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Economía
El BCE discute hoy sobre el calendario de retirada de los estímulos
Los nuevos nubarrones económicos y la inestabilidad en Italia podrían retrasar el anuncio del calendario definitivo del Banco Central Europeo para la subida de tipos y el fin de las compras de deuda.
No se sabe si será un anuncio o el anuncio de un anuncio, pero lentamente el Banco Central Europeo va dando detalles sobre el ritmo y la fecha de la retirada definitiva de las medidas de estímulo monetario que han reanimado a la anémica recuperación económica europea. A lo largo de la mañana se reúne en Riga el Consejo de Gobierno del BCE, y se espera que el gobernador central, el italiano Mario Draghi, hable a las 14.30h. Le acompañará el vicepresidente, el exministro español de Economía, Luis de Guindos.
Un fin de los programas de compra de deuda y un adelanto de las subidas de los tipos de interés están entre los riesgos señalados para la economía española
En realidad, el calendario concreto para la retirada del programa de compra de deuda y la subida de tipos de interés se esperaba para hoy, al ser el primer Consejo de Gobierno que discutirá formalmente sobre el tema. Nuevos signos de debilidad en la economía de la zona euro y de la UE han enfriado las expectativas y han alentado la idea de que el BCE retrase seis semanas el anuncio del calendario. Un fin de los programas de compra de deuda y un adelanto de las subidas de los tipos de interés están entre los riesgos señalados para la economía española en el último informe del Banco de España, debido a su alto endeudamiento tanto público como privado.
Tras un 2017 de franca recuperación en todos los países —incluida Grecia, país que aún así sigue sin salir del tratamiento de shock dictado por la troika y deberá aprobar nuevos recortes de pensiones—, los últimos datos han devuelto algo de precaución. La economía europea rebajó su crecimiento en los primeros tres meses del año y los nuevos datos sobre producción industrial dados a conocer el miércoles añaden aún más incertidumbre: el índice sufrió en abril su tercer retroceso en 2018. Llaman la atención las bajadas de casi el 2% en Alemania (país que puede estar notando ya en sus exportaciones la política de dólar bajo de Donald Trump) y en España.
Se espera que, tras reducir a la mitad desde enero —a 30.000 millones de euros al mes— la compra de deuda, el BCE siga reduciendo paulatinamente su compra de bonos hasta el cierre definitivo del programa en diciembre de este mismo año. Los dirigentes del BCE se muestran aún más cautelosos sobre la subida de los tipos de interés, que se han mantenido en tipos negativos desde hace tres años. En todo caso, los aumentos no se esperan hasta mediados de 2019. Una tasa de desempleo relativamente alta —del 8,5% en la zona euro— recomendaría todavía más precaución, pero el empleo nunca ha estado dentro del mandato del BCE, centrado en la inflación.
Otro factor para una mayor cautela son los recientes ataques a la deuda italiana —y en menor intensidad, a la española— vividos tras la crisis de Gobierno en Italia y la incertidumbre sobre una posible salida italiana del euro, esgrimida por el Gobierno populista de derechas de la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas. Existe un amplio consenso sobre que fue el simple anuncio de Draghi en el verano de 2012 sobre el comienzo del programa de compra de deuda (que no empezaría en realidad hasta 2015) el que salvó al euro. Pese a las presiones alemanas, el temor a mayor inestabilidad sigue siendo un arma en manos de los consejeros del BCE más proclives a prolongar las medidas de estímulo.
Al otro lado del Atlántico, la Reserva Federal (FED) de EE UU anunció ayer un nuevo aumento de sus tipos de interés, que ya rozan el 2%. El optimismo sigue reinando entre los directivos de la FED nombrados por Trump: la actual recuperación económica de nueve años es la segunda más prolongada de la historia, y podría marcar un récord si se extendiera hasta 2019. El paro se mantiene en mínimos (3,8%) no vistos desde 2000, en plena burbuja de las puntocom, y sólo la debilidad de los salarios (que en teoría deberían haber subido debido al bajo desempleo) y de la productividad preocupan a los analistas.