que “los planes de emergencia radiológica no se basan en probabilidades, sino en la percepción pública del problema y las medidas posibles para proteger la salud y seguridad”.
En ciertos casos, la NRC no requerirá planes de emergencia radiológica en exteriores y FEMA no tomará parte en evaluar la adecuación de los protocolos de la central. Es más, esta regulación podría eliminar la exigencia de rutas seguras ni regularidad alguna en la realización de simulacros. En resumidas cuentas, esta propuesta va en contra de 40 años de regulaciones y protocolos de emergencia.
Esta no se trataba de una afirmación aislada. Se interpretó que el tamaño de la EPZ debería “derivarse de las características básicas del diseño y de las consecuencias de un accidente de clase 9”. Los accidentes de clase 9 se definieron como “considerados tan poco probables que no requerirían previsiones adicionales específicas en el diseño de las instalaciones del reactor”, incluyendo casos de fusión total del reactor, “en los que la contención fracase estrepitosamente y se emita gran cantidad de materiales radiactivos de manera directa a la atmósfera”.
A día de hoy, nos referimos a estos accidentes como exteriores al diseño. La NRC y la EPA comprendieron que estos tipos de accidentes extremos eran poco probables, pero también que deberían adoptarse EPZ para proveer de defensa ya que “aunque la probabilidad de un accidente y la emisión de radioactividad a la atmósfera sea pequeña, no es imposible”.
Se incluía también que los accidentes nucleares eran únicos de por sí. El informe decía: “las consecuencias potenciales de accidentes nucleares improbables, pero no menos serios, aunque comparables en cierto sentido a los desastres naturales o artificiales más graves, que conducirán a medidas de protección tales como evacuaciones, requieren de consideraciones y planes especializados…
El personal de la NRC reconoce en la regulación propuesta que la planificación de emergencias debe considerarse “informada acerca de los riesgos en lugar de basada en los riesgos” y con “independencia de la probabilidad de accidentes”. Después de todo, la EPZ de la central existente no cambia cada vez que una modificación en la central reduce el riesgo de un accidente. Una licencia para reactores más grandes no conlleva, ni debería conllevar, una EPZ más pequeña porque instala un generador diésel adicional o por el tipo de equipamiento que guarden en sus premisas. Pero la propuesta apuesta por esta perspectiva exclusivamente cuantitativa. En vez de que el riesgo sea el único factor importante considerado para requerir planes de emergencia, debe ser el único factor que importe. Para cualquier reactor pequeño que alcanza el criterio de dosis para una EPZ, no habría planes de emergencia radiológica para exteriores. Este elemento de defensa en profundidad desaparecería por completo.
FEMA ha expresado su preocupación ante la nueva medida de la NRC. Está en desacuerdo con que el criterio de dosis cuantitativa debería determinar completamente el tamaño de la EPZ. Apoyándose en NUREG-0396, FEMA ha mostrado su apoyo a “una metodología del tamaño de la EPZ que tome en cuenta un criterio ‘no técnico’” como confianza pública.
Es más, “FEMA ha insistido en mantener una metodología que permita una EPZ alrededor de una central nuclear”. En ausencia de un EPZ y planes de emergencia para exteriores, los equipos a cargo de responder en caso de una emergencia tendrían que enfrentarse a un plan compuesto exclusivamente de riesgos. FEMA no cree que planes así sean adecuados en caso de un accidente nuclear".
En resumidas cuentas, la planificación a campo abierto no sería tan efectivo como la planificación de emergencia radiológica en caso de una emergencia auténtica. Como resultado, una EPZ ante riesgos en exclusividad no proveería del mismo nivel de protección para una comunidad que viva cerca del reactor, como EPZ exterior con protocolo propio. FEMA, por tanto, cree que la metodología debe mantenerse tal cual estaba.
Continúa en la segunda parte.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.